domingo, 13 de abril de 2014

Viñetas: Hilo Rojo (5ta parte) by Lupillar


PRIMERA PARTE

INTUIRSE

La espera hasta que el sueño la vence, la ansiedad han impedido siquiera que se logre sentar un segundo, no ha podido quedarse quieto en un mismo lugar, mira el reloj constantemente. Diez minutos para bajar a la cafetería, miles de preguntas se cruzan, miles de sensaciones, pero no deja ninguna siquiera terminar de plantearla.

observa, profundamente sumergida en su mundo inconsciente e inmediatamente se gira, sale nervioso, apura el paso y los latidos se hacen eco en sus oídos, no desea siquiera pensar el porqué de su reacción, una excusa perfecta; las posibilidades de ser parte de su estudio. Se detiene a verse en el reflejo de una ventana, pasa sus dedos por el cabello acomodándolo, apunta unos botones del saco, lo abre de nuevo, mejor suelto.

Lo ve en una de las mesas distantes de espalda a él, respira profundo y de nuevo la sensación de aquella silueta conocida, familiar y muy cercana. Se acerca, con un impulso que aún no reconoce de pasar su mano por aquella espalda, en una caricia brindada para él y por el placer de sentir la textura de la ropa sobre ese cuerpo. Se controla y con un “Hola” rasposo se ubica a su lado y de nuevo esos ojos profundos, destellantes que lo invitan a sentarse, a refugiarse en él donde quiera, cuando quiera. Las presentaciones protocolares, los ritmos del inicio de una conversación típica, pero de pronto Pedro y su mirada inmensa atraviesan con una pregunta el aire -¿nos conocemos verdad? De antes…de algún lugar… y Guillermo intuitivo asiente, lo mira de lleno – sí, indudablemente nos conocemos…desde hace mucho…creo. Y se hunden de nuevo en la mirada del otro, con muchas preguntas, dudas inquietantes pero una felicidad indescriptible, un algo que les indica que el lugar y el momento son los adecuados.

Con la sonrisa nerviosa ambos se examinan, los ojos bailan descubriendo sobre el rostro ajeno los miles de detalles, bajan las miradas, de nuevo sonríen y de nuevo se miran; ojos grandes, ojos profundos, boca delgada, boca gruesa, nariz recta, perfilada, dientes hermosos, rostro serio, compenetrado. – ¿Doctor Beggio, le parece las condiciones del estudio?- llevan más de una hora hablando sobre el acuerdo laboral, una excusa perfecta para no despegarse de las miradas, Guillermo pide café amargo y otro para Pedro y en un roce de sus manos sienten la electricidad fulminarlos, dejarlos desconectados por un segundo al mundo ajeno, solo ellos dos, allí en un sitio cualquiera.

¿Y tu hijo?- ¿y tu mujer? ¿Cincuenta por ciento, te parece bien? ¿No trabajas los sábados? Y siguen corriendo los minutos, - te espero el lunes, quédate con tu mujer estos días- nos vemos el lunes-
Ambos se levantan, se miden y esa mezcla de incomodidad, Y nerviosismo se expande, ahora sin la mesa de por medio como barrera, se atraen. Un par de desconocidos que durante horas de charla hablaron más de sí mismos que con los más cercanos. Con nadie. Los únicos. Su primera pero no única vez.

Guillermo y su instinto; muerto de ganas por atraerlo a su cuerpo, y la necesidad evidente sobre su piel y Pedro muerto de ansias por un roce más cercano, y esa sensación tan potente que ni se atreve a analizarla. Se acercan, se separan, un vaivén sutil para terminar abrazados, enterrados sus rostros en el cuello del otro. 

Guillermo cierra los ojos, el olor frutal, fresco se clava, de golpe abre los ojos, aspira fuerte, hurga un poco más fuerte y tiembla ante la necesidad de probarle la piel. El aroma, el mismo aroma de aquel hombre, de aquel sueño de hace mucho…que ahora no logra recordar bien.
Pedro anegado en su calor, en su aroma, se deja llevar, en cada tramo del roce de esos brazos lo siente y siente a Guillermo rozarlo y aspirar su aroma, se estremece con un deseo inclemente de sentirlo a que lo pruebe haciéndose evidente en un susurro.
Se separan. Guillermo aturdido aún con sus manos sobre su cuerpo, sin ganas de dejarlo partir, tentado a llevarlo de nuevo a su espacio, a sus brazos, a su boca. Pedro ajeno, casi levitando, nunca en un abrazo se sintió más cómodo, más en su lugar, en paz, seguro, completo. Sin pensarlo siquiera, arrebatado de nuevo se tira sutilmente a sus brazos y Guillermo sorprendido y extasiado lo recibe, se inunda de su olor y con júbilo retiene la nuca, acaricia el cabello.

