Gracias An Sanchez por el feedback.
QUINCE - TREINTA…
Todo listo. A horas de un corto vuelo, para pasar unos días en una
hermosa ciudad y escoltando a los dos seres que más ama en la vida, el abogado
siente un nudo en el estómago. No puede atribuirlo a nada en concreto. Solo una
intuición, un presentimiento.
Llegando a Aeroparque Guillermo está más nervioso que sus acompañantes.
Entre los bolsos, las raquetas, el check in y la demora de la salida, emerge el
más autentico de los Graziani.
Pedro sonríe, tomar con humor los estados de su pareja es la mejor forma
de encauzar las energías del gruñón con el que comparte sus días. Fabián desde
los asientos escucha música con sus auriculares, es su forma de huir de esas
situaciones a las que su padre suele someterlo.
-
No trajeron demasiadas cosas? Me dijeron que solo era una
semana. Parece que se mudan a Uruguay.
-
Dale Guille. Relaja.
-
Ya deberíamos de haber abordado.
-
Estamos en horario.
-
Tus papeles, están todos en orden?
-
Si Doctor, no es la primera vez que viajo.
-
Podrías no ser tan condescendiente.
-
Y usted no romper tanto las pelotas.
Ya en destino la situación no cambió. Por costumbre Pedro y Fabián
realizaban un peloteo de reconocimiento ni bien llegaban a una cancha nueva.
Así que dejaron los bolsos en las habitaciones y salieron a encontrarse en el
hall para dirigirse al estadio. Guillermo decidió ir con ellos. Fabián no
quería a su padre cerca con su malhumor, pero había insistido tanto en que los
acompañara que no tuvo más alternativa que cerrar la boca.
El Abogado se sentía más desubicado que nunca y mientras Profe y alumno
se cambiaban, se le ocurrió ordenarles el abarrotado banco. Vio unas muñequeras
y empezó a sacarlas de su empaque, para que Fabián las tuviera más a mano a la
hora del juego.
En su afán de ayuda Guille prosiguió acomodando las coloridas raquetas.
Nunca entendió por que necesitarían tantas, “si
solo utilizan una por vez”. Y las ubicó, una a una, debajo del asiento.
Viendo la pila de pulcras toallas en un extremo, se decidió a que no era el lugar
correcto, y las guardó en el bolso de Fabián.
Una vez que llegaron a la cancha, el Profe fue el primero en darse
cuenta de lo que Guillermo había hecho y disimuladamente intento explicarle que
dejara todo como estaba. Éste no entendió y se sentó a un costado, tranquilamente,
“para no molestar”.
Pedro y Fabián, uno de cada lado de la banca, se reían mirando el
desorden Graziani que había en sus cosas. Menos mal que lo primero que les
enseñaba a sus alumnos era que las cábalas o supersticiones, se trataban simplemente
de manías y solo servían para distraerlos de su objetivo. Cualquier otro
jugador se hubiera salido de eje al ver la “ayuda” extra que había tenido.
Una vez que terminaron la práctica y mientras juntaban sus cosas para
volver al hotel, Guille empezó a rezongar. Tenía hambre y ya se quería irse de
ahí. No había sido tan acertada la idea de acompañarlos a entrenar. No entendía
mucho del juego y se perdía continuamente en los exquisitos movimientos del
profe sobre la cancha. Al estar su hijo ahí, limitaba sus posibilidades de
interrumpir abruptamente ese juego y comenzar otro más entretenido, sólo con Pedro.
Algunos inoportunos periodistas se acercaron a Fabián. Lo reconocen como
una brillante promesa y quieren entrevistarlo. Pedro está feliz, ver a su
discípulo desenvolverse en ese, su mundo, lo llena de sincero orgullo. Pero a Guillermo
empieza a disgustarle este tipo de exposición y decide quedarse en alerta.
Para que Fabián se mantenga tranquilo, Pedro aleja a su padre e intenta
sutilmente explicarle un poco el juego y ver si logra que agarre una raqueta:
-
Qué pasa Amor?
-
Nada… estoy tratando de estar cómodo, lo más que pueda
estar, que no es mucho, ya lo sabes.
-
Bueno qué hacemos? Esperamos o nos volvemos al hotel?
-
Y claro… esperamos…
-
Porque no gozas el momento, disfrutas del día, los colores,
el azul, el verde, los pajaritos…
-
Me gustan todos los colores, el azul, el verde, el amarillo,
rojo, violeta, está todo bien.
-
Ponele onda.
-
Quiero que terminen. Me quiero ir de acá.
-
Si tenemos que esperar igual, por qué no aprendes?
-
Ah! No, a mi no me gusta. No tengo vocación de esto, no me
gusta. No me interesa, no es mi ambición. No tengo ambición de juego. No me importa
el tenis, el golf, el polo. No me gusta la paleta, la pelota paleta, paleta con
vos, paleta contra mí, paleta contra el frontón, paleta ahumada, no me gusta.
-
Te lo pido por favor, dejame que te enseñe.
-
No, no, no.
-
Proba una vez, sino te gusta no te jodo más, dale.
-
A ver qué mierda hay que hacer acá…
-
Qué actitud!
