2013
ATAQUE
ENERO
¿Eres feliz? Hacia una semana de su encuentro con su primo Marcial que viajaba por negocios desde chile. En medio de algunos tragos, y en un momento excepcional de seriedad lo miro a los ojos y le hizo aquella pregunta… ¿feliz? … que palabra tan pequeña de contenido tan inmenso, tan ambiguo y tan difícil de hallar.
Llevaba un año de matrimonio con una mujer para él, única; llena de ternura, de amor, de pasión que lo esperaba en casa todas las noches, que se arreglaba para él, que lo idolatraba casi hasta el límite de la obsesión. Felicidad. No sabía con certeza que era ese sentimiento que lo invadía. Podría decir que le encontraba un sinónimo, una similitud a la palabra “comodidad”, a un valle sentimental que deseaba hace mucho tiempo. Si, si la felicidad es la comodidad y la tranquilidad que encontró en aquellos brazos, si, era feliz. Pero la sensación de no todo estar en su sitio, de percibir algo fuera de su lugar lo embargaban de vez en cuando, cuando volvía a tener aquellos sueños, muy distantes en el tiempo, ya casi olvidados; aquellos recuerdos que creía sueños con un rostro de facciones borrosas pero la mirada nítida, clavada en él.
MARZO
Comienzo de mes con una lluvia torrencial, el cielo encapotado. Como le incomodan aquellos días a Pedro, no sabe si por los tonos grisáceos o si por la aroma de melancolía que los caracteriza pero hoy sobre todo con la gran noticia dada por su esposa “estoy embarazada” lo trastorno a un punto de querer huir, refugiarse en algún lugar, de perderse entre la multitud, si, definitivamente los días grises no están dentro de sus favoritos.
Corre buscando un local donde resguardarse, sacude un poco el agua de las mangas y de su cabello. Respira hondo y de nuevo la amargura de la noticia, el malestar que le produce aquella idea de ser padre. No encuentra paz ni regocijo. La amargura de sentirse miserable por algo que cree debería causarle una felicidad infinita. Busca en su cabeza alguna razón para convencerse a si mismo que esto que siente pasara con los días, que tal vez es una reacción típica al shock y que poco a poco su malestar se convertirá en jubilo. Asi seria, asi debería ser.
MAYO
Sus sentimientos de amor los ha volcado en aquella criatura, se queda minutos enteros palpando aquel vientre ilusionado por la nueva vida y sonríe al saber que los primeros días el pánico lo inundo al creer que ese malestar le iría a dañar sus días…pero el trascurso del tiempo le ha demostrado que todos sus temores fueron injustificados. Se imaginaba con un bebe entre brazos, dándole todo su amor, esas carencias de las que fue víctima las derrocharía en su hijo.
La reunión que armo su esposa le parecía demasiado deprisa, un baby shower con los amigos más cercanos y alguno que otro que ni recordaba de donde eran. La observaba a lo lejos, cada uno de sus gestos, recorre su figura con el incipiente vientre y clava su mirada en sus ojos, y por primera vez, como si le quitaran una venda ve en ella una falsedad innata. La observa de nuevo. Su risa superpuesta y sus manos nerviosas y nunca una mirada fija, a nadie. Pedro se sofoca, esta no era la vida que él quería. ¿En qué momento se dejó llevar? ¿En qué momento dio el sí en la boda? ¿En qué momento se descuidó y su mujer quedo en embarazo? Nada, nada de eso lo imagino siquiera, nada de eso lo deseo, nada de eso lo recuerda hoy.
Desesperado se endereza, ella lo ve y le exige que se quede dónde debe estar, el devuelve la mirada, toca a su hijo y con un “ya regreso” seco, amargo huye hacia la calle, pasa la noche deambulando, dándole vueltas a todas sus preguntas sin una miserable respuesta. Se hará cargo de sus responsabilidades, de sus actos. Ya no hay reversa de nada.
JUNIO
Ya nada es lo mismo, cada vez más apático, cada vez más introvertido. Solo en aquellos momentos en que su mujer y él se concentran en el bebe se deja llevar por sus emociones reales. Ama a ese ser que viene en camino y por él está dispuesto a llevar aquella carga.
Camila le ruega que hable con ella, que le diga que pasa en esos momentos silenciosos que se han apoderado de su relación, él no tiene respuesta, sin hallarla. Un “te amo” vacío que cree sentir es la única manera de terminar con aquellas charlas, la abraza y hunde la nariz entre su rubio cabello e intenta dormir, lo hace. Ya mañana es otro día, así lleva la vida, día a día, sin ganas de nada, sin pasión de nada, sobrevive. Sin saberlo cree estar bien con eso.
Ha renunciado a la multinacional donde trabajaba, ha escuchado de un estudio con uno de los abogados penalistas mas importantes de la ciudad…un tal Graziani, le suena ese apellido, lo ha escuchado en algún lado, lo conoce…no lo recuerda. A la mañana siguiente uno de los abogados socios lo contacta para una entrevista y por alguna razón una ilusión pequeña destella profundamente. Se acerca a una floristería. un ramo de rosas rojas para Camila. se siente tranquilo aquella tarde de regreso a su casa.
Abre y el tiempo no da para escuchar un quejido de la mujer al fondo desde el baño, lo llama con un lamento, corre y la ve tendida en el piso, manchada en sangre. Desespero, horror, recuerdos, sentidos en shock, lagrimas, ambulancia, dolor, infinito dolor.
Ese paraíso que creyó tener se le ha escapado como agua entre las manos. Aborto espontaneo por trauma severo. Solo atina a escuchar aquella palabra aborto…muerte…la nada misma, vacío, desolación. Como una puñalada, un pinchazo al centro del alma, mezcla de dolor y arrepentimiento le nublan los ojos, no ve, parpadea buscando la luz y la garganta la siente cerrarse.
El ataque de pánico le da tiempo a bajar corriendo y abrirse paso en un patio trasero, no desea a nadie alrededor. Ha estado tan ensimismado en él que el remordimiento de no haber disfrutado de aquello más tiempo lo abarcan en totalidad, llora ahogado, cierra los ojos buscando acompasar la respiración. No hay logro. Y escucha entre la bruma una voz ronca “¿está bien, necesita algo? Niega, y cuando cree estar solo siente una mano tocar su brazo izquierdo, fuerte, calurosa. Alza los ojos y ese color miel, oscuro, inmenso lo devoran.
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