Un fin de semana largo como muy pocos, Guillermo apenas con tiempo para poder acomodar a su hijo y la mente distraída, dispersa en otros lugares. Desubicado, ahogado en nuevas sensaciones, avasallado por una alegría inmensa que aún no logra determinar y menos describir, recuerda todo, cada uno de los gestos, de las miradas, de las frases. Se mira ante el espejo e inevitablemente sonríe, el gusto por Pedro, el placer de verlo, el placer de olerlo, el placer de sentirlo, su mirada le avisan que indudablemente está frente a lo más importante de su vida, está frente a ese motivo por lo que ha transitado durante tanto tiempo, la razón de vivir lo que ha vivido. La respuesta a sus momentos de soledad, la respuesta a la vida misma, el motivo de existir, y allí está plasmado en un hombre que por cosas del destino llego a su puerta; no sabe si en el momento justo, ya lo ira dilucidando con el paso de los días. Por alguna razón no duda de sus sentimientos, loco e injustificable con apenas pocos días de conocido, ya dejara que las cosas tomen rumbo, no desea aun enturbiar sus pensamientos con uno en específico, esa mujer, la esposa, en ese espacio ya ocupado.
______

Repite los recuerdos, repite las frases y todas las sensaciones se hacen palpables. Encerrado en el baño, repasa ese sentimiento inmenso que siente abarcar todo su cuerpo, que nace desde lo más profundo de manera contundente, sin dudas como si despertara de un largo sueño, adormecido por tanto tiempo esperando llegar a aquellos brazos. Un hombre que con fuerza en tan solo horas lo hizo sentir aquello que anduvo buscando tanto tiempo. Y se sorprende pensándolo, añorándolo, contando los minutos para llegar de nuevo a verlo, solo un temor tiñe aquella plenitud, el saber que junto a Camila jamás ha sentido ni la milésima parte de lo vivido en aquellos minutos con Guillermo, algo loco para su mente pero indiscutible para su alma y corazón. La mente juega y su propio miedo lo hace negar, lo hacen dudar y bajo un disfraz de afecto paterno enmascara lo evidente.


SEGUNDA PARTE

ACEPTAR

El acople es instantáneo, el complemento perfecto de ideas, de inteligencia, el contraste en las diferentes visiones de la vida. Pedro y Guillermo encajan en una dupla que brilla por si sola y eso a ojos de terceros no pasa desapercibido.

Los celos de Beto por su nuevo compañero de trabajo van mermando a medida que el roce diario los acerca, el respeto, la amistad y la lealtad mostrada por Beto confieren en Pedro una simpatía inmediata y la admiración, la compenetración y ese algo de más que ve Beto en Pedro lo van cediendo hasta aceptarlo como un nuevo amigo, intimo, cercano.
Fabián conocedor hasta hace poco del secreto de su padre observa en él un cambio casi drástico, lo observa liviano, más tolerante pero a la vez mas sumido en sus pensamientos, más introvertido. Repara a Guillermo en momentos que se cree solitario de como sonríe por algún recuerdo, la mirada perdida sobre algún folio y los lentes en las manos, observa cuando conoce a Pedro el entendimiento en las miradas, la conexión que demuestran en cada paso y descubre sin sorprenderse que su padre se ha enamorado, enamorado de un hombre que aun buscando motivos, excusas para verlo insoportable o mínimamente detestable y no las haya.

Los días pasan uno tras otro, casos de toda índole transitan y el mundo cada vez se cierra más para ellos dos. 

Ya no son suficientes las horas de trabajo, ya buscan motivos para alargar esos instantes hasta la noche, alargar los días, ya Pedro es una presencia casi fantasmal en su casa, no encuentra paz dentro de esas cuatro paredes y los pensamientos solo se dirigen a un lugar, a unos momentos y a una sola presencia. La cobardía de verse a sí mismo viviendo por una razón. 

