viernes, 28 de febrero de 2014

Todo el día, en vos (final) by George

                                                                   A veces comprendemos algo

                                                                  entre la noche y la noche.

                                                                                 Roberto Juarroz,  Poesía Vertical III, 20

Claro que no puede esperarlo más.
Porque está ahí. A su lado.
Mirándolo como sólo él sabe.
Como sólo él puede.
 “Esto , lo nuestro” implica un juego de fuerzas, de amorosas fuerzas encontradas a lo largo de este tiempo que ya no puede medirse de otro modo si no es en función de las horas que lo acercan o alejan de él.
La luz del despacho apenas se filtra por la ventana, todos se han ido y ellos descansan de esa tarde demasiada extensa, después del almuerzo donde se han disipado las dudas, donde el “había empezado a amarte “ arroja un nuevo deseo, la certeza de que no será necesario más juegos de dilación, ni omisiones, tampoco la trampa del sobreentendido.
 Graziani había empezado a amarlo hacía tiempo, el mismo en el que él se demoraba al pensarlo cada noche, después de la cena, en la soledad del cuarto, con la complicidad de lo quieto.  Ahí se animaba, lo paladeaba sin otro límite que sus ganas, encontrándose con su pudor vencido cada vez que la culpa le dejaba libre el camino. Atreverse a imaginarlo acariciándole la frente y después con lentitud, presentir la mano que baja hasta detenerse en su barba, sentirla subir y bajar, mientras él sostiene la mirada para que sepa que sí, que puede, que su boca lo está esperando. Y ahí llega con su lengua y su corazón llevado en andas, hasta que cansado, se duerme.  
Ahora, sueña  con otra escena,  sus cuerpos juntos conociéndose por primera vez, como ocurrió esta madrugada.
-Precioso, por dónde andás?  Graziani lo mira y se da cuenta que Pedro está lejos de ahí.
- Me estaba acordando de esta madrugada, estoy algo monotemático, le contesta riendo mientras se pasa la mano por el pelo, simulando acomodarlo.
-  La mañana tampoco estuvo nada mal, no? Graziani sabe que los dos están ahora rodeados de aquellas  palabras dichas a punta de labios, de las caricias que ya no se despegan más de sus cuerpos.
Del orgasmo que trepa y se consuma.
_ No, claro que no, mi amor.
Pedro se acerca y cierra los ojos porque sabe. Espera.
Guillermo lo abraza.
 Lengua y  regocijo.  Su cuello se estremece ante el primer roce y la escasa memoria de este único día que comienza a morir, rasga la camisa negra.
Cede.
Sólo queda la piel que se ajusta a la piel.
- Te amo, dice Pedro.
Las luces de la noche comienzan a crecer desmesuradamente. A pesar de todo, el barrio, la ciudad existen más allá de ellos.
El sillón de dos cuerpos, resultó ser una cama confortable.

Amanece.
El sonido de la llave en la cerradura, despierta a Guillermo, daría cualquier cosa por no tener que separarse del pecho de Pedro que duerme sobre el suyo.
-Cielito, alguien está entrando, tenemos que levantarnos.
Lo besa sin poder abrir los ojos. Mientras se incorpora en el borde del sillón, la puerta se abre abruptamente.
Es Cuca, que no sabe cómo disculparse, ni que palabras decir.
-Pedro, a vos te parece dejar así la ropa, querido, ahora está todo arrugado! Levanta la camisa del piso y sale enojada mientras el rojo de las mejillas, va cediendo.
- El café con leche, se los sirvo en la cocina…
Se miran con complicidad, se ríen con el brillo de la noche concluida.

El teléfono suena.
Ya se escuchan los pasos de Beto, las risitas sensibles de Gabriela.
-Después del desayuno, empezamos a trabajar, dice Graziani, mientras se abrocha el último botón de la camisa.
- Primero  voy a mi casa, a hablar con Camila. A buscar mi ropa.
-Puedo venir unos días acá?

Guillermo lo besa. Lo vuelve a besar. Podría comenzar una vez y otra, sin detenerse nunca.
Pero lo hace.
Lo mira.
Sí, yo también voy a pasar por mi casa, a hablar con Fabián, y traerme algo de ropa.
Los ojos de Pedro, no paran de brillar.
Piensa en todo el tiempo que sufrió pensando en lo imposible: vivir una vida sin él.
Ahora todo resulta claro.
Diáfano.
Perfecto.
Porque no podía no pasar.
                                                                           Fin

Happy birthday, Dear Lilita.

