Se encierra en su despacho, se sirve un trago, de los más fuertes porque esa ausencia de días lo está matando, la ansiedad se mezcla con el deseo y le cortan la respiración …abre esa caja de seguridad que guarda no más allá de joyas o dinero, aquellos sus pequeños secretos, su vida entera, los recuerdos de momentos que le iluminan el alma, instantes que se hacen eco; un esfero, una servilleta, unos lentes y una corbata gris…con su perfume, la toma entre sus manos y se la lleva a la nariz, cierra los ojos y aspira ese aroma amado que lo aturde hasta las fibras más profundas de su ser, imágenes de su cuerpo, de sus ojos, de su sabor, de su olor.
Se mira en el espejo, repasa su cara y los nervios nuevamente se instalan en el estómago, y se pregunta otra vez cuando ese muchachito se adueñó de él, cuando y de qué manera tan profunda se metió en su alma, en su piel.
Recuerda cuando lo conoció: en una reunión de conciliación por un caso en particular para ambos estudios, para el que trabajaba ése que ahora es su vida y el estudio Graziani. Lo vio llegar hermoso, atractivo, amable, con esos lentes oscuros que lo hacían desviar a mirarle la boca, y después…después se sumergió en esa mirada maravillosa. Olvidaba lo que decía, tartamudeaba y se le secaba la garganta…un imbécil que no le podía quitar los ojos de encima, un imbécil al que desde ese día solo él le llenaba el pensamiento.
La segunda vez que lo vio fue una coincidencia en un parque cuando iba con Ana y Fabián, no lo vio llegar y escucho que alguien lo llamaba, él, con esos ojos malditamente hermosos que lo clavaban en el suelo y le quitaban la respiración. No se enteró jamás estando ahí mismo de que hablaba con su esposa, solo atinó a ver como alzaba y acariciaba a Fabián “me encantan los niños” exclamó extasiado y le estampo a su hijito en una de sus mejillas sonrosadas un beso, su mente solo registro aquel momento y ya en la casa con sus labios rozo aquel mismo lugar buscando encontrar algo de paz imaginándose esos labios en los suyos, imaginándose un primer beso, un beso robado a Pedro.
Después no se hallaba a si mismo buscando excusas para encontrarlo en tribunales, olvidaba entregarle datos del caso que llevaban solo con la intención de darle la información gota a gota y así poderlo ver de nuevo, se enamoró sin darse cuenta, se enamoró con solo mirarlo, con solo sentirlo cerquita, con perderse entre sus miradas y los gestos de su boca pero aun así un dolor agudo se instalaba de a poco y era el saberse no correspondido, no había visto jamás una señal, un movimiento o una indirecta de su parte y en una tarde cualquiera cuando ese sentimiento lo avasallaba decidió encerrarse en su despacho, su único lugar que no era invadido por nadie y dejar que su malestar, que su tristeza salieran a flote porque realmente le estaban envenenando la sangre.
Pedro lo llamo insistentemente, y él decidido no contestó; al día siguiente delegaría el caso en las manos de Marcos y aprovecharía unos clientes nuevos de otra provincia para irse por unos días y tratar de despejar la mente, de borrar todo lo concerniente a ese hombre, de sacárselo de su sistema, se engañaba a sí mismo y se compró esa mentira.
Se fue por una semana, se desconectó de todos menos de Fabián y de regreso a la capital evadía el estudio lo que más podía, se instaló durante otra semana en su casa, en su biblioteca sumergiéndose entre libros, archivos, expedientes de algunos casos pero nada, nada se lo quitaban de la mente. Marcos llego a su casa para ponerlo al tanto de lo que iba surgiendo, le pidió su regreso de esas “vacaciones extras”, el estudio cada vez adquiría mas fama y ya pedía a gritos otro abogado, no lo podía dejar solo con tanto trabajo. La próxima semana retomaría sus labores, fue la promesa dada metido entre unas carpetas – ¿tenés algo pendiente con Beggio?- lo sorprende la pregunta y suelta la carpeta mirando a Marcos – ha llamado todos los días, muy insistente, pensé que tenían cosas pendientes- queda allí, en medio de la nada y de todo a su vez, aturdido y melancólico pasa otra noche en el sofá sin pegar los ojos. Pedro, siempre Pedro, en todo Pedro.