Cansada de intentar retomar ser el centro de atención en la vida de Pedro, Camila una noche decide enfrentarlo “¡pareces enamorado de ese tipo!” son las pocas palabras en medio de una discusión que lo ponen en jaque, como un reflejo real, un golpe directo ante lo que se negaba a aceptar. Las sensaciones, el percibir, el intuir están mucho antes que la razón, a veces la mente racional niega lo que el cuerpo y el alma gritan, la razón busca miles de caminos para esquivar, para dilatar , para alejar. La razón siempre se impone violentamente al grito del alma. ¿Enamorado de Guillermo?, tal vez una profunda admiración, amor….así una fuerza profunda, poderosa… una fuerza que lleva muchos años acompañándolo…tal vez.

Los sueños con Guillermo lo atormentan, los besos imaginados, los roces de sus manos deseados se proyectan en las noches, los vive cada vez que cierra los ojos, se inunda en una sensualidad que al despertar lo hace huir y buscar calmarse bajo la ducha de agua con la excusa perfecta de iniciar el día, nada lo logra. Reiteradas veces ya despierto y solitario se ha visto perdido en la ensoñación de poseer ese cuerpo nada extraño y muy reconocido para él.

El comienzo de semana lo sorprende iracundo, inestable. Llega al estudio y desquita su frustración contra Cuca y Gabriela, no puede entender que lo mínimo que debe hacer para dejar de sentirse mal es saber leer su propia alma y aceptar sus propios sentimientos. Terco, como siempre. Batallante hasta con su propia sombra.

Lunes en la tarde y un abogado de otro estudio visita a Guillermo por un caso pasado que desarrollaron en conjunto, y una alarma se dispara en Pedro al ver a Beto inquieto y algo renuente a dejar pasarlo. Pedro insiste en recibirlo él y Matías insiste en que es a Guillermo Graziani a quien debe ver.

- ¿y este tipo que?- pregunta un Pedro a punto de perder el control.
- Pedro…eh…ellos tuvieron algo…una relación no hace mucho…uno de los secretos que salió a flote de Guille.
- ¿Una relación?…fueron amantes- 

Ya sabía desde un comienzo sobre la inclinación de Guillermo, pero ver allí de pie a un hombre cualquiera que vivió “aquello” y que hizo parte de una historia romántica y no hace mucho tiempo hieren profundamente al hombre, se instala ese dolor agudo que ya conoce pero ahora teñido de rabia, una especie de ácido corrosivo que nace profundo y se expande hasta el pecho, atenazando la garganta. Una rabia descomunal al verlos hablar con gestos demasiado íntimos; una mirada brillante con una sonrisa insinuante por parte del joven y una mirada receptiva con una inclinación de labios de Guillermo rebasan la copa de la paciencia.
Hay límites que sabe que no debe cruzar pero el cuerpo se prepara para una batalla; con los puños cerrados, la mirada fija y la mandíbula apretada, Beto lo ve a la distancia, sabe que lo debe contener porque algo que Guillermo jamás perdonaría ni siquiera a Pedro seria la invasión a su vida íntima, a su privacidad.

Beto ante los ojos inquisitivos de Guillermo hace miles de maromas y saca a Pedro de allí, lo deja a solas como es su pedido y por primera vez en mucho tiempo, sentado en el césped y unas cuantas cervezas a su alrededor se enfrenta a sí mismo, analiza los pasos uno a uno que lo han llevado hasta allí, recuerda nítidamente los gestos de Guillermo, cada rasgo de su rostro, su mirada intensa y por primera vez a ese sentimiento de paz interior, de ansiedad a estar en su mismo aire adquieren forma, adquieren un nombre, grande e intenso. Amor. Ama a Guillermo en toda su plenitud. Ya hace mucho lo sabe, desde el primer momento, ahora lo acepta claro, firme e irrevocable.

Guillermo se percata de cada movimiento en Pedro, de su malestar. Hace mucho, desde que se miraron por primera vez, sabe que es lo que pasa entre ellos. Ha dejado que el tiempo pase y sea el mismo Pedro que digiera y acepte aquella realidad, sin forzarlo , solo esperando que las cosas fluyan porque sabe que allí se juega todo: se juega la vida, la tranquilidad pero sobretodo su corazón por primera vez enamorado.

