CAPITULO
CUARTO
…Y como un rayo… el nombre
“Guillermo”, le llegó iluminándole el alma.
En
ese preciso momento, una a una, se ordenaron todas las piezas, y como un
dominó, cayeron los recuerdos sucesivamente: Camila, Moravia, Maidana, Miguel Ángel,
los tiros, el agua; ¡los policías que lo habían sacado del rio! del Delta, y lo
habían metido al auto.
Parecía
volver a vivir el cansancio y el dolor de ese momento, las comunicaciones que
escuchó en la parte trasera de ese auto, que lo llevarían hasta un basural, lejos,
lo más lejos que se pueda, habían repetido incansablemente, ha deshacerse del
“cuerpo”, porque así como él se sintió, supo que ellos lo creían muerto.
Y
ahora… “Graziani si no deja de joder,
sigue él”… con el corazón acelerado y con el impulso que sólo el verdadero
amor da, recordó como empujaba de una enérgica patada la puerta y lograba
salir.
Con
la misma vehemencia que sus imágenes se ordenaban, se iba poniendo en alerta,
Guillermo estaba en peligro y el debía volver. Ahora sí, todas las preguntas y
todas las respuestas en una sola palabra: Guillermo!!
Cuando logró verbalizar su memoria y con un nuevo talante,
le contó a Sebastián, todo lo que había pasado. La muerte de Moravia, como lo
intentaron inculpar, como había descubierto el amor, su amor, su vida en manos
de Guillermo. Como lo habían querido matar. Con lujo de detalles que le
sorprendían al exteriorizarlos, fue narrando los días previos a su llegada a la
Capilla. Y casi sin respirar, termino el relato con una súplica ahogada,
rogándole que lo ayudara a volver.
Sebastián percibió que no le sería fácil, que si en
verdad todo había sido así, lo mejor para Pedro seria mantenerse oculto.
“¡Ahora que volví, no
puedo seguir aquí, necesito volver!” –
le grito desde sus entrañas, y Sebastián no pudo encontrar al joven que había
llegado hace un tiempo a su Capilla, solo vio frente a sí a un hombre nuevo,
lleno de amor y lleno de miedo.
Para intentar calmar las ansias de Pedro, Sebastián,
con los datos que le había dado, y confiando en que los recuerdos de Pedro
fueron los correctos, hizo contacto con el Padre Jorge y le preguntó si conocía
a un tal Guillermo Graziani, y cómo podía ubicarlo.
Jorge asustado indago un poco, sabia por su amigo aún
podía correr peligro. Pero Sebastián en serena confidencia, le contó como Pedro
había llegado a Mendoza, y como después de dos meses, había podido encontrar
algo de paz al poder recordar quién era y de donde venia.
La
alegría de Jorge era inmensa, se recriminó así mismo no darle a su amigo la
chance de sostener su fe, el amor que le tenía a Pedro y los indicios que esas
dos almas se profesaban más allá del tiempo y de las distancias.
Con
fuerte convicción le requirió un tiempito para hablar con Guillermo. Le pidió,
lo rogó, no repetir nada de lo dicho a nadie. Sabía todo lo que habían pasado,
todo el peligro que los había marcado y no comprendiendo aún si ese riesgo
existía, acordaron mantener en el mayor de los secretos sobre el tema.
Llamó
incesantemente a Guillermo, y le pidió que regresara a la Iglesia, sin muchas
explicaciones, sabía que su amigo estaba pendiente de cualquier detalle que
mantuviera viva la espera de volver a encontrar a Pedro. Una vez que éste llegó
y mientras intentaba escuchar sin perder detalle, iba llenando sus pulmones de
aire, de vida y sus lágrimas al fin salían de esa prisión de incertidumbre en
la que hacía tiempo se encontraban.
Cada
palabra que Jorge relataba era una caricia al alma, era un descanso después de
tanto agobio, de tanto amor coartado, de tanta culpa carcomiéndolo. Sintió, por
primera vez después de mucho tiempo que no estaba tan loco.
Mientras
regresaba a “ordenar” todo, se sintió uno de nuevo, se reía internamente al
entender que debía aprender a manejar dos aspectos de su ser, dos caballos, uno
racional, que le permite ver el mundo desde una posición superior, sin dejar
que el universo lo lleve por delante, como siempre supo manejar. “El otro…” - pensó para sí - el otro es mas
desbocado y menos controlable para él, el nuevo, el de los sentimientos, el del
amor puro y verdadero, el que lo mantuvo vivo, solo por el recuerdo de Pedro,
el que le iba dejando pequeñas migajas para poder encontrar a Pedro.
