miércoles, 30 de abril de 2014

Amores Así (3era parte) by Elena



Se despierta de golpe, durmió en el sillón con el celular en la mano. Ya es de mañana, tiene que ir al hospital. Marca. Contestador “pendejo del orto”. Una ducha, se viste y sale. Unidad de terapia intensiva, espera para verla, no tiene señal. Escucha el parte médico “esta estable, si todo sigue bien en unos días la pasan a sala común”. Va de regreso unas horas después a sumergirse en la novela nueva. Llama. Contestador.

Se le pasa la tarde mientras escribe y cena escuchando la charla intrascendente de Franco, los alumnos, la facultad, como si algo de todo eso le importara.
Y al día siguiente la misma rutina, visita al hospital, encerrarse en el escritorio, volver a llamar, contestador. Anochece, la pantalla de la computadora sigue en blanco “no era que quería hablar con él de algo urgente?” – anda a tu casa Franco, hoy no estoy de humor.
Da vueltas toda la noche en la cama sin poder dormir, busca la tarjeta de la agencia y marca, necesita un taxi, da el nombre del chofer “me gusta como conduce, si puede ser, gracias” “lo siento no está de servicio” No es viernes “ah no?” “no trabaja más con nosotros, para que hora me dijo?”
Paralizado deja caer el teléfono al piso, no puede ser, el corazón le late con fuerza, las palabras resuenan en su mente “y si me voy?”

Se viste y como un autómata se dirige al hospital, sala común y empezar la rehabilitación “señor está bien?” asiente con la cabeza, es probable que tenga peor aspecto que todos los que están internados. Regresa a su casa y vuelve a llamar, la chica que atiende el teléfono a la mañana es mas simpática, pregunta por él “renuncio, creo que se mudo” “no le puedo dar la dirección, perdone, no está permitido dar datos personales de los choferes”. El teléfono se hace pedazos cuando lo estrella contra la pared. No puede estar pasando esto. No sabe nada de él, ni la dirección o un teléfono de línea, amigos, parientes, nada. No se molesto en preguntarle absolutamente nada.

Franco lo encuentra sentado a oscuras en el escritorio, con la única luz de la pantalla en blanco de la computadora
-          Cenaste?
Niega en silencio
-          Preparo algo, Cuca como esta?
-          Andate
-          Pero…

-          Andate! – grita – andate ya!

      Un detective privado, eso es lo que necesita. Le advierte que la investigación va a ser lenta y cara, no importa, son muy pocos datos, es buscar una aguja en un pajar. Solo el nombre, el celular, la agencia y la descripción. Describirlo sí puede, el color preciso del pelo, el brillo de los ojos marrones, la forma exacta de cada parte de su cuerpo, las inflexiones de la voz en las palabras de amor que nunca contesto. - Haga lo que tenga que hacer, encuéntrelo.

Pasan semanas sin novedades, lo único que lo mantiene en pie es velar por la salud de Cuca que poco a poco mejora. Espera como un idiota los días de siempre en el bar de siempre sentado frente a un café que no toma mientras garabatea en una servilleta “One True Pairing”. Malditas tres palabras y mira la pantalla vacía del celular “en qué momento paso y él no se dio cuenta?”

Las noticias del detective no son buenas, aparentemente se fue del país con su pareja, según los vecinos a Estados Unidos, no saben más. Iniciar una investigación en el exterior va más allá de sus posibilidades “que queres que te responda? Que te voy a esperar?”

Para peor los editores empiezan a impacientarse, la novela nueva no avanza, hace meses que no logra hilar una frase. Escucha sin oír la propuesta de adaptar el libro para una serie de televisión. No, no le interesa. Una suma tentadora. No le importa.

Solo sale de su casa para ir al bar y vuelve, casi no duerme ni come y no abandona nunca el teléfono esperando un llamado que jamás llega “donde estas?” “amores así no existen”

Amanece un día mas como cualquiera, sabe que está vivo porque puede ver la luz en la ventana y por el dolor en su pecho que no se va “precioso, como te encuentro?” Y entonces decide. Marca el numero de la productora, sí pueden usar el libro, mañana pasa a firmar los contratos. Una botella arrojada al mar.


Continuara….



lunes, 28 de abril de 2014

Amores Así (2da parte) by Elena




Tiene la tarjeta en la mano y no se decide a llamar, su instinto le dice que esto va para problemas pero parece un buen chico y además es lindo, precioso seria describirlo mejor. Marca y especifica el chofer “me gusta como conduce, si puede ser, un muchacho con acento chileno, gracias”
-          Como estas del golpe? – aun puede ver la marca en la boca perfecta de labios carnosos
-          Bien, no es nada. Romeo y Julieta? – interroga mirándolo a través del espejo.
Le da la dirección de Cuca antes de responder – se suicidaron los dos – y agrega al llegar – me buscas en un par de horas?
Y dos horas después esta el taxi esperando en la puerta – subí adelante, no estoy de turno
-          Que horario haces?
-          De cero a 12
-          Me hubieras avis….
-          No es nada – lo interrumpe al tiempo que atiende el celular, y no sabe bien porque, pero miente “no, amor no llego, estoy cubriendo a un compañero, te veo a la noche, sí, yo también” – menos los viernes que tengo franco
-          Complicado para estar en pareja
-          Depende…a veces es mas fácil
-          Queres tomar un café? Ahí hay un bar
-          Otelo y Desdémona
-          La mata y se suicida
Dos o tres veces por semana él lo busca cuando vuelve de almorzar con Cuca, “estoy en camino Franco, esperame en casa”, toman un café siempre en el mismo lugar mientras repasan el destino de las grandes parejas – Tristán e Isolda?
-          Muertos los dos
-          Abelardo y Eloísa?
-          Mejor ni hablar
Discuten si un amor como el de Pedro es posible
-          Cyrano de Bergerac?
-          Muere confesándole su amor a Roxanne. OTP me dijiste?
-          One true pairing, parejas destinadas a estar juntas
-          Te imaginas a Romeo diciendo “gorda a ver cuando empezas la dieta” o a Julieta gritándole porque no le ayuda con los chicos? – lo ve reírse mientras fuma un cigarrillo, le gusta hacerlo reír y se entretiene rebatiendo un argumento tras otro
-          Pero entonces estas reconociendo que un amor así puede existir – le encantan estas charlas que se extienden cada vez mas

“Tramposo” – lo que te estoy diciendo es que no es compatible con la rutina diaria – “touché” – son las cinco, anda a tu casa, no tenes que dormir un poco vos?