Esa noche Pedro pasa insomne, cigarrillo tras cigarrillo, temeroso ante lo nuevo, desbordado ante la magnitud de lo que siente y cobarde ante lo que tiene que enfrentar. Analiza un antes y un después de Guillermo, esa magia que lo rodea, ese tacto para contenerlo siempre, la compenetración y la sensación de plenitud a su lado, un tira y afloje que se acrecentaran en los días siguientes acompañado de una ilusión que ve perdida ante sus ojos, el de formar una familia, una familia real en donde proyectar todo su amor, en donde realizarse como padre y romper el círculo del que fue parte. Desea demostrarse que está hecho de otro material diferente a su padre, diferente al abuso, a los golpes y a las humillaciones, desea tener unos hijos por los que velar, a los cuales guiar, a los cuales amar y eso con Guillermo jamás sucederá…Guillermo…un hombre. 

“¡maricón!” recuerda aquella vez que ultrajado a golpes por su padre en plena furia le gritaba. Insistente la palabra resuena, noche y día, y lo hace debatir en su alma aquello tan inmenso, tan potente por Guillermo que lo arrastra y ese anhelo que lo unió a Camila, desesperados por formar algo de lo que nunca ninguno de ellos dos hizo parte.

QUINTO CAPITULO 

TERCERA PARTE

ESCAPAR

Pasa el tiempo y Guillermo observa cada vez más esquivo a Pedro, lejano, tímido a quedarse a solas con él. Sabe que lo mira y cuando lo enfrenta le huye. Ve en sus ojos un miedo que hasta ahora reconoce, conoce la historia de Pedro y lo ha aprendido a leer, sus silencios, sus miradas y ahora lee precisamente un miedo particular que tiene que ver con él, ve su deseo de acercarse y el temor ante lo desconocido, enterneciendo y doblegado Guillermo decide ser quien dé el primer paso, necesita hacerlo porque el aguante que creyó casi inagotable está llegando a su límite.

- ¿Me esquivas o lo imagino?- a quemarropa decide enfrentar a Pedro que lo mira sorprendido.
- No…para nada…
- Pedro. Acá pasa algo, vos sabes de que hablo.

Y Pedro aterrado traga saliva, sabe que no lo debe mirar a los ojos porque perdería todo, busca un anclaje entre todas las cosas, un punto donde fijarse pero los ojos lo traicionan, busca y queda fijo en la miel dorada, tibia y profunda de los ojos de Guillermo.

Una caricia suave sobre su frente, resbalando a la mejilla y deteniéndose en el mentón, tal cual a su primera caricia hace tiempo atrás en el hospital lo hacen buscarlo más. ¡Como extrañaba ese toque! Se inclina, más cercano, más entregado. Y huele el aroma del aliento de Guillermo, tan conocido, tan suyo, tan nostálgico como si lo hubiera tenido y perdido en algún momento y ahora allí de nuevo a su lado.

Guillermo extasiado en la reacción de Pedro se atreve a mas, roza con su dedos los labios carnosos que ha soñado hace tanto, delinea la hermosa forma y siente un suspiro pasar a través de su piel inundando el aire, el olor de Pedro tan reconocido y extraño a la vez, tan buscado y por fin allí con él.

- ¿Sabes que pasa acá chiquitín?- pregunta en búsqueda de una aprobación.
- Si, Guille , lo sé-
- Pedro...

el muchacho en un arrebato invade el espacio personal. Lo besa suave, conociendo la textura, abriendo los labios, buscando con la lengua, probando la saliva con sabor a café, fresco, tibio.

Se retira abochornado con Guillermo que aun no cae en cuenta que fue besado, se miran y sin darle tiempo a algún arrepentimiento el rostro de Pedro es tomado entre las dos manos de Guillermo, llevado a su boca de nuevo, probando un beso real, abierto, sediento. Un dique que se abre, dientes que se tocan, lenguas que se enredan, y un deseo creciente en el aire.

Besan las narices, las mejillas, las manos se tocan, se sonríen, se acercan más y rozan las rodillas y como un relámpago el cuerpo reacciona a cada punto que los une, se magnifica cada caricia, cada toque.

- ¡Pedro, chiquito! Tenemos que parar...
- No-
- Pedro, mírame.

