Canela y Pimienta
¿Subir las
escaleras o escalar el K2? Llegaron a la habitación arrastrando los pies y
bostezando a dos bocas, aunque Guillermo seguía jugando a mantener el control. Y
a él le gustaba dejarlo jugar.
‘Vos tardás más,
así que primero me doy yo una ducha y después te dejo todo el baño para que vos
practiques snorkel si querés.’
‘Snorkel voy a practicar mi amor...pero no en el
baño.’
‘Dale’, respondió
con una sonrisa inofensiva que tiritaba en toda su cara.
Se sentó a los
pies de la cama mientras escuchaba el agua de la ducha correr. Pensando en los lugares que esa agua está
recorriendo. El frío del garaje volvió en forma de pinchazos. En sus manos que hasta hace unos minutos lo desarmaban
a caricias. Apenas sentía los dedos de los pies. La espuma cubriendo el pecho, resbalando por sus piernas. Le dolía
la cabeza. Los ojos cerrados. Le
costaba respirar. El cuello, los brazos,
el vientre, sus escalas de placer. Sintió nacer un vacío en la boca del
estómago. La piel perfumada.
‘Listo, todo
tuyo.’
Sonrió mientras
lo miraba cubrirse con la bata.
Qué parecidos síntomas los del frío y el fuego.
**********
Saliendo del baño
escuchó el primer ronquido. Rendido.
Se arrodilló a su
lado y lo recorrió con mirada intensa. Con hambre atrasada.
Dormía tan lindo
que casi le daba pena despertarlo.
Casi.
Le rondaba una
idea, pero no tenía las herramientas para concretarla. ¿La corbata? Abajo, y no
consideraba volver a ese congelador.
¡Los pañuelos!
Esos gigantes, de seda chillona, que Guillermo había comprado para paliar sus
habituales gripes, porque ‘cuando te da
la tos te los ponés y te suavizan.’
Cosas de
Graziani. Ni pensar en negarse. Además, si había un tema sobre el cual jamás le
discutía era con respecto a las gripes: les debía demasiado.
Armas en mano, desanudó
la toalla que abrazaba su cintura y se acercó lento. Trepó a la cama y se
deslizó junto a él con cautela. No buscaba despertarlo. No todavía.
Suavemente rodeó
las muñecas, hasta llegar al nudo.
Un relámpago
cruzó por sus ojos al retirar la sábana: no tendría que preocuparse por la ropa
interior. Abreviaciones del cansancio.
Pasó una de las
piernas por encima del cuerpo que yacía desarmado, y se reclinó hacia adelante
hasta unir pecho con espalda.
Enterró el rostro
en su nuca. Lo saboreó.
Su olor le
quebraba los sentidos.
Tomó distancia, y
apoyando los pulgares sobre su espalda comenzó a trazar un camino invisible hacia
la base. Detrás de los dedos partieron los labios.
Un temblor debajo
de sus piernas le indicó que había sido detectado.
‘Pedro...’
Por toda
respuesta sintió una tela fina rodear su cabeza y adherirse a los ojos. En un
gesto instintivo buscó quitársela. Imposible. No habría juego de manos para él
esta noche.
Intentó
incorporarse y unas caderas implacables se impusieron sobre su cintura
empujándolo contra la cama.
Saberse indefenso
aceleró su respiración.
Pedro niño. Pedro
seducido. Hasta hace apenas un momento.
Pedro hombre.
Pedro dueño. Ahora.
Las caricias en
su espalda masajeaban, presionaban, provocaban temblores violentos.
‘Quiero verte.’
‘No.’
‘Dejame darme
vuelta.’
‘No.’
‘Pedro...’
‘Callate.’
Intentó otra petición
y él aprovechó para hacerlo callar con la lengua.
Ardían. Los
labios, la saliva.
Quemaba tanto que
dolía, pero ninguno abandonaba. Uno daba y el otro pedía. Círculo perfecto.
‘Ya vuelvo.’
Y al oído le
contó adónde iba.
Guillermo gimió.
Se abría, se rebelaba. Pero ahí estaban sus caderas para recordarle que ya no
era él quien impartía las órdenes.
Bajó lento,
depositando un beso por cada mordisco. Lo marcaba, impasible ante sus ruegos.
Con el fin de la
espalda comenzó otro viaje. Y Pedro lo guíó profundo, vertiginoso.
Dividió con las
manos y sumó con la lengua. Lamía, exploraba. Y se dejaba enloquecer por las
súplicas mudas de ese cuerpo: las caderas retando a la gravedad y reclamando
sus labios, una y otra vez.
En una pausa que
se le hizo cruel, sintió ausentarse la boca que lo martirizaba y el cuerpo se
tensó instintivamente reclamando su presencia.
‘Vení’, lo rescató.
Sus manos lo
sujetaron por las caderas, elevándolas en la ruta directa a su boca.
Le dejó hacer. De
su boca sólo se desprendía una palabra: su nombre, repetido una y mil veces
hasta perder todo sentido.
Aliviándolo, los
dedos húmedos lo impregnaron de una esencia que no logró reconocer. Una breve tregua,
mientras todo él vibraba descontrolado, domado sólo por esas manos que lo anclaban
a la realidad.
El armisticio
llegó a su fin, y el dictador dio rienda suelta a su codicia.
Milímetro a
milímetro volvió a enloquecer su piel, raspando, succionando, alimentándose.
Una de sus manos
se desprendió de la cintura y se deslizó hasta su sexo. Apenas lo rozó. Algo
más hubiera provocado un estallido definitivo que aún no quería conceder.
