Hostería Acto de Fe
Un, dos, tres
Cosas que pasan cuando dejo a mi chico en
manos del Sadic Club
Para Paula
-
No, no te puede atender ahora
-
Quien es, Pedro?
-
Esta ocupado
-
Dame ese teléfono
-
No es importante – susurra
tapando el auricular – le digo que te llame después
-
Dame! – y el tono ya no admite
replica – Juancito – saluda y fulmina a Pedro con la mirada al tiempo que gira
para esconder la sonrisa que le provoca el brillo de enojo en los ojos marrones
– no, cocinando nada mas – se sacude el abrazo y el mentón apoyado en el hombro
– Salí , dejame hablar tranquilo. Sí, siempre igual
-
Se quema
-
No se quema nada. Dame un
minuto Juan – lo empuja hasta la puerta, beso en la mejilla y cierra. Vuelve a
atender el teléfono mientras lo ve irse hacia el rio – decime en que te ayudo
Sabe dónde buscarlo un rato después. Sentado
en el muelle, tirando piedritas al agua. Le revuelve el pelo con una mano –
venís a almorzar?
-
Que quería?
-
Ayuda con una causa penal
-
Se le murió otro “amiguito”?
-
No seas desagradable, es para
un cliente
Resopla – y que le dijiste?
-
Que sí, por supuesto. Podemos
ir a comer?
El camino a casa no queda libre de protestas –
no puede hacerlo Beto o Marcos?
-
Amorcito…te olvidas las veces
que nos ayudo?
-
Con eso de que las fotos tienen
que ser certificadas? Hasta un estudiante de primer año lo sabe
-
Declaro a mi favor
Y por fin se lleva un bocado a la boca, pero
la tregua dura poco – que vas a hacer?
-
Terminamos de comer y me voy al
estudio para reunirme con él, mañana es la primera audiencia
-
Te acompaño
-
No
-
Si
-
No – tormenta en puerta – no
voy a aguantarte con cara de culo toda la tarde – y un beso para calmar el
temporal – tengo hoy solo para estudiar el caso, cielito
Regresa tarde a la
noche y cien mil llamados de Pedro después.
Nada para cenar y una nota “me fui a lo de Maidana, vuelvo tarde, no me
esperes”. Mastica sin ganas el sabor amargo de un sándwich hecho con lo poco
que encontró en la heladera y lee un rato más antes de dormirse.
Abre los ojos
cuando suena el despertador, estira el brazo y numera: esta, acostado de
espaldas, no lo escucho llegar, tiembla?. Lo siente acurrucarse a su lado en
cuanto lo toca – quedate…
-
Sabes que me tengo ir, venís a
desayunar conmigo?
-
Me siento mal
Imposible no besarlo – celoso?
-
De verdad, Guille, me siento
mal
-
Pedro, es la audiencia hoy,
sabes que no puedo faltar. Me buscas esta tarde?
Nadie lo espera en el Tigre cuando vuelve casi
de noche, algunas llamadas perdidas, muy pocas – la agencia va a tener dos ex
agentes menos – masculla mientras muy a su pesar, muy marca otro numero en el
teléfono – o tres. Marcial, Guillermo habla, decime, sabes donde carajo esta
Pedr…Agustín?
-
Como, no le avisaron?
-
Avisarme qué?
-
Lo internaron en el Hospital de
Pacheco, Maidana está con él, los chicos acá conmigo. Guillermo está ahí?
-
Sí - busca apoyo en la pared,
mareado – como que internado? – agrega con un hilo de voz – que paso?
-
Apendicitis me parece
-
Dame la dirección
Recorre casi corriendo los pasillos – como
mierda puede ser que nadie sepa donde esta un paciente! – hasta que al fin
divisa el quirófano. Unas manos lo detienen cuando está empujando las puertas
vaivén – no puede entrar – Maidana
-
Decime ya que paso! Porque no
me llamaron? Están seguros que es apendicitis? Quien autorizo la operación? -
observa como busca en silencio un café para él en la máquina, lo exaspera la
parsimonia de ese hombre – habla de una vez!
-
Se sintió mal a la mañana y
después empezó con vómitos, así que lo traje. Ya debe estar por salir,
tranquilícese.
Camina de un lado a otro hasta que ve salir al
médico y se abalanza sobre la camilla que viene detrás sin oír las
explicaciones – Pedro! Pedro, estas bien?