Pedro buscando más cercanía es alejado por las manos de Guillermo, hay muchas cosas aun que deben ajustar, pero la más importante de si es consiente Pedro el salto que debe dar, el dejar de lado una planeación de una vida con Camila o dejar pasar esto que existe entre ellos sin dar tiempo a iniciarlo. Pedro a todo responde que sí, obnubilado por las sensaciones, Guillermo lo retiene, serio, razonable. Debe ser sensato con él mismo, debe solucionar su situación, Guillermo no permitirá ser segundo en nada, no permitirá porque no hay tiempo, porque no hay espíritu ni fortaleza que aguante tanto, es ahora o definitivamente nunca.

Pedro pide tiempo para él, para ubicarse ante algo que lo mueve como nada. Al aclarar lo que viven aumenta la tensión de su relación en el estudio. No pasan momentos sin mirarse, sin rozarse, uno que otro beso a escondidas uno más atrevido que el anterior, Guillermo debe parar y poner un límite pero la insistencia, los ojos y la piel de Pedro vencen siempre. Como el beso robado de aquella mañana.

Guillermo, sabe con toda la certeza que Pedro es su felicidad, es simplemente el complemento perfecto pero también reconoce que con la misma facilidad de alegrarle cada momento lo puede destruir, le puede arrancar hasta el alma y lo puede dejar sin nada. Expuesto, abierto, temeroso como jamás creyó verse. Regando las plantas y observando a Pedro distraído en la nada fumando un cigarrillo, serio, con los ojos atormentados, lo ve pararse y sin despedirse siquiera de él sale del estudio. No se atreve a moverse, con la botella de plástico en la mano presiente que Pedro ya tomo una decisión y el miedo lo paralizan.

Camina por la ciudad, sin rumbo de nada ¿en qué momento su vida cambio tanto? La situación con Camila no ha ido para nada bien, en las noches escasamente se hablan y cuando lo hacen las recriminaciones por parte de ella lo acorralan. La quiere, la respeta y no desea hacerle daño, tampoco la quiere lejos de él… ¿y Guillermo? en tan poco tiempo, en escasos meses le ha robado todos sus pensamientos, en todo momento lo necesita, lo desea…miedo, pánico de dar ese paso y enfrentar la realidad.
Esa mañana después de unos minutos deliciosamente tensionantes y de un beso robado tras la puerta del despacho de Guillermo, Pedro recibe un mensaje “acá estoy yo. Tu esposa, tu amiga, tu cómplice, tu familia. No lo olvides. Te amo” y tambalea de nuevo su mundo. La decisión la debe tomar. Regresa a su casa, la ve frágil. Su mujer. La posibilidad de tener con ella lo que nunca conoció y que desea fervorosamente tener y que con Guillermo definitivamente perderá.

Nunca, jamás en su vida sintió aquella agonía, aquel dolor. Pedro lo estaba dejando y definitivamente. La siguiente semana habían decidido finiquitar la sociedad. Beto le insistía a Guillermo que no se rindiera “el chico está perdido, no lo dejes ir, ¿Guille estas seguro de esto?, él te ama y vos lo amas” entendía la postura y la necesidad de Pedro por formar un hogar tradicional, unos hijos que obviamente con él no hallaría, pero estaba el otro lado de la moneda; el amor que en tan poco tiempo se había instalado, el amor que veía en sus ojos, el amor que sentía por él y que lo llevaban a reaccionar egoísta y rudamente.
No había permitido siquiera hablar más allá de lo estrictamente necesario con Pedro, habían decidido por medio de Marcos acordar que clientes seguían con ellos y cuales con Pedro.
No regreso al estudio en los días siguientes, solo atendía algunas llamadas urgentes de Beto o Marcos. Se hundía en la biblioteca de la casa por horas enteras, tratada infructuosamente de retomar algunos libros, leer algo y lograr despegar la mente de Pedro y su ira creciente. No le rogaría, nunca lo hizo con nadie, tentado muchas veces a llamarlo o a contestarle, retrocedía, puteaba, salía caminar, la desilusión, la soledad inmensa y oscura se clavaban aún más en las noches.

Pedro desesperado por no encontrarlo en el estudio se dirigió a su casa, deseaba hablar con él, no sabía para que, solo necesitaba verlo. El peso del cansancio de aquellos días donde el sueño era esquivo le pasaba factura, fumaba más y la angustia ganaba terreno, reaccionaba a todo violentamente y se recriminaba la decisión tomada.
Llegó a la casa de Guillermo una tarde de lluvia torrencial, no importaba como, necesitaba hablar con él. Fabián abre la puerta, indeciso lo deja pasar y al tanto de todo desde su alcoba escucha a los hombres en pocas palabras unas cuantas recriminaciones.