Lo recorrió con
delicadeza, dejándolo fluir entre sus dedos. Lo sintió latir en su mano,
dilatarse, colmarse.
Serpenteó hasta
su oído y susurró una orden.
Guillermo giró.
Saberse culpable de
ese cuerpo en carne viva lo aniquilaba.
Recorrió los
pezones con sus dientes. Y con sus besos el vientre. El frenesí no daba lugar a
la clemencia. Pedro no la admitía. Guillermo no la deseaba.
Un sonido casi
inaudible lo hizo detenerse: alzó la vista y descubrió conmovido las lágrimas que
resbalaban por debajo de la venda.
‘¿Guille...?’
Los labios de
Guillermo trazaron la silueta de un te
amo en absoluto silencio. Apenas dos palabras para que Pedro sintiera
ponerse en pie toda la ternura. No hizo falta más.
Las bocas se
buscaron mansamente, conjugando un beso traicionero que marcó el principio del
fin.
Con delicadeza,
las piernas lo aprisionaron en un cepo armado sobre su espalda. Su miembro
descansaba contra su vientre, y su boca contra la suya.
Se medían, se
esperaban.
El duelo más
hermoso del mundo a punto de desatarse.
‘Ahora mi amor...
Pedro...’
Esta vez no lo hizo
esperar. Enterró la cabeza en su cuello y el cuerpo dentro del suyo, y se hundieron
en un oleaje de embestidas que los inundaban implacables, furiosas.
El cinturón sobre
su espalda se estrechó, y los abrazos amarraron dos cuerpos que eran un solo
estremecimiento.
La sintieron
llegar al mismo tiempo; la libertad los arrastró en un acople perfecto, con un
vientre escalando sobre otro y una espalda arqueándose al salir a su
encuentro.
El rugido de uno
tatuado en el cuello del otro.
El sudor y la
alegría de pertenecerse.
Nada más. Nada
menos.
Resbaló con
suavidad por su cuerpo y con dulzura le desató las manos. Y la mirada. Se
acurrucó a su lado y esperó en silencio, con la vista fija en ese pecho que se acunaba
cada vez más cerca de la calma.
Cuando los ojos
negros por fin lo llamaron, se zambulló en el único abrazo capaz de completarlo.
Con las piernas entrelazadas, como le gusta a Guille. Con la boca enterrada en
su cuello, como necesita Pedro.
Cuando empezaba a
sentir que las caricias en su pelo lo arrastraban al sueño, le oyó preguntar:
‘¿Qué era?’
Levantó la vista intrigado,
y la mirada cómplice de Guillermo señalando la mesita de luz lo hizo reaccionar.
Sonrisa traviesa,
beso chiquito depositado detrás de la oreja, y confesión:
‘Canela y
pimienta, mi amor.’
Fin
Este fic fue hermoso, espero muchos fics más, esta pareja lo merece.
ResponderEliminarGenial!! GENIAL!!
ResponderEliminardulzura a full !! Y amor .... Esto fue hermoso . Graciela CT
ResponderEliminarApa,apa,apa! ARDEN DE PASIÓN Y MUEREN DE AMOR Y TERNURA!!!TODO JUNTO EN ELLOS!! SOÑADA ESTA HISTORIA!!! QUISIERA QUE ESTO SUCEDIERA DE VERDAD!!!!PIEL DE GALLINA!!! OJALA ESTA PAREJA DE FIC REGRESE A LA TV. SON MÁGICOS!!! GRACIAS POR ESTA LINDISIMA HISTORIA !!!
ResponderEliminarMuy buena historia!! amor, sensualidad, ternura... ellos sus mil maneras de amarse!! Felicitaciones por este fic!!!!!!! gracias por compartirlo!!! Susy
ResponderEliminarexcelente!!!
ResponderEliminarSin palabras. Gracias An y Paula. Marlene Rodrìguez
ResponderEliminarMe encantó! A la espera del próximo capitulo. Gracias
ResponderEliminarY yo leyéndola en la oficina. No aprendo más!!!
ResponderEliminarAPLAUDIR DE PIE ,INSUFICIENTE, QUE SON DINAMITA ESCRIBIENDO JUNTAS, YA LO DIJE, LO LOGICO SERIA SIN PALABRAS, PERO ME CONOZCO IMPOSIBLE NO HACER UN COMENTARIO.
ResponderEliminarESTA HISTORIA NO SE PUEDE LEER DE TANTA MAGIA QUE IRRADIA, PERFENTA, ATREVIDA, SENSUAL, IMPECABLE, DELEITE ABSOLUTO PARA LOS SENTIDOS.
GRACIAS POR TANTO AMOR.
DESEO PROFUNDAMENTE EL SEMENARIO SEGUNDA VUELTA, ESPERO MEJOR DICHO ESPERAMOS TRANQUILAS, TOMENSE TODO EL TIEMPO QUE NECESITEN, PERO SIGAN ESCRIBIENDOOOOOOO ,
MUERTA DE AMOR CON ESTOS RELATOSSSS, PLEASE, PLEASE, QUEREMOS MASSSSS.
A ESTA PAREJA EL HUMOR Y LA PASION LE QUEDAN DE MARAVILLAS...EN ELLOS TODO ES MARAVILLOSO, UNICO.MONICA DE LANUS
Perfecta, amor, pasión, ternura, Guilledro..son ellos y es lindo leer lo que nos fue negado..gracia An y Paula por esta maravilla..espero mas historias así !!;;
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