Esta segunda entrega está dedicada a
Ilgora, conspicua miembro del Carpe Diem
Club.
Río ( sin culpables)
Lo único que estropea la felicidad es el miedo.
Clarice Linspector
Apenas le suelta la mano, la primera conversación está entre ellos sin imposturas, se abre paso
como la música en la librería.
-¿Así que ya la leíste? Me parece que no te caen muy bien los
abogados... En esta novela matan a uno.
Se ríe y Guillermo observa sus gestos, le llama la atención la belleza
viril que lo atraviesa, un delicado equilibrio entre fuerza y sensibilidad.
-Bueno, según el día, yo mataría a más de
uno. Trabajo con ellos. Lo mira y vuelve a sonreír:- soy uno de ellos…
Graziani se saca los anteojos diciendo:
No me digas que vos también sos abogado…
También?
Se sonríe sorprendido.
Vuelven a reír son muchas las coincidencias
que los reúnen: Buenos Aires, la profesión y ahora, Río. Siguen entusiasmados buscando más libros,
se recomiendan lecturas, cuando quieren darse cuenta, en la librería ya hay
luces encendidas.
-Tengo
que ir volviendo, dice Pedro, mi mujer me está esperando en el hotel.
- La mía en la casa de unos amigos donde
estamos parando, ya debe estar pensando que me tomé un avión y me volví directo
al estudio.
-No te gusta Río?
- No, no me gusta, en realidad no me gusta
viajar mucho, contesta Guillermo mientras se acerca a la caja para pagar.
-Me parece que vos sos todo un personaje,
Graziani, dice Pedro, casi provocativamente.
-No, querido, una cosa es ser un personaje
y otra es tener personalidad, remata Guillermo mientras lo mira.
- Tengo personalidad, agrega, soy así.
Pedro no puede desviar la mirada de esos
ojos oscuros lleno de matices, todo lo que le ha contado desde la hora escasa
que lo conoce, le parece interesante, ya le habló de su estudio, de sus socios,
-ese Beto debe ser un tipo incondicional- piensa, de su hijo Fabián que estudia
música como su madre, de Ana y sus amigos bohemios.
Ya en la puerta, la tarde desaparece sin
avisar mientras la noche de Río avanza llena de luces y promesas de una
felicidad que desconocen, el regalo del azar desparramado entre los libros.
-Es un gusto haberte conocido, espero que
disfrutes la novela, si no te gusta, vas a querer matarme a mí…
-Estoy seguro que me va a gustar, le
contesta mientras mira el paquete con el libro y vuelve a buscar sus ojos. Guillermo
siente que no quiere despedirse, aparece la extraña sensación de desear que el
tiempo no se detenga, manejarlo como se le antoje sin dar explicaciones a
nadie.
Pedro lo mira e instintivamente, baja la
vista, esos ojos profundos son demasiado intensos para seguirlos mucho tiempo.
-Te doy mi celular, por si te aburrís con los amigos músicos de tiempo completo, ensaya
un chiste que intenta quebrar esa complicidad de ojos encontrados.
-Sí, no puede no pasar, dice Guillermo,
mientras enciende el celular, escribe su número y anota: Pedro.
-Qué es lo que no puede no pasar, Dr.
Graziani?
-Que me aburra de la música y los músicos
de tiempo completo como vos los llamás. Tomá, anotá el
mío.
Y otra vez la risa, mientras siente que la
alegría lo acaba de tomar íntegro, sin atajos.
*****
Apenas camina dos cuadras, el celular le
avisa que tiene un mensaje. Pedro le contesta a Camila que no se intranquilice,
se ha demorado más de la cuenta en una librería y ya está emprendiendo el
regreso.
Se sorprende del sentimiento encontrado, ha
pensado que lo llama Graziani, y al ver el nombre de Camila encendido en la
pantalla de su celular último modelo, una decepción lo atraviesa.
Qué estupidez, piensa, cómo me va a llamar
a las dos cuadras de habernos despedido, mientras intenta disipar ese
sentimiento que no logra identificar, simplemente, porque lo desconoce.