Cheers.
George

jueves, 27 de febrero de 2014

Si no fuera una pesadilla? (1era parte) by Antonia


 Capítulo 1

"Quieren matar Graziani.". "Quieren matar Graziani.". "Quieren…”
La respiración agitada, la frente empapada de sudor, las manos que aprietan fuerte las sábanas... y el silencio ensordecedor de la noche acogen a Pedro de su afanosa carrera por librarse de la tortura de la voz tormenosa que lo retiene, lo tironea y lo empuja en un abismo de miedos nunca olvidado.
Fotogramas de un recuerdo, porque lo que ha revivido es un recuerdo, no una pesadilla, uno de los muchos que lo toma a traición aquellos que estan escondidos bajo la alfombra de lo cotidiano y que ahora han logrado emerger del olvido y se agarran, con sus uñas afiladas al corazón sin defensas de Pedro.
Guille sigue durmiendo, plácido, a sus anchas; parece extraño que no se haya dado cuenta de nada, que no le aprieta la mano diciéndole: "Es una pesadilla, amor no lo pienses demasiado. Es sólo una pesadilla.”
Pero, después de todo, así es mejor.
Con un dedo Pedro sigue, dulcemente, el contorno de su cara y cuando el dedo llega a la altura de los labios Guille ya está despierto, listo para  tomar su mano, besarla y apretarlo a su pecho.
Ahora ya no logra dormir de otro modo,  Pedro quiere anidar en el hueco del cuello de Guille; es su sitio preferido, el que frecuenta en los recuerdos cuando más se siente expuesto.. cuando las crisis de ansiedad amenazan con sacarle  la cordura junto a la respiración.
Aquélla es su casa, dónde por fin está libre, sereno.. sin miedos.
Pero, esta vez, todo es diferente; Pedro lo siente en los huesos, todo es diferente.
Guille se ha vuelto a dormir y Pedro se ha quedado quieto, acurrucado entre sus brazos, perturbado.
Aquella frase ya se grabo en su mente, sin esfuerzo, porque recordo enseguida el rostro de quién, con extrema dificultad, pronuncio estas palabras.
Moravia… fue su suegro, quién lo dijo antes de morir entre sus brazos.
Cuanto más pensaba en esto, se daba cuenta que Moravia no tenía ninguna razón para revelar algo tan grave, solo el hecho de poner al descubierto los planes de quien lo había traicionado, matándolo.
¿Por qué ignoro esta advertencia?
¿Por qué olvidó decirle a Miller esta frase para que indagara mejor?
Con la detención de Miguel Angel y el secuestro de su arma, Miller dio por cerrada las investigaciones pendientes sobre los homicidios atribuidos a Pedro,creyendo tener claro todos los hechos.
Pero Pedro,  por un instinto, no logra explicarse a si mismo las circunstancias, y siente que hay algo más alla.
Qué esta tranquilidad esconde un peligro sin nombre.
Si no estuviera preocupado, se habría reído de si mismo por tener que agradecerle a su suegro la advertencia.
Se vuelve a dormir y a las pocas horas es obligado a retomar contacto con la realidad cuando Guille lo despierta con la usual taza de café en la cama.
-¿Qué tenés precioso? ¿Dormiste mal?
Pedro lo mira un rato, distraídamente, antes de hablar de sus dudas.
- Anoche tuve un sueño extraño. Un sueño..
Guille estalla en carcajadas mientras le acaricia la frente.
-¿Te asombras? Después de todo lo que comiste.. y bebiste.. me maravilla que hayas tenido fuerza para soñar.
-No te rías, lo que soñe es algo de lo que quiero hablarte... en serio.. porque me preocupa mucho.
-¿Qué?
Guille lo observa con atención, lo conoce a la perfección y se da cuenta que lo que Pedro tiene que decirle, es serio.
- Soñe...no, no –se corrige- recordé una cosa que Moravia me dijo antes de morir. Sabés que nunca le caí bien, y vos tampoco...pero cuando murió me dijo algo, algo que no recordé hasta esta noche.
-¿Qué te dijo?
-Que te querían matar. Aquel día,  te querían matar, el plan era ese.
-¿Quién?
-No lo sé. Murió casi enseguida, no tuvo tiempo de decirme más. No mintió, estoy seguro de esto.
Guille lo observa un rato, luego sacude los hombros y se dirige hacia la puerta.
-Ya esta todo terminado, ¿por qué  te pones a pensar en esto ahora?
-Porque no es verdad que esta todo terminado. ¿Quién te quiso matar? No lo sabemos realmente. ¿Y por qué te quisieron matar? Tampoco lo sabemos. Sólo sabemos que Moravia no mintió. ¿Por qué mentiría? Lo que quiso es vengarse revelando los planes de sus asesinos.
-¿Ves? Vos te respondiste: quiso vengarse de Miguel Angel, porque él le disparó y  probablemente quería, también, matarme. Vos, mejor que nadie, fuiste testigo de su locura. ¿Te olvidaste que te secuestró y que, si hubiera podido, me hubiera disparado?
Pedro lo mira un largo rato...
-No. No es así. Siento que algo no cierra. Qué no está claro. No es así, te lo digo.
-Pedro...pareces un nenito que, en cuanto despierta, no logra distinguir la realidad del sueño – Guille suena irritado.
Pedro aprieta los ojos con impotencia contenida, luego los reabre y continua con testarudez..
-¿Y si Miguel Angel se hubiera adelantado a otros  al matar a Moravia? ¿Si, por un motivo absurdo, la venganza de Miguel Angel hacia vos, hubiera modificado los planes de otras personas que, en este momento, siguen impunes?
Guille resoplá, enojado por tener que volver al pasado, uno que no quiere volver a tocar.
-Demasiadas vueltas, Pedro. La verdad es que Miguel Angel quiso meterme en la cárcel, mató a Moravia y uso el arma con mis huellas para eso.. y luego llegaste vos, el escenario cambió. Nada más. ¡No hay ningún misterio!
-¿Por qué Moravia dijo que te querían matar? No digiste que Miguel Angel quería meterte en la cárcel. Ni siquiera acusó  a Miguel Angel por lo que le hizo.
-No tiene sentido. Pedro, basta, no hablemos más de esto, por favor.
-¿Por qué no me crees? ¿Por qué siempre tomas esa posición intolerante cuándo alguien piensa diferente? Aún sea yo.
Guille lo mira con dureza.
-Porque tengo razón. Se acabó. La historia es como yo te digo...y levantate que tenemos que ir al trabajo.
Guille dió por terminado el tema, Pedro lo comprende; Guille toma la taza del café ya frío y sale de la habitación rumbo a la planta baja.
-Guille,reflexiona, re-examina todo.
La voz de Pedro lo alcanza en la puerta pero él no se vuelve, tampoco cuando le contesta.
-No. Y no veo la razón. No voy a cambiar de idea por una puta pesadilla que tuviste por haber comido demasiado.
El ruido del portazo es el punto final de la conversación.. pero no para las reflexiones de Pedro.
"Algo no me cierra .. ¿pero qué?... Reexaminamos los hechos:  yo llegó y lo encuentro en un charco de sangre, él es consciente que la herida es grave.. tiene poco tiempo.. yo le pregunto quién fue..sí, yo le preguntó  quién fue, y él no me contesta como habría sido lógico..  sino, que me  advierte de algo que creyó importante.. ¿Para qué? ¿para vengarse de alguien?.. No importa.. el hecho es que haya querido advertirme, antes de morir, que querian matar Guille... y eso no puede ser una estupidez.."
Una ducha, necesita una ducha para aclarar los pensamientos.. pero hasta bajo el agua, con la frente apoyada en el  frío de los azulejos, Pedro no puede dejar de de recordar todos los detalles de aquella tarde maldita.
Las consecuencias de la muerte de Moravia fueron desastrosas para él, pero nunca se detuvo a analizarlas, ni siquiera cuando se trata de los elementos que pudieron exculparlo y permitirle volver a casa.
Esta equivocado... ahora es consciente de esto; nada ocurre por casualidad.. si su subconsciencia ha decidido reconducir esto a la luz, tiene que ser por un motivo.
Sólo tiene que entender cuál es.
-¿Pedro? ¿Estás listo? Es tarde.. tenemos que irnos.
Pedro sale de la ducha y se se cruza con Guille que volvió  a la  habitación para tomar su saco.
-Todavía no. Tengo que vestirme.
Guille lo mira enojado.
-No me gusta esto, es desprolijo, es demasiado tarde. Hagamos una cosa, yo voy al estudio en taxi y vos me alcanzas más tarde con el coche.
-Sólo cinco minutos, Guille.
-Conozco tus cinco minutos. Yo voy en taxi y vos me alcanzas con el coche..
Un beso sobre los labios, los dedos de Guille que le aprietan el mentón, y ya Guille ha salido de la habitación.
Dejándolo sólo con sus pensamientos.. con sus preguntas.
"¿Por qué Guille, que siempre es tan agudo en su análisis, es tan apresurado cuándo se trata de él?”
-Continua –