- ¡Pedro! Tenes que ser consecuente con tus palabras, con tus acciones.
- Lo sé, solo….solo quería verte.
- Para que…acá no hay nada Pedro. Entendelo, nada.

Y Pedro por primera vez ve frente a frente la realidad de haber perdido a Guillermo. Solo su negación lo mantuvo cuerdo, solo necesitaba y buscaba ver en Guillermo la resolución de la que el carecía para terminar algo que nunca había comenzado pero que indudablemente ya dolía no tenerlo.

Ese martes en la tarde, Pedro empaca y aprovecha que Camila sale por unos minutos para llamar a Guillermo, solo ruega esta vez que conteste, una última vez.

- Pedro, por favor…
- Lo se…solo te llamaba…para despedirme
- Decime- con la voz quebrada
- Solo decirte…
- Se feliz Pedro.
- Si…no me olvides.
- No…no te voy olvidar.

Ambos al otro lado de la línea desechos, se desgajan en lágrimas, terror de no saber que pasara a partir de allí, dolor inclemente y una sensación de muerte, de abandono como nunca ninguno la sintió. Ganas de no estar en ningún lado, de esfumarse en el aire, ganas de nunca haberse conocido.

Pedro sentado contra la esquina, abrazando sus piernas y perdido en el tiempo levanta la cabeza, observa las cajas empacadas, las paredes, este que fue su hogar ya no lo será, nunca lo fue. Y registra unos metros a su derecha un libro de portada conocido, gatea, lo toma. Un regalo de su madre cuando cumplió once años y que hace muchísimos años no reparaba. Un secreto entre los dos porque su padre no permitía la lectura de aquellas cursilerías en su casa. Un libro de cuentos infantiles con las hojas amarillas, lo abre, lo hojea, lo lee y un sinfín de recuerdos de pocos momentos alegres, íntimos entre su madre y él lo atropellan, ríe, llora y el viento tibio filtrado por la ventana abierta mueve las hojas y hace caer al piso un papel, es una tarjeta con trazos de lápiz, con trazos de dibujos de un niño, la recoge, la gira… y con letras borrosas pero nítidas lee: Guillermo Graziani. Abogado Penalista…más abajo con la letra de un niño en lápiz rojo: Pedro Beggio.

Guillermo decide salir a caminar, la sensación de ahogo en su casa lo avasallan, siente las paredes cercarlo, la tarde es tibia. Hace mucho no se tomaba el tiempo de una caminata, se sorprende ver sitios nuevos por la ruta que tranza hace muchos años, la falta de observación, la falta de tiempo. Se detiene frente a uno de los locales, una librería que hace mucho no entraba, busca algunos textos sin ninguno que llame su atención, sale de nuevo sin percatarse que alguien lo asedia.
Llega al parque y respira el aroma del lugar, necesita paz…necesita a Pedro.

- ¿Guillermo Graziani?- lo llaman a unos metros de distancia
- ¿Si?

Levanta la vista buscando quien lo llama, no alcanza a ver el rostro. Solo escucha la potencia del ruido y acto seguido la sensación quemante en la mitad del pecho, un dolor agudo irradiado a la espalda acompañado de vértigo, cae al piso, ve a alguien pasar corriendo a su lado. El dolor agudo se incrementa hasta cortarle la respiración y pasa su mano palpando el sitio, la mira…sangre…Fabián…Pedro, Pedro.

A punto de soltar la tarjeta por el temblor la vuelve a leer, el recuerdo clarísimo aparece fuerte tanto que duele la cabeza, cierra los ojos y siente un dolor punzante, una quemazón en la mitad del pecho, lleva su mano al sitio…Guillermo y una neblina roja aparece frente a sus ojos, se marea… ¡Pedro! los abre de nuevo creyendo escuchar a Guillermo “¡esto es un error!” Se dice a sí mismo, toma las llaves del auto, un abrigo y sale dando un portazo. No abandonara a Guillermo, nunca.


12 comentarios:

  1. Por Dios, escribís increíble. Tengo la piel de gallina, los ojos con lágrimas y el corazón estrujado.... Por favor danos un final feliz y muchas historias más. Gracias!!

