domingo, 20 de abril de 2014

Viñetas: Hilo Rojo VI by Lupillar


SEXTO CAPITULO           


La sensación de la muerte va más allá del dolor inicial de la carne, es el peso del dolor en el alma, el dejar eso a lo que estamos aferrados; Dejar lo amado, lo anhelado, dejar la esperanza de encontrar lo buscado.  Guillermo en fracciones de segundo es consiente que está casi inmóvil sobre el pavimento ahogándose en su propia sangre, con el dolor inclemente irradiado a todo su cuerpo anestesiándolo y  con una sola  letanía en su mente: “Pedro…Pedro”
El destello casi fosforescente  de la lámpara se refleja en las pestañas, ojos semi abiertos. Una sombra, dos sombras proyectadas que vienen y van. Las ve cernirse sobre él, en un coro de susurros, un repicar incesante como el de un reloj de péndulo. Lo recuerda inmenso en la casa de su abuela haciéndose eco por todos los pasillos, haciéndose presente durante muchos años como el único arrullo para su eterno insomnio. El tic-tac se pierde en el tiempo y el espacio a medida que el cansancio aumenta, ¡esta tan cansado! Como nunca antes, y de nuevo renace fuerte, contundente el sonido del tic – tac, y se alegra, se deja llevar como en una canción de cuna, cae profundo, en silencio en su último sueño.


Nunca antes esa sensación de angustia se instalaba de aquella manera, ni en sus noches más oscuras, ni en sus días de más soledad. Se toma el pecho mientras espera cambiar el semáforo, la respiración casi duele, frena bruscamente  y antes de bajar es sorprendido por un golpe fuerte sobre el parabrisas; Beto con la cara trasfiguraba de dolor. Lo único que atina a escuchar “Le dispararon  a Guille”. Un sonido sordo sofoca el resto de los sentidos, las náuseas  amenazan y el llanto se apodera incontrolable. No siente el correr de los minutos, no ve el tránsito de la ciudad, casi ni siente la presión poderosa en su brazo que ejerce la mano de Beto al sacarlo del automóvil.
Solo percibe poderoso el aroma a hipoclorito, los diferentes matices casi desagradables que percibe en el aire colmado a enfermedad y como un polo a tierra, lleva aferrado en el puño de la mano aquella tarjeta amarillenta por el paso de los años que lleva sus nombres. Se queda estático a mitad del pasillo, perdido entre las paredes blancas y con la sensación de abandono avasallante y lo nombra en silencio y a gritos en su mente reteniéndolo, convirtiéndolo en un mantra “Guille”
Y la única idea racional se apodera de su mente “si te pierdo…yo me muero”. No siente a Beto ir y venir, (no repara en la violenta llegada de Fabián, en llanto, exigiendo una respuesta); al desespero de Gaby conteniendo a Cuca casi a borde del desmayo, a Marcos por primera vez perdido con su inmensidad, no se percata de su propio rostro bañado en lágrimas, de su negación de tomar asiento, no siente el celular vibrar insistentemente en el bolsillo de su abrigo, solo siente irse la vida, desgajándose minuto a minuto.
-          Familiares del señor Graziani.
-          ¡yo!- salta Fabián, desencajado.
-          Somos su familia – Beto contenido, que observa a Pedro vigilante acercarse, lo ve pálido casi fantasmal, con los ojos opacos.
-          El señor Graziani fue víctima de un disparo a nivel del tórax con compromiso pulmonar, presenta un hemotorax, en el traslado de la ambulancia a la guardia entro en shock: un paro respiratorio con posterior reanimación. Ahora se encuentra estable, debemos esperar las siguientes horas, el disparo …
-          ¡¿eso qué quiere decir, ah…que mi papá…que mi papá…?!- grita Fabián.
Beto lo contiene, Cuca y Gabriela lloran abrazadas. Pedro, impasible y con los ojos abiertos, fijos sobre el médico.
-          Doctor. ¿Guille está muy mal?
-          Ha perdido mucha sangre, ese es otro inconveniente, es O negativo, la reserva de sangre de su tipo es poca, y no sabemos en las próximas horas que pueda pasar.
-          ¿no hay sangre?- la voz de Pedro corta el aire sorprendiendo a todos.
-          Hay lo suficiente para una trasfusión, su Hematocrito es demasiado bajo por la pérdida de sangre…debemos buscar en otros bancos…
-          Yo soy O negativo- dice Pedro serio, fuerte como si fuera otro hombre diferente al que entrara unos momentos antes.
El medico cambia su postura, relaja el semblante y le solicita a Pedro dirigirse con él al banco, el  transcurrir del tiempo se hace cruel, invivible. Beto lo observa firme, la mirada resuelta sin un ápice del terror visto en el auto, de un niño en pánico paso a un hombre sereno, ahora tiene la certeza que es la otra mitad, la que necesita Guille para vivir, y ahora para sobrevivir.