Gracias Lilita por la colaboración...




E SE NON FOSSE UN INCUBO?
-In lingua originale-

“Vogliono uccidere Graziani”.. “Vogliono uccidere Graziani”.. “Vogliono…”
Il respiro affrettato, la fronte madida di sudore, le mani che stringono forte le lenzuola.. ed il silenzio assordante della notte accolgono Pedro dalla sua affannosa corsa al fine di liberarsi dalla tortura di questa voce angosciante che lo trattiene e lo strattona per spingerlo in un baratro di paure mai dimenticate.
Fotogrammi di un ricordo, perché quello che ha rivissuto è un ricordo non è un incubo, uno dei tanti che ti prendono a tradimento quando hai mangiato molto a cena; è qualcosa che ha rimosso e nascosto sotto il tappeto del quotidiano e che adesso è riuscito ad emergere dall’oblio e si afferra, con le unghie adunche, al cuore di Pedro privo di difese..
Guille ha continuato a dormire, placido, al suo fianco; gli sembra strano che non si sia accorto di nulla, che adesso non gli stringa la mano dicendogli “E’ un incubo, non  pensarci troppo. E’ solo incubo.” Ma, tutto sommato, è meglio così.
Con un dito Pedro segue, dolcemente, il contorno del suo viso e quando il dito arriva all’altezza delle labbra Guille è già sveglio, pronto a prendere la sua mano, a baciarla ed a stringerlo al suo petto.
Non riesce a dormire in altro modo, ormai, e Pedro ama annidare il suo volto nell’incavo del collo di Guille; è il suo posto preferito, quello che frequenta nei ricordi quando più si sente esposto.. quando le crisi d’ansia minacciano di togliergli ogni raziocinio insieme al respiro.
Quella è la sua casa, dove è finalmente libero, sereno.. senza paure.
Però questa volta tutto è diverso; Pedro lo sente nelle ossa che tutto è diverso.
Guille si è riaddormentato e Pedro è rimasto quieto, stretto tra le sue braccia, con la mente in tumulto.
Quella frase si è ormai tatuata nella sua mente, senza molto sforzo, perché ha ricordato immediatamente il volto di chi, con difficoltà estrema, ha pronunciato queste parole.
Moravia… era stato suo suocero a dirglielo prima di morire tra le sue braccia.
Per quanto avesse continuato a pensarci, Moravia non aveva nessun motivo per rivelare un fatto così grave se non quello di far venir meno i piani di chi lo aveva tradito, uccidendolo a tradimento.
Perché aveva rimosso questo avvertimento?
Perché aveva dimenticato di riferire questa frase a Miller affinchè indagasse meglio?
Con l’arresto di Miguel Angel, ed il sequestro della sua pistola, Miller ha chiuso le indagini pendenti sugli omicidi attribuiti a Pedro ritenendo ormai chiare ogni circostanza dei fatti accaduti, tutti meno Pedro che, per un istinto che non riesce a spiegare neppure a se stesso, sente che non tutto è alle loro spalle.
Che questa tranquillità nasconde un pericolo senza nome.
Se non fosse preoccupato troverebbe divertente essere grato a suo suocero che, in vita, non ha amato molto né lui e nè Guille
Riprende sonno a stento, poche ore ed è costretto a riprendere contatto con la realtà quando Guille lo sveglia portandogli la solita tazza di caffè a letto.
-Cos’hai prezioso? Hai dormito male?
Pedro lo guarda a lungo, soprappensiero, prima di confessargli i suoi dubbi.
-Stanotte ho avuto un sogno strano. Un sogno..
Guille scoppia a ridere carezzandogli la fronte.
-Ti meraviglia? Dopo tutto quello che hai mangiato.. e bevuto.. mi meraviglia che tu abbia avuto la forza di sognare.
Non ridere, quello che ho sognato è qualcosa del quale voglio parlarti...  seriamente.. perché mi preoccupa  molto.
-Di cosa?
Adesso Guille  lo osserva con attenzione, ha imparato a conoscere Pedro alla perfezione ed ha capito che per Pedro, quello che gli deve riferire, è serio.
-Ho sognato..  ho ricordato una cosa che mi ha detto Moravia prima di morire. Tu lo sai che lui non impazziva per me.. così come non impazziva per te, del resto.. però quando è morto mi ha detto qualcosa che… non ho ricordato fino a questa notte.
-Cosa ti ha detto?
-Mi ha detto che volevano ti volevano uccidere. Volevano uccidere te, il piano era questo.
-Chi?
-Non lo so. È morto subito dopo, non ha avuto il tempo di dirmi altro. Non mentiva, ne sono certo.
Guille lo osserva a lungo, poi scrolla le spalle e si dirige verso la porta.
-Ormai è tutto finito, perché ci pensi adesso?
-Perché non è vero che è tutto finito. Chi ti voleva uccidere? Noi non lo sappiamo veramente. E perché ti volevano uccidere? Neppure questo sappiamo. Sappiamo solo che Moravia che non mentiva. Perché mentire? Era consapevole che sarebbe morto. Voleva solo vendicarsi rivelando ciò che sapeva dei loro piani.
-Vedi? Ti sei dato tu stesso la risposta. Voleva vendicarsi di Miguel Angel. Lui lo ha ucciso, probabilmente voleva uccidere anche me. Tu, meglio di altri, sei stato testimone della sua pazzia. Ti sei dimenticato che ti ha rapito e che, se avesse potuto, mi avrebbe sparato?
Pedro lo guarda a lungo..
-No. Non è così. Sento che qualcosa mi sfugge. Che non è chiaro. Non è così, ti dico.
-Sembri un bambino piccolo appena sveglio che non riesce a distinguere la realtà dal sogno…
Adesso la voce di Guille è stizzita.
Pedro stringe gli occhi con impotenza contenuta… poi li riapre e continua con testardaggine..
-E se Miguel Angel avesse anticipato altri nell’uccisione di Moravia? Se, per un motivo assurdo, la vendetta di Miguel Angel nei tuoi confronti avesse  modificato i piani di altre persone che, in questo momento, agiscono impuniti?
Guille sbuffa, seccato di doversi soffermare su un passato che ha rimosso e che non intende più toccare.
-Troppi giri di parole, troppi rumori inutili Pedro. La verità è che Miguel Angel voleva farmi finire in galera, ha ucciso Moravia ed ha lasciato la pistola con le mie impronte vicino per questo fine.. poi sei arrivato tu e lo scenario dei fatti è cambiato. Niente di più. Non c’è nessun mistero!
-Perché Moravia ha detto che ti volevano uccidere? Non ha detto che Miguel Angel voleva farti finire in carcere. Non si è preoccupato neppure di denunciare Miguel Angel per quanto gli aveva fatto.
-Non ha senso. Quello che tu dici non ha senso.
-Perché non dai credito a quello che ti dico? Perché prendi sempre quella posizione intollerante quando qualcuno la pensa diversamente da te? Fossi anche io.
Lo sguardo di Guille è diventato gelido.
-Perché ho ragione. Punto. La storia è andata come io ho detto. Alzati che dobbiamo andare al lavoro.
Per Guille il discorso è finito, Pedro lo comprende; prende la tazza del caffè ormai freddo ed esce dalla stanza per scendere al piano inferiore.
-Guille, ti prego, riconsidera tutto.
La voce di Pedro lo raggiunge sulla porta ma lui non si gira nemmeno quando gli risponde.
-No. Non ne vedo i motivi. Non cambierò idea per un puto incubo che tu hai avuto per aver mangiato troppo.
Il rumore deciso della porta richiusa, con forza, da Guille pone fine alla conversazione.. ma non alle riflessioni di Pedro.
“Qualcosa mi sfugge.. ma cosa?... Riesaminiamo i fatti.. io arrivo e lo trovo in una pozza di sangue… lui è cosciente che la ferita è gravissima.. ha poco tempo.. io gli chiedo chi è stato..sì, io gli ho chiesto chi è stato… e lui non mi ha risposto, come sarebbe stato logico.. mi ha avvertito di qualcosa che riteneva importante.. per vendicarsi di qualcuno?.. poco importa questo.. ma il fatto che abbia voluto avvertirmi, prima di morire, che intendevano uccidere Guille non può essere una stupidaggine..”.
Una doccia, ha bisogno di una doccia per schiarire i propri pensieri.. ma persino sotto l’acqua Pedro non può fare a meno, la fronte appoggiata al freddo delle piastrelle di ricordare tutti i particolari di quel pomeriggio maledetto.
Non si è mai soffermato ad analizzarli veramente, la conseguenza della morte di Moravia era stata disastrosa per lui, se non per ricordare gli elementi che potevano scagionarlo, consentirgli di tornare a casa,.
Ha sbagliato... ora ne è consapevole; nulla accade per caso.. se il suo subconscio ha deciso di riportarli alla luce ci deve essere un motivo.
Deve solo capire quale.
-Pedro? Sei pronto? E’ tardi.. dobbiamo andare.
Pedro esce dalla doccia e si imbatte in Guille che è venuto in camera per prendere la giacca.
-Ancora no. Devo vestirmi.
Guille lo guarda stizzito.
-Non va bene così. Troppo tardi. Facciamo una cosa, io vado allo studio in taxi e tu vieni più tardi con l’auto.
-Mi ci vogliono solo cinque minuti Guille.
-Conosco i tuoi cinque minuti. Io vado in taxi e tu mi raggiungi con l’auto. E punto.
Un bacio sulle labbra, le dita di Guille che gli stringono il mento, ed è già andato via.
Lasciandolo solo con i suoi pensieri.. con la sua perplessità.
“Perché Guille che è sempre così acuto nelle sue analisi è così frettoloso quando si tratta di lui?

