Epílogo
– Un cambio de planes
Tara,
Cura y China, son tres vecinas de la localidad de Nueva Palmira, en el litoral
oriental del río Uruguay. Acostumbradas a la rutina de su pueblo y del campo,
de algún modo, su vida cambió cuando llegó “el argentino”.
Obvio
que este no era el primer argentino que conocían, pero “don Guillermo” era
diferente. El odiaba que le dijeran don Guillermo y las convenció de que lo
llamen Guille, aunque, entre ellas, seguían diciéndole don Guillermo.
¿Diferente
en qué? Si bien venía solo de tanto en tanto, pero regularmente , el hombre ya
podía ser considerado un lugareño. Totalmente ajeno a la prepotencia del
turista, era capaz de llegar de saco y corbata al medio del campo con total
naturalidad. Tenía un “no sé qué”.
Había
que agradecerle además, el que hubiera comprado la propiedad junto al río, esa
casa, si podía llamársele así, deshabitada por años, que de tanto en tanto, se
llenaba de “maleantes y malvivientes”, gente que llegaba por el río. Claro, el
lugar era prácticamente inaccesible desde el pueblo, una mala huella, siempre
invadida por la vegetación, sin mantenimiento. Era mucho más sencillo llegar
por agua.
Don
Guillermo cambió todo eso. Era abogado, y aunque extranjero, pudo solucionar
rápidamente, todo el tema de papeles y sucesiones.
……………………………………………………
Cura
fue a la primera que contrató, e inmediatamente establecieron un muy buen
vínculo. Sencilla, reservada, obsesiva del orden y la limpieza. Ama de casa a
tiempo completo en su juventud, con los chicos ya grandes se desempeñó en
trabajos domésticos afuera, y hoy, casi retirada, la recomendaron al nuevo
poblador.
Cura
captó enseguida lo que el hombre quería: un refugio.
Un
refugio al que siempre deseara volver. Un lugar siempre preparado para
recibirlo.
Un
lugar para soñar cuando se está lejos.
Esto
es lo que “don Guillermo” le había pedido.
Cálido
en invierno, fresco en verano, aireado, con la ropa de cama siempre recién
cambiada, la heladera bien equipada y todo funcionando perfectamente. Sin
bichos ni humedades. De la bodega y otras provisiones “especiales”, le gustaba
encargarse a don Guillermo.
El
hombre había supervisado personalmente la reforma de la casa, transformándola
en una sala central con hogar, el dormitorio principal, otro muy pequeño, un rincón
de trabajo, y una hermosa cocina abierta a la sala.
¡Y
la galería! Estaba obsesionado con los ceibos enmarcando la galería. Incluso
les había dicho que eso lo había decidido por la casa.
No
era en sí grande, pero se habían eliminado algunas de las paredes exteriores,
reemplazadas por bellísimos ventanales (con puerta mosquitero), vestidos con
cortinas romanas de lona color crudo, y ahora, el límite de los ambientes era
la arboleda que rodeaba la propiedad.
Cura
había convencido a don Guillermo de que contratara a su amiga, Tara, y su hija
China, bajo su “absoluta responsabilidad”. Eso hacía la tarea más liviana, (más
amena y divertida) y llevadera. Llegar a la casa era difícil y más de una vez
se quedaban a dormir mientras la acomodaban. ¡Había tanto que hacer!
El
hombre era muy preciso: en la casa no quería adornos inútiles, ni quería nada
azul, ni moderno, ni blanco; todo colores tierra, y rojo. Había traído unas
pequeñas láminas, ocho, que les pidió las mandaran a enmarcar: unos dibujos de
unos cuadrados y rectángulos negros y rojos, que colgó él mismo. Cuando Tara
pasaba frente a ellos, se persignaba, por las dudas. Guille se reía: -Mujer,
son sólo cuadros de un pintor norteamericano - le decía cada vez risueño– y me
gustan porque usa “rojo ceibo”, que seguramente nunca vió…- “Rojo sangre”,
pensaba Tara.
Y
la biblioteca: no podía decirse que la casa tuviera una biblioteca: toda la
sala era una. El hombre había colocado estantes por todas partes: sobre la
chimenea, al lado de los sillones, sobre las puertas, junto al equipo de
música…
–Guille,
¿Ud. leyó todo esto? – le preguntó un día China.