****
Guillermo regresa a la casa, deja el morral
sobre el sillón, en la mesa ratona ve los vasos vacíos, los ceniceros llenos de
colillas mientras escucha las voces alejadas
en el jardín, percibe la transpiración en su espalda, el intenso calor, el ruido de un cuerpo que se arroja a la pileta y finalmente,
los aplausos y las risas.
Deja vu de un aburrimiento anunciado.
Es el mejor momento para irse al cuarto y
empezar a leer la novela, sube las escaleras,
se recuesta en la cama, apenas la luz del velador encendida, las manos
sobre la nuca, los brazos flexionados apoyados sobre la almohada, la vista al
techo: entonces ahí está, la tarde en la librería, un perfume de varón
acechando, la charla, su recuerdo, esos ojos que no se disipan. Cierra los suyos
y lo ve extenderle la mano otra vez, presentarse,
su sonrisa toda, el esmerado cuerpo varonil, la juventud devorante.
Qué mierda estoy pensando, se dice a sí mismo mientras las excusas se acomodan
como pueden: el calor, la ciudad voluptuosa, el interminable tiempo libre.
Gira en la cama buscando una posición que
lo aparte de esas ensoñaciones, dormir, volver a poner las cosas en su sitio.
******
Camila ya está lista, el vestido negro le ciñe el
cuerpo, tal cual lo había previsto.
-Mi amor, estoy lista… dice insinuante,
acercándose despacio para que él no se pierda ni un detalle.
Pedro está vestido de elegante sport, los
espera una noche de baile y tragos en una discoteca famosa con algunos conocidos,
esos contactos tan necesarios para el estudio, la ve y la besa suave en los
labios, mientras ella se aprieta a su cuerpo buscando más.
-Vamos, después a la vuelta… le dice él
mientras ella lo besa sin pausa.
Ey, ya, ya, nos vamos, le dice mientras la
aparta de su cuerpo con firmeza.
A veces su mujer lo fastidia sin remedio,
esa noche, más que otras.
Ya en la boite, bailan desprejuiciadamente
en la pista, la música a todo volumen impide cualquier diálogo, Pedro ha bebido
lo suficiente como para dejarse llevar por su deseo de un modo irreflexivo,
cierra los ojos, baila, recuerda, se acerca al oído de Camila y le murmura que
va por otra copa, lo que quiere es alejarse de ella para mirar su celular y
comprobar que no tiene ningún mensaje ni llamada perdida. El exceso de alcohol
hace que no mire la hora, lo único que registra son sus ganas de llamarlo, de
volver a hablar con él.
La música que Ana le eligió para su celular,
lo despierta, se ha quedado dormido vestido, mira al costado de su cama y ve
que su mujer todavía no se acostó, las voces, más débiles, se escuchan en el living.
Toma el teléfono y lee por primera vez su
nombre allí.
-Hola Pedro, que hacés a esta hora? Todo
bien?
Un pequeño silencio los envuelve, Graziani,
sin querer, está sonriendo.
-Se escucha música, no creo que te haya
pasado nada malo…
Se ríe, -no, nada malo- estoy en Baronneti…
-En dónde? Baronneti? No tengo idea, Pedro,
te dije que no me gusta mucho la noche carioca, qué es, un restaurant italiano? Se puede saber de qué te reís? Me
llamás a las tres de la mañana para reírte de mí? Graziani está a punto de
entrar en la zona más “ Graziani” de esa
noche extendida.
- Perdoname, tenés razón.. Es una disco,
muy conocida, muy vanguardista…
-¿ Vanguardista? Repite irónico, -mirá vos-
yo pensé que vanguardista era otra cosa…
Pedro lo escucha y vuelve a reír, este
hombre definitivamente, lo hace sentir bien. Muy bien.
-Te desperté? Pregunta algo confundido.
-Sí, me
despertaste, Pedro, no pasa nada… le dice mientras se incorpora en la
cama para hablar mejor.
-No me di cuenta de la hora, llamaba para
decirte si querés que mañana nos veamos…
Y apenas lo termina de decir, siente que suena
raro, intempestivo.
