Huesos (11vo capítulo) by Elena

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CAPÍTULO

XI

Arruga en su mano la última carta de Guillermo mientras escucha, distraído, las instrucciones que le da Pascual antes de abordar el tren – ¿Me estás oyendo?

-Si, si...

-Llevas muy pocas cosas.

-Compro el resto en Trelew.

-¿Seguro no querés que mande a alguien con vos? Estás raro últimamente.

Finge una sonrisa para tranquilizar a su amigo y sacude la cabeza – No me pasa nada, no te preocupes.

-Cualquier cosa me avisas – dice alzando la voz por sobre la sirena que indica la partida.

Plaza Centenario Trelew-Chubut 1924

Una vez montado el campamento, se dedica a trabajar en la excavación, día tras día, desde el amanecer hasta la puesta del sol, un inútil intento de evitar lo que le espera en la soledad de la tienda; la pesadilla de saberlo en compañía, el recuerdo de las manos y la boca recorriendo su cuerpo. Y después, el llanto ahogado y la caminata furiosa hasta el agua fresca del río, la retahíla de insultos a las impávidas estrellas para caer luego, exhausto, en un sueño con un solo dueño.

Sentado frente al fogón descorcha la botella de Malbec que compró para esa Navidad, se limpia con bronca las lágrimas que otra vez empiezan a correr cuando el alcohol hace efecto, busca en su bolsillo el ajado papel y lo arroja al fuego en el que se quema su cena; levanta los ojos nublados hacia la fina línea de la luna nueva – Espero que tu aviador no sea tan… - patea los troncos sin encontrar las palabras y se le escapa el nombre en un quejido – Guillermo.

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Noviembre y Diciembre se arrastran lentos y sin noticias de Pedro en la calurosa Buenos Aires. Rechaza una tras otra las invitaciones a fiestas y despedidas de año, multiplicadas ahora por su compromiso, y pasa las tardes sólo, regando el jardín de la casa de Colegiales.

-¡No comiste casi nada querido! ¿Te sentís mal?

-Estoy cansado tía. Disculpe pero me voy a casa.

-¿No esperas al brindis de las doce?

-Hoy no, buenas noches, que tenga un feliz Año Nuevo.

 El escándalo estalla a principios de Enero, lee las revistas en su oficina “Mirna de los Ríos embarca a Europa luego de la ruptura sentimental con el banquero argentino. El representante de la estrella no ha dado a conocer los motivos de la cancelación de la boda”, durante el resto del mes los días se suceden, interminables, en una ciudad que lo asfixia.

Av.Rivadavia y Av.Pueyrredón  (1924) 

-Don Guillermo, acá le dejo el correo de hoy.

-¿Algo importante? – pregunta al secretario sin levantar la vista de los documentos que lee.

-Cuentas, cartas por la ruptura del…

-Contéstalas vos.

-Menéndez de Comodoro – estira la mano para recibirla – y de Trelew

-¿De los almacenes?

-Sin remitente…¿Qué raro, no?

-Déjamela – rompe el sobre y calienta el papel ni bien se cierra la puerta.

Trelew, 25 de enero de 1924.

 Estimado amigo, de compras por el pueblo no pude evitar enterarme de la ruptura de tu compromiso. Lo lamento mucho, espero puedas superar rápidamente esta difícil situación. Necesito verte Como te imaginarás estoy trabajando en la excavación descubierta el año pasado desenterrando el inmenso fémur ¿Podrás venir? de un dinosaurio realmente grande. Espero encontrar también más restos.

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Unos días después aterriza el biplano en una de las estancias propiedad de la Compañía y cabalga, en la despejada y fría noche, a toda prisa hasta el abrazo que lo espera en la puerta de la tienda al oeste de Trelew.

-Estás helado, Guille.

-Perdóname – y descarga en un sollozo la frustración de vivir en un mundo que no está hecho para ellos.

-Tranquilo, mi amor… - pero aún puede ver dudas en los ojos marrones que confiesan – si estás…con otra persona…yo no voy a poder.

-No va a haber nadie más, nunca.

Y el murmullo urgente – Desensilla ese bicho y vamos adentro.

Lo envuelve el aliento que eriza su piel desnuda, las manos sujetando las suyas, el calor que irradia el cuerpo cercano y el que nace de sus entrañas; y tras el aliento, los labios incendiando su sangre, le lengua y los dientes arrancando gemidos, la presión que se acumula en el vientre y el deseo que se derrama, incontenible, mecido en el vaivén de las caderas de Pedro.

El canto de los pájaros los despierta por la mañana – Me tengo que ir a trabajar

-Hoy no - lo atenaza con las piernas por debajo de las mantas.

-Así no voy a terminar más… - protesta fingiendo

-¿Cuántos veranos vas a tardar?