Mientras
tanto en Mendoza, con más impaciencia de lo que había visto Sebastián este último
tiempo, Pedro caminaba de un lugar a otro por el patio de la Capilla, apuraba
un cigarrillo, y la luz recién inaugurada en sus ojos se le hizo más evidente.
“Quiero hablar con él, necesito hablar
con él” – le dijo a los gritos,
desgarrando sus cuerdas vocales, cuando advirtió que se acercaba al patio.
Sebastián
no lograba darse a entender, cuando le explicaba que corría peligro, que había
podido hacer contacto con Jorge, que él hablaría con Guillermo – “Ni bien puedan ellos se van a contactar con
nosotros”- dijo el cura, como queriendo cerrar el tema, pero Pedro no
podía, no quería dejar todo ahí.
Enfilando
la salida, intenta marcharse y buscar la forma de volver a Buenos Aires, a “Guillermo”, pero su cuerpo y su mente nuevamente lo dejaron
vulnerable, y el peso de todo su pasado, pareció caerle impetuosamente y de nuevo
se desconecto.
Con
su gente “prolijamente” prevenida, Fabián
y Ana enterados de su partida - “sin
destino”- les había dicho, el estudio en orden y los bolsos armados,
Guillermo se sabe cerrando etapas, terminando capítulos de una vida tan lejana
como dolorosa.
No
quiere volver a los lugares comunes, no quiere perder tiempo, y en pocas horas
termina de ordenar lo que hasta aquí había sido ese dejo que en algún momento supo
su existencia. Ésa que con la llegada de un curriculum se vio desbaratada.
Si
bien los párrocos no habían permitido el contacto directo entre ellos, se sabían
en buenas manos, en confidentes seres, capaces de entender que el amor
verdadero no depende de los envases.
El
hombre grande, que ha vivido mucho, se siente un torpe adolescente.
El
nuevo hombre, enamorado de otro hombre, se siente débil sin él a su lado.
Una
vez despierto, solo nuevamente en la cama de la Capilla, respira profundamente,
con un pequeño bramido, intentando reordenarse. Esas horas posteriores del
llamado de Sebastián a Buenos Aires, se volvieron el infierno mismo y Pedro
maldijo no poder tener la fuerza física necesaria para ir corriendo a esos
brazos que siempre estuvieron para contenerlo. Aunque sabía, que su fe y su
voluntad, su amor, era lo suficientemente fuerte, como para aferrarse a Guillermo
durante la eternidad misma, la nueva espera lo turbaba y lo llenaba de miedo.
“Necesito verlo, necesito estar con él…
pero ahora, entendes?” – la mirada
suplicante que emitían sus ojos, le trasmitían tanto amor como dolor, y el cura
se vio en la obligación de frenarlo, antes de que su impaciencia los pusiera en
peligro.
“Vas a tener que esperar, si lo amas,
lo vas a tener que esperar”- y Pedro, sintió
como estallaban esas palabras en su cabeza, ya las había oído antes - “antes de que todo se fuera a la mierda”
– pensó - sin poder contener la desesperación y el ahogo que la distancia, la
memoria y las circunstancias le habían impuesto, y se dejo inundar por todas las
lagrimas que en su ser habitaban.
Guillermo
no se soportaba a sí mismo, no lograba imaginar como estaría Pedro, como su “chiquitín precioso” lo estaría
esperando, y no consiguiendo calmar el corazón que había empezado a latir tan
fuertemente que ya ni podía oír sus propios pensamientos, se dejo llevar hasta
donde esos “sus ojos” lo esperaban.
Aún
sabiendo que Miguel Ángel, José y varios de los otros estaban encerrados, nada
le aseguraba que podían volver a intentar algo contra ellos, por eso entendía
que no debía demorar en tomar las decisiones que necesitaba, para aspirar a una
“vida más tranquila” – pensaba
Guillermo, “para ambos”.
Continuará....
Estamos en recta final. Dentro de poco Guille y Pedro se encontrarán. Este capítulo ha sido de preparación y gran tensión psicológica. Un cuento que te atraes y que no deja caer el umbral de atención. Espero la continuación con ansiedad, cierta que será a la altura de las expectativas.
ResponderEliminarMuy buen capítulo Adriana! Muy buen manejo delos tiempos, de la psicología de los personajes y con la dosis de suspenso que en su conjunto hace que ni me diera cuenta que pasaron cuatro capítulos y todavía nunca estuvieron juntos! aunque siempre conectados en mente y alma. Me gusta mucho esta historia y sé que el final será hermoso. María Elena
ResponderEliminarAyyy Adriii qué desesperación la de los dos...y la nuestra también! Necesitamos ese reencuentro ya! Preciosa antesala la que nos trajiste hoy, muchas gracias!