-Algo
así – respondió simple. Y la invitó a que se llevara y leyera los libros que
quisiera. No se animó. Porque este era el santuario de “don Guillermo”. Todo había
sido cuidadosamente escogido: desde las sábanas y toallas, sólo blancas, hasta
las tazas de té, grandes – Cura nunca entendió por qué pero fue un pedido
específico.
¡Y
el jardín! Acá Tara fue esencial. Guillermo quería un jardín salvaje rodeando
la casa, todo silvestre todo natural con mucho color, mucha enredadera, pero
nada pretencioso… y las columnas de la galería estallaron en santa rita-s
naranja, fucsia, y bordó; la dama de noche se apoderó del techo, junto con la
pasionaria- ya se hacía cruces Tara con las gatas peludas invadiendo las
ventanas, pero a don Guillermo le fascinaba! – y enredaderas de florcitas
amarillas y campanitas sin nombre, acompañando cada paso alrededor de la casa.
Sólo tres invasoras: algunas orquídeas sin flor aún, colgadas de los arboles
más cercanos; un río de narcisos y junquillos regando la entrada de la casa
sólo en septiembre y octubre, y una mata interminable de nomeolvides abrazando
el ventanal del dormitorio principal hasta donde se perdiera la vista, que don
Guillermo le había recomendado especialmente. ¡Este hombre! ¡Qué gracioso era
verlo regando con su colección de botellas de plástico! Tara trató de
disuadirlo, que le iba a llevar toda la vida, pero viéndolo regar, -además al
lado de un río – se dio cuenta en un punto que él no solamente regaba: que era
un rito que lo transportaba, por su cara vaya a saber donde, y eso lo hacía
sentir bien.
Durante
los últimos dos años, Guillermo les mandaba instrucciones muy precisas que
ellas cumplían cuidadosamente para que todo estuviera perfecto cada vez que
llegaba. Venía una vez por mes, o cada dos meses, (últimamente más
salteado): siempre les avisaba, y ellas tenían todo listo. Y una vez que don
Guillermo llegaba, nada podía corregirse. Es más: nadie podía acercarse a la
casa. Quería estar solo, completamente solo, sin nada ni nadie molestándolo,
por la semana o el tiempo que se quedara. Absoluta privacidad. Y las chicas,
también se encargaban de lograr eso. “Que nadie se metiera con don Guillermo”.
Porque
lo más fascinante para estas tres mujeres, era sentir, saber, que este hombre
tenía un secreto. Sí, un secreto, y bien escondido por cierto. Y de algún modo,
ellas se sentían depositarias de ese secreto. Eran parte.
Ocultaba
algo. No es que hubieran encontrado ninguna pista concreta… sino un montón de
pequeños gestos, detalles, que ellas no podían evitar ver… y pensar.
Cada
vez que dejaba la casa, entraban ellas, a limpiar, acomodar, reordenar e
inconscientemente, investigar. No había maldad, sino simple curiosidad y en cierta
forma, - Cura no podía precisarlo bien - ayudar a este hombre que se había
ganado su aprecio.
Detalles,
eran sólo detalles:
Llegaba
siempre cargado de chocolates – “Cuando estoy sólo soy muy goloso” – pero
cuando ellas entraban no quedaba ninguno.
Les
pidió comprar té de arándano, de frutos del bosque y algún otro sabor exótico
que encontraran, ¿don Guillermo?
Le
encantaba cocinar, ¿quién cocina sólo para sí mismo?
Había
preguntado especialmente si el recodo del río que bañaba la propiedad era
seguro para nadar… ¿él? Nunca le habían visto entre la ropa que dejaba en la
casa y de las que ellas se encargaban, un traje de baño. Si bien era cierto,
que una puerta del armario del dormitorio, y tres cajones, estaban siempre
cerrados con llave, y ellas no tenían acceso.
¿Y
los cds? Los Nocturnos de Chopin, las sinfonías de Malher, tangos, algún
bolero… Los Jaivas vaya y pase, pero ¿Café Tacuba? ¿Los Prisioneros? ¿La Ley?