Al paso de los minutos la tensión se hace insostenible, Fabián se pierde entre los pasillos buscando a médicos y enfermeras que le logren dar una respuesta. Llega al laboratorio buscando a Pedro y lo observa recostado con los ojos cerrados y la cánula puesta. Por alguna razón siente que Pedro es quien tiene las respuestas; por algo su padre se ha enamorado perdidamente de él y por algo el aún no encuentra motivo para odiarlo. Se recuesta sobre la pared, se deja deslizar por ella. Aterrado llora en silencio, Beto lo observa igual a su padre, fuertes pero con un punto de quiebre, lo deja solo, ahora sabe que él no es la compañía que Fabián necesita.
Mientras trata de digerir el refrigerio obligatorio después de la donación observa la tarjeta, los recuerdos clarísimos se vienen a la mente, brillantes. Su madre menospreciada, él con la voz grave y suave al mismo tiempo, su risa espontánea y sus ojos, hermosos ojos, que en la sensación de un niño albergaron paz.
Allí estaba una de las repuestas, ese intuirlo cercano, ese sonido conocido de su nombre, la comodidad al escucharlo hablar.
De nuevo el teléfono. Camila. Decide contestar y sin mucha explicación aclara el motivo por el que no puede viajar, cuelga, lo apaga.
Sale al pasillo y se sorprende al ver a Fabián sentado en el piso, lo llama y el chico con los ojos enrojecidos lo busca. Ni una sola palabra. Pedro lo acompaña, despacio cruza su brazo sobre los hombros, el chico se deja hacer.
-          ¿se va a morir?- le pregunta anclando los ojos en los suyos.
Pedro sabe que no hay respuesta, que Guillermo está en el límite, que él está en el límite.
-          No lo sé Fabián, no lo sé.
Cae la noche. El medico avisa que la sangre de Pedro es óptima para trasfusión ya que la hemorragia continua.
-          Se hará  una cirugía, la hemoglobina sigue descendiendo. Continuamos monitoreándolo con rayos X. Con el procedimiento creemos que será suficiente para estabilizarlo.
-          ¿Lo puedo ver?- la voz sale lastimera, en un hilo.
-          Después de la cirugía- el medico mira a Pedro- tranquilo,  todo va a salir bien-
Las siguientes horas se traducen en un silencio casi absoluto, cada uno arrasado por los mismos demonios de miedo y dolor. Un sollozo de Cuca, un abrazo de Gabriela, un beso de Beto. Pedro por momentos se pierde en su propia mente. Un fotograma de recuerdos se repite una y otra vez, la angustia gana terreno; camina de un lado a otro, la necesidad de verlo, el llanto silencioso y de nuevo una fortaleza que no creyó jamás tener renace, acaricia la cabeza de Fabián que lo busca constante para no dejarse consumir por el dolor.
En la sala de espera Pedro junto a Beto sin palabras de por medio se sostienen. El medico se acerca,” la cirugía salió bien, lo monitoreamos las siguientes 24 horas”. “Pedro… ¿necesitas algo?” lo mira, sabe cuál es la pregunta real “estoy bien Beto, asustado, desesperado, pero confiado”.
Pedro le pregunta si sospecha mínimamente quien está detrás del atentado y Beto sin ninguna duda: “Guille se ha encargado de hacerse en el camino algunos enemigos, esa causa de contrabando que involucra al fiscal y a Miguel Ángel”. Beto lo mira entre temeroso y avergonzado “¿te acordas?, Baunes…Matías, ese es el caso en el que trabajan”. Si, lo recuerda trabajar absorto, metido de lleno en algo que definitivamente no le hizo hacer parte. Ahora entiende y recuerda la incomodidad de verlo junto a Matías y se reprocha los celos enceguecidos que no le permitieron vislumbrar la verdadera razón, el verdadero motivo. El ridículo que hizo en aquel momento. Se pasa las manos por la cara, necesita un cigarrillo. Salen. En medio del humo con olor a tabaco, sostenido por un muro Pedro lo mira “si Guille no sale de esta…yo no podre…no podre seguir” Beto mira el cielo y piensa con infinito dolor ¿en qué momento cambio todo?

