Viñetas: Mientras llueve by Lupillar

Lo veía cruzar la calle con el cigarrillo en la mano, el abrigo color miel y el pensamiento más allá, quien sabe en dónde. Lo conoce no hace mucho, de vista y de lejos y ¡cómo le gustó desde el primer instante! Ahora lo observa detalladamente y se siente encantado, embrujado.

Nunca ha reparado en él, nunca le ha dado ni un asomo siquiera de una mirada, sabe que para él no existe, habrá escuchado su nombre pero al pasar a su lado jamás lo ha saludado y como se muere…de ganas por cruzar unas palabras, una cabezada…morirse de repente bajo la luz de esos ojos.
Se toma un café y lo ve entrar con esa sonrisa, con ese aire tan suyo. Llueve. Frio penetrante. Lo roza con su abrigo, y deja algunas huellas de esas gotas en el dorso de su mano, las toma entre sus dedos y se las lleva a los labios, como un beso…un beso no dado y si muy deseado.

Sus miradas hacia él son constantes, es su centro de atención y sin darse cuenta se queda solo en la cafetería, mira a su alrededor, la lluvia arrecia y lo busca de nuevo insistente entre la poca gente que queda. No lo ve. Tal vez ya se marchó. Suspira y se lleva las manos a su boca concentrando un poco de calor, olvidó su Gabán y el frio le penetra hasta los huesos. Pide otro café, se retira un poco de la barra mientras fija su mirada a través de la ventana esperando que la tarde le dé una tregua y pueda salir hacia su casa.


Las gotas frenéticas sobre el vidrio lo distraen, se evade del mundo real y en un lugar más allá de cualquier razón se lo imagina: un roce de manos, un abrazo en una calle cualquiera, otro roce de manos, ahora una mirada, otros miles de abrazos, un beso suave, sutil de esos labios carnosos y con la tormenta pintada en esas pupilas, un te quiero, un beso profundo, una piel deseada y recorrida con deseo, amor y un te amo apenas susurrado pero con la fuerza y el amor contenidos. Un relámpago a lo lejos lo trae de nuevo, parpadea y mira la profundidad del cielo gris. Esta loco, ya no lo sueña solo en sueños, lo sueña despierto, alucinaciones.

Su voz como un cantico, con esa suavidad de la mermelada, se filtra a través del espacio y lo escucha junto a él - ¿esperando a que pase?- a Guillermo se le va el aire, lo mira con sorpresa y apenas responde con un sí. El hombre sin mirarlo sonríe – sí, yo espero como siempre acá, tranquilo…a que pase- Guillermo regresando de otro espacio y de otro momento pronuncia – paciencia…hay que tener paciencia…- y el hombre lo mira con esos ojos inmensos – ¿y que vamos a hacer…con esto?- y Guillermo sintiendo que por fin llega a algún lugar – yo, yo no sé… ¿un café?

Extiende la mano helada como excusa para tomarle la mano – Guillermo Graziani- y siente su calidez que estrecha con fuerza – lo conozco Doctor, lo conozco muy bien…Alfredo Martínez *1 

Jamás imagino estar tan cerca suyo, oler su perfume y allí alejados de los demás, junto a la barra de bebidas y con la excusa de la lluvia se miran de nuevo a través del humo del café – esto, esto va a pasar…la lluvia – aclara Guillermo con la mirada fija en Alfredo que sonríe de nuevo enmarcado por esos hoyuelos - sí, hay que tener fe que pase pronto…- dejando de lado el café y encendiendo un cigarrillo trae definitivamente a Guillermo a su mundo –como todo en la vida…todo es un acto de fe- 

Guillermo en un impulso le quita el cigarrillo que aplasta en la caneca de la basura recordándolo por fin, dándose cuenta que no fueron sueños si no historias de otra vida y con su mano fría acaricia la mejilla de Alfredo – sí precioso, todo en nuestra vida es un acto de Fe-

Y La lluvia siguió su curso por unas cuantas horas más…y “esperaran la vida, amiga vida, mientras llueve”*2 


*1 Alfredo Martínez, el nombre que da Pedro a Maidana cuando llega a la casa del Delta
*2 frase original: ¨y esperaré la muerte, amiga muerte, mientras llueve¨ Última frase de la novela MIENTRAS LLUEVE de Fernando Soto Aparicio escritor Colombiano .