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CAPÍTULO
IX
-¿Venís?
-Anda
vos, ese zorro de mierda no quiere saber nada conmigo
-Si
no intentas, no va a confiar en vos
-Podría
estar agradecido después de todo lo que le cocino
-Dale
Guille, no seas malo
-Yo
no soy malo
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Diario de viaje 20 de diciembre de 1921
Nos pasamos los días en el yacimiento. Me toca a mí
sacar la mayor parte de los huesos que quedan ya que Pedro esta agrandando la
excavación para buscar el nido como le dijo Pascual.
-Me
dijiste que Orión peleaba con Tauro, ¿no?
-Si
-¿Cómo
la ubico?
-De
Betelgeuse a la izquierda, la estrella roja de allá es Aldebarán, ¿la ves?
-Aja
-
¿Por qué viniste de Chile?
-Para
estudiar, ya te dije
-Pero
podías estudiar allá, hay buenas universidades…
-¿Y
después de Aldebarán?
-Las
tres que forman un triangulo ahí
-¿Porque
no vivís con Fabián?
-¿Te
conté, no te acordas? Era muy chiquito
-Podrías
haberte mudado con ellos, con tu tía digo…
-Y
ese grupito abajo a la izquierda, son las Pléyades
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24 de
diciembre
Hoy es
Navidad. Imagino que la tía estará cocinando el pavo como todos los años, más
todo el resto de comida que prepara siempre, y que después dura una semana.
Dejé encargados los regalos para todos en manos de mi secretario, más sidra y
pan dulce para los empleados del banco. Espero que le guste a Fabián el juego para
armar aviones que elegí para él.
Me
tendré que repartir entre extrañar a uno u a otro.
Pedro cruza la puerta de la ruca con la habitual sonrisa-¡Volví amor!
-Lávate las manos que comemos afuera –cierra rápidamente el libro de
viaje- ¿Está linda la noche, no?
-Hermosa – se acerca a besarlo cuando advierte el brillo triste en los
ojos negros – ¿Qué pasa?
-Nada- miente
-¿Puedo leer?- pregunta mirando el libro, que Guillermo intenta
ocultar.
-No. Lleva esto- le entrega un género cuidadosamente
-¿Mantel?
-Sí, no vamos a comer como salvajes. Y… copas- abre la caja que las
contiene- si sobrevivieron
-¿Trajiste copas? -sorprendido
-Esos tachos de metal que usas estropean el sabor del vino
-Pero no se rompen
-Una quedo - la mira y se la entrega- ¡Deja de reírte porque no comes!
El banquete de carne, pescado, pan, frutillas y Llao-Llao
-¿Cabernet o Malbec? –le muestra las botellas
-Cabernet
-No sabes nada de vinos – y abre el Malbec
Hacia el final de la cena, Pedro mira el cielo y bebe de la copa
compartida -¿Qué estarán haciendo?
-¿Los habitantes de la Luna? Mmm, a ver…déjame pensar…cenando pescado
lunar de tres ojos – le saca la copa de la mano
- Cinco
- Cinco ojos – y se sienta a horcajadas sobre las piernas largas –
comiendo hongos que apuesto a que tienen mejor aspecto que estos – mientras
desabrocha la camisa.
- Y comiendo Michay
-¿Maduran antes allá?
- Aja –dice mientras concede el cuello a los labios de Guillermo
- Y comiendo Michay, entonces.
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Da vueltas
delante de la puerta de la cabaña, es Año Nuevo y prometió volver temprano,
pero no llega. Decide ir a buscarlo cuando falta poco para que oscurezca.
-¡Pedro! – corre cuando distingue el bulto del cuerpo en el suelo, a
mitad de camino hacia la excavación – ¿qué te paso? – arde de fiebre y espasmos
violentos le retuercen el cuerpo.
-Guille…
Lo levanta
sosteniéndolo por la cintura y, pasando uno de los brazos por encima de sus
hombros, lo ayuda a caminar hasta la casa.
Diario
de viaje 3 de enero de 1922
Pasaron tres días y no mejora, la fiebre no baja. Me
dijo que lo pico una araña. Los ataques lo dejan agotado. Seguí como pude las
pocas instrucciones que logro darme para preparar las hierbas que el usa. No me
animo a cargarlo sobre el caballo y llevarlo a Trevelin, no sé si soportara el
viaje.
- Guille, busca
a Minchequeo, él va a saber qué hacer
- No voy a
dejarte acá sólo
- Bordea la
laguna hacia la derecha y seguí el primer arroyo al oeste
- Pedro…
Minchequeo Enero 1922
12 de enero
Tardamos dos días en volver y lo encontramos
inconsciente y deshidratado pero vivo. Minchequeo empezó las curaciones de
inmediato y al otro día llegaron más “médicos” y un “hechicero” que él había
mandado a buscar. Tuve que presenciar el ritual más salvaje que se pueda uno
imaginar. No sé como no lo mataron. Llenaron la ruca de humo, sacrificaron un
animal y le cortaron los brazos para sangrarlo, todo entre canticos y
oraciones. No me anime a dejarlo solo aunque apenas se podía respirar y el
espectáculo daba nauseas. Por extraño que parezca, no sé si por el ritual o
porque, dos días después empezó a mejorar, le bajo la fiebre y recobro el
conocimiento. Se es capaz de creer en cualquier cosa en estas soledades. Cuando
al fin pudo comer algo festejamos afuera, cocine para todos y nos emborrachamos
con un licor que preparan ellos “no vas a querer saber como lo hacen ”fue lo
primero que me dijo y casi pudo reírse.