Guillermo siente un ligero sobresalto en el
pecho mientras se escucha contestarle:-sí, qué querés hacer?
A vos que te gustaría? Pedro sin darse
cuenta, le regala la primera posibilidad de elegir cómo pasar el tiempo juntos.
-No sé, podríamos ir a comer algo, no? Te
parece bien?
-Sí, me parece muy bien, dónde nos
encontramos?
En la librería? Propone Guillermo.
- Sí, en la librería está bien, a las 12?
-A las doce, chau.
Guillermo se queda unos instantes sentado
en el borde la cama, instintivamente se lleva el teléfono a la boca, en un
gesto que ni siquiera advierte, en lo único que piensa es que ya sabe que ese
encuentro que acaban de arreglar, va a cambiar su humor para el resto del día.
Deja el celular en la mesita de luz mientras
escucha las últimas voces, las últimas risas de los otros habitantes de la
casa, los pasos lentos de Ana subir por la escalera.
Continuará….
chan chan chan.....estos dos se encuentran y estallan los planetas sin remedio
ResponderEliminares inevitable, Elena.. Gracias por tu lectura y tu comentario!
Eliminar"complicidad de ojos encontrados", "la alegría lo acaba de tomar íntegro, sin atajos", "las excusas se acomodan como pueden", son sólo algunas de las gemas dentro del cofrecito: hay muchas más. Tu historia se palpita Nor. Me encantaría echarle la culpa a Río, pero la única responsable de tanta magia sos vos ♥
ResponderEliminarGracias An, por tu atenta mirada y el hermoso comentario..
EliminarÓptimo capítulo, otro principio y, lentamente, nos encontramos de nuevo enamorados. Reconozco todos los síntomas. ¡Es inevitable! un movimiento lento que te toma con fina sabiduría. ¿Quién no ha perdido el sentido del tiempo estando uno el objeto del propio deseo? el deseo de hablar, de encontrarse, de hacer juntos cualquier cosa ... y la llamada nocturna: ¡una joya! magia pura
ResponderEliminarGracias querida Antonia! es cierto, el deseo de querer estar con el otro, y el tiempo que transcurre sin que se lo perciba.. Gracias por tu valioso comentario!
EliminarMuy bueno. ..."el regalo del azar desparamado entre los libros".. acà la bella metàfora que los vincula en Rìo.(en donde lo que abunda es la magia!) Pero parece que en cualquier lugar en que se vean, van a ser dos trampas vivas para sì mismos, ya que toda variante de un encuentro, los somete a buscarse sin remedio.Espero que no tengan insomnio esta pròxima noche, ¡que no se les revuelva la cabeza! Marlene Rodriguez
ResponderEliminarGracias Marlene por tu atenta lectura! sí, prefiero el azar propiciando una vez más el encuentro..
EliminarEllos siempre se eligen, tarde o temprano..
Sinceramente es una bella historia!! Estos encuentros en Pedro y Guillermo son sublimes!! En espera de otro capiutlo y Gracias!!
ResponderEliminarGracias Adriana por leer y comentar!! me alegra que te haya gustado
EliminarNorita, estos dos se encuentran y podes ver las chispas que vuelan. Son como un imán, no pueden evitar atraerse y vos nos estas contando esta aventura en Río de manera magistral. Como siempre, con ese don que tenés con las palabras, nos llevas suavemente a disfrutar de sus encuentros. Gracias por compartirnos esta historia!!!
ResponderEliminarGracias Paula!!! es cierto, son como un imán.. veremos cómo se siguen atrayendo en esa ciudad vertiginosa. Un abrazo!
EliminarEsto promete seguir poniendose cada vez mejor, espero mas que ansiosa su continuacion, los inicios de una relacion siempre tienen una magia especial, como esta ocurriendo con ellos ahora. Muchas gracias por esto. Felicitas
ResponderEliminarGracias por tu lectura Felicitas!!
EliminarY como no enamorarse nuevamente!!...bella historia...magaly
ResponderEliminarGracias Magaly!!!
