Noche de amor en el Delta 2da parte by E.F.

Guille desliza su boca por el mentón de Pedro, por su cuello, sus hombros, su pecho, se detiene y hunde su boca en su estómago mientras escucha su respiración entrecortada.

De allí sigue suave hasta su ombligo, apenas lo roza con su boca y lo siente estremecerse, entonces acaricia con sus dedos en movimientos circulares alrededor hasta llegar a su centro, una vez allí hunde la lengua y escucha el gemido de Pedro, pero él no se detiene y lo escucha gritar y arquear la espalda de placer.

Sube de nuevo hacia la boca de Pedro y la busca y la muerde y la besa una y otra vez.

Guille desliza suavemente su mano por el cuerpo Pedro, que la siente bajar lentamente por su cuerpo y cuando roza su sexo es como si un fuego lo atravesara. Pedro casi a punto de desfallecer abre los ojos, Guille lo mira mientras sus manos siguen, explorando, expertas, insolentes, llevando a Pedro a un placer que nunca había sentido. Pedro siente su sexo endurecerse en las manos de Guille que no da tregua, no lo dejará hasta llevarlo hasta donde él quiere.

Pedro gime enloquecido, cierra los ojos

-Todavía no precioso … todavía no …

Escucha la voz de Guille, o tal vez sería mejor decir que la siente, porque en ese momento Pedro siente que Guille está en todo su cuerpo, descubriendo lugares de placer en él que nunca supo que existían y eso lo enloquece.

Pedro ya no ve nada, todo se funde en rojo, en negro, en blanco.

Guille siente que se vuelve loco al ver a Pedro responder a su deseo, lo siente endurecerse debajo de él.

-Precioso … precioso … - y cierra los ojos mientras Pedro, ciego ya, se desliza a sus espaldas, y Guille siente a Pedro entrar en él una y otra vez en movimientos suaves al principio y luego cada vez más salvajes.

Guille enloquece al sentir a Pedro dentro suyo, lo posee con amor y a la vez con un deseo que lo deja sin aliento y entonces libre de miedos, de dudas, de culpas, se entrega y no hay un solo lugar de su alma y de su cuerpo que no sea de Pedro … de Pedro que estalla y se derrama dentro de él.

Lo siente  caer desmayado sobre su espalda y no hay nada en esta vida que desee más que quedarse así para siempre.

Yacen luego extenuados uno junto al otro.

Ninguno de los dos sabía hasta este momento que se podía amar a alguien así, con ese deseo, con esa entrega. Es un amor que los eleva, los pone en otro plano. Saben con absoluta certeza que serían capaces de dar la vida el uno por el otro y a la vez que no podrían soportar la vida el uno sin el otro.

La lámpara ilumina los ojos de Pedro que se hunden un instante en los de Guille mientras acaricia el rostro amado.

-Graziani … ¿sabías que este lugar está lleno de bichos de esos que vos detestás? …- le sonríe

-Hay muchos bichos precioso? – no puede dejar de mirarlo ni un segundo.

-Escuchá … -

Se quedan en silencio y los sonidos de la noche se hacen presentes, en grillos, ranas y vaya a saber qué mas …

-No me importa … estoy con un hombre entrenado en animales salvajes …-

-Eso es cierto … - se ríe Pedro – tengo uno ahora justo aquí a mi lado que domé hace poco … - se acerca y lo besa – me dio un poco de trabajo … es arisco … rezongón … poco sociable … pero conmigo no …- lo sigue besando, no puede frenarse …- porque yo pude domarlo … y ahora lo tengo acá … tierno … manso … y me parece que hasta me quiere … - la voz se le quiebra y los ojos se le llenan de lágrimas.

-No Pedro – no puede evitar conmoverse y que se le note – este animal no te quiere … este animal te ama con locura … - besa los ojos húmedos de Pedro y le habla al oído con esa voz que a Pedro lo estremeció desde el primer momento que lo conoció – … te amo Pedro … te amo precioso …

Pedro vuelve a besarlo, una … mil veces.

Y se hunden el uno en el otro,  y los cuerpos insomnes se entrelazan, ruedan, reptan, se exploran, se atreven, se penetran, se anudan de la cabeza a los pies, la piel erizada, escurriéndose hacia adentro, el vértigo que marea, la sensación de hundirse hasta el fondo del tacto, hasta el centro sin límites, hasta sentir que todo explota, estalla, se disgrega y ellos van hacia allá, hacia un lugar que no está ahí ni en ninguna parte, que existe y está hecho sólo de ellos dos que desfallecen y se reviven una y otra vez.

Que no amanezca … por favor … que no amanezca. Que esta noche nos cobije para siempre. Que el amor no se duerma y nos mantenga a salvo. Me basta con saber que en el otro extremo de mi abrazo estás vos, que te alcanzo y me alcanzás, que te busco y me buscás, que te encuentro y me encontrás, que te sé y me sabés, que te tomo y me tomás, que te amo y que me amás.

Fin