Solo dos personas permiten entrar a la unidad de cuidado intensivo. Fabián sale inconsolable después de ver a su padre. Pedro entra, temeroso. Con la mirada barre el sitio, de espacios amplios  con el repicar y los sonidos de las maquinas. La enfermera le hace lavar las manos, colocar la bata, tapabocas y guantes. Lo guía al cuarto, con la constante del sentimiento frio que se cuela bajo la ropa, con el frio de lo impersonal y lo ajeno a todo, de lo ajeno a él, de lo ajeno a Guille y de nuevo el dolor en el pecho.
Se detiene frente a la puerta con pánico de verlo y tal vez no reconocerlo, de perderlo. La enfermera con la experiencia de los años lee entre líneas “sus signos vitales son estables, si continua así ya mañana lo trasladan a piso” él la mira y ella con una pequeña señal lo hace seguir, pasar el umbral.
Jamás imagino ver a Guillermo hundido entre una maraña de tubos y con una máscara asistiéndolo para respirar. Se acerca y le aterra el color cetrino de su piel, lo mira punto a punto y observa la venda a su costado izquierdo, se concentra en su pecho y en el oscilar de la respiración. Acaricia el rostro como tantas veces lo hizo él. La frente, las cejas, las mejillas. La máscara no lo deja llegar a su boca, ¡cuánto daría por darle un beso!, que lo sintiera. Lentamente pasa la mano enguantada por su cuello. Cree fehacientemente que su único modo de comunicación es el tacto. Acaricia la mano y suavemente la levanta, se quita el tapabocas y besa los nudillos “tenes las manos más bonitas que he visto en mi vida” susurra, las acaricia con sus labios dejando un reguero de besos pequeños que ascienden de nuevo al rostro, a centímetros de su piel aun percibe su aroma propio, aun no lo ha perdido, no lo va perder.  Besa los parpados suavecito “acá te espero; tranquilo, entero…yo te espero acá mi amor”.