Al otro día continuaron su viaje a Trevelin.
Minchequeo me dejo las instrucciones para seguir las curaciones y ya que no
quisieron aceptar ningún pago por su ayuda, les di una nota para que un comerciante
de la colonia les de lo que necesiten y lo cargue a mi cuenta.
-Guille ¿por qué
estás tan lejos? Vení a dormir conmigo.
-Necesitas
descansar.
-Descanso mejor
con vos.
Se acuesta a su
lado, lo abraza – Estás más flaco que los
esqueletos esos que desenterrás – y le besa la cabeza – ¿Qué pasaba si estabás sólo?
- Lo mismo que
te hubiera pasado a vos cuando te caíste con el avión.
- ¿Encontrar un
paleontólogo loco?¿ Me tengo que poner celoso?
- O un aviador
afortunado
- Me asustaste,
precioso
Recostado sobre
su pecho y ya a punto de dormirse, susurra –
Para alejarme del hijo de puta de mi padre, por eso me vine.
Suspira y lo
estrecha más fuerte – Cada vez que lo
miraba, no podía dejar de pensar que ella se murió por mi culpa. No podía
criarlo así.
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15 de enero de 1922
Hoy insistió en volver a la excavación. Me acordé
que habían quedado acá mis guantes del año pasado y aunque son un poco chicos
para él, finalmente lo convencí de que los use. Lo acompañe de todas maneras
para asegurarme. A veces puede ser más terco que mil mulas.
De pie en la orilla, al lado de la caña fijada en el
suelo y ensimismado en el dibujo, reacciona tarde cuando lo escucha llegar
corriendo y abalanzarse sobre él en un abrazo que los arroja, a los dos, al
lago.
- ¡¿Vos sos, boludo?!...¡Esta
helada! – balbucea tiritando entre besos de labios morados.
-¡Lo
encontré!¡Al nido! – explica exultante mientras salen chorreando agua
Frustrado -Arruinaste
mi dibujo-
-Después lo
rehaces, ¡Vení a verlo!
-Antes te
cambias, no te quiero enfermo de nuevo.
Caminan forcejeando, uno hacia el bosque, el otro hacia la ruca.
Entusiasmado - Después. Y hay
dos huevos que no eclosionaron.
-No, ahora, que
ya te conozco y no volvemos más.
-Pascual tenía
razón.
-Vení para acá
– lo besa y lo arrastra hasta la puerta – entra y cámbiate.
Se desviste y está buscando una muda cuando los brazos largos lo
rodean y los labios calientes besan su cuello. Puede sentir la erección contra
su cuerpo – Creí que querías ir a la
excavación – las manos que bajan por el pecho y el vientre hasta su sexo – Después… – y se entrega a la cadencia
lenta de los movimientos de Pedro que lo guían, despacio, al éxtasis. Después,
la colección de besos chiquitos y la sonrisa ancha, satisfecha – ¿Vamos?.
Huevos encontrados en las excavaciones antropológicas
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Diario de viaje 20 de febrero
Ya casi terminamos de sacar todos los fósiles,
incluidos los dichosos huevos. Dice Pedro que hay que estudiarlos con Rx o
disolver la cascara con ácido para ver si hay embriones adentro. Por más que me
explica no termino de entender, pero él tampoco distingue la columna del debe,
de la del haber.
Esperan
sentados afuera, como todas las tardes, al zorro.
-Basta Pedro,
si no quiere, no quiere
-Es que le tenés
miedo
-¡No le tengo
miedo!- ofendido
-Vamos Guille,
te tiembla la mano…¡No pegues!
-Esto es
ridículo – protesta, pero le sostiene con fuerza el brazo
extendido con la comida en la palma, y lo besa, con uno de esos besos largos
que le quitan el aliento, la lengua entre sus dientes, que le hacen perder el
sentido. Y de repente, la risa fresca – ¿Lo
viste?
-¿Qué?
-¡Comió! Ahora
vos, sólo.
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5 de marzo de 1922
Hoy llegó Pascual a buscarnos. Otra vez todo lleno
de gente y ni un momento a solas habiendo, como hay, luna llena. No hay forma
de hacerle saber al zorro que no volvemos más. Espero que el pobre bicho se las
arregle bien sólo.
- Entonces la
puerta queda abierta
- Sí, para que
la ocupe el que la necesite
- ¿Y todo esto
queda acá?