A su regreso lo esperaba una infinidad de trabajo, sin tener tiempo siquiera para almorzar trata de ponerse al día, pasan las horas y ya en la noche la soledad de nuevo lo golpea, sale en automático y no se fija que Pedro lo espera a la salida, sorprendido trata de esquivar su mirada y su cuerpo, pero Pedro se desespera, se acerca y lo enfrenta buscando respuesta a su actitud; Guillermo lo mira dolorosamente con el peso de llevar ese amor y con la poca voluntad que tiene trata de mentirle – Pedro vos no sos mi único trabajo, tengo otros y muy importantes- nada como herir a lo más amado, nada como ver en esos ojos un destello de decepción, nada como verlo alejarse despacio y en silencio – disculpáme, no te quise molestar- Pedro baja la mirada, se gira y se aleja caminando bajo las farolas, y en un segundo todo es claro para Guillermo, prefiere retener con mentiras al único dueño de su verdad así le cueste tragarse todo su sentimiento. Lo sigue, lo llama, le pide disculpas y trata con excusas justificar todo lo hecho, todo lo dicho; tan concentrado está en armarse aquella historia que en el momento menos esperado siente esa boca devorándolo desesperado, se retira sobresaltado, no escucha lo que dice su muchachito y antes que se le vaya de las manos lo retiene de la solapa, le mira los ojos, la nariz, la boca – ¡ay chiquito, chiquito!- exclama ardorosamente antes de rosarse y morirse en el aliento de Pedro.
Para Guillermo la respuesta a su pregunta del porque existe en este mundo es su amor por Pedro, todo tiene que ver con él. Esa misma noche Pedro le hace jurar que ese fin de semana como sea estarán uno en brazos del otro y Guillermo le jura que pase lo que pase jamás lo dejara ir.
Nervioso como nunca, plantado frente a la puerta del departamento golpea y Pedro con su hermoso rostro iluminado por una sonrisa lo recibe, se abrazan desesperados, se tocan, no hay conversación de nada porque ya se conocen demasiado, ya han hablado demasiado de sí mismos, ahora necesitan tocarse, conocerse los cuerpos, besarse, devorarse el uno al otro. Pedro en medio de los besos lo lleva a su habitación, se aleja un poco sin aire, sin tener idea que sigue pero guiado por su necesidad acaricia a ese hombre amado, idolatrado – te amo- le dice susurrado, con la felicidad bailándole en los ojos y al escucharlo Guillermo pierde la razón, se le hincha el pecho y siente que su cuerpo es pequeño para retener tanto amor; lo toma brusco del cuello para llevarlo a su boca porque es tal la intensidad de sus sentimientos que no tiene la capacidad de actuar con sutileza, se desnudan a empellones, se tocan voraces y ya sobre la cama, torpe y excitado como un adolescente Guillermo mira ese cuerpo, se lo graba en sus ojos, en la palma de las manos, lo prueba en cada recoveco y le hace el amor como a nadie nunca se lo hizo; dejando que Pedro lo descubra a su ritmo, lo pruebe a su gusto, juegue con él y lo enloquezca con sus manos, con sus piernas, con sus besos.
No salen en todo el fin de semana, las horas no alcanzan para impregnarse en el aroma del otro, le enseña a Pedro como hacerle el amor a un hombre, con fuerza, intensidad, con pasión y Pedro aprende rápido, impulsivo, salvaje, necesitado y tremendamente enamorado. Descubre en su chiquitín una sensualidad innata, una desfachatez deliciosa como caminar desnudo por todo el departamento sin un gramo de vergüenza, descubre como brotan de su boca palabras de amor que aun para él son difíciles de expresar, descubre que con Pedro el sexo se vive pleno y en cualquier rincón; como la cocina, el baño, la sala y hasta el mismo balcón , descubre con Pedro que el amor ese profundo y poderoso existe, ese amor necesitado de roces de piel pero también de palabras profundas, existe y lo tiene con Pedro, ese, su chiquitín lindo.
Después de casi un año de vivir “lo nuestro” sabe que debe tomar una decisión y pronto, no hay justicia alguna en los sacrificios de tiempo y espacio que le da Pedro, desea tenerlo a su lado, para siempre, que despierte en su cama uno tras otro día, no esperar veinte años, no esperar una noche más.