-continua-

miércoles, 26 de febrero de 2014

Tarde tranquila by Adriana

Tarde tranquila, sábado lejos de los ruidos de Buenos Aires, de las presiones cotidianas del estudio, de tribunales, de la facultad.
Un hermoso día de primavera, de esos que anticipan el verano, mucho sol, todo verde alrededor.  El hogar que siempre vio como un espejismo, hoy se le hace más real que nunca. Brisa corre entre las flores alegre, vivas, libre. Adentro Pedro juega al ajedrez con Dieguito.
Sosteniendo un libro mira su vida y piensa… ése también debió ser el lugar que hubiera querido para Fabián, pero se contenta con la idea de que su nietito, al menos con él lo va a poder disfrutar.
Repasa muy adentro suyo, los tiempos en donde le era impronunciable vivir con esta sensación de paz, de infinito amor, de paternal comunión, quedaron muy atrás.
- “Papá!!!” – grita Dieguito - cómo era eso del enroque??
- Ah no, con ayuda  no se vale!!- afirma Pedro, mirando de reojo a Guillermo, quien absorto en sus pensamiento, parece despertarse de un glorioso éxtasis.
- mmmm… – gruñe entre dientes Guille. Sabe que si le explica cómo ganarle a Pedro, lejos de terminar una jugada, va a empezar una pequeña batalla, de esas diarias, en la crianza de un hijo.
No termina aún de levantarse, cuando escucha un ruido y el grito de Brisa.
Su llanto desbocado lo hace girar en su propio eje y correr desesperado hasta donde su pequeña -“El brazo, papá, mi brazo”-
Trae el auto Pedro! Ahora, trae el auto! – pero Pedro apenas si se mueve. La sangre, piensa Guille, mi chiquitín precioso aun no supera el tema de la sangre…
Diego corre a buscar las llaves, en eso Pedro parece volver a la realidad y busca los documentos de los niños, esos que están preparados “Para cualquier urgencia” había dicho Guillermo.
Mientras Guille alza a Brisa, quien no deja de llorar y de quejarse, Diego empuja a Pedro al auto. Sube a su mujercita en el asiento de atrás y corre hacia Pedro. Lo mira a los ojos, como queriendo despertarlo del transe en que se encuentra, con sus manos cálidas y haciendo apenas una pequeña presión en sus pómulos, le dice tan dulce como nerviosamente– Mi cielito, te necesito aquí, hay que llevar a Brisa al hospital – y conteniendo las ganas de zamarrearlo, casi gritando, decretó – A h o r a !
El camino se les hace eterno, aunque solo tardan unos minutos en cruzar la puerta de urgencias, Guille lleva a Brisa en brazos, Diego a Pedro arrastrándolo.
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Cuando el doctor termina de poner el yeso a Brisa, y mientras intenta explicar los detalles de los siguientes controles y los analgésicos para la pequeña, Pedro logra salir de ese trance, y se da cuenta de cuan fuerte esta apretando el brazo de Guille, y como éste, aunque sabe que le esta doliendo, no se inmuta, al saber que de esa forma su “Cielito” se siente seguro.
Cuando el médico ha dado ya unos pasos lejos de la pareja. Guille le toma las manos y le pide que se tranquilice – Pedro, no podes reaccionar así cada vez que les pase algo a los chicos, yo solo a veces no puedo, te necesito conmigo, con nuestra familia.- suspira como tomando coraje para seguir - Tenemos que buscar la forma de que superes todo ese dolor, amorcito. Te prometo que entre los dos, vamos a intentar superarlo –
Pedro solo asiente con la cabeza, los recuerdos de los golpes, de las heridas no curadas, de las sensaciones de abandono, de despojo que lo quiebran, de a poco se esfuman, cuando las palabras de Guille, van calándose en su interior.
El sabe que el dolor de su hija no es el mismo que el sufrió, pero en el fondo, dolor es dolor, y eso lo deja débil, exhausto, adormecido de tantos años de maltrato y de desidia.
Pero Guille, siempre y sólo su Guille sabe cómo hacerlo salir de esos trances. Toma su mano y lo dirige a donde se pequeña mujercita está planeando, junto a Diego, los dibujos que le harán al yeso.
 Antes de entrar a la habitación, Guille lo frena, le acaricia la frente, Pedro se siente tranquilo, porque ese gesto, esa sensación de paz, que la palma de Guille sobre su frente le deja, es y ha sido siempre, la de sentir que sus miedos y sus fantasmas, se alejan para volver a ser el hombre fuerte y decidido, que fue capaz de dejar su anterior mundo, para vivir plenamente en éste, su actual realidad.
Suspira, como alejando todas las nubes que su pasado no le dejan disipar y se deja besar en la frente.
Ahora, nuevamente, vuelve a enamorarse de ese hombre, que sentado en la parte de atrás del auto, contiene con una dulzura, que extrañaría a propios y ajenos, a sus dos hijos, y lo redescubre, nuevamente su salvador, su hombre, con el tesón suficiente para afrontar las más duras de las batallas, o los momentos más fuertes, como el dolor de un hijo herido.
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Llegada la noche, y casi con un poco de vergüenza se acerca a Guille, quien prepara un whisky, y antes de poder abrir la boca, éste le dice, con la voz quebrada – “que cagazo, cielito, que cagazo que tenia….” Apura un sorbo del vaso y continua, “no creí que después de todo lo que pasamos, volvería a sentir tanto miedo…”
Y Pedro comprendió, que ese puerto, duro e irrompible, también estaba lleno de miedos, y de fantasmas, y buscando disipar todo, lo abraza fuertemente, intentando contener todo ese dolor, esa angustia del momento vivido.
Ahora, es Guille quien se vuelve a enamorar, porque en ese abrazo, de palabras contenidas, el entiende que sin Pedro, no es más que un hombre con miedos, igual que todos, igual que Pedro. Puesto que en los brazos de su esposo, puede encontrar, una vez más el descanso compartido, del amor verdadero.
Porque sabe que complementando sus miedos y su amor, se hacen fuerte, en uno, comprendiendo que cualquier cosa que les pase, por muy grande o muy chiquita que sea, siempre la podrán afrontar juntos.-

 FIN.

martes, 25 de febrero de 2014

Recuerdos (4ta parte) by Paula

Capitulo Anterior:  actosdefeylibertad.blogspot.com.ar/2014/02/recuerdos-3era-parte-by-paula.html



