Huesos (13vo Capítulo) by Elena

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CAPÍTULO

XIII

1930

Desayunan en la cama mientras repasan los viajes que les esperan en los próximos meses.

- ¿De verdad no podés venir conmigo?.

-  Cielito… con la crisis de Wall Street  del año pasado la economía es un desastre, no solamente me tengo que quedar en el Banco y estudiar en que vamos a invertir sino que tengo que viajar al Sur a ver como esta todo, qué hacer con las Estancias.

- No las vas a vender, ¿no?

- Y justo a vos se te ocurre ir al Norte ahora. No, lindo, ni loco, pero mira esto – le pasa los documentos que estudia - si industrializamos la lana aumentamos el valor, ¿ves? Si podemos instalar empresas en el pueblo.

Lo interrumpe con un beso - Le damos trabajo a más gente.

- Siempre tan lindo, vos. ¿Cuándo te vas?

- Hoy – y enumera revisando el itinerario - Córdoba, Tucumán, Corrientes – resopla con fastidio – las conferencias ya estaban arregladas desde antes – y termina la frase con el aliento entrecortado - nos tocan los meses en el Hades, entonces -  cuando siente la mano subiendo por su muslo debajo de las sabanas, los dientes en el cuello, los labios bajando por su cuerpo crispado – Guille no…. – y el calor de la lengua – ¿no?

-No empieces si no vas a terminar - contesta en un jadeo - tenés que ir al Banco…

Sonríe y percibe el estremecimiento de la piel bajo su aliento - Puedo llegar un poco tarde al infierno.

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Se apresura por los senderos del Cementerio y abraza, discreto, a la figura vestida de luto, y a Fabián. Espera después, paciente en el patio de la casa, hasta que se retiran las visitas, parientes, amigos y allegados, para hablar a solas en el escritorio.

-¿ Estás bien? – le alcanza un whisky y se sienta al lado, la mano sobre su rodilla.

Asiente en silencio – La encontré así, en el sillón, como cuando se quedaba dormida bordando – y se permite naufragar en los ojos marrones – ¿no sé qué hacer?

Sostiene y besa las manos entre las suyas – ¿Por qué?

-Fabián… esta por empezar el secundario, y con todo lo que trabajo y los viajes.

-Mudate a esta casa

-Pensaba mandarlo a un internado… a Europa quizás.

-Necesita estar con vos ¿cómo lo vas a dejar sólo?

-¿Y nosotros? ¿Cómo vamos a hacer? Te das cuenta que si vivo acá no podemos.

-Me doy cuenta amor…. – besa los labios finos – no te preocupes, ya nos vamos a arregla.

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Golpe de 1930

Recoge la carta que acaba de arrugar, y tirar, para releerla una vez más, antes de quemarla. 

Buenos Aires, Octubre de 1931.

Estimado amigo, recibí una buena oferta por la casa de Colegiales de tu propiedad No te enojes así que la vendí como acordamos los vecinos empezaban a rumorear. Estoy depositando el importe en tu cuenta por suerte el comisario me debía varios favores. Espero estés conforme con la operación. Lo vamos a solucionar, confía en mí. Cuídate. Te amo.

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Interrumpe a su secretario ni bien lo ve llegar, a través de la puerta abierta de la oficina – Anda, después seguimos, que no nos molesten.

Cierra con llave y lo estrecha fuerte entre sus brazos cuando rompe el llanto incontenible sobre su hombro – ¿Qué pasa, amorcito? - lo sienta en una silla, cierra las ventanas y vuelve con él, cubre de besos las mejillas bañadas en lágrimas y los labios trémulos – Espera…  

Le sirve un trago – Toma esto, contame Pedro – aguarda en silencio hasta que empieza a hablar balbuceando – mi…padre…está enfermo… - lee en sus ojos el dolor, las dudas, el miedo y todo lo que jamás dijo – me piden que vaya – pasa la mano por la frente, los hombros – ¿vos qué querés hacer?

- No sé.

Y lo abraza de nuevo cuando las lágrimas vuelven a correr, lo mantiene contra él hasta que siente que se calma – ¿Querés verlo? - asiente con la cabeza – ¿Sabés que quizás no cambie nada?

- Sí, pero tengo que…

- Te acompaño

- No, no es un viaje largo y..

- Voy, Pedro. Me quedo en un Hotel, por si me necesitas.

Santiago de Chile (1932)

Camina de un lado a otro de la habitación en que se aloja en Santiago hasta que escucha el golpe tenue en la puerta, lo aprieta cuando se abalanza a sus brazos temblando, incapaz de hablar, un nudo atenazándole la garganta, hasta que lo oye suspirar y relajarse – ¿Pudiste hablar con él?

-Es inútil – contesta con un dejo de enojo  en la voz - se muere y es la misma persona de siempre – y los ojos otra vez inundados – no entiendo para que me llamaron, para que vinimos hasta acá si ni siquiera…

- Pedro…

- Me equivoque, otra vez.

- Vos no, hermoso, vos no.

- Vamos a casa.

- ¿Estás seguro? No querés quedarte.

- ¿Para qué? ¿Para enterrarlo? ¿Y escuchar discursos de mentiras?.

Lo acompaña unos días en La Plata cuando regresan y asiste, sentado en silencio a su lado, al llanto ahogado contra la almohada cuando aparece el obituario en el diario “lo despedimos con profundo dolor y recordaremos siempre sus valores personales”

Espera lo más posible antes de afrontar lo inevitable – Precioso… - un beso, una sonrisa y detrás, la mirada triste – tengo que volver a Buenos Aires.

-Si, ya sé, amor…el Hades.

Hades 

Continuará...