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Un par de meses después….
-          Ya te dije que no puedo ir hoy, mañana hablamos más tranquilos, te llamo
-          Era él, no?
-          Basta Franco, lo único que me falta ahora es una escena tuya
Se encierra en el escritorio y se desploma sobre el sillón. Acaba de volver del hospital, hace unos días encontró a Cuca inconsciente cuando la fue a visitar, accidente cerebro vascular, hay que esperar dijeron los médicos. En medio de las corridas del hospital se olvido de avisarle que no lo esperara “me dejas plantado como un boludo” “tuve un problema, no pude llegar” “ que problema? Franco?” “ no me hables así!” “estoy harto de esto!” “ que queres que haga?” “necesito saber que sentís por mi” “mira, anda a tu casa, después hablamos”.
Suspira; en qué momento su tranquila y solitaria vida quedo patas arriba? Maldito libro. La situación con el taxista se le está escapando de control. Ya le explico una y mil veces que no quiere relaciones serias “me atas”, está bien asi, a medias solo, a medias acompañado. No le gusta que lo presionen, que lo obliguen a decidir.
Recuerda muy bien aquel llamado – es la cena de fin de año de la editorial, queres venir conmigo? Es el viernes
-          A Franco no le molesta?
-          Te estoy preguntando a vos. Si no queres está bien
-          No sí, sí quiero
El viaje hasta la estancia en San Antonio de Areco, las presentaciones de rigor, cena, brindis, por una puta vez sintiéndose cómodo, viéndolo divertirse y charlar, tan hermoso, perfecto. Lo vio alejarse hacia el rio para fumar un cigarrillo y fue tras él. Los dos habían tomado de más. Lo encontró recostado contra un árbol, apoyo la mano al lado de su cabeza, los ojos marrones se hundieron en los negros,  se acerco y espero a que lo bese. Si besar se le puede decir a la sensación de la lengua contra su paladar, el aliento a alcohol, la mano en su sexo, la espalda prefecta, el calor de su cuerpo cuando entro en el, los gemidos ahogados contra su brazo.
Recuerda también el beso largo y lento que le dio después, arreglar la ropa rápido y volver separados a la fiesta, el viaje de regreso en silencio, la despedida en la puerta de su casa.
Los encuentros en el bar fueron reemplazados por uno u otro hotel. Sexo, la forma perfecta de arruinar una amistad. Evadió por experiencia cualquier atisbo de compromiso y empezó a retroceder ante la retahíla de reclamos “quiero estar con vos” “que estemos juntos” “te amo”. Sabía que esto iba a terminar mal, es demasiado joven, apasionado, idealista, y esta pidiéndole más de lo que está dispuesto a dar.
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No soporta seguir mintiéndole a Diego, gano la beca para el posgrado y él tiene que decidir, se va también o no? Mañana es el día. No quiere quedarse solo. Esta seguro, tanto como puede estarlo, de que lo ama pero no le da ninguna respuesta. Ya se lo dijo más de una vez, sabe que insistir no va a servir de nada, pero no tiene más tiempo. Encerrado en el baño llama otra vez – necesito que hablemos hoy
-          Ya te dije que no puedo verte
-          Y si me voy? Y no vuelvo?
-          Que queres que te responda? Que me esperes? Que te voy a esperar? No seas pendejo
-          No quiero que peleemos mas
-          Mañana te llamo
Maldito libro. Lo sobresaltan los golpes e la puerta
-          Hiciste la valija amor? Mira que salimos temprano
Apaga el celular – ya la tengo casi lista
-          Mis viejos después terminan de despacharnos el resto, estas bien?
-          Si
-          Vas a conseguir trabajo seguro y mientras con la beca y lo que ahorramos alcanza – lo besa en los labios - seguro estas bien?
Devuelve el beso por costumbre – sí, claro, no te preocupes


Continuará.....

sábado, 26 de abril de 2014

Viñetas: Lazos by Ellen

Decir que duermen abrazados es poco. Desde que Pedro volvió, después de aquel interminable tiempo, entrelazados tampoco alcanza, ni revueltos, sino mas bien…mezclados. Son sus labios los que recorren a Pedro, o es su piel la que besa la boca de Guillermo? De quien el latido del corazón? O el pulso acelerado? Lo mira dormir sin despertarlo, porque le gusta hacerlo y porque al levantarse comienza la agonía de separarse, y es que cuando hay espacio entre sus cuerpos, el aire duele. El deseo se acumula durante las horas de trabajo en el estudio, como dos cargas eléctricas opuestas se buscan durante todo el día, juegan el juego de las miradas y los roces, del hablarse en silencio y abrazarse sin tocarse. Hace tiempo decidieron desayunar y almorzar en el bar, porque los planes para la cena se acaban en cuanto cruzan la puerta.
“Queres que compre un corazón y lo parta a la mitad?”, se ríe de solo acordarse “que estupidez! Si la mitad del nuestro late en el pecho de Pedro”

Viñetas: El que ama by Acto

#FragmentosdelaVidaCotidianaGuilledro

Pedro decide escapa del estudio para comprar el libro de retrospectiva de Henri Matisse, últimamente Guille solo habla de él y su obra. Un buen regalo, que sabe, no le va a revolear por la cabeza, porque si es algo que quedo muy claro, es lo que piensa de la fecha "Comercio, puro comercio". Sube al auto y al abrir la guantera para buscar el encendedor, cae un CD con una nota: "El que ama, vuela, funciona y se regocija; está libre y nada lo detiene. H.M." Te amo, Guille. 
El auto se pone en marcha y el track uno también, la sonrisa hace rato se ha pintado en su cara, con los colores profundos e intensos que Guille elige para pintar su vida desde que son uno...


Madras Rouge,  Henri Matisse (1907)

Viñetas: Quererte como te quiero by Lupillar

Es un hombre respetable, abogado, con fama de inclemente y duro, dueño de un estudio con casos importantes, tiene un hijo de cinco años y una buena mujer como madre de su hijo, buenos amigos… ¿Qué más le puede pedir a la vida? ¿Qué le hace falta a su corazón para sentirse feliz? Para llenar el infinito vacío que lleva años carcomiéndole el alma. Él sabe y tiene la respuesta.

Se encierra en su despacho, se sirve un trago, de los más fuertes porque esa ausencia de días lo está matando, la ansiedad se mezcla con el deseo y le cortan la respiración …abre esa caja de seguridad que guarda no más allá de joyas o dinero, aquellos sus pequeños secretos, su vida entera, los recuerdos de momentos que le iluminan el alma, instantes que se hacen eco; un esfero, una servilleta, unos lentes y una corbata gris…con su perfume, la toma entre sus manos y se la lleva a la nariz, cierra los ojos y aspira ese aroma amado que lo aturde hasta las fibras más profundas de su ser, imágenes de su cuerpo, de sus ojos, de su sabor, de su olor.

Se mira en el espejo, repasa su cara y los nervios nuevamente se instalan en el estómago, y se pregunta otra vez cuando ese muchachito se adueñó de él, cuando y de qué manera tan profunda se metió en su alma, en su piel.


Recuerda cuando lo conoció: en una reunión de conciliación por un caso en particular para ambos estudios, para el que trabajaba ése que ahora es su vida y el estudio Graziani. Lo vio llegar hermoso, atractivo, amable, con esos lentes oscuros que lo hacían desviar a mirarle la boca, y después…después se sumergió en esa mirada maravillosa. Olvidaba lo que decía, tartamudeaba y se le secaba la garganta…un imbécil que no le podía quitar los ojos de encima, un imbécil al que desde ese día solo él le llenaba el pensamiento.

La segunda vez que lo vio fue una coincidencia en un parque cuando iba con Ana y Fabián, no lo vio llegar y escucho que alguien lo llamaba, él, con esos ojos malditamente hermosos que lo clavaban en el suelo y le quitaban la respiración. No se enteró jamás estando ahí mismo de que hablaba con su esposa, solo atinó a ver como alzaba y acariciaba a Fabián “me encantan los niños” exclamó extasiado y le estampo a su hijito en una de sus mejillas sonrosadas un beso, su mente solo registro aquel momento y ya en la casa con sus labios rozo aquel mismo lugar buscando encontrar algo de paz imaginándose esos labios en los suyos, imaginándose un primer beso, un beso robado a Pedro.