CAPITULO 4

-“¿Cómo te sentís?”- fue lo primero que escuchó Pedro al entrar en la cocina.
-“¿Qué hacés acá? No había necesidad de que te quedaras.”
-“No está Guille para cuidarte, estoy yo.”
-“Beto, dejate de joder, no soy un nene.”
-“No, no sos y no me respondiste cómo te sentís.”
Pedro se sentó en una de las sillas y puso la cabeza entre sus manos.
-“¡Horrible! Ese medicamento me cae pésimo, por eso no lo tomo nunca, Me hace doler la cabeza, me revuelve el estómago, pero no me quedaba otra.” – de mal humor se paró para hacerse un té.
Beto  sonrió para sus adentros, Pedro se estaba convirtiendo en un auténtico Graziani, pero no comentó nada, porque sabía que no era momento para bromas.
-“Te llevo al sanatorio, ¿hoy le dan el alta, no?”- le dijo cambiando de tema.
-“Gracias. Sí, hoy supuestamente le dan el alta. Antes de irnos tengo que hacer algo, ¿me podés esperar?”- le dijo Pedro apurándose a tomar el té.
-“Sí, obvio.”- respondió Beto mientras lo seguía con la mirada.
Pedro había ido directo a su dormitorio y estaba sacando una pila de ropa y llevándola al cuarto más chico de la casa, donde había dormido Beto la noche anterior.
-“¿Qué estás haciendo?”-
-“Mudando algunas de mis cosas a este cuarto.”-
-“¿Por?”-
Pedro se frenó en seco y exasperado le respondió –“Por si no te diste cuenta Guillermo está más que incómodo conmigo, no puede creer que estemos casados y que pasemos todo el día juntos. ¿Te parece que le puedo imponer mi presencia para dormir con él?”- se dio media vuelta, entró y de un golpe cerró la puerta de la habitación.
Se sentó en la cama y suspiró. Sabía que no se la tenía que agarrar con Beto, pero no había podido evitarlo. Miró a su alrededor, era un cuarto muy agradable, bien decorado… totalmente impersonal, era el cuarto de las visitas, tal como lo sentía Guillermo en su vida, una visita.
Acomodó las cosas que había llevado y salió, Beto no estaba  a la vista, ya le pediría después disculpas.
Fue hacia su dormitorio, se quedó en la puerta mirándolo, se le vino a la mente la felicidad inmensa que había sentido cuando Guille le contó que había comprado una casa para ellos dos. No pudo evitar sonreír.
Este cuarto era de ellos, estaba lleno de recuerdos, cuadros, fotos, libros apilados en las mesas de luz que daban cuenta del carácter de sus dueños, su lugar, su refugio…
Pedro luchó contra las lágrimas que se empeñaban en caer por sus mejillas, ellos iban a poder con esto, lo sabía porque como le había dicho Guille más de una vez “el amor resiste a todo”.
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Pedro tirado en la cama, manos atrás de la nuca, mirando el techo, se reconocía en ese momento como un cobarde.
Sabía que se estaba escondiendo, pero necesitaba ese tiempo para recomponerse. Había escuchado a Guille moverse por la casa hacía un rato, pero aún no se atrevía a salir de ese cuarto, mientras recordaba lo sucedido en el día.
La mañana se había hecho tarde en el sanatorio esperando que le dieran el alta a Guille, por supuesto en un arranque típico Graziani había exigido volver al día siguiente al estudio a trabajar, algo que tanto el neurólogo como él se habían opuesto. Finalmente habían llegado a un acuerdo 3 días después tendría una revisación en el consultorio del médico y si estaba todo bien, le darían el alta definitiva y podría volver a trabajar.
Aunque no lo dijo en voz alta, Pedro podía sentir perfectamente toda la desaprobación de Guillermo al acuerdo al que habían llegado.
Mientras esperaban los papeles del alta, apareció Fabián, en ese momento Pedro agradeció la interrupción porque el ambiente entre ellos dos estaba demasiado tenso.
Después de los saludos, Fabián parecía nervioso, indeciso, y finalmente le preguntó a su padre  -“Pa, ¿vos querés venirte conmigo a casa cuando te den el alta?”-  ignorando completamente a Pedro.
-“Fab..”- atinó a decir Pedro.
Pero lo interrumpió Guille –“Hijo, ¿vos no me dijiste ayer que nuestra casa la había vendido?”
-“Sí pero me compraste a mí un departamento, te podés venir a vivir ahí conmigo. No hay necesidad que te vayas a vivir a un lugar en donde te podés sentir incómodo.”
-“Hijito, ¿vos no estás viviendo en ese departamento con tu novia?- indagó Guille.
-“Sí, viejo, pero…”-
-“Fabián, soy un hombre grande, creo yo que puedo enfrentar esta situación sin necesidad de irme a vivir con vos y con tu novia.”
Pedro no podía creer que estuvieran manteniendo toda esta conversación delante suyo e ignorándolo completamente.
-“Bueno… pero sabés que cualquier cosa podés llamarme y yo te busco a cualquier hora.”
-“¡Fabián! Estás dándole a entender a tu papá que vivir conmigo le va a hacer mal.” –finalmente Pedro había perdido la paciencia.
-“Perdoname Pedro, pero mi papá ahora no te conoce y me parece que hay que hacer lo que es mejor para él.”- retrucó Fabián encogiéndose de hombros.
-“Bueno, basta los dos. Dejensé de pelotudeces, yo me voy a ir a vivir a “mi” casa como sugirió el médico. Puede ser que estando en un ambiente familiar me  ayude a recordar… y no te preocupes Fabián, cualquier cosa te llamo.”- concluyó Guille.
Pedro, después de que se fue Fabián le había ofrecido a Guille irse a vivir a un hotel, pero Guille se había negado, Pedro creía tristemente que era más por el sentido del deber y por curiosidad que por otra cosa.
La llegada a la casa había sido taciturna. Guille había mirado con cierta indiferencia todo, sin hacer mayores preguntas. Después había aducido cansancio para irse a su cuarto a dormir un rato y Pedro aprovechó para escapar a la otra habitación.
Era casi momento de preparar la cena, el sándwich y el café frío del bar de la clínica ya eran un recuerdo lejano en su estómago y Guille no debía estar mejor.
Salió del cuarto y se encontró con su esposo, mirando una foto, porque ese que miraba la foto, era su esposo. A Sonia se le había dado en su momento por hacer un curso de fotografía y durante unos meses los torturó diariamente en el estudio sacándoles fotos en los momentos más inesperados, la que tenía Guillermo en su mano, era de uno de esos momentos, riéndose los dos a carcajadas sosteniendo una mirada cómplice. Pedro había amado esa foto siempre, porque reflejaba perfectamente el amor que se tenían. Guille parecía haber caído preso de la misma magia.
