Viñetas: Tregua by Graciela Liliana

Viñetas

Escribí esto ahora intuyendo la tristeza del final de Farsantes, como no lo miro no sé si esa intuición será o no la correcta. Mi forma de estar aquí hoy es esta. Abrazo grande a todas.
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Pésimo día. 

Ana otra vez recriminando.

Miguel Angel trabajando con dedicación de artesano su odio hacia él.

El estudio y los casos que se acumulan, las internas en su equipo. El sosteniendo todo, él solo. “¿Y quién me sostiene a mí?”, pensamiento reiterado y sin respuesta.

Hoy siente – y le pasa cada vez más seguido - que no tiene lugar al cual volver.

El alma se le va gastando.

¿La vida será sólo esto?, ¿una mera sucesión de soledades?, ¿se puede vivir sin haber estado nunca en el alma de alguien?.

Trata de despejar la angustia, cierra los ojos, se deja ir, disfruta el aire cálido de la noche, los sonidos de la ciudad que le llegan lejanos, el suelo está apenas húmedo, siente un poco de frío y lo agradece, hay algo vital en ese lugar alejado, al que llegó no sabe cómo, luego de vagar sin rumbo, sin querer volver a ese universo conocido desconocido que es su vida.

Se siente solo en el mundo y es ese un sentimiento que lo libera, por un segundo imagina que nadie depende de él, que por un rato puede apearse de su destino y ser sólo un tipo sentado en una pendiente, mirando las luces lejanas de la ciudad, ser por un rato un tipo cualquiera esperando que algo suceda y cambie su destino.

Un movimiento a sus espaldas lo pone en alerta y se da cuenta de que está en un lugar solitario y que es casi medianoche. Se terminó la tregua, hay que volver.

-Perdón – escucha una voz cálida de suave acento – no quise interrumpirlo.

Se da vuelta, el lugar está iluminado y eso le permite ver a un hombre que se aproxima despacio.

-No, no hay problema, yo ya me iba – dice tomando su saco.

-No, por favor, no se vaya por mí, lo que ocurre es que suelo venir aquí algunas noches para despejar un poco mi cabeza, pero quédese, no lo molestaré –

Ahora sí puede verlo, aunque debería más bien decir que se siente mirado por unos ojos inmensos, profundos, que lo encuentra y lo abarcan.

“La tregua sigue” piensa y le sonríe.

El hombre se sienta próximo a él, saca un atado de cigarrillos y va a sacar uno cuando en un impulso se lo ofrece a Guille.

-No, muchas gracias, lo dejé hace un tiempo –

Enciende el cigarrillo – Yo todavía me lo permito – exhala la primera bocanada de humo y le sonríe con todo el rostro.

“Perfecto” piensa mientras le sonríe a su vez.

Ambos bajan los ojos, se sienten íntimos y descubiertos el uno en la mirada del otro.

-Noche perfecta – murmura Guille.

-Sí, lo es –

-Es extraño, cuando llegué aquí me sentía tan desgraciado, algo debe tener este lugar ¿no?, digo, ahora me siento tranquilo, casi en paz –

-Lugar perfecto – escucha Guille.

-Guillermo – extiende su mano

-Pedro – la estrecha

Las manos deciden permanecer más de lo necesario en el saludo, luego se sueltan, a desgano.

-A mí me pasa lo mismo – aclara Pedro – este es casi como mi lugar en el mundo, un quiebre en la rutina, cerrar los ojos, que vengan pensamientos bonitos, dejarse ir – dice mientras cierra los ojos e inspira profundo.

-Compañero perfecto – piensa y dice sin querer Guille en voz alta y se sobresalta al escucharse.

Se miran un poco sorprendidos, los dos apartan la mirada, ligero temblor en la mano que sostiene el cigarrillo. Guille aspira el aire de la noche intentando calmar esa agitación que no sabe de dónde nace, o tal vez porque sí sabe.

- Antes de que llegaras me preguntaba si era posible vivir sin haber estado nunca en el alma de alguien – las palabras se abren paso dentro de él …

… y afuera alguien las recibe … - Depende de lo que se entienda por vivir. Me gustaría alguna vez saber que estoy en el alma de alguien – y mirándolo – yo no renunciaría a eso.

-Yo tampoco – temblor en la voz

Algo en el aire, una vibración, un latido distinto.

-Creo que te voy a aceptar ese cigarrillo –

-¿No dijiste que lo habías dejado? – sonríe.

Y mirando al fondo de esos ojos que comienzan a ahogarlo

-Si, pero hoy me lo voy a permitir –

Silencio, deseo tramando proximidad.

Dos hombres sentados en una pendiente y algo que comienza a suceder y cambia el destino.