Después no se hallaba a si mismo buscando excusas para encontrarlo en tribunales, olvidaba entregarle datos del caso que llevaban solo con la intención de darle la información gota a gota y así poderlo ver de nuevo, se enamoró sin darse cuenta, se enamoró con solo mirarlo, con solo sentirlo cerquita, con perderse entre sus miradas y los gestos de su boca pero aun así un dolor agudo se instalaba de a poco y era el saberse no correspondido, no había visto jamás una señal, un movimiento o una indirecta de su parte y en una tarde cualquiera cuando ese sentimiento lo avasallaba decidió encerrarse en su despacho, su único lugar que no era invadido por nadie y dejar que su malestar, que su tristeza salieran a flote porque realmente le estaban envenenando la sangre. 



Pedro lo llamo insistentemente, y él decidido no contestó; al día siguiente delegaría el caso en las manos de Marcos y aprovecharía unos clientes nuevos de otra provincia para irse por unos días y tratar de despejar la mente, de borrar todo lo concerniente a ese hombre, de sacárselo de su sistema, se engañaba a sí mismo y se compró esa mentira.
Se fue por una semana, se desconectó de todos menos de Fabián y de regreso a la capital evadía el estudio lo que más podía, se instaló durante otra semana en su casa, en su biblioteca sumergiéndose entre libros, archivos, expedientes de algunos casos pero nada, nada se lo quitaban de la mente. Marcos llego a su casa para ponerlo al tanto de lo que iba surgiendo, le pidió su regreso de esas “vacaciones extras”, el estudio cada vez adquiría mas fama y ya pedía a gritos otro abogado, no lo podía dejar solo con tanto trabajo. La próxima semana retomaría sus labores, fue la promesa dada metido entre unas carpetas – ¿tenés algo pendiente con Beggio?- lo sorprende la pregunta y suelta la carpeta mirando a Marcos – ha llamado todos los días, muy insistente, pensé que tenían cosas pendientes- queda allí, en medio de la nada y de todo a su vez, aturdido y melancólico pasa otra noche en el sofá sin pegar los ojos. Pedro, siempre Pedro, en todo Pedro.

A su regreso lo esperaba una infinidad de trabajo, sin tener tiempo siquiera para almorzar trata de ponerse al día, pasan las horas y ya en la noche la soledad de nuevo lo golpea, sale en automático y no se fija que Pedro lo espera a la salida, sorprendido trata de esquivar su mirada y su cuerpo, pero Pedro se desespera, se acerca y lo enfrenta buscando respuesta a su actitud; Guillermo lo mira dolorosamente con el peso de llevar ese amor y con la poca voluntad que tiene trata de mentirle – Pedro vos no sos mi único trabajo, tengo otros y muy importantes- nada como herir a lo más amado, nada como ver en esos ojos un destello de decepción, nada como verlo alejarse despacio y en silencio – disculpáme, no te quise molestar- Pedro baja la mirada, se gira y se aleja caminando bajo las farolas, y en un segundo todo es claro para Guillermo, prefiere retener con mentiras al único dueño de su verdad así le cueste tragarse todo su sentimiento. Lo sigue, lo llama, le pide disculpas y trata con excusas justificar todo lo hecho, todo lo dicho; tan concentrado está en armarse aquella historia que en el momento menos esperado siente esa boca devorándolo desesperado, se retira sobresaltado, no escucha lo que dice su muchachito y antes que se le vaya de las manos lo retiene de la solapa, le mira los ojos, la nariz, la boca – ¡ay chiquito, chiquito!- exclama ardorosamente antes de rosarse y morirse en el aliento de Pedro.

Para Guillermo la respuesta a su pregunta del porque existe en este mundo es su amor por Pedro, todo tiene que ver con él. Esa misma noche Pedro le hace jurar que ese fin de semana como sea estarán uno en brazos del otro y Guillermo le jura que pase lo que pase jamás lo dejara ir.

Nervioso como nunca, plantado frente a la puerta del departamento golpea y Pedro con su hermoso rostro iluminado por una sonrisa lo recibe, se abrazan desesperados, se tocan, no hay conversación de nada porque ya se conocen demasiado, ya han hablado demasiado de sí mismos, ahora necesitan tocarse, conocerse los cuerpos, besarse, devorarse el uno al otro. Pedro en medio de los besos lo lleva a su habitación, se aleja un poco sin aire, sin tener idea que sigue pero guiado por su necesidad acaricia a ese hombre amado, idolatrado – te amo- le dice susurrado, con la felicidad bailándole en los ojos y al escucharlo Guillermo pierde la razón, se le hincha el pecho y siente que su cuerpo es pequeño para retener tanto amor; lo toma brusco del cuello para llevarlo a su boca porque es tal la intensidad de sus sentimientos que no tiene la capacidad de actuar con sutileza, se desnudan a empellones, se tocan voraces y ya sobre la cama, torpe y excitado como un adolescente Guillermo mira ese cuerpo, se lo graba en sus ojos, en la palma de las manos, lo prueba en cada recoveco y le hace el amor como a nadie nunca se lo hizo; dejando que Pedro lo descubra a su ritmo, lo pruebe a su gusto, juegue con él y lo enloquezca con sus manos, con sus piernas, con sus besos. 

No salen en todo el fin de semana, las horas no alcanzan para impregnarse en el aroma del otro, le enseña a Pedro como hacerle el amor a un hombre, con fuerza, intensidad, con pasión y Pedro aprende rápido, impulsivo, salvaje, necesitado y tremendamente enamorado. Descubre en su chiquitín una sensualidad innata, una desfachatez deliciosa como caminar desnudo por todo el departamento sin un gramo de vergüenza, descubre como brotan de su boca palabras de amor que aun para él son difíciles de expresar, descubre que con Pedro el sexo se vive pleno y en cualquier rincón; como la cocina, el baño, la sala y hasta el mismo balcón , descubre con Pedro que el amor ese profundo y poderoso existe, ese amor necesitado de roces de piel pero también de palabras profundas, existe y lo tiene con Pedro, ese, su chiquitín lindo.

Después de casi un año de vivir “lo nuestro” sabe que debe tomar una decisión y pronto, no hay justicia alguna en los sacrificios de tiempo y espacio que le da Pedro, desea tenerlo a su lado, para siempre, que despierte en su cama uno tras otro día, no esperar veinte años, no esperar una noche más.

Pedro regresa de un viaje al exterior que los tuvo alejados por cerca de un mes, su ausencia y la situación de alcoholismo de Ana lo tienen al borde del quiebre, la ansiedad de tenerlo en sus brazos explota al verlo a lo lejos, lo llama y cuando sus ojos se encuentran Pedro corre directo a sus brazos, a sumergirse en ellos, sin importar quienes están alrededor.

