Embrujo (5ta parte) by Antonia & Elena

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En su cómodo piso de Puerto Madero, Guillermo se  sirve un whisky. “La puta madre que fue difícil enfrentar su mirada, esta noche”

Fuera del contexto de la Fiscalía, contestar a la pregunta de Pedro no fue fácil, su primer instinto fue defenderse, pero sintió que tenía que ser honesto y corresponder sinceridad con sinceridad.

Sonríe pensando en la noche, en los chistes, la discusión animada.. luego el recuerdo de cuando bajaba del coche.

Ese fue un momento extraño..

No había logrado bajar del coche inmediatamente porque una fuerza desconocida lo había retenido y para Pedro fue lo mismo.. estaba seguro de eso.

"Demasiado cansancio.. estoy imaginando cosas donde no las hay, mejor me voy a dormir.”Apoya el vaso ya vacío sobre la mesita y se dirige hacia el dormitorio cuando suena el celular.

*  *  *

Mira su reflejo en el espejo del baño mientras se cepilla los dientes. Las palabras de Guillermo resuenan en sus oídos “Alguien con tu misma mirada, importante en mi vida, un fantasma” ¿Quién? No llego a ver los ojos de la mujer que salía aquella noche de su oficina. Y esa mañana, después de la llamada telefónica, por primera vez desde que lo conoce lo vio perder el control, y lo sintió vulnerable, con… miedo.

Se queda quieto, viendo sus propios ojos en el espejo, muy pocas veces lo vio sonreír, siempre con esa fachada mezcla de enojo y seriedad, sólo, demasiado sólo. Busca el teléfono y marca.

– Guillermo? Pedro…perdóname la hora. Te desperté?

-No.

-No podía dormir y…solamente quería decirte que lo pase muy bien hoy, en la cena, con vos.

Después de un instante, suspira y contesta - Yo también lo pasé bien... hace mucho tiempo que no me divertía... y vos lo sabes bien.

-Te veo mañana entonces, que descanses.

* * *

Una última mirada en el espejo antes de salir para la oficina. Traje azul, camisa celeste, corbata a rayas; sencillo, impecable. Sonríe “Yo también la pase bien, y vos lo sabes.”

Suena el celular cuando está subiendo al auto, reconoce en la pantalla el número del hombre que lo contacto en la fiesta, la persona a la que debe informar.

-Sí, soy yo…no, todavía nada…recién está empezando a confiar en mí, necesito más tiempo…no me olvido. – arroja el teléfono en el asiento y apoya la frente en el volante – ¡La puta madre!.

Empuja la puerta del despacho de Guillermo – ¡Buen día! – los brazos cargados de carpetas y una taza de café en cada mano – Toma, ahora vengo – y regresa con la notebook y más papeles, cerrando con el pie.

-La declaración patrimonial del Jefe de Gabinete – explica mientras apila documentos delante de él – Todos sus bienes, los de su familia y cuentas bancarias. La lista de las empresas que investigaba Mezcal. Declaraciones de impuestos, cuentas y movimientos bancarios. Muchos son medios de comunicación que reciben fondos del estado, puede que haya alguna incompatibilidad con el cargo pero, si revisas la composición de las sociedades tal vez también…

-¿Enriquecimiento ilícito?

-Puede ser. ¿Pero eso no alcanza para que lo maten, no?

-No.

-Y además…

-¿Qué?

-¿Por qué te interesa la muerte de Mezcal y sus investigaciones? No es de tu competencia.

-Mezcal me dijo que había descubierto algo importante, algo que podía interesarme, pero no llego a decírmelo a tiempo.

Toma el café pero no va más allá del primer sorbo; una mueca de disgusto, luego toma nota de la mirada sorprendida de Pedro.

-¿Esto es un café para vos? ¿Querés provocarme un coma glucémico o qué?

-¿No te gusta?

-El café me gusta.. ¡Cuando es café! No esta porquería. No, no, así no va. No me gusta empezar así el trabajo... hagamos esto, toma todas tus cosas - mientras tanto apila documentos sobre documentos y se los entrega - y empezas a trabajar por tu cuenta.

-¿Y vos?

-¿Yo?... Yo trato de enderezar el día yendo a tomar un buen café, cargado y sin azúcar en un bar en lugar de esta porquería que trajiste de la máquina del primer piso.

Guillermo toma la notebook y lo apoya en la pila de legajos, luego se ajusta el nudo de la corbata y se dirige hacia la salida.

-¿Tanto lio por un café? - suspira y habla con calma.- Dale… voy a buscar otro. ¿Te gusta el del bar de enfrente?

-¿Qué del bar de enfrente?

-¡El café Guillermo! ¿De qué estamos hablando? ¿te gusta?

No espera la respuesta, que lee en el fondo de sus ojos; en un instante ya está afuera, y en cinco minutos lo ve volver.

-¿Dos cafés?-lo ve apoyar las tazas sobre su escritorio.

-¿Dijimos que íbamos a trabajar juntos, no?-insiste Pedro-¿Empezaste a mirar los papeles?

-¿Imprimiste todos los expedientes?

-Todos, sí, sobre los papeles se trabaja mejor

Después de tres horas, todavía, están en el punto de inicio. Guillermo mordisquea la patilla de sus anteojos mientras se esfuerza en entender el modo de trabajar de Mezcal.

"¿Qué estaría buscando? ¿Y dónde lo habrá escondido?”

- ¿Encontraste algo?

-¿Nada y vos?

Pedro sacude la cabeza desalentado.

-¿Alma que está haciendo?

