Miradas (4to capitulo) by Elena

Capitulo anterior: http://actosdefeylibertad.blogspot.com.ar/2014/04/miradas-3era-parte-by-elena.html

Recorre con una mano la sudorosa silueta que duerme ovillada a su lado, lo observa desperezarse, lento, felino – que día es hoy?

-          Sábado – delinea con un dedo la boca perfecta, lo besa y responde la pregunta que lee en los sonrientes ojos marrones – no, no tengo que ir a trabajar.

-          Donde quedo mi saco?

-          En el living

-          Necesito un cigarrillo, te molesta?

-          No

Avanza a tientas por la habitación a oscuras

-          Esa puerta no es, a tu izquierda

Insulta por lo bajo cuando tropieza con la ropa que quedo en el pasillo, busca un cigarrillo, lo enciende y sale al balcón repleto de macetas. Amanece sin sol en Buenos Aires. Otoño. Fuma despacio apoyado en la reja, intenta ordenar sus pensamientos. O sería mejor decir sensaciones, porque no recuerda casi nada de lo que paso desde que entro. El olor de la cocina, su perfume, la sensación de estar en casa, el tono de su voz, él, adentro, afuera, alrededor.

La cama se le antoja de repente enorme y vacía, se levanta, busca un pantalón y agarra una manta, sigue el olor del cigarrillo. La visión de Pedro desnudo en el balcón es para quitarle la respiración  a cualquiera y, con cierto pudor, recoge su camisa del suelo y se viste.

Se acerca y lo envuelve en la colcha recostándolo contra su pecho – está fresco, te vas a enfermar

-          Te gustan las plantas?

-          Aha

-          Aquella cual es?

-          Una violeta africana

Demora unos minutos en el hueco de su cuello, se incorpora, lo empuja contra la puerta y busca la boca en un beso que dura lo que les alcanza el aliento. El vidrio cruje amenazante bajo el peso de los dos y los miedos se le agolpan de nuevo en la boca del estomago “demasiado hermoso, demasiado joven, como sigue esto? Que tengo que hacer ahora?” y la respuesta llega simple en los labios de Pedro – desayunamos? Me muero de hambre

-          Anda a vestirte

Ordena la cocina mientras asimila el sonido de la ducha, prepara el desayuno y lo espera  “café amargo” “azúcar y un apenas de leche””mermelada sola””media tostada con queso”

Se pasaría el día escuchándolo hablar solo por oír el sonido de su voz, aunque tal vez este quedando como un idiota preguntando cien veces lo mismo – como me dijiste que se llama esa planta? – mientras le alcanza una botella con agua.

Sonríe y responde – violeta africana – el momento de regar, el más preciado de su sempiterna soledad, el que usa para pensar, compartido con el precioso muchachito que le roba la razón “si alguien lo escribe no me lo creo”

Y se les va el día entre el almuerzo de pastas y salsa reciclada de la noche anterior, libros, charla y algo de televisión.

-          Que cenamos? – “en qué momento empecé a usar el plural?”

-          Que tenes?

-          Pollo? Carne?

-          Pollo

-          Al horno con papas?

-          Riquísimo, dame que te ayudo

Casi una hora después…. – anda poniendo la mesa que hago la ensalada

-          Vino?

-          Allá

No intenta disimular el estremecimiento que lo recorre cuando el aliento caliente humedece su nuca – solta el cuchillo, te vas a cortar – y los besos lentos le cubren los hombros y bajan por la espalda. Cede sin reparos a la presión del deseo en el vientre cuando lo siente listo apoyado contra su cuerpo, y se abandona incapaz de oponer resistencia mientras le quita la ropa camino a la habitación. Pedro en él, metiéndose por debajo de su piel, derramado en él, colándose hasta el centro mismo de su alma, ahuyentando los miedos y llenándolo de un solo sentimiento, el amor de Pedro.

Se despierta alarmado por el humo y el olor a quemado “mierda”, intenta levantarse del enredo de piernas y brazos que lo aferran – quedate

-          La comida, nos la olvidamos en el horno – se viste rápido y va a la cocina, abre las ventanas y apaga el gas. Busca algo con que cubrirse la mano

-          Cuidad… - lo interrumpe la retahíla más larga de insultos que escucho en su vida y el ruido de la bandeja rompiéndose contra el piso

-          Te quemaste

-          Anda a abrir el balcón. La puta madre este olor no se va a ir mas

Golpes en la puerta y la voz preocupada – Guillermo estas bien?

-          Quién es?

-          Mi vecino, quien va a ser

-          Le abro?

-          Vos sos boludo? Estas desnudo, Pedro – y responde gritando – estoy bien gracias! No es nada! – murmurando toda clase de palabrotas empieza a recoger la comida del piso

-          Deja que ahora lo limpio, tenes algo para quemaduras?

-          En el baño

-          Veni, sentate, dejame ver, te quemaste bastante – extiende pomada sobre la zona

-          Despacio…

-          Tranquilo mi amor

Le acaricia la cabeza dejando escurrir el pelo marrón entre los dedos, llega a la nuca, lo atrae hacia él y lo besa – vamos a tener que encontrarle una solución a este asunto de la comida, precioso

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Lunes

Pidió el diario por costumbre, se fue de su casa anoche dejándole un beso largo para que dure hasta hoy, lo mira correr en la pista, cuando inicia la última vuelta pide dos cafés y medialunas, le agrega a uno cuatro de azúcar y un poco de leche mientras lo ve venir algo agitado “la sonrisa más linda del mundo”

Un suave apretón en el antebrazo a modo de saludo – buen día –  se sienta al lado, las rodillas rozandose bajo la mesa, y busca los sobrecitos

-          Ya le puse, revolve nomas

-          Te llevo?

-          No, voy a Tribunales, tomo un taxi, cenamos hoy?

-          En mi casa, cocino yo

-          Llevo un vino entonces – se despiden con un abrazo – mejor compra algo hecho

Fin