Ya en el taxi se acarician, se besan con las miradas, Guillermo retiene entre sus manos las de Pedro, le acaricia la piel detalladamente de sus dedos, de sus muñecas, las besa con devoción y Pedro cierra los ojos abandonado a cada caricia, su urgencia de arrancarle la ropa y hacerle el amor la apacigua hundiendo su nariz y aspirando el aroma de ese cuerpo fuerte y varonil – ¡Guille…Guille! – y ese hombre imponente, autoritario pierde toda su capacidad, su voluntad se esfuma; lo retiene con un abrazo, lo estruja contra su cuerpo, como ha llegado a lo profundo tanto amor que duele, duele amar a Pedro pero duele más imaginárselo no haberlo encontrado en su vida.

Abren atropelladamente la puerta del departamento de Pedro. Guille suelta las maletas y se enredan en un nudo de abrazos y de besos desesperados, se necesitan ahora, un minuto después, un día después, una vida después. Pedro expresivo como siempre, entre cada beso y cada jadeo le dice cuanto lo extrañó, cuanto lo necesitó, cuanto se lo imaginó – ¡mi amor…mi vida! Y Guillermo arrobado, casi enajenado se adueña de ese cuerpo, lo posee ciego de deseo, de amor.

Guillermo mira el cuerpo desnudo de un Pedro exhausto por el viaje y por las horas que les llevo encontrarse de nuevo y con su mano dibuja la silueta de su cadera, de su abdomen, de su pecho… no hay nada más querido, más delicioso para él que el cuerpo de Pedro.

Se levanta suavemente y mira el registro de las llamadas en su celular, demasiadas para su gusto, de Marcos, de Isabel, varios mensajes de texto y de voz – La puta madre, donde estas Guillermo…responde las malditas llamadas, algo le paso a Fabián con la loca de tu mujer, estamos en la clínica- Guillermo sin pensarlo se viste, arranca una hoja de su agenda y le deja un mensaje a Pedro, le besa suavemente los labios y sale.

Ver a Fabián, su hijito hermoso, lo más bello y puro de su vida sufrir por su culpa supera todo en su corazón; arrepentimiento, frustración, impotencia pero sobretodo rabia contra sí mismo, rabia de dejarlo solo, rabia por darle prioridad a su necesidad de Pedro…no, Pedro no tiene la culpa, son ellos dos el motivo, la razón ahora de su vida. Ve a su hijo llegar con un moretón en su mejilla derecha y una férula en el brazo del mismo lado y la ira contra Ana la desahoga en llanto, abraza a Fabián y jura jamás volverlo a dejar solo.

La observa desde la puerta, borracha, montando un circo donde ella es la víctima, no puede creer que hayan llegado a esto, por un descuido suyo Fabián rodó por las escaleras y no tiene la capacidad de imaginarse siquiera si la situación hubiera sido peor. Se acerca despacio a la cama de Ana, como nunca decidido, como nunca dispuesto a todo y ella lo observa a través de su nube etílica y algo ve en Guillermo que nunca antes percibió y es su asco por ella y un brillo de resolución en sus ojos – hasta acá Ana, te quedas con la casa si eso querés, te dejo todo, excepto el estudio pero hasta acá llego yo y todo lo concerniente al divorcio te entendés con Marcos- sale, toma en sus brazos a su hijo y llama a Pedro que parece estar pegado a él respondiéndole inmediatamente – ¿me puedo quedar en tu casa, con Fabián?- 
Pedro los observa llegar desde el balcón, abre la puerta y con una sonrisa los recibe, inmediatamente lo toma en sus brazos a Fabián quien enlaza su bracito sobre su cuello, tal vez por la situación vivida en su infancia y ver así de golpeado al nene lo desbordan en tristeza, llora en silencio, le besa la carita y mira a Guillermo con un nudo de llanto en la garganta – bienvenidos- 

Pasan los días, pasan los meses, Guillermo se instala casi sin darse cuenta, se acomodan el uno al otro como si llevaran la vida entera viviendo juntos, ya no es secreto para nadie su relación, Pedro renuncio a Baunes para trabajar al lado de Guillermo y éste se divorció de Ana en medio de un escándalo montado por su ex, cosa que definitivamente a él ya no le importaba.

En una noche de verano pasean por el parque aquel donde se encontraron por segunda vez, sentados en una banca con Fabián dormido en los brazos de Pedro, y este con su cabeza apoyada sobre el hombro de Guille que cada tanto besa los nudillos de aquellas manos, observan la gente pasar, huele el cabello de Pedro, los acaricia a ambos. 

– Guille…
_¿Qué precioso?
_ ¿Cuándo me vas a devolver mi corbata gris?- Pedro sonríe sintiendo la carcajada de Guillermo, sintiendo esos labios en su frente 
– Cuando me devuelvas mi corazón
_ Mmm…entonces me toco comprar otra
_ Así es chiquitín…




Viñetas: Mañanas de domingo by Nora

Ellos caminan por el Parque Centenario, como todas las mañanas de domingo. En realidad, Graziani camina mientras Pedro corre cada vez más lejos. Esta vez no le importa verlo alejarse así, tan imponentemente bello. Puede ver como las habituales caminantes no le despegan sus ojos de encima. Qué importa, piensa, si una vez que terminen con la vida saludable, este domingo los encontrará juntos en la casa nueva y vendrán la siesta y los abrazos sin miedo, los besos detenidos ya sin cauce. 
Así, hoy y siempre. 
Como ese juramento sin besos en los dedos cruzados, en el patio del estudio. Ya casi no lo distingue, es una silueta difusa que percibe a lo lejos.
El sol no lo perdona, implacable.
Le falta poco para completar su última vuelta. Ya no lo ve.
No puede dejar de sonreír.


jueves, 24 de abril de 2014

Amores así (1era parte) by Elena

-      Me voy a la facultad, cenamos hoy?
Repasa las actividades del día antes de responder, almuerzo con Cuca, reunión en la editorial – si – y deja que lo bese antes de irse. Franco puede ser un poco demandante a veces, pero aporta algo de diversión a su vida y un poco de compañía a sus noches. Por suerte ya entendió que no puede quedarse siempre. Para colmo el sábado tiene que ir a la Feria del Libro, conferencia y firma de ejemplares, odioso. Recuerda cuando escribió la polémica escena “ - Decime ya de quien estas enamorado! – Guillermo. Dos disparos resonaron en la habitación, el impacto lo empujo contra la pared….” y bla, bla, bla; siempre es un riesgo matar a un coprotagonista pero el libro fue un éxito, record de ventas, los editores deberían estar agradecidos.
***
Se mudo con Diego hace un par de meses, lo conoció en el parque mientras corría, acepto un café, entablaron primero una amistad y una relación amorosa después. Esta solo desde que llego de Chile, no tiene casi amigos y compartir gastos siempre ayuda. Sueña con estudiar letras pero las largas jornadas en el taxi por ahora se lo impiden. Además es probable que Diego gane una beca para un posgrado en el exterior y va a tener que decidir si acompañarlo o no. Relee el programa de la Feria del Libro intentando determinar qué día le conviene ir, ahorra todo el año para comprar allí y elije según las actividades que haya. Y entonces lo ve. Su escritor favorito va a dar una conferencia y firmar ejemplares. Tiene todos sus libros, aunque el último no le gusto mucho. Solo conoce de el la foto en la contratapa y la reseña, asumiendo que sean verdaderas. Mirada profunda de ojos negros, expresión adusta en los labios finos contraídos.
Y el sábado a última hora está ahí , con todas las bolsas de las compras y folletos, intentando ocultar la emoción y el leve temblor de sus manos, y con una pregunta a flor de labios.
***
Calcula la cantidad de gente que queda en la fila, está cansado y aburrido, ve los largos dedos de uñas cuidadas que le alcanzan el libro, no sabe cuántos firmo ya, abre la tapa y entonces escucha la voz suave que interroga – porque murió Pedro?. “Mierda”, lo único que le falta es tener que responder preguntas “si no te gusta no lo leas”, la historia se vendió bien, odia esto. Levanta la vista hacia el muchacho de transparentes ojos marrones, esboza una media sonrisa, escribe la respuesta a modo de dedicatoria, firma y devuelve el libro “amores así no existen”.

