Y si la historia hubiera empezado mucho antes? 3ra parte by Graciela Liliana

Los personajes pertenecen a Polka y sus autores

***************************

(3ra. Parte)

Luego de la clase y de su encuentro con Pedro, Guille va a su casa.

Ana intenta otra de sus peleas sin sentido pero esta vez él no le sigue el juego.

Aprovechando que paró de llover busca a Fabián y se lo lleva.

Necesita conectarse con su hijo, sacarlo del ambiente opresivo que a veces vive en la casa y lo lleva a unos juegos que están a pocas cuadras. Le compra caramelos. Juega un rato con él y luego se queda cerca, mirándolo y cuidando que no se lastime.

Siente adentro un cansancio extraño.

Hubiese querido darle a Fabián otro tipo de vida. No porque él no se haya preocupado por ser un padre presente, pero está pagando caro el impulso que lo llevó a casarse con Ana. En ese momento le pareció una buena idea, su hijo necesitaba la figura de una madre.

Visto desde la perspectiva presente se reprocha haber tomado una decisión tan precipitada que ya no lo afecta sólo a él sino también a Fabián.

Desde hace tiempo además Guillermo está observando que Ana bebe más de lo normal. Entiende que él tiene que ver con eso pero no sabe cómo frenar esa situación. La bebida para Ana es el reemplazo del amor que Guille jamás podrá darle. Siente pena por ella y a la vez no puede evitar un sentimiento de desprecio profundo al verla cómo se hunde y cómo lo quiere arrastrar a él a esa debacle para castigarlo por no ser el marido que quería.

Detesta dormir con ella pero es lo único que todavía le puede permitir: su cercanía, que no es tal, Guillermo suele esperar hasta que Ana se duerme para acostarse y de esa manera no recibir sus reproches y sus avances con los que insiste cada vez que tiene la oportunidad a pesar del rechazo de su marido.

Salió con Fabián para despejarse pero a su mente vuelve una y otra vez el encuentro de esa mañana con Pedro.

Cierra los ojos y ve su mirada cuando él apenas lo rozó. Se pregunta qué hubiera pasado si no los interrumpían.

No estaba preparado para que entrara Beggio en su vida y la sorpresa fue tal que lo dejó absolutamente desconcertado, sin poder reaccionar.

Dentro de sí mismo siempre se sintió un hombre deshabitado, un lugar abandonado donde nadie nunca entró sencillamente porque él no lo permitió. No porque no lo hayan amado, sino porque Guille no podía entregarse de la misma manera.

Pero ese muro quedó reducido a la nada en el segundo mismo que vio a Beggio. Y allí estaban … a merced de Pedro – aunque éste lo ignorara - todas las fragilidades ocultas de Guillermo, sus miedos, sus deseos, su ternura, su dolor, su soledad, sus sueños … todo aquello que se había afanosamente preocupado por ocultar.

Frente a Pedro se siente desnudo, sabe que puede destruirlo con una palabra, con una sola mirada de los más bellos ojos que él vio en su vida.

Y lo peor es … que no puede hacer nada, absolutamente nada.

Pedro ha entrado sin permiso y sin saberlo en ese lugar oscuro y deshabitado que era su vida antes de conocerlo y la despertó para siempre, sin tregua.

Nunca deseó nada en su vida como desea a Pedro en este momento. Y ese deseo le duele en el cuerpo y hace estragos en su alma.

Lo aterra contemplar su propia vulnerabilidad frente a Pedro. El, que nunca dependió de nadie, vive ahora pendiente de verlo, de escucharlo, de sentirlo respirar cerca de él.

Y lo que le saca el sueño es no saber qué le pasa a Pedro con él.

Y si él estuviera malinterpretando las señales?.

Y si lo que él piensa que es atracción es sólo aprecio, admiración tal vez?.

¿Y si lo que ve es sólo un espejismo … una proyección de su propio deseo?

“¿Le pasará lo mismo a Pedro? … esto que pasa … ¿me pasa solamente a mí?.” – piensa –

-Dame una señal precioso … sólo una señal – murmura y se sobresalta al escucharse.

Fabián lo saluda desde lejos con una amplia sonrisa a la que él responde.

-Es un misterio el corazón- suspira.

--------------------------------------------------

Pedro tomó el subte para volver a su casa, buscó un asiento individual y allí se quedó.

El vagón ha hecho el recorrido varias veces ya pero él permanece sin moverse de su lugar, indiferente a todo.

Un solo pensamiento, un solo rostro, lo atraviesan y no lo dejan en paz.

Graziani …

Todavía siente en su piel el roce de la mano de Guillermo y recordarlo tan próximo vuelve a marearlo.