-“Parecemos muy felices”- le dijo resignado, cuando notó la presencia de Pedro a su lado.
-“¡Somos muy felices!... no lo dudes nunca, somos muy felices…”- Pedro sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Cómo explicarle el profundo amor que se tenían ellos dos, cómo explicarle que aún después de dos años de estar juntos todavía sentía como se le electrizaba la piel cada vez que lo veía…
-“Yo sé que es muy difícil de creer, pero nosotros nos amamos y vamos a poder con esto”- concluyó Pedro casi abatido.
Guille pareció compadecerse de él y con una dulzura en la voz que Pedro no escuchaba hacía unos días, le preguntó: -“¿Tenés hambre? ¿Querés que cocinemos algo?”-
Pedro pareció estar agradecido por el gesto y le sonrió. –“Dale, vamos a la cocina.”
El cocinar juntos le dio a Pedro una sensación de normalidad, era una danza a la que estaba acostumbrado, ellos se movían en la cocina sincronizadamente fruto de la costumbre, era un ritual que practicaban casi todas las noches, les encantaba a los dos, milagrosamente era un hábito que no habían perdido con la memoria de Guille.
Guille, notó Pedro, también parecía estar aliviado por lo bien que se complementaban en la cocina, en un silencio sereno, prepararon entre los dos una cena riquísima. Aunque cada vez que se rozaban Pedro tenía que contener sus ganas de simplemente darle un beso a Guille como era su costumbre.
Cenaron tranquilamente conversando sobre el estudio, Gaby, Beto, Marcos, Cuca… pero evitando el tema más importante “ellos dos”.
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Guille volvió a acomodar la almohada y se preparó nuevamente para dormir, sabía que iba a ser un intento inútil, por más que quisiera no lograba conciliar el sueño. Tercera noche consecutiva… menos mal que al día siguiente tenía la consulta con el médico. Volver a trabajar era lo que necesitaba, volver a su rutina, a su estudio, a su profesión. Aunque en el estudio también iba a estar Pedro y eso lo llevaba al problema inicial.
Se estaba volviendo loco, se pasaba el día recorriendo la casa, mirando fotos, buceando recuerdos, tratando de sentir “algo” que lo hiciera recordar a Pedro.
¿Qué esperaba? No sabía… un flash, un relámpago, cualquier cosa que confirmara lo que todos se habían cansado de repetirle, que Pedro era el amor de su vida.
Miró el lado vacío de la cama, que no se había atrevido a utilizar, sabía que el dueño de ese lado de la cama estaba pasando unas noches tan malas como las suyas. En el silencio de la noche, lo escuchaba moverse, levantarse, caminar por la casa.
Aunque esta noche parecía algo distinto, había escuchado un quejido, un grito ahogado…
Se levantó para ver lo que pasaba, la luz de la luna que entraba por los ventanales era suficiente para guiarse, lo encontró a Pedro apoyado sobre la mesada de la cocina tomando un vaso de agua, la respiración entrecortada.
Se acercó a él silenciosamente y preguntó suavemente–“Pedro, ¿qué pasa?”
Por más que el tono de voz de Guille había sido casi un susurro, Pedro no pudo evitar sobresaltarse, el estallido de los vidrios retumbó en sus oídos.
Guille se apuró a prender la luz y vio a Pedro rodeado de vidrios.
-“¿Te cortaste?- preguntó preocupado.
-“Un poco la mano, pero no es nada…”- minimizó Pedro.
-“No te muevas, que estás descalzo y te vas a terminar cortando el pie también, voy a barrer, así te podés sentar y te puedo curar esa mano.”-
-“¿Dónde guardamos el botiquín?”- indagó Guillermo, mientras terminaba de limpiar.
El uso inconsciente del plural, fue como un bálsamo para Pedro, que no pudo evitar sonreír. -“En nuestro baño, en el armario del lado derecho abajo.”
Mientras Guille buscaba el botiquín, Pedro aprovechó para sentarse en una de las sillas.
Cuando volvió Guillermo se arrodilló para ver la mano de Pedro.
-“¿Qué pasa Pedro?”- preguntó mientras le limpiaba la herida con agua oxigenada.
-“No te escuché, me asusté y se me cayó el vaso.”- intentó desviar la atención Pedro.
-“No te estoy preguntando por el vaso… Si hace dos años que estamos juntos y me conocés, sabés que esas técnicas no funcionan conmigo…”- una media sonrisa apareció en su boca y le guiñó el ojo.
Continuó más serio –“Me levanto en medio de la noche y te encuentro en la cocina, respirando mal, con la remera empapada de transpiración. Te vuelvo a preguntar, ¿qué pasa?”- dijo mientras vendaba con suavidad la herida.
-“Una pesadilla…”- Guille se tuvo que esforzar para escuchar la respuesta.
-“¿Una sola? Te escucho todas la noches deambular por la casa, tu cara me dice que estás agotado, ¿estás teniendo pesadillas todas las noches?”-
Pedro asintió sin levantar la mirada de las manos de Guille que sostenían la suya, que había dejado todo intento de seguir curando y vendando la herida y tenía toda la atención puesta en la conversación.
-“¿Y no tomás nada para dormir mejor?”- continuó Guille.
“Un interrogatorio al estilo Graziani, justo lo que necesitaba” tomó aire profundo antes de responder… -“La única vez que tome algo para dormir por indicación del médico, fue la noche más larga de nuestras vidas, vos no me podías despertar y yo seguía atrapado en las pesadillas… No quisimos repetir la experiencia.”- la resignación de Pedro se escuchaba claramente en su tono de voz.
-“¿Me podés contar por qué tenés pesadillas?”-
Esta vez Pedro negó simplemente con la cabeza sin emitir palabra.
-“Pero entonces, ¿dormís pésimo todas las noches?”-
-“¿Quién dijo que duermo pésimo todas las noches? Estos últimos días fueron una excepción…” Pedro parecía ofendido por la pregunta.
-“Ah, ¿sí? ¿Y entonces cómo hacés?”- el tono de Guille indicaba que se estaba cansando de tantas vueltas.
Pedro pareció dudar unos segundos antes de contestar, pero lo miró a los ojos y simplemente con cuatro palabras dejó anonadado a Guillermo –“Duermo abrazado a vos.”