Hace muchísimo no recorría la casa vieja donde paso casi toda su infancia, llena de luz con olor a tostadas y mermelada, ve el reloj de péndulo con su eterno tic tac, la escalera de madera oscura brillante como siempre. La llama pero nadie contesta, sale al patio repleto de macetas con diferentes plantas, aquellas que le enseño a cuidar y hallar un gusto especial, las riega y retoma su camino al interior.
Ya no es la casa de su abuela, es ese bar junto a la universidad, al que hace mucho no va. Con una iluminación íntima. Por alguna razón siente el corazón repicar fuerte, con anticipación, con una felicidad indescriptible. “¿desea tomar algo?” escucha al chico a través del biombo “si, un café por favor” y su risa, una risa conocida. De nuevo repara el biombo, y a través de la rendija mira un par de manos de dedos largos, estilizados y el olor de un perfume frutal, cítrico. Se levanta, rodea el biombo y ve a un hombre sumergido en la oscuridad ¿Cómo te llamas?
El movimiento del tren lo hacen asirse al primer soporte que encuentra. El hombre en la oscuridad esta de espalda, la luz del día lo ilumina, se gira, sonríe. De ojos grandes, labios gruesos y hoyuelos “Pedro” y le da la mano como saludo. La siente delgada pero fuerte, la mira de nuevo, como le gustan esos dedos largos. El chico atrevido le acaricia los nudillos, “tenes las manos más bonitas que he visto en mi vida” y lo ve sonreír y él le aclara coquetamente “vos tenes las manos más bonitas que yo he visto en mi vida”. Siente a Pedro besarle las manos con adoración, besarle el rostro, los parpados y escucha su voz suave filtrarse a través del espacio “acá te espero; tranquilo, entero…yo te espero acá mi amor”. El tren se detiene, Pedro en una última caricia le roza la muñeca con la yema de sus dedos antes de bajar en la estación. Ve las puertas cerrarse y con el adentro siente  el tren iniciar la marcha. No desea quedarse en ese vagón, algo le impide moverse del sitio, cierra los ojos “Pedro” .De nuevo la oscuridad.


Mientras trata de tomar un café ya frio ve llegar a Camila. Antes que ingrese a la sala la retiene y a fuerza la lleva a un pabellón lejano. Recriminaciones en todos los tonos “¿me vas a dejar por ese puto?” “vos y yo somos una familia, queremos formar un hogar” Pedro la observa y con una claridad mental que hasta ahora encuentra, es completamente honesto: “amo a Guillermo, sin saber en qué momento, sin importar que es un hombre, sin la vergüenza para esconderlo”
Camina por los pasillos, con el cuerpo liviano. Presiente que todo estará bien, una fuerza que no es ajena a él lo acompaña, lo levanta y lo mantiene. Una sensación en la piel como cuando Guillermo lo acaricia se hace más real. Ve a lo lejos acercarse con pasos rápidos a Fabián que lo busca. La mirada desesperada lo detiene, el chico sonríe “¡Pedro, salió de terapia intensiva!”
El medico los espera: “está evolucionando muy bien, los rayos X no muestran hemorragia, su hemoglobina va en ascenso, y ya no hay necesidad del respirador artificial. Pueden pasar ambos a verlo” Fabián lo mira, lo empuja con sus manos y tímidos entran. Pedro deja primero al chico acercarse que lo besa y le habla al oído “acá estamos papá, te estamos esperando”
Lo mira fijo, detalladamente como grabándose cada rasgo de su cuerpo y ahora sin ninguna barrera lo acaricia de nuevo con el mismo recorrido. Besa la frente “por acá mi amor” ahora con los labios le roza la boca, tibios y algo resecos, los humedece un poco y con la nariz le perfila el rostro. Acerca la silla, se acomoda, besa el dorso de la mano y entre las suyas la retiene, cierra los ojos un solo momento y el cansancio lo vence.


El pecho lo siente pesado, como si algo lo oprimiera. El calor del sol lo percibe en el rostro, respira. Duele el pecho. Trata de abrir los ojos también pesados, con la sensación de arena en ellos. Traga saliva, ¡que sed! Poco a poco los abre, se acopla a luz, gira el rostro, su mano derecha entre las de Pedro. Su cabellera revuelta, recostado al borde de la cama. Lo llama una, dos veces, la garganta también duele, mueve los dedos de la mano “Pedro…”

No sabe si han pasado horas o minutos, una incomodidad en el cuello por la posición en que quedó dormido lo hacen quejarse y lo escucha apenas en un murmullo, se gira rápido y se encuentra con los ojos inmensos, profundos mirándolo “¡Guille…Guille!” una sonrisa, un suspiro, una caricia y un beso de nuevo en la mano, busca su refugio y suavemente se hunde en el cuello. “precioso”; el peso de la preocupación cae sobre su cuerpo y alma; y Pedro primera vez se permite el llorar desconsoladamente.