De
los libros ni hablar: tenía la colección más grande de libros de poemas de amor
que las chicas nunca hubieran visto. Tal vez era su fetiche: leer poemas de
amor, ¿solo? China estaba fascinada, le encantaba leerlos, y copiaba algunos
párrafos para sorprender a su novio. Pero un día, disfrutando de la Antología
Poética de Idea Vilariño, algo se cayó del libro: eran unos pétalos secos de
rosa roja, atrapados en sus páginas. ¡qué romántico! –suspiró- ¡cómo sería esa
“otra” persona, capaz de hacer algo así! Y China lo encontró tan íntimo, como
mirar directamente en el alma de don Guillermo, que lo cerró, y lo devolvió a
su lugar. (1)
Pero
lo que más convencía a Cura de su teoría, era el dormitorio principal. Si bien
Guille siempre dejaba todo ordenado y la cama hecha, al cambiar las sábanas,
Cura sentía ese olor envolvente, tan único del amor, que tal vez sólo una mujer
–pensaba- puede percibir con tanta fuerza, y le encantaba… don Guillermo no
había dormido sólo. ¿Quién podría ser? ¿Una mujer casada, jovencita, prohibida?
¿Cómo llegaba hasta ahí? ¿Cómo hacía para no dejar ningún rastro? Porque en el
resto de la casa, nada indicaba una presencia femenina. Por el contrario, todo
se apreciaba deliciosamente masculino.
Pero
también había detalles en contra: la copa de vino. Bien que el hombre se bajara
solito varias botellas de cabernet: solamente encontraban una copa usada. Sea
en el lava platos, en la pileta de la cocina, tal vez olvidada en una mesita de
luz… pero siempre una sola copa. Ese simple detalle, pero contundente,
desbarataba toda teoría.
……………………………….
Casi
un año atrás, una tarde, Cura había ido con China a una florería del pueblo,
buscando un bouquet para una torta, por lo 40 años de casada de su vecina.
Chusmeaban
con la dueña, cuando “algo” familiar inundó el aire. Le tomó unos segundos
entenderlo, hasta que ligeramente alterada, reconoció el olor de la cama de don
Guillermo… ¡Santa Madre de Dios! No quería ser obvia, pero tenía que saber
quién era la persona… semiescondida la vio: era un muchacho joven, de gorra con
visera grande y anteojos de sol que le tapaban prácticamente toda la cara. Muy
deportivo. Compraba dos docenas de rosas rojas para un aniversario con su
novia. ¡Qué decepción! ¿Cómo podía equivocarse tanto?
………………………………
Don
Guillermo había llegado temprano por la mañana, y ya después del mediodía,
estaban con las “chicas”, en la casa, ultimando los detalles. Feliz. Todo
estaba quedando perfecto.
Alarma
de mensaje de texto en su teléfono: CAMBIO DE PLANES.
……………………………………
Al
día siguiente, Cura regresaba a su casa, con tiempo suficiente para una
siestita, antes de volver a lo de los Artigas Bidart. Cuando don Guillermo
estaba en la casita, estaba más libre para tomar pequeñas changas. Habían
arreglado que él volvería a Buenos Aires el domingo o el lunes. Hasta ese día,
como siempre, no visitas. Al cruzar la plaza, sorpresa: ve a su “patrón”
desde la ventana del boliche, tomando un fernet. ¿Don Guillermo en el pueblo,
en el boliche? ¿A las 2 de la tarde? ¡Imposible! “Entro, no entro, entro, no
entro…” y entró.
-Don…
Guille, ¡qué sorpresa encontrarlo por acá! Y se le paró al lado. El hombre no
hizo ningún gesto para invitarla a sentarse. Apenas la miró y se volvió a
perder en su vaso. Ella permaneció de pie.
-Cambio
de planes, Cura -vaciando el vaso de un solo trago, amargo – Me voy – “otro”,
al mozo.
-¿Se
vuelve para Buenos Aires, tan pronto? – y viéndolo tomar - ¿comió algo?
Y
Guille la volvió a mirar. Cura nunca lo había visto tan triste, como perdido,
sin brillo. Cansado de trabajar en la casa, si. Cansado de vivir, no. Hasta
ahora. Y se borró el pensamiento lúgubre con un gesto de cabeza –Tranquila
mujer, que sé lo que hago. Soy un hombre grande – con ese tic doloroso, tan
propio de Guille, cuando se siente derrotado – Cambio de planes – repitió.