Los ojos apenas abiertos, los labios resecos
que aun así alcanzan a dibujarle una media sonrisa, y la voz del enfermero –
señor, espere que acomodemos la habitación y después puede pasar – que le
cierra la puerta en las narices, para encontrarlo en la misma posición quince
minutos después.
Le cubre de besos el rostro – amorcito, estas
bien? – y ensaya una broma – al final soy yo el más viejo y vos el que siempre
termina en un hospital – despeja los mechones de la frente, acomoda las
almohadas y las mantas y arrima una silla – descansa, sí? Dormí un rato
-
Te quedas? – la voz pastosa por
la anestesia
-
Me quedo acá, mirame, no me
muevo, precioso
Vuelve a revisarlo temblando cuando escucha la
respiración pausada, sin fiebre, a besarlo suave y a arroparlo. Inspecciona las
indescifrables anotaciones de los sueros y se desploma en la silla, hunde la
cara en los brazos y deja escapar su angustia en un sollozo sobre la cama.
-
Ey, Guille – lo despierta unas
horas después
-
Qué pasa? Que necesitas? Te
duele? Llamo a alguien?
-
Veni, acóstate acá conmigo
-
No, no, vos tenes que descansar
-
Te vas a quedar duro ahí en la
silla – haciéndole lugar en la cama – dale, veni
-
Si entra la enfermera…
-
No seas boludo
Si hay algo peor que tener a un Grazziani de
mal humor, es tenerlo de enfermero
-
Quedate en la cama, decime que
necesitas
-
Voy al baño, amor
-
Y te acostas de nuevo, el
médico dijo que no tenias que hacer esfuerzos
-
Caminar no es un esfuerzo
Guille
O a tres
-
Papa dijo que no podes comer
eso
-
Papa va a matarme de hambre si
me sigue dando sopa
-
Pero papi…
-
Acompañe a dar una vuelta Diego
y vos, Brisa, si te pregunta no sabes nada
Claro que las cosas siempre pueden empeorar.
Retiene con una mano las dos de Pedro y aparta
con la otra la boca de su pecho – amorcito, dejame leer
-
Pero Guille…
-
Dijimos que hasta que no te
saquen los puntos, no
-
Vos decidiste, vos y tus
decretos!
-
Pedro por favor, y no me digas
que no te duele porque es imposible
-
Andate a la mierda
-
Adónde vas?
-
A dormir al living
Sabe cómo hacer que vuelva a la cama – te
aviso que mañana viene Juan
-
Que!?
Y no falla - ya me oíste, tenemos que preparar
la defensa y no voy a dejarte acá solo
La quinta interrupción los deja discutiendo
otra vez en el pasillo
-
Entende que esto es importante
y no hay tiempo, voy a cerrar
-
No se te ocurra poner llave… -
termina la frase hablando solo con la puerta – porque me voy
Decide no buscarlo la primer noche, ni la
segunda. En la tercera, el portazo interrumpe la frase de Marcial – la rubia
esa con la que andabas en…
Silencio absoluto. Un Grazziani auténticamente
furioso – Pedro, vamos! – y lo levanta del brazo antes de que termine de abrir
la boca – no voy a discutir con vos acá – arrebata de un manotazo los billetes
que ve pasar de las manos de Marcial a las de Maidana – que apostaron ahora?
-
Nada – al unísono
Y los guarda en el bolsillo antes de salir
-
No me hagas correr que no puedo
-
Ahora te acordas! – un tirón lo
detiene en seco – que? – y antes de poder pensarlo se encuentra acorralado
contra un árbol – no, no, espera – si no tuviera esa sonrisa… – Pedro – las
manos en su cinturón y la boca vaya uno a saber donde, envuelto como esta,
integro, en el calor de su aliento – cielito, acá no
-
Pero Guille
-
Remo hasta el Refugio si queres
Los ojos marrones tan cerca que puede ver el
fondo y el beso entre risas que lo desarma – ahorrémosle trabajo a la
prefectura mejor
-
Vamos a la lancha
-
Es muy grande para el calado
del refugio
-
Ya se tontín, veni
Una bandada de patos levanta vuele entre
quejas cuando el motor inquieta la serena noche. Y entonces es su turno de
detener los besos y las manos que pasean por su cuerpo – así no puedo manejar,
amor; y no me dijiste adónde vamos
-
A Colonia
Continuara…