Y espera al siguiente...

***
Para un taxi y le indica la dirección de su casa, el viaje transcurre en silencio, siempre es de agradecer un chofer que no converse ni discuta el recorrido, guarda una tarjeta de la agencia. Los ojos marrones en el espejo retrovisor le parecen vagamente conocidos pero no recuerda de donde….hasta que se inclina hacia delante para pagar el viaje y ve su libro en el asiento del acompañante…..el muchacho de la feria “que mierda”. No soporta a los admiradores ni maneja las redes sociales, tiene quien lo haga por él, sabe bien que tiene que hacer ciertas concesiones en aras de la publicidad pero intenta que sean las menos posibles. Baja y demora en entrar, no quiere que vea cual es su casa.
El golpe lo tira de bruces al suelo cuando le arrebatan el bolso donde lleva la notebook, otra figura pasa veloz a su lado, el taxista alcanza al ladrón en la esquina y lo derriba con el solo impulso de la carrera, recibe un golpe que le parte el labio pero recupera las cosas y ante el escándalo inminente el arrebatador huye a la carrera. Regresa a su lado antes de que haya atinado a levantarse – estas bien?  – le tiende la mano y le ayuda a ponerse de pie.
-          Si, si, vos? Como se te ocurre hacer algo así? Y si estaba armado? – interpela mientras sacude el polvo de sus pantalones
-          No exageres, estoy todo el día en la calle, no tenes que tardar tanto en entrar, es peligroso
-          Queres entrar y limpiarte? Tenes sangre
Echa un vistazo al auto mal estacionado, duda un instante  – no, estoy bien. Llamame si necesitas un taxi o…. – y sonríe – un guardaespaldas.

Continuará...

martes, 22 de abril de 2014

Al otro lado del camino (3era parte) by Adriana



CAPITULO TRES

Guillermo tardo en desenmarañar el “teatro” en el cual se encontró sumergido todo este tiempo. El dolor lo dejaba por momentos paralizado, sin saber qué rumbo tomar. Su cabeza, sin embargo, le daba destellos que lo hacían salir de ese letargo y volver a tener una esperanza, la de ordenar todo el alrededor, intentando así, ordenarse el mismo, y sobrellevar ese destierro que la ausencia de Pedro lo marcaba día a día.
La culpa y solo la culpa de saberse responsable de no estar lo suficiente mente concentrado en todo momento lo circundaba como el aire mismo. Intentando mantener una frialdad mayor a la acostumbrada, con la ayuda de su gente y con la cabeza puesta en un solo objetivo, se determinó en arreglar lo que “sabia” era su responsabilidad. Al menos, así sus ansias parecían calmarse.
Las pruebas adquiridas no le fueron suficientes para enfrentar y lograr desenmascarar a Miguel Ángel y a José, pero sí logró dejar en evidencia a parte de los narcos.
Una vez que éstos cayeron le fue menos difícil conseguir acomodar las cosas. Miller se quebró ante un Graziani enfrentándolo con el más vehemente e irónico de sus interrogatorio, frente al nuevo Juez de Garantía, que debido al tamaño y proporción de las denuncias que Graziani había manifestado y a la incriminación de Miller y de Mendoza, decidió unificar las causas y elevarlas al Tribunal Superior.
De ahí en más solo se dedico a observar y controlar el proceso, no muy confiado de que la Justicia se auto extirpara el cáncer que se había apoderado de buena parte, y que casi había logrado fagocitarlo.
Finalmente, y con una celeridad casi inadmisible en aproximadamente dos meses, el Tribunal da por finalizado el proceso, haciendo caer a Miller, a Miguel Ángel, a Fontana y a todo el arco jurídico que le habían sido serviles en sus propósitos, como tapando las huellas, para que no volvieran por ese camino, ni Graziani, ni cualquier otro que intentara revisar ese proceso.
La desvinculación, a regañadientes, de Camila de los negocios de su padre. El esclarecimiento de la muerte de Moravia. La complicidad tácita entre el fiscal y las incriminaciones que pesaron sobre Pedro. Todo parecía llegar a su fin, pero…“Si antes no pude, juro Cielito, que ahora te voy a encontrar”; porque habiendo saciado su sed racional, logrando que sus deducciones e intuición salieran a relucir como en los mejores tiempos, la ausencia no resuelta le partía el alma.
El vacio que le quedaba era tan grande y tan hondo, que no lograba salir de ese continente. Con lo legal arreglado ahora no tenía más que padecer la ausencia de Pedro.
Desparramado en el sillón de su casa, recordaba con un desgarrador tormento. La última vez que había sabido de Pedro – “Fue esa maldita tarde”- cuando había pedido que le quitaran la guardia para ir a verlo en el Delta, porque Pedro lo reclamaba. Y al intentar salir habían llegado Fabián y Silvina. Con la demora que el almuerzo le había impuesto, no pudo llegar a verlo, y una vez en allá, se encontró con tantos policías… y con Miller…
La furia que sentía consigo mismo, lo dejaba lleno de ira. “Como no me di cuenta antes” – se recriminaba a viva voz; si tan solo hubiera podido hacerle caso a Juan, cuando le decía que el fiscalito estaba muy cerca, que no confiara tanto en él. Había estado tan sobresaltado, tan próximo a quebrarse, mirando el celular a cada rato, que se dejo “ayudar” con la única ilusión de estar con Pedro.
Al no poder encontrar el cuerpo, dejaron de buscar y los días se convirtieron en semanas y las semanas en... meses – “tal vez intencionalmente” - llegó a pensar, pero su frialdad apagó ese destello de esperanza.
Si bien no quería darle mucho crédito ahora, no dejaba de sentir como su corazón anhelante volvía latir, anticipando algo que su razón no entendía. No pudo creer que le llevara tanto tiempo dar con todo lo que habían hecho, perdiendo a la vez, la única razón de su existir.
Soñó mucho con Pedro, a veces hasta despierto, a veces como recuerdos, otras llegó a pensar que se estaba volviendo simplemente loco.
En uno de ellos, mientras cocinaba creyó que lo veía hablándole, diciéndolo que se quedara tranquilo, que el “solo estaba al otro lado del camino”, y otra vez se acordó - San Agustín!!!
Casi corriendo entró en la Iglesia donde estaba su amigo Jorge, y después de un fuerte abrazo le dijo que necesitaba que le aclarara unas dudas. Si bien ni él entendía que es lo que lo había llevado ahí, e intentando hilar entre sus recuerdos y sus visiones, Jorge le dijo que se calmara, que lo estaba asustando.
“Necesito… lograr… intentar… aclarar… encaminar… estas visiones Jorge” con un hilo muy fino de voz, tan fino reputó como la cordura que sentía desvanecérsele día a día.
Su amigo brevemente le intento explicar el significado de la Oración de San Agustín - “Vas a necesitar mucha ayuda”- le dijo, arrepintiéndose en el momento, porque entendió que estaba allí buscando esa ayuda.
Al ver la cara del cura, sintió nuevamente cerrársele la garganta, y sabiendo que la charla no le serviría, se creyó agonizar otra vez, saludo levemente a su amigo, entendiendo que el mundo se le acababa.
De vuelta en el sillón apresuró un sorbo de whisky, una punzada en la boca del estomago lo dejó casi sin respiración, todo se le nublo, y se dejó caer.
Se vio entre nubes y escuchó tan clara como dolorosamente “Yo te espero como siempre tranquilo… entero. Tomate todo el tiempo que necesites yo… yo te espero aquí mi amor.” y los ojos mas enamorados que alguna vez lo miraron, se le filtraron nuevamente en cada rincón del alma.
Cuando volvió en sí, se encontró solo, no había nadie, solo un pequeño haz de luz se filtraba entre las cortinas, en la oscuridad de la noche se observó vencido, y se dijo así mismo que tenía que parar, porque de seguir así, iba a terminar con un infarto o en un psiquiátrico.
Con lo poco de fuerzas que le quedaba se puso de pie, y casi arrastrándose logró llegar hasta el teléfono que desde hacía unos minutos no dejaba de sonar.
En la línea escuchó a Jorge que eufórico lo decía: “ya entendí, venite, ya lo encontré…”