20 comentarios:

  1. Lucero, impresionante!!! El nivel de conexión entre Guille y Oedro, llego a su punto máximo? Hasta comparten el mismo grupo y factor de sangre... Se me puso la piel de gallina cuando Pedro reconocé que si pierde a Guille, se muere, es terriblemente obvio, no pueden vivir el uno sin el otro, pero q lo reconozca lo hace demasiado real. Ellos están destinados a estar juntos, y nos lo contaste de una manera magistral. Gracias!!!

    ResponderEliminar
  2. Lucero... a tus pies!!!!!!!! Cande

    ResponderEliminar
  3. Qué maravilloso ese 'viaje en tren' Lucero, bellísima metáfora...nos hiciste esperar pero valió la pena. Gracias!!

    ResponderEliminar
  4. adoro esta historia, realmente es mágica la forma en que describís cada emoción, cada sentimiento, cada situación, me fascina, gracias por compartirla Lucero!!

    ResponderEliminar
  5. Realmente una genialidad!sin palabras

    ResponderEliminar
  6. Que capitulo por Dios. Este hilo rojo es un magistral relato. Que simbiosis, “si Guille no sale de esta…yo no podre…no podre seguir” Un relato exquisito. Que manera de describir e hilvanar todos y cada unos de los sentimientos. Felicitaciones y gracias por compartir. valió la pena esperar.

    ResponderEliminar
  7. Lucero....no imagino algo mejor q esto, esas caricias en la frente, esos besos hermosos en las manos hermosas, esos ojos q nunca dejan de comunicarse.....no imagino algo mejor. Miles de gracias. FELICITAS

    ResponderEliminar
  8. Toda la historia de Hilo Rojo la leo inevitablemente con las sensaciones a flor de piel. Y al final de cada capítulo quedan los sentimientos revolucionados. Los vuelvo a leer y vuelvo a pasar por lo mismo. Y siento que me hace bien. Más allá de la belleza de las imágenes y lo precioso del relato, lo que me atrae de esta historia es lo que logra provocar en mi interior. Felicitaciones y gracias. Valeria

    ResponderEliminar
  9. En HR5 comentè que esta era una de las historias màs complejas del Blog....en este Cap siento que el cìrculo comienza a cerrarse.Siempre me pareciò que Pedro se habia metido bajo la piel de Guille,pero hoy corre por sus venas,en su sangre,ya es parte de su ser...Mis partes favoritas :"...él con la voz grave y suave al mismo tiempo, su risa espontánea y sus ojos, hermosos ojos, que en la sensación de un niño albergaron paz..." "besa los nudillos “tenès las manos más bonitas que he visto en mi vida” susurra, las acaricia con sus labios dejando un reguero de besos pequeños que ascienden de nuevo al rostro, a centímetros de su piel aun percibe su aroma propio, aun no lo ha perdido, no lo va perder..."

    ResponderEliminar
  10. Me he emocionado profundamente, he leido cada recobeco de esta divina historia y en todas pero en todas siento que vibro , todo mi cuerpo vibra ..Muchas gracias!!

    ResponderEliminar
  11. Es mi sorpresa de Pascua descubierta con retraso y, por tanto, principalmente estimada. ¿Qué decir Lucero? Bien vengan las crisis del escritor si luego logras escribir así. De este modo tan profundamente íntimo. Tanto de hacer tocar, a quien lee, sentimientos, pensamientos, dolores; de hacer recorrer calles desconocidas. Tanto de hacer descubrir el amor en los pliegues escondidos de nuestro ser.
    "Busca su refugio y suavemente se hunde en el cuello", Como nosotras.. qué buscamos refugio en ellos. ¡Gracias!