CONTINUARÁ…

lunes, 24 de febrero de 2014

No puede no pasar (1era parte) by Magali


Hace 4 meses empezó a dar clases en la facultad, necesitaba darle un giro a su vida, el estudio ya no lo entusiasmaba como antes, sumado a los problemas con Ana su ex mujer, Miguel Ángel siempre tratando de perjudicarlo, y Fabián, su hijo, que había abandonado los estudios, lo convirtieron en este último tiempo en un hombre triste, apagado y bastante antisocial, más que antes.
Lunes, llega a la facultad,  muy apurado, nunca llega tarde, pero hoy se quedó dormido, y además está malhumorado, no tuvo una buena noche. Discutió con se ex mujer, y con su hijo. Se cruza con alumnos que lo saludan, Franco un colega,  que siempre cuando tiene la oportunidad lo invita a tomar un café después de las clases, o almorzar, o a cenar a su casa. Guille solo acepto algún que otro café, nada más, por ahora…
Cuando esta por entrar a su  clase, Jorge, otro colega lo para, le quiere presentar a un nuevo profesor, que hoy empieza a dar clases. No está muy interesado, y además está muy apurado, pero en ese instante lo ve,  y no puede creer lo hermoso que es,  y siente que puede perder horas mirándolo, y sin dudar  se acerca saludar.