continuará....

lunes, 21 de abril de 2014

Viñetas: Amor del bueno by Acto

#FragmentosDeLaVidaCotidianaGuilledro

Atascado en Panamericana, Pedro había fumado su segundo cigarrillo después del desayuno "Suficiente antes de las 9" pensó. Encendió la radio y al escuchar esa canción supo que había sido escrita para ellos... 

Esta es la primer viñeta, 
con la que iniciamos el camino.
 Lilita


Viñetas: Destinados by Ellen


No lo recordaras hasta que lo reconozcas, no sabrás que la casualidad te cruzo mil veces con el amor de tu vida, no le darás importancia a aquel hombre de calvicie incipiente y saco gris que te choco apenas cuando subías apurado las escaleras de la facultad porque se te hacia tarde, ni al muchacho de cabello desordenado y saco camel al que le pediste disculpas.
Cuantas veces aburrido unos instantes de la conversación de tu acompañante recorriste con la mirada a los ocupantes de las otras mesas del bar, reparaste en la cerveza que bebían un joven y una chica o en la botella de Malbec de la mesa vecina.
Recuerdas la mano de dedos largos que retiro unos papeles de la ventanilla del juzgado? Por cuantos segundos te detienes en la forma de los labios que te preguntan por una sala antes de contestar apurado y seguir tu camino?
Puede que pienses unos instantes en el perfume del hombre que va contigo en el ascensor leyendo unos expedientes y te bajes y quede apenas un dejo del olor a cigarrillo que impregna tu ropa.
Un día sonreirás una disculpa y tus ojos marrones se cruzaran con los negros del hombre de semblante adusto que tropezaste en el pasillo, te hará un gesto de “no es nada” con su mano con anillo mientras sigue discutiendo con el fiscal.
Tal vez pienses que no recuerdas todos estos detalles, hasta que los reconoces. Hasta el día en que para hacer tiempo decides entrar a escuchar la audiencia de las doce y media “Postiglione por estafas” y te llama la atención la voz segura y firme que alega apraxia en la defensa y te acercas al hombre de saco gris para felicitarlo, y la mano del anillo estrecha a la de largos dedos del joven de pelo desordenado, los ojos negros reconocen a los marrones y a la sonrisa de labios gruesos, y el recuerdo del perfume reverbera en tu memoria y aceptas almorzar con el “desconocido” y discutes si Malbec o Cabernet….

“Todo principio
no es más que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.”


(Wislawa Szymborska)

Viñetas: Momentum by Lupillar

CUESTIONES DE LA FISICA


Lleva muy poco en el estudio, acaba de completar un mes y se siente pleno. Trata por todos los medios siempre de alargar sus horas de trabajo por el simple hecho de estar entre esas paredes y escuchar a Guillermo hablar en cualquiera de sus tonos.

Los días se van llenando con su presencia, los diálogos se hacen más conectados e íntimos y las noches se hacen cada vez más vacías, más desesperantes y más anhelantes.

El despertar día a día nace ilusionado, atropelladamente desayuna y se despide de su mujer y casi sin darse cuenta abandona el hogar con dicha, y es en ese momento que siente el corazón palpitar, escucha su retumbar en los oídos.

La admiración se acrecienta y la necesidad de encontrarlo a solas lo sorprende.

Hoy el estudio está en silencio, sin ninguno excepto ellos dos. Guillermo cansado y meditabundo se apoltrona en su silla, un día como muchos de excesiva carga laboral con excesiva carga emocional.

Y Pedro allí en su escritorio, inquieto, ansioso con muchas preguntas y una sola respuesta. Se siente llevado por una fuerza superior que lo hace mover sin duda.
Se desliza en la distancia y a hurtadillas se acerca a la puerta entreabierta para observarlo y grabarse cada detalle de su rostro, de sus manos, de su respiración.

Receloso que lo encuentre en esa actitud se esfuerza por retirarse pero la fuerza poderosa que lo impulsa no lo deja moverse, baja la mirada y cuando la sube nuevamente se encuentra con un par de ojos oscuros, profundos, dilatados y brillantes que lo miran directo y lo hacen sentir más pesado, que le roban el oxígeno. ¡Pedro!- lo llama Guillermo en tono bajo y ronco, con paso lento y atraído por esa mirada se deja llevar y traspasa el límite de ese umbral, no sabe cómo explicar esa fuerza poderosa, esa fuerza que lo ha llamado desde que llegó allí, solo atina en ese instante a cerrar y asegurar a su espalda esa puerta que acabo de cruzar.




domingo, 20 de abril de 2014

Viñetas: Hilo Rojo VI by Lupillar


SEXTO CAPITULO           


La sensación de la muerte va más allá del dolor inicial de la carne, es el peso del dolor en el alma, el dejar eso a lo que estamos aferrados; Dejar lo amado, lo anhelado, dejar la esperanza de encontrar lo buscado.  Guillermo en fracciones de segundo es consiente que está casi inmóvil sobre el pavimento ahogándose en su propia sangre, con el dolor inclemente irradiado a todo su cuerpo anestesiándolo y  con una sola  letanía en su mente: “Pedro…Pedro”
El destello casi fosforescente  de la lámpara se refleja en las pestañas, ojos semi abiertos. Una sombra, dos sombras proyectadas que vienen y van. Las ve cernirse sobre él, en un coro de susurros, un repicar incesante como el de un reloj de péndulo. Lo recuerda inmenso en la casa de su abuela haciéndose eco por todos los pasillos, haciéndose presente durante muchos años como el único arrullo para su eterno insomnio. El tic-tac se pierde en el tiempo y el espacio a medida que el cansancio aumenta, ¡esta tan cansado! Como nunca antes, y de nuevo renace fuerte, contundente el sonido del tic – tac, y se alegra, se deja llevar como en una canción de cuna, cae profundo, en silencio en su último sueño.