- Llévate lo
que quieras para regalar en Buenos Aires
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Buenos Aires,
15 de abril 1922
Pedro, ¿leíste el escándalo del Infante Luis
Fernando? Es probable que le retiren los títulos nobiliarios y tal vez lo
deporten. Quiero que quemes todas las cartas de ahora en más, estas y las
anteriores. No protestes, es mejor así. Yo estoy haciendo lo mismo.
PD: A la tía le gustaron mucho los tejidos
mapuches y las tortas que trajimos de Trevelín, y puso las vasijas de adorno.
Fabián está enloquecido con el dulce de Calafate.
La Plata, 30 de abril
Guillermo, Pascual va a ser nombrado director del Museo. Leí en el
diario que estás haciendo donaciones a otras facultades e instituciones, ¿Es
cierto?
PD: Calenta esta página con una vela.
Hace lo que le indica tratando de no quemar el papel y sonríe cuando
ve aparecer lentamente las letras marrones – ¡Que atorrante!
Podes
escribir con jugo de cualquier fruto, cebolla, limón o leche. Te amo. Pedro.
Buenos Aires, 30 de mayo
Dale mis felicitaciones a Pascual. Lamento no
poder ir. Solo apoyo a la educación y la ciencia. ¿Acaso hago mal? Es para
cuidar las apariencias, lindo. ¿Estás celoso? Te amo, Guillermo.
La Plata, 30 de junio.
Es muy loable de tu parte. Anda a cagar, Guillermo. Me invitaron a dar una conferencia en la Universidad
de Buenos Aires el 20 de julio, ¿Podré verte? Te
extraño.
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Recostado en el
sillón de su oficina, espera. La mirada fija en las agujas del reloj que no
avanzan. La piel encendida, el deseo hirviendo en la sangre que se agolpa en su
sexo. Inmóvil. Incapaz de hacer lo que en las noches de placer solitario,
cuando lo imagina en su cama. Hoy lo quiere a él. Hoy sabe que viene.
Se incorpora
tenso cuando escucha los pasos que suben corriendo las escaleras – Guille…
-Por fin, precioso – murmura cuando lo tiene entre
sus brazos.
Las manos
desvisten, reconocen, palpan y acarician, y entre besos, palabras de amor
susurradas y conversaciones que no caben en cartas de tinta invisible, sus
cuerpos encuentran el ritmo que les es propio, un ritmo acunado entre las
interminables horas en la Patagonia y el huidizo tiempo que se escurre,
implacable, en la ciudad.
-Me tengo que
ir, Guille.
-No…
-Voy a cenar
con la gente de la facultad – explica mientras se viste – puede que me ofrezcan un curso de verano
acá, en Buenos Aires. Dale, soltame, ¿tenés algo para tomar?
-Debe haber
cognac, por ahí.
Le alcanza un
vaso – Vestite
- Oíme, ¿Conocés
a alguien en Comodoro Rivadavia? ¿Alguien que haga negocios?
-Si, al dueño
de Menendez y Cía., es hacendado y tiene varios almacenes de ramos generales,
¿Por?
-¿Leíste sobre
el yacimiento de petróleo de YPF?
-Aja, pero son
todos capitales estatales.
-Ya sé, pero la
zona va a crecer mucho y pensé en invertir…
Los brazos que
lo estrechan y el beso de la sonrisa cómplice –¿Sin ningún interés en particular, no?
-Solo negocios. ¿Me haces una
carta de presentación?
-Claro, y le
escribo también, para avisarle que vas – está bajando
las escaleras cuando escucha – ¡Anda
estudiando economía porque vas a ser mi socio!
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Vista Aérea Comodoro Rivadavia 1922
Comodoro
Rivadavia 30 de agosto de 1922.
Acá las cosas van muy bien. Estamos tendiendo una red de sucursales
por toda la región. Tenemos dos barcos y compramos también un par de estancias
ganaderas de las que se ocupa Menéndez, mientras yo me dedico a exportaciones e
importaciones. Te envío los documentos necesarios para asociarte, ya vamos a
tener tiempo de que aprendas lo necesario, por ahora lo único que necesito es
alguien de confianza que se pueda encargar de la mercadería que se despacha de
La Plata. En un mes vuelvo a la capital.
La Plata, 15 de
noviembre
En enero empiezo los cursos de verano en la Universidad de Buenos
Aires. Necesito verte ¿no hay forma de que vengas?
Buenos Aires, 2
de diciembre
Me alegra mucho que progreses tanto, no vas este año a la Patagonia? Tené paciencia, hermoso, falta poco.
La Plata, 15 de
diciembre.
Hasta que no aparezca algún otro hallazgo, no. Espero que pases una
linda Navidad. Dale mis saludos a tu familia.
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Cenan en el
patio esperando la medianoche para ver los fuegos artificiales y brindar, con
Fabián casi dormido.
-Estás muy callado hoy ¿Te pasa algo?
-Nada tía, está
todo muy rico
Y por fin, el
reloj de la sala toca doce campanadas – Feliz
Navidad, querido.
-Feliz Navidad – responde mirando a la luna.
En La Plata,
asomado a la ventana de su departamento, otro brindis – Feliz Navidad gente de la Luna.
Continuará…