-
Y si, querido, te estuve mirando…
Entre risas y poses sugestivas el Profe empieza a distender el ánimo del
Abogado, que rendido completamente ante los hoyuelos sinceros, se olvida de
cualquier registro, de las personas cercanas, de su hijo y de los periodistas.
La semana pasa apresuradamente. Los nervios de Pedro y Fabián van en
aumento a medida que el alumno se adelanta en la agotadora llave
clasificatoria. Solo dos partidos lo separan del ansiado Trofeo, la gloria y el
merecido reconocimiento. Para celebrar el camino recorrido y calmar el malhumor
de Graziani, que también ha ido creciendo con el correr de los días, deciden
cenar en un coqueto restaurant cercano al hotel.
En ese lugar, al que al Abogado le resulta familiarmente particular, todo
el mundo parece conocer al Profe Beggio. Jugadores, entrenadores, empresarios y
una que otra señorita se acercan para saludarlo. Graziani acumulaba. Fabián
disfrutaba. Pedro disimulaba.
Cargado con un millón de recomendaciones el alumno se retira al hotel a
descansar. Su padre y el profe se quedan disfrutando de un último café. En eso
se acerca un mozo trayendo una botella de Champagne. Guillermo explota,
recriminándole a Pedro la grosería de los presentes, al no darse por enterados
de que estaba en su compañía. Cuando termina el berrinche, el mozo mostrándole
la botella, su preferida, le aclara que es para el Dr. Graziani, cortesía de la
casa.
Guillermo siente más apretado el nudo en el estomago y recuerda por qué
le era conocido el elegante lugar. Hace muchos años atrás, cuando recién
empezaba su carrera, junto a Juan, habían trabajado para el dueño del restaurant.
Ahora tendría que explicarle a Pedro, esa partecita de su lóbrega historia que,
hasta ahora, había conseguido seguir obviando. Si bien Pedro siempre supo que tuvo
“algo” con Juan, nunca le contó cuánto había sido precisamente ese “algo”.
Mientras intenta hilar una frase coherente, se acerca el aparatoso dueño
y le tiende la mano, preguntándole por el “querido
Juancito”:
-
Hace mucho que no lo veo. La última vez que vino me dijo que
están trabajando juntos de nuevo. Vos también estabas perdido, años hace que no
venias, verdad?
Todos los colores que dijo que le “gustaban”,
tardes atrás, todos se reflejaban en su petrificado rostro. Pedro apretaba sus
dientes, miraba a los costados y rezaba palabras inaudibles. Aunque todas
entendibles para Guillermo. Siempre creyó que Matías sería una molestia, nunca
se le ocurrió que con el “querido Juancito” tuvieran un pasado tan significativo
en común.
Luego de sorteada la situación, a regañadientes, llegan a la habitación
y se inicia un peloteo sin tregua. Una a una las recriminaciones de lo no
dicho, de los silencios confusos, de los celos que se toman por mal fundados,
se presentan ahora a viva voz.
El abogado maldice no tener argumentos cuando se los necesita. Sentirse
acorralado no le brinda las mejores respuestas. La doble falta cometida le
juega torpemente en contra, lo hace sentir que comienza a perder el partido más
importante de su vida.
"Todos los colores que dijo que le “gustaban” en la tarde, todos los tenía en el rostro". Me tenté con esto Adri! Gran final con esa doble falta, analogía de una doble vida nunca totalmente aclarada... A ver cómo salimos de esta Graziani!
ResponderEliminarSublime!!! Me encanta cuando Guillermo queda acorralado por Pedro!! Gracias!!
ResponderEliminarPor favor que tengan otro Tie-break!! genial historia!!! Que amor este Pedro soportando pacientemente el malhumor de su amado... Gracias, hermosa historia!! Susy
ResponderEliminarA ver graziani, ahora que tiene que decir!!!esta siempre reclamando y por una vez tiene que dar explicaciones. Pedro puede perdonar todo pero no puede con sus celos!!! Muy bueno Adri!
ResponderEliminarGenial Adriana..! Te felicito.! Graziani tan puntilloso, malhumorado, rompe quinotos pero no para de meter la pata.! Adoro a Pedro cuando se muestra celoso...Me encantó este capítulo y veremos como sale de esta el Gran Dr Graziani..!
ResponderEliminarSOLO CIELITO, PUEDE SER CAPAZ DE AGUANTAR LOS BERRINCHES INSOPORTABLES DE GRAZZIANI, Y ENCIMA ESCONDEDOR.
ResponderEliminarME ENCANTA ESTA HISTORIA, TAN ELLOS Y LOS CELOS DE PEDRO UN CAPITULO APARTE,SOLO FALTA QUE LLEGUE A URUGUAY ALGUN FISCAL CONOCIDO CON GANAS DE SEGUIR ENBARRANDO LA CANCHA Y CIELITO EXPLOTA,JA,JA,JA...
FELICITACIONES ADRIANA, ESPERO EL PROXIMO SAQUE, QUE VENDRA CON ALGUNAS TORMENTAS PERO TAMBIEN CON MUCHO AMOR.MONICA DE LANUS
Match point, match point, match point!!! Me parece que se armó una de "dobles"!!!! me encanta la historia y como la contás, Adriana!
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