Nunca antes esa sensación de angustia se instalaba de aquella manera, ni en sus noches más oscuras, ni en sus días de más soledad. Se toma el pecho mientras espera cambiar el semáforo, la respiración casi duele, frena bruscamente  y antes de bajar es sorprendido por un golpe fuerte sobre el parabrisas; Beto con la cara trasfiguraba de dolor. Lo único que atina a escuchar “Le dispararon  a Guille”. Un sonido sordo sofoca el resto de los sentidos, las náuseas  amenazan y el llanto se apodera incontrolable. No siente el correr de los minutos, no ve el tránsito de la ciudad, casi ni siente la presión poderosa en su brazo que ejerce la mano de Beto al sacarlo del automóvil.
Solo percibe poderoso el aroma a hipoclorito, los diferentes matices casi desagradables que percibe en el aire colmado a enfermedad y como un polo a tierra, lleva aferrado en el puño de la mano aquella tarjeta amarillenta por el paso de los años que lleva sus nombres. Se queda estático a mitad del pasillo, perdido entre las paredes blancas y con la sensación de abandono avasallante y lo nombra en silencio y a gritos en su mente reteniéndolo, convirtiéndolo en un mantra “Guille”
Y la única idea racional se apodera de su mente “si te pierdo…yo me muero”. No siente a Beto ir y venir, (no repara en la violenta llegada de Fabián, en llanto, exigiendo una respuesta); al desespero de Gaby conteniendo a Cuca casi a borde del desmayo, a Marcos por primera vez perdido con su inmensidad, no se percata de su propio rostro bañado en lágrimas, de su negación de tomar asiento, no siente el celular vibrar insistentemente en el bolsillo de su abrigo, solo siente irse la vida, desgajándose minuto a minuto.
-          Familiares del señor Graziani.
-          ¡yo!- salta Fabián, desencajado.
-          Somos su familia – Beto contenido, que observa a Pedro vigilante acercarse, lo ve pálido casi fantasmal, con los ojos opacos.
-          El señor Graziani fue víctima de un disparo a nivel del tórax con compromiso pulmonar, presenta un hemotorax, en el traslado de la ambulancia a la guardia entro en shock: un paro respiratorio con posterior reanimación. Ahora se encuentra estable, debemos esperar las siguientes horas, el disparo …
-          ¡¿eso qué quiere decir, ah…que mi papá…que mi papá…?!- grita Fabián.
Beto lo contiene, Cuca y Gabriela lloran abrazadas. Pedro, impasible y con los ojos abiertos, fijos sobre el médico.
-          Doctor. ¿Guille está muy mal?
-          Ha perdido mucha sangre, ese es otro inconveniente, es O negativo, la reserva de sangre de su tipo es poca, y no sabemos en las próximas horas que pueda pasar.
-          ¿no hay sangre?- la voz de Pedro corta el aire sorprendiendo a todos.
-          Hay lo suficiente para una trasfusión, su Hematocrito es demasiado bajo por la pérdida de sangre…debemos buscar en otros bancos…
-          Yo soy O negativo- dice Pedro serio, fuerte como si fuera otro hombre diferente al que entrara unos momentos antes.
El medico cambia su postura, relaja el semblante y le solicita a Pedro dirigirse con él al banco, el  transcurrir del tiempo se hace cruel, invivible. Beto lo observa firme, la mirada resuelta sin un ápice del terror visto en el auto, de un niño en pánico paso a un hombre sereno, ahora tiene la certeza que es la otra mitad, la que necesita Guille para vivir, y ahora para sobrevivir.

Al paso de los minutos la tensión se hace insostenible, Fabián se pierde entre los pasillos buscando a médicos y enfermeras que le logren dar una respuesta. Llega al laboratorio buscando a Pedro y lo observa recostado con los ojos cerrados y la cánula puesta. Por alguna razón siente que Pedro es quien tiene las respuestas; por algo su padre se ha enamorado perdidamente de él y por algo el aún no encuentra motivo para odiarlo. Se recuesta sobre la pared, se deja deslizar por ella. Aterrado llora en silencio, Beto lo observa igual a su padre, fuertes pero con un punto de quiebre, lo deja solo, ahora sabe que él no es la compañía que Fabián necesita.
Mientras trata de digerir el refrigerio obligatorio después de la donación observa la tarjeta, los recuerdos clarísimos se vienen a la mente, brillantes. Su madre menospreciada, él con la voz grave y suave al mismo tiempo, su risa espontánea y sus ojos, hermosos ojos, que en la sensación de un niño albergaron paz.
Allí estaba una de las repuestas, ese intuirlo cercano, ese sonido conocido de su nombre, la comodidad al escucharlo hablar.
De nuevo el teléfono. Camila. Decide contestar y sin mucha explicación aclara el motivo por el que no puede viajar, cuelga, lo apaga.
Sale al pasillo y se sorprende al ver a Fabián sentado en el piso, lo llama y el chico con los ojos enrojecidos lo busca. Ni una sola palabra. Pedro lo acompaña, despacio cruza su brazo sobre los hombros, el chico se deja hacer.
-          ¿se va a morir?- le pregunta anclando los ojos en los suyos.
Pedro sabe que no hay respuesta, que Guillermo está en el límite, que él está en el límite.
-          No lo sé Fabián, no lo sé.
Cae la noche. El medico avisa que la sangre de Pedro es óptima para trasfusión ya que la hemorragia continua.
-          Se hará  una cirugía, la hemoglobina sigue descendiendo. Continuamos monitoreándolo con rayos X. Con el procedimiento creemos que será suficiente para estabilizarlo.
-          ¿Lo puedo ver?- la voz sale lastimera, en un hilo.
-          Después de la cirugía- el medico mira a Pedro- tranquilo,  todo va a salir bien-
Las siguientes horas se traducen en un silencio casi absoluto, cada uno arrasado por los mismos demonios de miedo y dolor. Un sollozo de Cuca, un abrazo de Gabriela, un beso de Beto. Pedro por momentos se pierde en su propia mente. Un fotograma de recuerdos se repite una y otra vez, la angustia gana terreno; camina de un lado a otro, la necesidad de verlo, el llanto silencioso y de nuevo una fortaleza que no creyó jamás tener renace, acaricia la cabeza de Fabián que lo busca constante para no dejarse consumir por el dolor.
En la sala de espera Pedro junto a Beto sin palabras de por medio se sostienen. El medico se acerca,” la cirugía salió bien, lo monitoreamos las siguientes 24 horas”. “Pedro… ¿necesitas algo?” lo mira, sabe cuál es la pregunta real “estoy bien Beto, asustado, desesperado, pero confiado”.
Pedro le pregunta si sospecha mínimamente quien está detrás del atentado y Beto sin ninguna duda: “Guille se ha encargado de hacerse en el camino algunos enemigos, esa causa de contrabando que involucra al fiscal y a Miguel Ángel”. Beto lo mira entre temeroso y avergonzado “¿te acordas?, Baunes…Matías, ese es el caso en el que trabajan”. Si, lo recuerda trabajar absorto, metido de lleno en algo que definitivamente no le hizo hacer parte. Ahora entiende y recuerda la incomodidad de verlo junto a Matías y se reprocha los celos enceguecidos que no le permitieron vislumbrar la verdadera razón, el verdadero motivo. El ridículo que hizo en aquel momento. Se pasa las manos por la cara, necesita un cigarrillo. Salen. En medio del humo con olor a tabaco, sostenido por un muro Pedro lo mira “si Guille no sale de esta…yo no podre…no podre seguir” Beto mira el cielo y piensa con infinito dolor ¿en qué momento cambio todo?