Cura
se sentó. -¿Se va en la lancha de las 4? ¿Alguna instrucción en especial? ¿No
trae nada de equipaje? -La buena mujer sabía que Guille no podía responderle
todas las preguntas a la vez, pero solamente quería sacarlo del estado en que
lo veía.
-Es
verdad, no, no traje nada… que pe… ¿me parece que la de las 4 me la pierdo,
no?, vuelvo para la de las 8.
Cura
no necesitó más para entender. -¿La de las 8? Pero Guille, Ud. sabe que a veces
esa se mueve mucho… ¿para qué va a llegar de noche? ¿Por qué se va a ir
hoy? El día está tan lindo… quédese, quédese hasta mañana, quédese el fin de
semana, y el domingo a la mañana se va…y el lunes a va a trabajar 0 kilómetro…
- y a Cura le pareció que nunca antes había hablado tanto con Guille de un solo
tirón.
Guille
volvió a mirarla con cara de “nunca más voy a estar 0 kilómetro”, pero había
escuchado, y también lo que Cura agregó:
-Espere
un poco más Guille – y la voz de Cura llenaba todo el aire a su alrededor –
espere, y cuando se canse de esperar… espere un poco más, ¿no?
…………………………………………….
El
lunes, por la mañana, las tres mujeres se dirigieron en la chatita a la casa.
Había llovido suavemente durante toda la noche, casi un rocío fuerte, y la
vegetación lucía exuberante, brillante, bellísima. El camino, en cambio
difícil. Tardaron mucho más de la cuenta.
No
lo habían visto a don Guillermo rondando el puerto, no confirmaron su partida,
pero así habían quedado, y él no había dado señales en contrario.
Al
llegar vieron varias cajas apiladas en la galería, protegidas de la lluvia.
China
se acercó corriendo a revisarlas: - Libros, ¡son los libros de don Guillermo!
“Cambio
de planes” pensó Cura – Bueno chicas, parece que don Guillermo se nos va…
-Pero,
¿te dijo algo? – contrariada, Tara.
-Tal
vez sí, con todo el cuerpo… -suspiró Cura -pero no supe entenderlo. Vamos a
ver.
Raro,
Guille no les había dejado la llave en la maceta. Ellas tenían una, pero,
siempre era la llave en la maceta la que indicaba que se había ido.
Las
tres se miraron. ¿Aún así iban a entrar? Pero no habían alcanzado a hilar un
pensamiento, cuando escucharon ruidos en el interior y el inconfundible
“gritito” de la llave.
Instintivamente,
se acercaron, al ver abrirse la puerta.
“Lo
sabía”, pensó Cura y una pequeña sonrisa se dibujó involuntariamente en su
boca, invisible. “Mi olfato no se equivoca”.
El
que salió no era don Guillermo: un hombre joven, en bermudas, emergiendo del
escote de una remera blanca, con cara y ¡pelo! de niño somnoliento…
Ellas,
bastante sorprendidas, pero no tanto… él, en lo absoluto.
-Señoras,
muy buenos días- Y sonrió.
China,
fascinada; Tara, se persignó con el pensamiento y Cura, pensó inmediatamente en
don Guillermo. “Hay que adaptarse a estos nuevos tiempos”. No pudo menos que
sonreír ella también, franca.
-Soy
Pedro - Las mujeres lo saludaron con ligero movimiento de cabeza– y no
soy ni el hijo, ni el primo de Guille – agregó tímido, pero también con cierto
desenfado. Las hizo reír. Sonrojadas, pero con una sonrisa. “Miralo vos a don
Guillermo…”.
-Pero
estoy en ventaja, porque Uds. tienen que ser Cura, Tara y China - mirando a
cada una al nombrarla- los “ángeles de esta casa”. Gracias por como la tienen,
por este maravilloso “jardín secreto” – con inclinación de cabeza a Tara,
(metiéndosela en el bolsillo) - y gracias también por cuidarlo, a Guille – y
sonrió a pleno, oyuelos incluidos – Ay! Mis modales, por favor, vengan,
siéntense que pinta un buen mate, a ver si me despierto, ¿si?