Pedro regresa de un viaje al exterior que los tuvo alejados por cerca de un mes, su ausencia y la situación de alcoholismo de Ana lo tienen al borde del quiebre, la ansiedad de tenerlo en sus brazos explota al verlo a lo lejos, lo llama y cuando sus ojos se encuentran Pedro corre directo a sus brazos, a sumergirse en ellos, sin importar quienes están alrededor.
Ya en el taxi se acarician, se besan con las miradas, Guillermo retiene entre sus manos las de Pedro, le acaricia la piel detalladamente de sus dedos, de sus muñecas, las besa con devoción y Pedro cierra los ojos abandonado a cada caricia, su urgencia de arrancarle la ropa y hacerle el amor la apacigua hundiendo su nariz y aspirando el aroma de ese cuerpo fuerte y varonil – ¡Guille…Guille! – y ese hombre imponente, autoritario pierde toda su capacidad, su voluntad se esfuma; lo retiene con un abrazo, lo estruja contra su cuerpo, como ha llegado a lo profundo tanto amor que duele, duele amar a Pedro pero duele más imaginárselo no haberlo encontrado en su vida.
Abren atropelladamente la puerta del departamento de Pedro. Guille suelta las maletas y se enredan en un nudo de abrazos y de besos desesperados, se necesitan ahora, un minuto después, un día después, una vida después. Pedro expresivo como siempre, entre cada beso y cada jadeo le dice cuanto lo extrañó, cuanto lo necesitó, cuanto se lo imaginó – ¡mi amor…mi vida! Y Guillermo arrobado, casi enajenado se adueña de ese cuerpo, lo posee ciego de deseo, de amor.
Guillermo mira el cuerpo desnudo de un Pedro exhausto por el viaje y por las horas que les llevo encontrarse de nuevo y con su mano dibuja la silueta de su cadera, de su abdomen, de su pecho… no hay nada más querido, más delicioso para él que el cuerpo de Pedro.
Se levanta suavemente y mira el registro de las llamadas en su celular, demasiadas para su gusto, de Marcos, de Isabel, varios mensajes de texto y de voz – La puta madre, donde estas Guillermo…responde las malditas llamadas, algo le paso a Fabián con la loca de tu mujer, estamos en la clínica- Guillermo sin pensarlo se viste, arranca una hoja de su agenda y le deja un mensaje a Pedro, le besa suavemente los labios y sale.
Ver a Fabián, su hijito hermoso, lo más bello y puro de su vida sufrir por su culpa supera todo en su corazón; arrepentimiento, frustración, impotencia pero sobretodo rabia contra sí mismo, rabia de dejarlo solo, rabia por darle prioridad a su necesidad de Pedro…no, Pedro no tiene la culpa, son ellos dos el motivo, la razón ahora de su vida. Ve a su hijo llegar con un moretón en su mejilla derecha y una férula en el brazo del mismo lado y la ira contra Ana la desahoga en llanto, abraza a Fabián y jura jamás volverlo a dejar solo.
La observa desde la puerta, borracha, montando un circo donde ella es la víctima, no puede creer que hayan llegado a esto, por un descuido suyo Fabián rodó por las escaleras y no tiene la capacidad de imaginarse siquiera si la situación hubiera sido peor. Se acerca despacio a la cama de Ana, como nunca decidido, como nunca dispuesto a todo y ella lo observa a través de su nube etílica y algo ve en Guillermo que nunca antes percibió y es su asco por ella y un brillo de resolución en sus ojos – hasta acá Ana, te quedas con la casa si eso querés, te dejo todo, excepto el estudio pero hasta acá llego yo y todo lo concerniente al divorcio te entendés con Marcos- sale, toma en sus brazos a su hijo y llama a Pedro que parece estar pegado a él respondiéndole inmediatamente – ¿me puedo quedar en tu casa, con Fabián?-
Pedro los observa llegar desde el balcón, abre la puerta y con una sonrisa los recibe, inmediatamente lo toma en sus brazos a Fabián quien enlaza su bracito sobre su cuello, tal vez por la situación vivida en su infancia y ver así de golpeado al nene lo desbordan en tristeza, llora en silencio, le besa la carita y mira a Guillermo con un nudo de llanto en la garganta – bienvenidos-
Pasan los días, pasan los meses, Guillermo se instala casi sin darse cuenta, se acomodan el uno al otro como si llevaran la vida entera viviendo juntos, ya no es secreto para nadie su relación, Pedro renuncio a Baunes para trabajar al lado de Guillermo y éste se divorció de Ana en medio de un escándalo montado por su ex, cosa que definitivamente a él ya no le importaba.