No era lo que había imaginado … no estaba preparado para esto …

Siempre supo que la vida lo sorprendería y que en algún momento iba a encontrar al gran amor de su vida ... tenía preparado el corazón para que eso sucediera, para que el amor lo encontrara pleno, generoso, íntegro.

Pero no esperaba esto que ahora le pasa.

De algo está seguro a partir de lo que pasó esta mañana … lo que siente por Graziani hace rato que pasó de la admiración y el respeto a … algo más … y ahora puede darle nombre a esa inquietud, a ese desasosiego, a esa sensación en la boca del estómago que siente cada vez que está con él … o cuando piensa en él (y eso ocurre todo el tiempo).

Lo que no admitía hasta ahora, se presenta ante él claro como el día.

Pero admitirlo no lo libera del miedo.

No tiene registro de haber sentido algo así por nadie jamás.

Y no puede manejar lo que le pasa con Guillermo, lo desborda, lo embriaga, lo descoloca. Estar con él es como caer en el ojo de un huracán y dejarse llevar adonde él lo decida.

Le aterra lo que viene detrás de lo que siente, intuye las consecuencias y a la vez no puede ni quiere sustraerse del deseo que lo lleva hacia aquello que teme.

Baja del subte, sube las escaleras y arriba lo recibe el sol impiadoso.

Permanece parado allí, sin saber qué hacer ni adónde ir.

 “Quisiera que fueran las nueve de esta mañana otra vez” piensa y comienza a caminar.

------------------------------------------

Pedro decide seguir con la cátedra de Guillermo pero no con las clases de los sábados, no quiere correr el riesgo de quedar en evidencia nuevamente.

En un intento por dejar de lado lo que le pasa, se reconcilia con Mariana, salen juntos con amigos, acepta acompañarla a esas – para él – aburridas y tediosas reuniones en casa de Marisa.

Se enfrasca en el estudio, en las cursadas, rinde los tres exámenes que debía.

No se permite tener ningún tiempo libre para pensar en otra cosa que no sea su carrera.

La única grieta que encuentra en esa estructura perfecta son las clases de Graziani. De modo que asume ante él una actitud indiferente, intenta no mirarlo a los ojos, no se queda hasta el final de la clase, se retira antes. Hay una sola cosa que sí se sigue permitiendo: grabar sus clases.

Guillermo interpreta que las señales no eran tales y que sólo había sido su deseo y no el de Pedro. Eso vuelve a oscurecer su vida.

Intenta concentrarse en su trabajo pero no lo logra, resuelve los casos más por oficio que por dedicación.

Una angustia sorda lo envuelve. Lo lastima la distancia que ha puesto Pedro y siente que por su actitud impulsiva de aquel sábado también ha perdido la oportunidad de aquellas charlas con él. Hoy le alcanzaría con encontrarse con él y cruzar dos o tres frases aunque para Pedro sean una formalidad.

Como si fuera poco en su clase también está la novia de Pedro. Esto lo obliga a ser testigo de besos y abrazos que lo llenan de celos y amargura.

¿Cómo pudo equivocarse tanto?

¿Cómo imaginó siquiera que alguien hermoso como Pedro podía ser para él?

Sin dudas, el destino había vuelto a poner las cosas en su lugar.

Y deseó con toda su alma no haber entrado nunca al aula donde vio por primera vez a Pedro.

---------------------------------

-Dale Pedro! … cambiá un poco la cara boludo! … divertite  … la facultad no es todo en la vida …

-Si mi amor … relajá un poco … vení dale … dame un beso …

Mariana lo besa y él lo único que siente es el gusto a alcohol que le deja en la boca. Trata de no demostrar su rechazo, ella no tiene la culpa después de todo. El la buscó y ahora se la tiene que bancar. No hay remedio.

Después de la clase con Graziani y aprovechando que al día siguiente es feriado, se fueron todos a tomar algo en una confitería que queda frente a la facultad. Pedro no iba a ser de la partida pero insistieron tanto que le costó encontrar una excusa creíble.

Comienza a circular la cerveza y la picada. Pedro los observa pero – al revés de otras épocas - se siente ajeno, distante.

Alguien grita – Che … ahí va Graziani … ¿lo invitamos? –

-Dejate de joder – responde Mariana – ese tipo es un plomo …

-No perdemos nada con invitarlo, igual no creo que acepte …-

Y antes de que Pedro pueda oponerse, uno de sus compañeros sale tras Guillermo que se detiene.

Pedro ve que se niega pero el joven le insiste, de pronto Guillermo mira hacia adentro y lo ve.