…………………………
Guille
se sobresaltó e instantáneamente, un sudor helado le recorrió todo el cuerpo.
¿Dónde estaba Pedro? LPM, ¿había sido todo un sueño? ¿Otra vez? Ya no estaba
para estos trotes, ni estos “despertares”. La voz de Pedro, como un trueno,
desde afuera, lo trajo de nuevo a la realidad: boludo. Si las señales eran
inequívocas: su ropa en el piso, sus cigarrillos sobre la mesita de luz, su
perfume fresco (más algo de cannabis) inundando el ambiente, y el
inconfundible, delicioso, sabor y olor en la cama, de haberse amado toda la
noche. Pero, y ahora, ¿con quién estaba hablando?
Se
levantó y vistió lo más rápido que pudo, y salió disparado. Irrumpió en la
galería para encontrarse, naturalmente a Pedro, Cura, Tara y China charlando,
como de toda la vida.
-Guille
– Pedro se puso de pie para recibirlo y Guille lo fulminó con una mirada de “ni
se te ocurra besarme en la boca delante de las señoras”, a la que Pedro
respondió, divertido, con su mirada de “me extraña araña”, y lo invitó a
sentarse a la mesa, apenas rozándolo al acomodarse y colocándose detrás de él,
ambas manos apoyadas –acariciando- sus hombros. Ahora era Guillermo quien miraba
a las chicas, y al mantel de cuadritos, con cara de “niño infraganti”. Las
mujeres, a esta altura, encantadas: estos dos eran “todo un par”.
-No
saben lo que significa para mí estar en casa – emocionado, mirando a un Guille
que contaba los cuadritos rojos del mantel. Y mirando a las chicas agregó – a
tal punto que decidí hacer un cambio de planes: lamento informarles – su cara
decía lo contrario- que ya no tendrán que soportar solamente las manías del
caballero aquí presente…
“341,342,343,344,345…”mentalmente…
-Me
temo que a partir de ahora, también tendrán que soportar las mías,
permanentemente… aunque algo me dice que ya me conocen todas las mañas, ¿no? –
y se inclinó apenas sobre su hombre, y Guille, tratando de ocultar su sonrisa,
cruzó los brazos sobre su pecho, tomando las manos de Pedro y las besó.
-Alguien
tiene que poner el agua – dijo Pedro y frenando con la mano un amague de China
de levantarse, se fue para adentro. – Si me disculpan.
Y
Guille quedó sólo en la galería con las chicas, como tantas otras veces, como
ninguna otra, en realidad. Nadie hablaba. Era el turno de Guille,
evidentemente…
-Bueno
- levantando la vista del mantel y sonriendo – si alguna tuviera algo que
preguntar – ganado por la sonrisa. Silencio. Las mujeres lo miraban.
-Bueno,
entonces, supongo que tenemos un secreto… - Guillermo feliz.
……………………
Guille
y Pedro están acostados, uno frente al otro, mirándose, sin tocarse.
El
oleaje siempre es así, en los primeros momentos cada vez que se reencuentran:
se acercan, se alejan, se arriman, desisten, se invaden, retroceden, hasta que
poco a poco el ritmo de su propio mar los revuelca y los sumerge en el otro…
-Pedro,
¿estás seguro?
-¡Qué
pasa! ¿Retórico, Graziani?
-Precioso,
vos sabés…
-Amor,
– apoyándole la mano en el hombro – Ya no daba para más. Tenía la cabeza todo
el tiempo acá. Fueron más de tres años: trabajamos mucho, la cosa está armada,
funcionando, con gente capacitada, con nuevas ganas…
Guille
le acaricia la cabeza, sin interrumpirlo.
-Además,
tanta ida y vuelta era un peligro latente, para todos.
-Si,
querido, pero ellos…
Pedro
lo interrumpe con un beso pequeñito, y tomándole la cara con ambas manos
agrega.
-Sí…
ellos, por supuesto, mi amor. Y les estoy muy agradecido. Y saben que
estoy ahí si me necesitan. Pero, mi única lealtad, es con vos.
…………………………………………………..
Se
comparten una vez más. Pero ya nada es como antes… es mejor.