ResponderEliminarFelicitaciones!! gran, intenso relato!!! a la espera de la continuación!! Gracias por compartirla!!!! Susy
ResponderEliminarayyyyyy Que ansiedad, esperar el encuentro!!!!! Hermosa historia!!! Laura
ResponderEliminarque hermosa historia! cuanto amor hay entre ellos! te felicito Adriana, aguardo ansiosamente la continuación-
ResponderEliminarLos necesito juntos por favor!!! Miles de gracias x esto . Felicitas
ResponderEliminarGracias Adriana por la continuaciòn, intensa continuaciòn... Recordè un poema de Rummy: ..."El camino del amor no es un argumento sutil.Su puerta es la devastación".., tal y como les està sucediendo a Pedro y a Guillermo. Espero que se suavicen sus vidas, espero que se encuentren. Marlene Rodrìguez.
ResponderEliminarGracias Adriana por esta historia!!
ResponderEliminarEl hombre grande, que ha vivido mucho, se siente un torpe adolescente.
ResponderEliminarEl nuevo hombre, enamorado de otro hombre, se siente débil sin él a su lado.
hermoso. con ansiedad para el próximo. gracias por tan bello capitulo.
'...sabía, que su fe y su voluntad, su amor, era lo suficientemente fuerte, como para aferrarse a Guillermo durante la eternidad misma'
ResponderEliminarQue hermosura, Adri... Espero, sin respiro, el proximo capitulo
❤️❤️❤️
HERMOSO EL RELATO, ESPERO ANSIOSA EL PROXIMO CAPITULO!!!!!
ResponderEliminarGracias por los comentarios!!!
ResponderEliminarAdriana! Logras que te leamos sin aliento! Gracias! Ceci
ResponderEliminarPura tensión! esa necesidad de estar juntos irrefrenable, ineludible, impostergable, que va contra toda razón... se siente en todo el capítulo... el infierno de no estar juntos! No veo la hora de sentir las emociones de cuando se vuelvan a encontrar. Gracias Adri!
ResponderEliminar"MIRAN AL CIELO Y PIDEN UN DESEO, CONTIGO LA NOCHE MAS BELLA". LO PUEDO SENTIR, Y LA ALEGRIA INVADE MI ALMA.
ResponderEliminarYA ESTAN CERCA, YA SE SINTEN DESDE LEJOS , YA NADA PODRA SEPARARLOS, SUS MIRADAS SE CRUZAN Y EL MUNDO A SU ALREDEDOR ESTALLA EN MIL PEDACITOS, NUESTROS CORAZONES EXPLOTAN DE EMOCION.
EXQUISITO,PRECIOSO RELATO.GRACIAS POR TANTO ADRIANA, ESPECIALMENTE A TU PLUMA QUE DERRAMA AMOR, AMOR DEL BUENO
Y EL CIELO MENDOCINO SERA TESTIGO DE UN DERROCHE DE AMOR,DE DULZURA, DE TERNURA DE PASION PARA LOS AMANTES, DE LOS QUE SE DICE, QUE SU AMOR, QUE SU AMOR, SERA LEYENDA...MONICA DE LANUS.
P/D. SEGUI DELEITANDONOS CON TUS HISTORIAS.
"NO HAY DOLOR QUE ME DETENGA
ResponderEliminarNO HAY PLANETA QUE ME ECLIPSE
O DE TU LADO ME DESVIE
DEL CLAMOR YO NO DEPENDO
DEL HALAGO ME DESPRENDO
NO HAY ERROR QUE ME RESIGNE
NI UN PORQUE QUE ME EMPECINE
NO HAY RENCOR QUE ME DE FRIO
NO HAY AMOR COMO ESTE MIO
TUS ACCIONES TE DEFINEN
EL DESTINO ES QUIEN CAMINE
NO HAY TEMBLOR QUE ME DELATE, NO HAY DISTANCIA QUE ESTE LEJOS
DESDE LEJOS NOS TENEMOS EN EL FUEGO
DESDE LEJOS NOS TENEMOS EN LOS MARES
DESDE LEJOS YO TE SIENTO AMOR
DESDE LEJOS NOS TENEMOS EN LOS HUESOS
DESDE LEJOS NUESTROS CUERPOS SE HACEN AIRE
DESDE LEJOS YO TE PUEDO AMAR
DESDE LEJOS NUESTRO AMOR SERA LEYENDA
DESDE LEJOS HABLARAN, DE ESTE AMOR
QUE ES DE LEYENDA VAN A HABLER"
(NUESTRO AMOR SERA LEYENDA, ALEJANDRO SANZ, FRAGMENTO). MONICA DE LANUS
Gracias Monica!!!
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