Solo dos personas permiten entrar a la unidad de cuidado intensivo. Fabián sale inconsolable después de ver a su padre. Pedro entra, temeroso. Con la mirada barre el sitio, de espacios amplios  con el repicar y los sonidos de las maquinas. La enfermera le hace lavar las manos, colocar la bata, tapabocas y guantes. Lo guía al cuarto, con la constante del sentimiento frio que se cuela bajo la ropa, con el frio de lo impersonal y lo ajeno a todo, de lo ajeno a él, de lo ajeno a Guille y de nuevo el dolor en el pecho.
Se detiene frente a la puerta con pánico de verlo y tal vez no reconocerlo, de perderlo. La enfermera con la experiencia de los años lee entre líneas “sus signos vitales son estables, si continua así ya mañana lo trasladan a piso” él la mira y ella con una pequeña señal lo hace seguir, pasar el umbral.
Jamás imagino ver a Guillermo hundido entre una maraña de tubos y con una máscara asistiéndolo para respirar. Se acerca y le aterra el color cetrino de su piel, lo mira punto a punto y observa la venda a su costado izquierdo, se concentra en su pecho y en el oscilar de la respiración. Acaricia el rostro como tantas veces lo hizo él. La frente, las cejas, las mejillas. La máscara no lo deja llegar a su boca, ¡cuánto daría por darle un beso!, que lo sintiera. Lentamente pasa la mano enguantada por su cuello. Cree fehacientemente que su único modo de comunicación es el tacto. Acaricia la mano y suavemente la levanta, se quita el tapabocas y besa los nudillos “tenes las manos más bonitas que he visto en mi vida” susurra, las acaricia con sus labios dejando un reguero de besos pequeños que ascienden de nuevo al rostro, a centímetros de su piel aun percibe su aroma propio, aun no lo ha perdido, no lo va perder.  Besa los parpados suavecito “acá te espero; tranquilo, entero…yo te espero acá mi amor”.


Hace muchísimo no recorría la casa vieja donde paso casi toda su infancia, llena de luz con olor a tostadas y mermelada, ve el reloj de péndulo con su eterno tic tac, la escalera de madera oscura brillante como siempre. La llama pero nadie contesta, sale al patio repleto de macetas con diferentes plantas, aquellas que le enseño a cuidar y hallar un gusto especial, las riega y retoma su camino al interior.
Ya no es la casa de su abuela, es ese bar junto a la universidad, al que hace mucho no va. Con una iluminación íntima. Por alguna razón siente el corazón repicar fuerte, con anticipación, con una felicidad indescriptible. “¿desea tomar algo?” escucha al chico a través del biombo “si, un café por favor” y su risa, una risa conocida. De nuevo repara el biombo, y a través de la rendija mira un par de manos de dedos largos, estilizados y el olor de un perfume frutal, cítrico. Se levanta, rodea el biombo y ve a un hombre sumergido en la oscuridad ¿Cómo te llamas?
El movimiento del tren lo hacen asirse al primer soporte que encuentra. El hombre en la oscuridad esta de espalda, la luz del día lo ilumina, se gira, sonríe. De ojos grandes, labios gruesos y hoyuelos “Pedro” y le da la mano como saludo. La siente delgada pero fuerte, la mira de nuevo, como le gustan esos dedos largos. El chico atrevido le acaricia los nudillos, “tenes las manos más bonitas que he visto en mi vida” y lo ve sonreír y él le aclara coquetamente “vos tenes las manos más bonitas que yo he visto en mi vida”. Siente a Pedro besarle las manos con adoración, besarle el rostro, los parpados y escucha su voz suave filtrarse a través del espacio “acá te espero; tranquilo, entero…yo te espero acá mi amor”. El tren se detiene, Pedro en una última caricia le roza la muñeca con la yema de sus dedos antes de bajar en la estación. Ve las puertas cerrarse y con el adentro siente  el tren iniciar la marcha. No desea quedarse en ese vagón, algo le impide moverse del sitio, cierra los ojos “Pedro” .De nuevo la oscuridad.


Mientras trata de tomar un café ya frio ve llegar a Camila. Antes que ingrese a la sala la retiene y a fuerza la lleva a un pabellón lejano. Recriminaciones en todos los tonos “¿me vas a dejar por ese puto?” “vos y yo somos una familia, queremos formar un hogar” Pedro la observa y con una claridad mental que hasta ahora encuentra, es completamente honesto: “amo a Guillermo, sin saber en qué momento, sin importar que es un hombre, sin la vergüenza para esconderlo”
Camina por los pasillos, con el cuerpo liviano. Presiente que todo estará bien, una fuerza que no es ajena a él lo acompaña, lo levanta y lo mantiene. Una sensación en la piel como cuando Guillermo lo acaricia se hace más real. Ve a lo lejos acercarse con pasos rápidos a Fabián que lo busca. La mirada desesperada lo detiene, el chico sonríe “¡Pedro, salió de terapia intensiva!”
El medico los espera: “está evolucionando muy bien, los rayos X no muestran hemorragia, su hemoglobina va en ascenso, y ya no hay necesidad del respirador artificial. Pueden pasar ambos a verlo” Fabián lo mira, lo empuja con sus manos y tímidos entran. Pedro deja primero al chico acercarse que lo besa y le habla al oído “acá estamos papá, te estamos esperando”
Lo mira fijo, detalladamente como grabándose cada rasgo de su cuerpo y ahora sin ninguna barrera lo acaricia de nuevo con el mismo recorrido. Besa la frente “por acá mi amor” ahora con los labios le roza la boca, tibios y algo resecos, los humedece un poco y con la nariz le perfila el rostro. Acerca la silla, se acomoda, besa el dorso de la mano y entre las suyas la retiene, cierra los ojos un solo momento y el cansancio lo vence.


El pecho lo siente pesado, como si algo lo oprimiera. El calor del sol lo percibe en el rostro, respira. Duele el pecho. Trata de abrir los ojos también pesados, con la sensación de arena en ellos. Traga saliva, ¡que sed! Poco a poco los abre, se acopla a luz, gira el rostro, su mano derecha entre las de Pedro. Su cabellera revuelta, recostado al borde de la cama. Lo llama una, dos veces, la garganta también duele, mueve los dedos de la mano “Pedro…”

No sabe si han pasado horas o minutos, una incomodidad en el cuello por la posición en que quedó dormido lo hacen quejarse y lo escucha apenas en un murmullo, se gira rápido y se encuentra con los ojos inmensos, profundos mirándolo “¡Guille…Guille!” una sonrisa, un suspiro, una caricia y un beso de nuevo en la mano, busca su refugio y suavemente se hunde en el cuello. “precioso”; el peso de la preocupación cae sobre su cuerpo y alma; y Pedro primera vez se permite el llorar desconsoladamente.