Perdidos
en un mar de sábanas, Guille contiene a su precioso entre sus brazos. Adora
hundir su cabeza en el cabello mojado, todavía con el sencillo aroma del agua
de río tras el baño a la luz de la luna.
-
Amor… ¿estás dormido?
-MMhh…
bueno, estoy besándote con las manos y con la boca, atrapándote con todo mi
cuerpo, mientras que estoy profundamente dormido, sí.
Pedro
se sonríe suavemente y se mueve, ajustándose a su hombre, de ese modo único que
sabe hará olvidar a Guille cualquier cosa que ahora le diga, pero, ¡qué
importa! tienen todo el tiempo del mundo…
-Estuve
pensando, ¿vas a soportar verme, tenerme así, todos los días, todas las horas,
todos los minutos?, ¿no será mucho, amor? ¿y si te aburro?
Paciente
Guillermo – Y… no sé, precioso. Vamos a ver… El amor es un acto de fé, un acto
de entera libertad… te amo… lo voy a intentar… lo vamos a intentar.
“Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera
un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio”.
De Julio Cortázar, capítulo 93, RAYUELA
Nota
del Autor (1):
La
próxima vez que fueron a la casa, China no pudo resistirse, y hojeó uno a uno
todos los libros de poesía de don Guillermo… Eureka. En todos y cada uno
encontró “dormidas” santa ritas, narcisos, junquillos, mrucuyá, campanitas…
Pequeñas promesas de regresar, que “la persona misteriosa” le dejaba cada vez a
su patrón… Algún día, se animaría y le preguntaría a don Guillermo: de algún
modo, él conocía la esencia misma del amor.
Nota
del Autor 2:
Y
para quienes conocer a doña Idea, para muestra basta un botón…
La Piel
Poema de Idea Vilariño
Tu contacto
Tu piel
Suave fuerte tendida
Dando dicha
Apegada
Al amor a lo tibio
Pálida por la frente
Sobre los huesos fina
Triste en las sienes
Fuerte en las piernas
Blanda en las mejillas
Y vibrante
Caliente
Llena de fuegos
Viva
Con una vida ávida de traspasarse
Tierna
Rendidamente íntima
Así era tu piel
Lo que tomé
Que diste.
Tu piel
Suave fuerte tendida
Dando dicha
Apegada
Al amor a lo tibio
Pálida por la frente
Sobre los huesos fina
Triste en las sienes
Fuerte en las piernas
Blanda en las mejillas
Y vibrante
Caliente
Llena de fuegos
Viva
Con una vida ávida de traspasarse
Tierna
Rendidamente íntima
Así era tu piel
Lo que tomé
Que diste.
A mi querida Ilgora Blue, la dama encantadora y alma creativa de este espacio, primero le quiero desear un muy feliz cumpleaños, que la vida le devuelva lo mucho que usted nos da, cuando se sienta con su pluma magica a escribir historias que alimentan el corazón, curan el alma y sacan sonrisas! Te quiero mucho amiga!!!
ResponderEliminarGracias Lilita, por todo! Y felicitaciones por las más de 101.000 visitas! Cuanta sana locura junta!
EliminarMis felicidades se suman a los recibidos y que recibirás de las personas que más te quieren. Porque tú quieres la vida y la vida te quiere. Se nota de tu pluma sensible y fantasiosa que, siempre, está lista a pintar nuevos escenarios. Tal como también has hecho esta vez, hablándonos de Guille y Pedro atravieso los ojos de Tara, Cura y China. Dándonos la posibilidad de entrar en el relato y "convertirse " en una de ellas. Yo querría ser Cura. Yo la pienso como Cura. "Espere un poco más Guille – y la voz de Cura llenaba todo el aire a su alrededor – espere, y cuando se canse de esperar… espere un poco más, ¿no?".
ResponderEliminar¡Gracias para haber regalado las alas a los sueños!
Antonia, amiga, qué bellas palabras!! Gracias por todos los cumplidos, inmerecidos, y ya nos estamos reencontrando!! Abrazo!
EliminarCada vez que te leo, que se yo , como explicartelo, VUELO Y VUELO ESTANDO AQUI SENTADA EN MI SILLA, simplemente gracias por todo, por tu entrega en cada narracion. MUY FELIZ CUMPLEAÑOS!!