En una noche de verano pasean por el parque aquel donde se encontraron por segunda vez, sentados en una banca con Fabián dormido en los brazos de Pedro, y este con su cabeza apoyada sobre el hombro de Guille que cada tanto besa los nudillos de aquellas manos, observan la gente pasar, huele el cabello de Pedro, los acaricia a ambos.
– Guille…
_¿Qué precioso?
_ ¿Cuándo me vas a devolver mi corbata gris?- Pedro sonríe sintiendo la carcajada de Guillermo, sintiendo esos labios en su frente
– Cuando me devuelvas mi corazón
_ Mmm…entonces me toco comprar otra
_ Así es chiquitín…
¡Lucero, es increíble como escribís! Y escuchar ese maravilloso poema de Rafael de León musicalizado siempre es un placer!
ResponderEliminarLucero es exquisita la forma en que escribís, cada vez, en cada escenario nuevo, me enamoro junto a ellos!! Gracias por compartir tu escritura!!
ResponderEliminarNooooooooo, qué hermosa historia!! felicitaciones por la escritura, la creatividad, la imaginación, la ternura puesta en palabras... Gracias!!!!!! queremos seguir leyéndote!! Susy
ResponderEliminarLu, me enamore de esta historia!!! Que manera de describir y de hacernos sentir los sentimientos en la piel y en el alma, es volver a nacer y vivir un amor unico e incomparable!! Solo puede decirte gracias!!! Silvana.
ResponderEliminarEsta historia la tengo guardada, y cada tanto cuando estoy nostálgica la releo y me enamoro de ellos cada vez. Están muy bien caracterizados en sus personalidades, pero a la vez como más sinceros y libres para vivir su amor...y ese final de los tres abrazados...sin palabras. Me encanta Lucero! María Elena
ResponderEliminar"CUANDO ME DEVUELVAS MI CORAZON"TERNURA ABSOLUTA, NO HAY MAS QUE DECIR. USTEDES CON ESE PROFUNDO AMOR SE ADUEÑARON DE NUESTROS CORAZONES.LUPILLAR MIL GRACIAS.MONICA DE LANUS
ResponderEliminarlucero esta viñeta me perforo el alma .......
ResponderEliminarBello, bello,bello..... Graciela CT
ResponderEliminar"QUERER COMO TE QUIERO
ResponderEliminarNO VA A CABER EN NINGUN BOLERO
TE ME DESBORDAS DENTRO DEL PECHO
ME ROBAS TANTAS HORAS DE SUEÑO
ME MIENTO TANTO QUE ME LO CREO.
QUERER COMO TE QUIERO
NO TIENE NOMBRE NI DOCUMENTO
NO TIENE MADRE, NO TIENE PRECIO
SOY HOJA SECA QUE ARRASTRA EL TIEMPO
MEDIO FELIZ, EN MEDIO DEL CIELO"
(ANA BELEN, MIGUEL BOSSE, NO SE PORQUE TE QUIERO,FRAGMENTO).
LOS GRANDES AMORES NO TIENEN EXPLICACION.MONICA DE LANUS.
querida Lucero, una vez más te felicito, tus relatos son exquisitos! que manera increíble que tenés de describir los sentimientos de los personajes, los pequeños gestos, cuanta sensibilidad ...........Gracias!
ResponderEliminarLucero, es excelente esta viñeta... vas recorriendo toda la paleta de emociones de los personajes.
ResponderEliminarTe felicito, la disfruté mucho. un abrazo!
Lucero, cada dia me enamora mas lo que logras crear, las emociones a flor de piel, las sensaciones que se escurren en cada palabra....Vivo, siento, huelo cada momento de la historia, por favor, espero que esa galera desde la cual haces magia siempre tenga nuevas maravillas para nosotros. Muchas gracias. Felicitas
ResponderEliminarQué hermosa historia Lucero! Me sorprendí a mí misma diciendo "cómo me enamoran estos dos!" Y es que me transmitiste justamente esas sensaciones y sentimientos que son la esencia de estos dos personajes tan nuestros. Graciasssss
ResponderEliminar