EliminarQué buen comienzo Nora! Lleno de tensión, de atracción, de complicidad...Sea en el escenario que sea, se encuentran y explota todo, ya nada volverá a ser igual. Estoy ansiosa por leer el próximo encuentro! María Elena
ResponderEliminarGracias María Elena, me alegra que te haya gustado! un abrazo
EliminarSIIII!!!!!,NORA. ADORO A PEDRO CON UNAS COPAS DE MAS,SE ATREVE A TODO.
ResponderEliminarIMPOSIBLE NO VOLVER A ENAMORARME.DIVERSION, ALEGRIA,PICARDIA, Y LA MAGIA DE LO INEVITABLE.
YA QUIERO ESE ENCUENTRO, QUE PROMETE.
FELICITACIONES NORA , ESTA HISTORIA SE LAS TRAE,MIL GRACIAS POR TANTO.
SOLO HAY UN GANADOR, EL PROFUNDO AMOR QUE YA LOS COMENZO A QUEMAR.
"VAMOS, DESPUES A LA VUELTA..." ALGO ME DICE QUE JUSTAMENTE NO VA A ESTAR PENSANDO EN VOS, CAMILITA .DESDE YA ESE VESTIDITO NEGRO LE HACE RECORDAR A PEDRO ESOS OJOS OSCUROS QUE SIN SABERLO LO VAN A HACER TEMBLAR.JA,JA,JA
MONICA DE LANUS.
Gracias Mónica!! Sí, Pedro parece llevar la voz cantante... aunque "Camilita" insista, y el vestidito negro sea muy sentador, parece que se vuelve sola a Buenos Aires, no? Gracias por tu lectura y el buen humor!! un abrazo
EliminarTodo el calor y la sensualidad de Rio.-Me imagino una copa de vino compartida y ellos,devoràndose sobre la arena al calor de una fogata...serà mucho? Mis partes favoritas: "Graziani está a punto de entrar en la zona más “ Graziani” de esa noche extendida..." " Pedro sin darse cuenta, le regala la primera posibilidad de elegir cómo pasar el tiempo juntos..."
ResponderEliminarRío y el calor de una fogata en la arena.. Podrán soportar tanto fuego?
Eliminargracias por tu lectura!!
Hermosa historia!!! que bellos son estos dos encontrándo-se. Son el AMOR... Felicitaciones y gracias por regalarnos estos bellos sentimientos... Susy
ResponderEliminarGracias por tu lectura, Susy!! qué bueno que te haya gustado!
EliminarI love Rio! Què lindo tu Pedro,sin tantas dudas ni miedos...al lado de Guille va a descubrir la verdadera pasiòn y el verdadero amor,sin todas las frivolidades de su actual pareja.- Guille va a dejar de lado todos sus miedos al enamorar por primera vez y encontrar en Pedro la libertad.- ..."Pedro no puede desviar la mirada de esos ojos oscuros lleno de matices..." "promesas de una felicidad que desconocen" " lo mira e instintivamente, baja la vista, esos ojos profundos son demasiado intensos para seguirlos mucho tiempo..."
ResponderEliminargracias !qué bueno que disfrutaste la lectura!
EliminarQué bella historia Nora! Estoy asombrada de mi misma porque me cuesta mucho imaginarlos en un ámbito que no sea el estudio y acá fluye todo de manera tan natural que me olvido que son abogados de traje y corbata! Gracias! Ceci
ResponderEliminargracias Ceci!! me alegra que puedas disfrutar de este nuevo escenario!!
EliminarLa "fama" de la tan mentada Rio nunca me atrajo demasiado, pero ahora que están ahí "nuestros" dos y de la mano de Nora... allá vamos!!! ¡Gracias por la inmerecida dedicatoria! ¡Es como ayudar a hacerlos pisar el palito! (Y "estos" no necesitan ayuda alguna).
ResponderEliminarnada de inmerecida, Ilgora!! gracias por la lectura y por compartir tantas cosas..! abrazos!
ResponderEliminarPor favor qué continúe esta hermosa historia!! Esperándola... Susy
ResponderEliminargracias Susy! ya llega la tercera parte...
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