ResponderEliminarGracias a vos Adriana! es muy lindo lo que decís!
EliminarHermoso Ilgora! feliz cumple!
ResponderEliminarGracias Elena!
EliminarAy Ilgora, siempre me conmuevo al leerte!! Tienes un don: sabes hablar directamente al corazón... es algo magico que acaricia el alma y perfuma como un sueño!
ResponderEliminarGracias por compartir ese Amor inmenso que nos une y que vos haces tan real.
Feliz Cumple querida ;)
Gracias Mónica!
EliminarUna nueva historia atrapante con un final encantador, que decir si me quede sin palabras, todas las palabras las tenes vos en tus textos, a los que vuelvo una y otra vez para sentirme cerca de esta pareja que nos robo el alma, gracias Ilgora por "La Señal", una muestra mas que el amor siempre es posible. Gladys
ResponderEliminarGran verdad Gladys, estos dos nos robaron el corazón!!! Abrazo grande!!
EliminarMi querida Ilgora, cada vez que leo La Señal me tomo mi tiempo para dejarte un comentario (sabes como me conmueve esta historia) pero hoy te escribo ya para desearte un muy feliz cumpleaños y decite GRACIAS! Por regalarnos esta hermosa historia, un beso y un abrazo, Marisa.
ResponderEliminarGracias Marisa!! Muchas gracias! Siempre cuento con tu entusiasmo por las historias!
Eliminar"mi única lealtad, es con vos."
ResponderEliminarquerida mía, me quedo con estas palabras de Pedro, y se las tomo prestadas.
Gracias por esta saga y todo lo que nos hiciste disfrutar e imaginar con ella.
ya sabés cómo te quiero. Feliz, feliz cumpleaños.
Gracias Nora, tijeritas mágicas, "gracias por tanto"...
EliminarFeliz cumple Ilgora !! El final tierno ... Maravilloso !! Graciela CT
ResponderEliminar¡Qué bueno que te gustó Graciela, gracias!
EliminarIlgora, ¿vos sos capaz de darte cuenta de lo que haces? ¿Logras notar que lo que producis es magia pura? ¿Te das una idea de lo que genera dentro de uno leerte? Espero de todo corazon que te des cuenta de la belleza que desparramas a manos llenas con tus escritos, de los hermosos momentos de ternura, alegría y "lagrimas en los ojos pero con el corazón pleno"que generas. Espero de todo corazón que sepas que esta historia que creaste me llenó el alma, fue preciosa, perfecta, esperanzadora. Gracias, desde lo mas profundo. Felicitas
ResponderEliminarY vos no te das una idea Felicitas, de lo que me provoca tu inmensa alegría al leer. Muchísimas gracias!
EliminarGracias Ilgora por otro mágico y candoroso relato, con tu sello inconfundible! Que tengas un muy muy muy feliz cumple, como te merecés!!! :-) Mimi
ResponderEliminarGrcias Mimí!
EliminarIlgora, la maga de las palabras y las imágenes, la que de su sombrero saca historias mágicas que enamoran y una tiene ganas de quedarse ahí, en esos lugares que creás, a disfrutar de su frescura, de esos aromas, de ese encantamiento. La maga Ilgora que hoy cumple años y qué mejor para celebrar tu hermosa vida que disfrutar de tu pluma en este increíble capítulo final - final que es a la vez comienzo - de una historia llena de bellas señales. Siempre es un placer leerte y siempre estaré esperando para irme de la mano de tu próxima historia. Te deseo Feliz Cumple y te envío un abrazo gigante desde mí.
ResponderEliminar¡Abrazogigantesco desde acá tambien Grace! Siempre tan sensible y tan generosa!
EliminarGracias Ilgora, un maravilloso regalo para nosotros, cuando todos los regalos debieran ser para vos :) Me encantaron esos detalles del comienzo, que nos van anunciando poco a poco a Pedro...bellísimo! Y rematarlo con Idea... ♥
ResponderEliminarAbrazo grande, Angela!
Eliminarilgora tu historia fue y es absolutamente fascinante!!!!!,noshiciste viajar a travez de la magia de tu lapiz .gRACIAS por darnos este final de pelicula que tanta falta nos hace.....muy genialmuy lindo.muy feliz cumple!!!!