J: Hola Guille, te quiero presentar a  Pedro Beggio, empieza esta semana a dar clases. Pedro el es Guillermo Grazziani, un gran profesor además de un gran profesional.
Guille se queda quieto, esos ojos marrones profundos calaron hondo en el mismo momento que lo vio, repuesto del primer contacto,  saluda con un apretón de manos.
G: Hola, un gusto Pedro, nervioso?-  no puede y no quiere soltarle la mano, pero lo hace-
P: Un placer Guillermo, he oído hablar mucho de vos… y la verdad, si, estoy un poco nervioso- sonríe tímido, pero no puede dejar de mirarlo-se sonroja
G: Tranquilo, es solo el susto solo del primer día- sonríe, le mira la boca, dios que precioso
J: Bueno, Guille, te dejamos, lo llevo  Pedro a su clase

Pedro y Jorge se retiran, pero cuando se están yendo, Pedro se da vuelta en dirección a Guillermo, y los dos se quedan segundos mirándose, no pueden recuperarse del primer contacto. Guille muy a su pesar entra al aula. Y Pedro se da vuelta y sigue caminando.
Da la clase, pero no como siempre, en este momento gran parte de sus pensamientos tienen nombre: PEDRO BEGGIO, algo le pasó en el mismo momento que lo vio. No puede dejar de pensar en esa cara, los gestos, la manera en que se sonreía, lo piensa y le cambia la cara, su día milagrosamente ha cambiado.
Pedro se recibió en la UBA, esta será su primera incursión como profesor.  Trabajó un tiempo en un estudio en Mendoza, pero cuando conoció a su prometida, Camila, se instaló definitivamente en Buenos Aires, igual sabe, era una cuestión de tiempo, y de terminar con algunos asuntos familiares que lo retenían en esa provincia.
Vive  con su novia hace 1 año,  hace 3  que están juntos. Se están por casar aunque él no está muy decido, pero Camila sabe presionar, y casi siempre consigue lo que quiere con Pedro.
Se llevan bien, aunque ella es muy  celosa, Pedro muchas veces se siente asfixiado, y más de una vez pensó en separarse. Duda si realmente lo que siente por ella es amor, o es solo cariño. Ya no le entusiasma las cosas que hacen juntos, y varias veces busca excusas para estar solo.
Da su primera clase sin ningún sobresalto, aunque está nervioso, lo sabe disimular y nadie lo nota. Los alumnos quedan fascinados con él. Trata de concentrarse en lo que tiene que dar, pero más de una vez se distrae pensando en GUILLERMO GRAZZIANI, piensa en esa mirada fuerte pero al mismo tiempo franca que lo atravesó, se sorprende estar pensando en él,  y en que le gustaría charlar, encontrarlo después de la clase, le pareció una persona interesante, muy interesante…
Cuando terminan las clases, Guille sale y va directo a la confitería de la universidad, le gusta tomar café, revisar apuntes de sus próximas clases, aprovecha y corrige trabajos, parciales. En ese momento se acerca Franco, y se sienta frente  a Guille.

F: Y? Todo bien?
G: Si, algo cansado, no dormí bien anoche- responde serio- Vos bien?
F: Si,  quería invitarte a cenar, pero si estas cansado…- con voz de resignación
G: Perdóname Franco pero la verdad preferiría dejarlo para otro día, si?
F: Si, dale, como siempre-  irónico- Chau, nos vemos mañana-visiblemente molesto

Pedro termina su  clase, se siente más aliviado, ya pasó su primera prueba, va directo a la confitería, quiere tomarse un café,  relajarse un poco, leer algunas cosas de los alumnos. Cuando entra, mira y busca un lugar para sentarse, y en ese momento  lo ve a Guillermo, sentado, concentrado leyendo unos apuntes, tomando un café. Duda, quiere ir, tiene muchas ganas de hablar con él, pero no lo quiere molestar, es algo malhumorado, le habían anticipado. Pero algo dentro de él  lo empuja hacerlo, y se acerca.

P: Hola- dice algo tímido- me puedo sentar?
G: Hola- se le dibuja una sonrisa en el rostro- claro, sentate
Pedro se sienta justo frente  Guille, que corre las cosas para hacerle lugar
G: Y… como te fue en la clase?- pregunta animado
P: Bien, la verdad muy bien, estaba bastante nervioso pero creo que por ser la primera clase no me puedo quejar - sonríe - Vos con mucho trabajo parece
G: Si, pero la verdad lo disfruto mucho- lo mira a los ojos

Suena el celular de Pedro, es Camila. El no quiere contestar pero sabe que su novia va a insistir varias veces.

P. Hola…si, ya termine,… bien -trata de ser breve, quiere seguir conversando con Guille-después hablamos, ahora no puedo…un beso…yo también.

Se disculpa, y siguen hablando de las clases, de la facultad, Guille le cuenta su experiencia, le habla también del estudio, Pedro no deja de mirarlo, disfruta de la conversación,  hasta le da un poco de vergüenza cuando en un momento le mira la boca, que le pasa? piensa, se siente raro, no quiere que Guille se de cuenta que lo observa tanto…pero porqué no puede dejar de hacerlo?
Guille está feliz de tenerlo enfrente, quiere saber de él, pero trata de no quedar en evidencia. Ambos sienten que se conocen hace mucho, están a gusto hablando, y pueden estar así horas.
 Guille le pregunta si está casado, y siente un cierto alivio con la respuesta negativa de Pedro, no sabe porque pero no le cuenta que en unos meses dará el sí. Guille  habla muy por arriba de su separación, de su hijo, se nota que no le gusta hablar mucho de estos temas, y Pedro se da cuenta y no sigue insistiendo. Guille le comenta que se está por mudar y eso lo tiene preocupado. Ya fue a ver varios departamentos pero esa situación lo estresa bastante. Guille mira el reloj, se le hace tarde, tiene una reunión en el estudio.

G: Disculpame Pedro,  me tengo que ir, - se levanta y agarra sus cosas, en ese momento Pedro lo ayuda a juntar los papeles, y sus dedos apenas se rozan, es un segundo, pero algo les pasó a los dos, Guille levanta la mirada y se encuentra con la de Pedro que trata de salir de la situación, que no sabe porqué lo puso tan nervioso.
Nos vemos mañana- sonríe tímido
Si… no vemos mañana.


Continuará…