    ResponderEliminar
  12. Lucero que hermoso .... Una tranquilidad inmensa vuelvo a sentir .... Me encanta su amor ...... Graciela CT

    ResponderEliminar
  13. Lucero creo que esta es tu mejor creacion, no solo porque esta exquisitamente pensada y escrita hilvanando y entrelazando magistralmente recuerdos con sueños con realidad (en ese estado tan particular y curioso que es el limbo q limita el sueño y la vigilia), sino por lo que logras producir en el lector. A mi particularmente me transportas a un estado de sensaciones intensas, hermosas y dificiles de describir. Gracias infinitas por volcar toda lu sensibilidad en esta creacion, es una obra de arte. M. Elena

    ResponderEliminar
  14. Impresionante!!!Lucero como describis las sensaciones, los sentimientos tan bien entremezclados los recuerdos !!! Quedé atónita emocionada hasta laS lágrimas una hermosura. Tus historias me atrapan pero ésta definitivamante la mejor!!! Gracias por este Hilo rojo!!!! Barby

    ResponderEliminar
  15. Lucero, HERMOSO! no tengo palabras para describir lo que sentí al leer este capítulo, te agradezco que nos regales esa historia fascinante. GRACIAS!

    ResponderEliminar
  16. Me sumergí tan profundamente en la lectura de olvidar por completo donde estoy .... Un viaje maravilloso que describe con todos los matices la increíble humanidad de los personajes y la magia de este Amor infinito.
    Gracias, Lucero ❤️

    ResponderEliminar
  17. Gran relato!! qué lindo que escribís!! las emociones, las relaciones, los sentimientos todos, un recorrido por la humanidad... Gracias!!! Qué siga, qué siga!!!!! Susy

    ResponderEliminar
  18. NO SE POR DONDE EMPEZAR,LA VERDAD CHICAS SON UNA MAZA,SI LAS FELICITO ME QUEDO CORTA ,LO QUE HACEN VALE UNA EXPRESION: LO DE USTEDES ES AMOR DEL BUENO.
    LUCERO,EX-CE-LEN-TE. IMPRESIONANTE RELATO,QUE CALIDAD, QUE FORMA AMOROSA DE NARRAR.
    ME MATAS DE TERNURA,COMO A MI ME GUSTA, ME ESTRUJAS EL CORAZON CON FRASES COMO "ACA TE ESPERO, TRANQUILO, ENTERO...YO TE ESPERO ACA MI AMOR".PUEDO SENTIR EL AMOR INFINITO,PROFUNDO DE PEDRO, DE NUESTRO AMADO, INOLVIDABLE, ETERNO PEDRO, PUEDO VER EL ALMA REFLEJADA EN ESOS OJOS INUNDADOS DEL MAS PURO AMOR.
    HISTORIA QUE DEJA HUELLA,QUE SANA,QUE EMOCIONA .GRACIAS POR TANTO LUCERO.
    HILO ROJO,COCE HERIDAS, BORRA CICATRICES,ILUMINA EL ALMA ,HACE SOÑAR, NOS ASEGURA EL NO PUEDE NO PASAR.
    P/D ¿CONTINUA,NO? MONICA DE LANUS.

    ResponderEliminar
  19. Marcela Villafain22 de abril de 2014, 2:58

    Precioso Lucero, sin ninguna duda una de tus mejores historias. Amo todo lo que escribìs, pero en èsta te superaste ampliamente. Una vez màs, gracias.

    ResponderEliminar
  20. Lucero GRACIAS! no encuentro otra palabra que decir. Hoy dediqué mi tarde a leer todos los capítulos de esta historia de corrido (me había perdido en el 4) y estoy temblando como una hoja. Gracias otra vez! Ceci

    ResponderEliminar