ResponderEliminarGracias Majo!
EliminarQUE LINDA HISTORIA,LA QUE SE MERECEN PEDRO Y GUILLERMO, LA QUE NOS QUITARON, Y LA QUE SEGURAMENTE NO NOS DEVOLVERAN.
ResponderEliminarESTOS RELATOS ME ACARICIAN EL ALMA Y ME ALIVIAN LA PROFUNDA TRISTEZA, EL SABOR AMARGO DE "OTROS FINALES"
ESPERO QUE PUEDAN SEGUIR DELEITANDONOS CON SUS HISTORIAS.
QUE RARO TODO LO QUE PASO CON ESTOS ENAMORADOS, CUANTO AMOR TRANSMITIERON, CUANTO AMOR NOS DIERON.SUBLIMES.
COMO DOCENTE, ESTOY ACOSTUMBRADA A TODO TIPO DE HISTORIAS, A CAMBIAR FINALES A INVENTAR PERSONAJES, Y OBVIO TENGO TATUADOS EN MI CORAZON A MUCHOS, MUCHOS PERO TODOS, RELACIONADOS CON LA LITERATURA,ALGUNA QUE OTRA PELICULA...CON UNA NOVELA JAMASSSS
PEDRO Y GUILLERMO SE SUMAN,PERO DEBO CONFESAR QUE PEDRO,ME ATRAVESO EL CORAZON.ESTA MAS VIVO,QUE NUNCA,MAS VIVO QUE NUNCA.
Comparto 100% lo que decís... estos dos nos lllegaron de manera distinta, verdad? Gracias por leer!!
EliminarWow! Sin dudas,este es uno de los finales màs increibles de todos los relatos del Blog... La intro es espectacular,los detalles y los secretos de ese refugio "tan Graziani" q sòlo espera a Pedro.-Mis partes favoritas: "Un refugio al que siempre deseara volver. Un lugar siempre preparado para recibirlo.Un lugar para soñar cuando se está lejos..." "su ropa en el piso, sus cigarrillos sobre la mesita de luz, su perfume fresco (más algo de cannabis) inundando el ambiente, y el inconfundible, delicioso, sabor y olor en la cama, de haberse amado toda la noche..." "Pequeñas promesas de regresar, que “la persona misteriosa” le dejaba cada vez a su patrón… Algún día, se animaría y le preguntaría a don Guillermo: de algún modo, él conocía la esencia misma del amor..."
ResponderEliminarGracias por el comentario! qué bueno que te gusten los pequelos guiños!
EliminarY sí, yo sabía que iba a llegar el momento en que me quedara sin palabras, Ilgora. Me dejaste sin palabras. Porque quiero decirte muchas cosas, pero las palabras me suenan todas ordinarias, no terminan de expresar lo que me siento. Repito lo que te digo siempre, sos la Encantadora de Historias. Hacés que juntar palabras parezca fácil, ah, pero no lo es... las enhebrás de una manera que te agarran de la mano y te llevan exactamente por donde hay que ir. Te hacen sentir, oler, saborear, escuchar, tocar... Te buscan y te encuentran, te muestran la belleza del final de una historia que amé en cada una de sus idas y vueltas, esperando siempre, confiando en las señales, en tu señal. Y no me canso de leer esta línea "-Soy Pedro - Las mujeres lo saludaron con ligero movimiento de cabeza– y no soy ni el hijo, ni el primo de Guille." Y me sonrio sola, y vuelvo a empezar...
ResponderEliminarJajajaja, ¿te gustó? muchas gracias por el comentario Alessa. te aclaro, que cuan do las escribís vos, ninguna palabra suena ordinaria!!! esperando tu próxima historia!
EliminarSimplemente, me encanto!!!!!!!!! la primera parte me causo tanta angustia... pero sabia que La Señal como todos nuestros relatos, terminaba con final feliz... Escribis hermoso, amiga... Esta vez tarde en leer porque me fui a Cordoba a ver a mi flia... pero aca estoy!!! Lau
ResponderEliminarGracias Lau por tu comentario! Y tenés toda la razón... escribir de Pedro y Guille es escribir como logran la felicidad a fuerza de amor!! Beso grande!
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