- Revisando el disco rígido de nuevo, lo está dando vuelta como una media. Es tan cabeza dura...

-Tiene olfato… evidentemente siente que puede encontrar algo. ¿Dónde guardas esta documentación?

-Sólo llevo conmigo los legajos que no termine de analizar, el resto lo guardo en mi oficina.

-Pone todo en mi caja fuerte, esta noche. Es mejor tomar más precauciones hasta que no encontremos el hilo conductor de esta investigación.

-¿Por qué pensás que es necesario tener más cuidado?

-Porque es fácil entrar en tu oficina, hasta yo tengo la copia de tus llaves.

-¿Vos? No.. no lo creo. ¿Mezcal te dejo la llave? No puede ser, hice cambiar la cerradura cuando llegue.

-Las hice cuando me dejaste las llaves desafiándome a entrar en tu despacho.

Lo mira con atención, sorprendido... luego nota su expresión burlona y se ríe. –Me estas cargando... no lo harías nunca. Dale, decime porque no tengo que dejar la documentación en mi despacho.

-No estoy seguro, pero creo que hay alguien, en la Fiscalía, que filtra información.

-¿Sospechas de alguien?

-No. Desafortunadamente no. No tengo nada en concreto como para sospechar de alguien en particular... Por eso prefiero que uses mi caja fuerte o que te lleves todo a tu casa, como quieras. Por precaución.

Un llamar discreto y Lourdes entra; no pestañea al verlos trabajar juntos, señal de que la noticia se difundió como un relámpago por la fiscalía.

-¿Lo saben todos?

Lourdes sonríe ante de la expresión de Pedro que los mira a ambos tratando de entender, ligeramente fastidiado por la evidente confianza existente entre ellos.

-Todos.. y todos se preguntan si fue el segundo café el que hizo el milagro, a partir de hoy todos van a hablar del milagro del café - y se echan a reír-¿Vamos a almuerzar?

-¿Venís con nosotros, Pedro?

-¿A almorzar?.. No, gracias. Me quedo acá; todavía tengo que revisar este legajo.

Guillermo lo mira con atención y comprende, Pedro necesita sentirse parte del grupo.

-Lo haces después, dale…. Te dejo elegir el vino.

-¡Ah bueno! – contesta riendo - Si puedo elegir el vino, sí.

-Pero que esta vez sea Malbec…

Dos semanas después…

Se convirtió ya en una rutina; él llega antes y diez minutos después, como si tuviera un radar, llega Pedro con los cafés.

Un poco de charla y empiezan a trabajar sin siquiera levantar los ojos de los documentos, almuerzo veloz con Lourdes y luego, de nuevo, controles cruzados de lo que ya examinado.

La cena.. la cena es una historia aparte... un mundo aparte.

Noche tras noche la cena se hace cada vez más larga. Guillermo siente que, en aquellos momentos, logra desenchufarse del mundo que lo circunda; ya olvido cada duda que tenia sobre él y dejo de ponerlo a la prueba.

* * *

Espera como todos los días en la barra del bar a que le despachen dos cafés cuando ve, a través de la ventana, al encargado de la fotocopiadora de la Fiscalía entrar en la parte trasera de un auto demasiado llamativo. Se acerca y observa escondido tras la cortina al vehículo que no arranca. Unos minutos después lo ve bajar y por la puerta semiabierta alcanza a vislumbrar al otro ocupante, el hombre de la fiesta el que lo tiene amenazado.

-Pedro, acá tenes tu pedido.

-Si, si, gracias.

Sube en silencio, deposita el café frente a Guillermo y se sienta en silencio.

-Ey, che, ¿qué te pasa?

-Nada, nada.

-Estas pálido, parece que hubieras visto un fantasma.

-No sos el único que puede ver fantasmas. – contesta agrio y se arrepiente un segundo después.

-¿Qué te pasa? ¡No podes hablarme así!

-Asuntos personales.

-Mira, si son privados, no los mues…

-Trabajemos mejor – interrumpe – por favor…no tengo ganas de discutir.

Y sobre el por favor Guillermo se queda, pensativo.

El día transcurre lento y prácticamente en silencio, no quedan muchos documentos por verificar y, eso, los preocupa porque no logran dar un orden lógico a las investigaciones de Mezcal.

-Ya es tarde, ¿vamos?

-¿Querés cenar?

-Hoy no, discúlpame, estoy cansado – mira alrededor, incomodo, mientras se dirigen al auto.

-¿Qué te pasa? Estuviste raro tod…

Y entonces lo ve, el brillo del cañón del arma detrás de la columna, apuntando hacia ellos...no... hacía... ¡Guillermo!

No logra gritar, ni siquiera respirar... sólo puede empujarlo con violencia y cubrirlo con su cuerpo; siente primero el golpe que lo hace caer al suelo y luego el dolor punzante en su costado antes de perder el conocimiento.

El trasiego confunde Guillermo que, al escuchar el sonido del tiro, se vuelve para averiguar que sucede.

Ve a un hombre correr con la pistola en mano, mira alrededor sin lograr entender donde esta Pedro.

Con un brinco, casi una premonición, mira hacia bajo y se paraliza.

Por un instante, sólo por un instante, su corazón deja de latir y un dolor inmenso contrae sus entrañas.

Vuelve a respirar sólo cuando comprende que Pedro todavía está vivo, los dedos comprimidos sobre su yugular; el celular ya en la mano para llamar una ambulancia.

Pero la sangre que mancha su ropa y sus manos... no la olvidará tan fácilmente.

Continuará-