Intimidad by Lilita

Profundamente agradecida a mis queridas Ilgora y Nora por ayudarme, socorrerme, leerme, alentarme, aconsejarme. Sin ustedes esto no sería igual, son realmente maravillosas.

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Intimidad:

Cinco compases

I

Guille duerme, está agotado como yo, pero hoy me cuesta rendirme al sueño. Enciendo un cigarrillo y lo observo: relajado, sereno, “No parece Graziani”. Conozco sus estados de ánimos en el ritmo de su respiración. Como aquella noche….

“Camila no está embarazada…y no espera un hijo mío, ni ahora ni nunca”. Guillermo respiró profundamente para recuperar la serenidad. “No vas a decir nada?”, lo increpé. “Tenés que estar tranquilo, esto cambia muchas cosas para vos” dijo. “Para nosotros, Guille, para nosotros”. Y reconocí en su mirada mis propias dudas, sin pensarlo: lo abracé. Y en sus brazos me sentí valiente. Y lo besé, pero no como la primera vez, sino con el deseo acumulado de mis noches; y lo besé, con la intensidad de un rio que ha encontrado su cauce; y lo besé, por todos los momentos en los que no estuve.

II

Guille se mueve y me saca de mis recuerdos. Ahora, duerme con una mano apoyada en su pecho, me gusta jugar con ella, es firme y suave, como su forma de amar. Las manos de nuestra primera noche juntos….

“Te veo a la noche?” preguntó. ”Si” conteste sin mirarlo. ”Si?” volvió a preguntar, buscando más certeza en mis ojos. “Por supuesto, definitivamente sí”, contesté con seguridad. “Querés dormir en lo de Beto? Tal vez dormís mejor ahí” .Ese es el breve segundo, antes de la respuesta, donde la ansiedad lo gana: abre sus ojos y acompaña su cuerpo con un vaivén suave, pero nada sereno: “Tan Graziani”. “Me estas cargando. No, voy a dormir con vos. Voy a tu casa”

Aquella noche, en esta misma habitación, sentí que debía tomar la iniciativa: “Te quiero provocar Guille, por donde empiezo?” era mi silenciosa pregunta. Di un paso hacia atrás y me quite la remera. Lo miré, le sonreí, creo que hasta me mordí los labios de vergüenza. Ahí está de nuevo, su respiración y el vaivén.

“Podría acusarte de corrupción de ancianos” dijo. “Estúpido”, le conteste y reí.

Esa noche aprendimos a abrazarnos, a darnos nuestros espacios, a esperar nuestros movimientos. Pronto encontramos nuestro propio idioma: "te gusta esto?", "querés esto?". "Esto" que reemplaza todo lo que rodea a nuestra relación. Abandonarme totalmente a Guille, era poder contener mi propio fuego: reconocer sus necesidades y sus tiempos, el ritmo de los cuerpos que bajan y suben, la cabalgata salvaje y su voz: su ahogado e intenso deseo, acallado desde la primera vez que nos vimos, desde que supo que había llegado su barco y hasta que supe, que había encontrado mi puerto: en esos brazos, en sus manos.

III

Esta noche mi caballero se rindió al sueño…

Apuro mi cigarrillo, aunque no para dormir, esta reciente descubierta intimidad me deja sin sueño. Por lo especial de esta noche, por lo que me ha devuelto. La entrega es mutua, nos habíamos impuesto tiempos y yo los rompí continua e inexorablemente. Las caricias, borraron mi inquietud y en ellas no había nada de perturbador, mis ansia reclamaron su parte. Entonces, sin más preámbulos, sus manos me recorrieron y mi deseo se desató, el ritmo de mi respiración se aceleró y de a poco mi cuerpo se acostumbró a sentirlo, se cubrió del sudor que precede a ese instante de intensidad, al choque de planetas, al instante donde Guille se diluye en mi calor.

IV

La gloria deja paso a los ritos: que se suman a nuestra intimidad…

Aunque dejó de fumar hace tiempo, de vez en cuando suele dar una larga pitada a mi cigarrillo, “Para despuntar el vicio” dice, para quedarse un minuto eterno perdido en el humo, “donde estas mi amor?”, acallo mi pregunta. A qué momento fuiste a posar tus recuerdos, a veces oscuros los veo en tus ojos, a veces amargos lo veo en la mueca pequeña de tu boca cuando se topa con ellos. Y después, cuando el humo se diluye, regresa a mí, se entrega a mí, solo para regalarme un comentario gracioso, un reto cariñoso ó un beso intenso.

V

Guille duerme, e inconscientemente me da espacio cuando siente que mi cuerpo se acerca, lo abrazo y beso su hombro, mientras busco llegar a mi refugio favorito: justo en su cuello, donde me escondo para no sufrir, donde busco consuelo, donde confieso mi amor….

Podría quedarme a vivir en ese lugar, en ese breve espacio en el que solo se respira su esencia.

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