-Muchos, a menos que pida un ayudante al Museo… - y la risa alegre – alguien que sepa cocinar, dibujar…

Lo inmoviliza contra el piso – ¿Qué más? – aspira el aroma de la nuca y la espalda que se estremece al contacto - que tenga ojos negros… - la piel perlada de sudor, la respiración expectante – Guille… - mientras lo hace suyo entre susurros y jadeos.

-Amor…

-Mmmm

-¿Enciendo el fuego y preparas algo? En un rato anochece.

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Se entretiene mirándolo vestirse - Fíjate que ahí te traje tabaco y tu pipa – y un rato después lo alcanza junto al fogón – ¿Así qué tus bichos son grandes?

-¡Enormes! – contesta a través del humo – el fémur es más alto que yo, también encontré improntas de hojas, quien sabe que más haya, tenemos trabajo para rato. ¿Trajiste verdura?

-Y fruta un poco, pero encargue más. Vení – se acomoda entre las piernas, rodeado por sus brazos y recostado contra el pecho – ¡Mirá! De Betelgeuse abajo a la derecha, aquella de allá, es Procyon, y bajando un poco a la izquierda esa naranja es Pollux y la otra Castor, ¿de Géminis, conoces la historia?

-No

-En la mitología griega los Dioscuros eran dos héroes mellizos hijos de Leda y Zeus, pero Castor, a diferencia de su hermano, era mortal. Cuando Idas lo asesinó, Pollux dividió su inmortalidad con su gemelo y desde entonces ambos pasan seis meses como dioses en el Olimpo y otros seis como mortales fallecidos en el Hades.

Fuma durante un rato en silencio mirando el cielo – ¿Mellizos?

-Aja

-Entonces no somos nosotros… - se incorpora, lo besa, sonríe y se prepara para correr – a vos ya se te está cayendo el pelo…

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Diario de viaje, 5 de marzo.

Nos pasamos los días en la excavación, hay realmente mucho que hacer. Los fósiles son muy grandes y cada vez encontramos más.

-¿Qué me dijiste que son?

Sauropodos titanosaurios dice que se llaman. Vamos a tener que contratar camiones para trasladarlos. Las provisiones y el correo nos llegan regularmente desde Trelew cada quince días.

Revisa las cartas del Banco, de la Compañía – Me piden que haga una donación para la cooperadora de una biblioteca, un colegio, un hogar…

-Hacelas…

-¿Todas? Ahora que lo pienso tendría que poner una sucursal del banco en el pueblo,¿ no?

-¿En tu casa todo bien?

-Si, acá hay una para vos del Museo. Fabián empieza las clases.

Lo observa leer sin decir nada, hasta que aparece la sonrisa y se abalanza sobre el llenándolo de besos chiquitos- ¿Qué? - Pascual – y uno de esos que le quitan el aliento – firmó un convenio con el Bernardino Rivadavia para que me ocupe de una colección allá, me quedo en Buenos Aires todo el Invierno.

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Diario de Viaje, 5 de Abril.

Hoy llegaron los camiones y colaboradores para desarmar el campamento y trasladar parte de los fósiles a Puerto Madryn y de ahí a La Plata.

Camiones traslado del titanosaurios.

-¿Adónde vas?

-Al camión.

-¿Me vas a dejar volar solo hasta la Capital?

-Sabés que no me gusta…

-Está bien, no te preocupes, llevo los caballos a la estancia y…

-Voy, voy.

Sobrevuela la excavación y lo ve relajarse un poco, y después de una parada a mitad de camino para cargar combustible…

-Subí. Probas un poco sin despegar – agrega ante la cara de susto – sentáte, tranquilo, bombea el acelerador un par de veces, bien, contacto y los frenos. Fíjate primero que no haya gente cerca de la hélice porque ya mataste a alguien. Solta los frenos, despacio.

-Guille…

-Vas muy bien, pisa el pedal del timón derecho, ahora el izquierdo, ¿Ves cómo se mueve? Apágalo. ¿Y? ¿Más lindo que la contabilidad, no?

Exhala temblando y asiente en silencio.

-Pasate adelante que seguimos viaje.

A nuestra llegada en Palomar

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Los días se reparten entre Museos, Banco y Facultad; fósiles y contabilidades.

-Ayúdame con esto, Pedro.

-¿Qué es?

-Los comandos de un biplano para que practiques.

-¿Acá?

-Claro…hasta que aprendás.

Suena Carlos Gardel en la vitrola de Colegiales, mientras en el living se dicta un curso de aviación. Sentado detrás de él, da las instrucciones – Estás carreteando – una mano en la cintura – Llegás a la velocidad de despegue – la otra sobre la suya en el bastón de mando – Acelerá – los besos en la cabeza y el cuello – Amor… - lo inclinas despacio, los dedos por debajo de la ropa – más despacio.

-Me distraes.

-Ya estás volando.

Continuará....