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  2. Ufff quiero que siga ya!! es hermoso, inquietante... gracias. Magaly

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  3. Bellsimo!! En espero de la continuacion de hilo rojo 6ta parte , urgente y yaaaaaaaaa!! Gracias!!

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  4. Hermoso!!! esperando ansiosamente la continuación!! Muy linda historia ¡¡ cuántos giros que va teniendo!! Admirable. Gracias!!!! Susy

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  5. GENIA, VOLVI A LEER TODOS LOS CAPITULOS Y SOLO ME QUEDA FELICITARTE,LAS DESCRIPCIONES DE LOS SENTIMIENTOS SON IMPECABLES, MARAVILLOSO LO TUYO.SUPONGO UNA CONTINUACION,NO NOS PODES DEJAR ASI!!!!
    EL GIRO A LA HISTORIA SORPRENDE GRATAMENTE¡CUANTAS HISTORIAS QUEDAN POR CONTAR! Y TODAS NOS EMOCIONAN, NOS ACARICIAN, NOS RECONFORTAN EL ALMA.
    EL AMOR SIEMPRE TRIUNFA,Y EL DE PEDRO Y GUILLE MAS QUE AMOR ES JUSTICIA.
    ESTE ESPACIO CURO HERIDAS Y ALEGRO CORAZONES¡QUE MAS SE PUEDE PEDIR!
    ESTOS ENAMORADOS ETERNOS Y USTEDES HAN INUNDADO DE AMOR NUESTRAS ALMAS, PERO LO MEJOR ES QUE ESA INUNDACION DILUYO,ARRASO, BORRO EL TRISTE FINAL.AGRADECERLES INFINITAMENTE.
    HILO ROJO QUE COSE HERIDAS SIN DEJAR CICATRICES.MONICA DE LANUS.

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  6. Mis felicitaciones, es increíble lo bien que escribís, cómo describís las situaciones, los sentimientos, estoy ahí, siento lo mismo que ellos, es hermoso leerte, estoy atrapada en esta historia que no quiero que acabe. Gracias por regalarnos el Hilo Rojo. Susana

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  7. Maravilloso sendero de hilo rojo!, Tu relato es atrapante, muy creativo y seductor. Gracias Lucero, ojalà llegue pronto la continuaciòn. Marlene Rodrìguez.

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  8. Lucero.......todavia no logro recuperar la respiracion.......este capitulo fue increible, (largo, lo que ameeee) y tan fuerte que me dejo trastabillando. Encima lo suspender en un espacio que te deja con todos los pelos de punta, no me resigno a pensar en un final que no los muestre juntos y felices, se que para los ojos de una escritora eso no es lo que importa, pero como se que los amas tanto o mas que todos nosotros, se que en el fondo puedo confiar en que vas a regalarnoslos de nuevo juntos y felicies. Por favor........(estoy pondiendo ojitos de lastima a ver si funciona) Miles de gracias. Felicitas

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  9. Te felicito,esta es una de las historias màs complejas del Blog...La forma en la que fuiste imaginando los distintos "layers" de situaciones mezcladas en el tiempo y el uso de los sentidos es espectacular! La manera en la se van acercando y alejando,conociendo,esperando y deseando hasta que se encuentran finalmente me pareciò atrapante.Mis partes favoritas: "Guillermo cierra los ojos, el olor frutal, fresco se clava, de golpe abre los ojos, aspira fuerte, hurga un poco más fuerte y tiembla ante la necesidad de probarle la piel. El aroma, el mismo aroma de aquel hombre, de aquel sueño de hace mucho…que ahora no logra recordar bien.Pedro anegado en su calor, en su aroma, se deja llevar, en cada tramo del roce de esos brazos lo siente y siente a Guillermo rozarlo y aspirar su aroma, se estremece con un deseo inclemente de sentirlo a que lo pruebe haciéndose evidente en un susurro..."

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  10. Lucero admiro mucho la forma en que logras describir cada emoción, cada sentimiento, es realmente hermoso poder leerte, espero con ansias que llegue el próximo!!!

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  11. Impecable relato .Lucero te felicito, tardo la entrega pero valió la pena, a demás sabemos que no se escribe de un día para el otro. Espero con inquietante calma la próxima entrega.

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  12. No quiero reclamar, pero me parece que falta una parte entre el capitulo 4 y el 5, puede ser? Creo qué la leí en Facebook...

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