Guillermo está cansado y nunca le gustaron ese tipo de reuniones. Está decidido a no aceptar cuando - al mirar en dirección a donde está el grupo - ve a Pedro que lo observa. Eso debería haber sido suficiente para irse, pero un impulso dentro de él lo lleva a aceptar.

Lo invitan a sentarse y con toda intención Guille se ubica exactamente frente a Pedro.

De inmediato se convierte en el centro de la conversación, se siente inspirado, pero toda su atención está dirigida - sin que nadie se percate - hacia la única persona del grupo que no lo mira y que permanece con la vista fija en su vaso.

Mariana no disimula su contrariedad ante la presencia de Graziani y no deja de hacer comentarios al oído de Pedro.

-Y ud. qué dice Beggio? Está de acuerdo con sus compañeros? –

Pedro se sobresalta, levanta la vista y se encuentra con los ojos de Guille que lo miran irónicos.

-De acuerdo con qué? – esquivando la mirada y fingiendo indiferencia

-Acá están postulando que el amor es sólo literatura y que no resiste el paso del tiempo, la rutina, las frustraciones cotidianas. ¿Usted qué opina? –

La burla de Guille lo enfurece.

-No sé … no es algo que me interese … usted tiene más experiencia que yo … por lo que sé está casado – lo desafía.

Guille trata de disimular el efecto que le ha provocado ese comentario, pero la mirada que le dirige es por demás elocuente y Pedro se da cuenta de que rebasó un límite. Baja la vista avergonzado.

Nadie se ha dado cuenta de la incomodidad de ellos.

Guillermo se excusa y va al baño.

-No me banco a este tipo … se cree la gran cosa y está acá … sentado con nosotros en vez de irse a su casa con su familia feliz …-

Pedro tiene que contenerse para no insultarla, en lugar de eso le dice que tiene que hacer una llamada, pero en lugar de ir hacia el teléfono se dirige hacia el baño.

Abre la puerta y encuentra a Guille lavándose la cara. Este lo mira y luego se seca la cara en silencio.

-Lamento lo que dije … fue sin intención … -

-No sé de qué hablás … - finge indiferencia

-Eh … lo que dije de su esposa y … eso … fue impertinente de mi parte …  perdón … -

-Está muy bien … no tenés que disculparte por decís lo que pensás … -

-Es que yo no pienso eso … - sonríe visiblemente incómodo

-Lo pensás … no lo pensás … ¿Qué importa? … - lo mira a los ojos - No son más que reflexiones detrás de un vaso de cerveza ¿no? … no le doy más trascendencia que eso … no te preocupes … -

Pedro sabe que lo lastimó y no sabe cómo salir de esa situación.

-Andá … andá … - su mirada está llena de cansancio - … andá con tus amigos … con tu novia … andá tranquilo … disfrutá …

Acto seguido Guille toma su saco y se dirige a la puerta.

-Y usted no viene? … -

-No … - se vuelve y le sonríe - disculpame … discúlpame ante tus compañeros por favor … estoy cansado … prefiero volver a casa … -

Se vuelve para abrir la puerta pero en eso Pedro se interpone, la cierra y gira la llave.

-Qué hacés Pedro? – sorprendido

Pedro se vuelve

-No sé … -

-Qué es lo que no sabés …? …

-Lo que me pasa … con vos … - se escucha y le cuesta creerlo

“Y qué si es un espejismo?” piensa Guillermo … y se acerca a él … despacio … no quiere asustarlo …

-Y qué te pasa conmigo? – busca la mirada de Pedro – mmm? … qué? …

La proximidad de Guille lo confunde, lo marea. Le cuesta respirar.

En un impulso que no se reconoce toma a Guille de los brazos y lo empuja hacia la pared.

Cierra los ojos y recorre apenas rozando el rostro de Guille, todos sus sentidos están ahí, no necesita mirarlo, lo sabe de memoria, de mirarlo, de soñarlo. Guille responde y busca su boca, apenas la roza y Pedro siente como si un rayo lo hubiese atravesado.

-Profesor … ¿se encuentra bien? –

Pedro sin despegarse de Guille responde mientras lo mira a los ojos.

-Graziani se tuvo que ir a la casa … andá que ahora voy … -

Guille besa la frente de Pedro que cierra los ojos.

-Pedro … - le susurra – tenés que irte … te están esperando …

-No me quiero ir … -

-Ya sé precioso … yo tampoco … - suspira - … pero andá …

-Y ahora? –

-Y ahora … hay algo que sé … - acariciando la boca de Pedro - que esta noche no voy a  poder dormir … -

Pedro besa suave los labios de Guille.

-Para que me sueñes – y sale.

Guille cierra la puerta y se queda ahí, apoyado en la pared.

“Felices sueños Graziani” piensa y sonríe.

(Continuará …)