Huesos (4to capítulo) by Elena

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CAPÍTULO

IV

-Hoy te acompaño

-¿Seguro? ¿Vas a poder caminar hasta allá?

-Si, si. Llevame esto, y esto…y…nada más. Bueno, che, un poco de compasión – agrega ante la mirada burlona – estoy rengo.

Atraviesan a paso lento el pequeño bosque hasta la excavación – ¿Cuándo pensas que se podrá sacar el entablillado? Estoy podrido ya

-Unos diez días más por lo menos te faltan. Espera – lo retiene por el hombro – mira desde acá arriba primero. ¿Lo ves? Varios dinosaurios prácticamente enteros, herbívoros, creo que algunos son adultos y otros crías, no son muy grandes.

-¿Cómo sabes que son herbívoros?

-Por los dientes. Veni, baja con cuidado, apoyate en mí. Estaba buscando fósiles cerca del Rio Chubut y un indio me aviso que había encontrado huesos raros en esta zona. Anda a saber, se movió la tierra y afloro este yacimiento ¿No es increíble?

-¿Hace cuanto que estas con esto?

-Este es el tercer año, quería terminar pero no creo que llegue, estoy atrasado…calculo que voy a tener que venir un verano más. Sentate acá, ¿estas bien renguito?

-¡No  me cargues eh! – le tira, sin acertar, un manotazo - ¡raja!

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Libro de Bitácora 3 de enero de 1921

Así que esto es lo que hace día tras día, desentierra, con herramientas de juguete, huesos de entre tierra y roca. Me sorprende que no tenga las manos tan estropeadas como cabría esperar. Mi tarea consiste, por ahora, en documentar todo, dibujos, fotos, medidas, todo lo que se pueda. Según él eso ayuda bastante, ya que le deja más tiempo libre para excavar.

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-Pedro, veni. ¿Qué sabes de constelaciones?

-¿Constelaciones? Nada. ¿Vos si?

-Siendo aviador tengo que saber…para orientarme…

-Y no caerte en el medio de la nada...

-Seguí  jodiendo vos que ya te voy a agarrar. Mira – indica, acostados ambos boca arriba en el pasto – ves esas tres estrellas alineadas ahí, esas son las Tres Marías, el cinturón de Orión el cazador, que ayudado por sus dos perros de caza – señala - Canis Maior y Canis Minor pelea con la constelación de Tauro.¿ Me estas escuchando?

-Si

-Entonces no me mires a mí, presta atención. ¿Ves aquellas cuatro estrellas? Son el cuer… - se interrumpe cuando los ojos marrones eclipsan el cielo, el aliento quema su cara y los labios gruesos besan los suyos. Inmóvil, siente el calor invadiendo su cuerpo, las manos aferrando la hierba. En el oscuro y absoluto silencio solo escucha el sonido enloquecido de su corazón y la respiración entrecortada de Pedro, acostado de nuevo al lado suyo. Espera hasta a volver a sentir el frio de la noche y sin saber que otra cosa hacer, continua – el cuerpo de Orión, Betelgeuse…

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Libro de Bitácora 7 de enero

No logro encontrar ninguna explicación para lo que paso. Además Pedro está muy raro estos días, casi no habla y no quiso que lo acompañe más a la excavación. Así que estoy acá, solo y aburrido todo el día otra vez, lo que por otro lado, tampoco esta tan mal, porque yo tampoco sé que decirle.

Arranca la hoja y la tira al fuego en cuanto lo escucha entrar- Ahí te deje pan para el zorro, en una rato esta la cena.

Tal vez debería llevarme el caballo e irme de una buena vez, pero no sé si el animal sepa volver, y no sería muy ético de mi parte cuando, después de todo, él me salvo la vida.

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-¿No vas a ir a darle de comer?

-No

-Si no vas todos los días no se va a acostumbrar – arranca la hoja y de nuevo la tira al fuego.

-No me importa. ¿Por qué estas tirando eso?

-Algo que no me sale

-¿Querés que te ayude? – sin moverse de donde esta

-No

Se sienta en su cama del otro lado del fogón – ¿Podemos hablar?

-¿De qué?

-¿Que explicación le encontras a…lo que paso…el otro día?

-¿Hace falta encontrarle una razón a todo?

-Si

Suspira mientras garabatea en el libro – yo creo… - frunce el ceño, intentando encontrar las palabras – que estamos acá solos y aislados y…eso

-Porque estamos solos

-Sí, porque ni vos ni yo somos…¿no?

-No

-Bueno, entonces, otra cosa no se me ocurre. Es lo que dicen que pasa en la guerra o en las cárceles

-¿Y que vamos a hacer?

-Nada, tenemos que esperar a que te vengan a buscar en marzo, eso dijiste. Así que nos olvidamos y seguimos…normal

-Como si no hubiera pasado

-Es lo único que se me ocurre Pedro, anda a darle de comer al zorro, dale, anda.

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-Pedro, despertate

-Qué pasa?

-Hay alguien afuera

Se viste rápido mientras grita – quien vive!

-Minchequeo!

-Son mapuches, no te preocupes

Para cuando sale lo encuentra conversando en un idioma que no entiende – ¿Hablas mapuche?

-Para practicar – y aclara previniendo alguno de sus exabruptos – hablan perfecto castellano. Van a Trevelin a vender cueros y tejidos – explica mientras lo presenta – tienen un caballo para vos.

Y ese día compartimos nuestro almuerzo con los indios ya que, según Pedro, es de buena educación hacerlo.

-¿Tienen carne para vendernos?

-No tengo con que pagarles Guillermo

-Yo sí, veni – lo sigue al interior de la ruca – tengo dinero en la caja de herramientas que rescataste del avión. Toma, deciles que con esto pueden comprar diez botellas de licor

-Con esto no compran más de seis

-Mentiles

-¿Y después me los encuentro el año que viene y que les digo?

-Bueno, ocho

-Guardalo, lo vas a necesitar

-¿Para que quiero plata estando acá?

-Vas a necesitar un baqueano para que te lleve de Trevelin a Esquel, ahí hay telégrafo

-Toma

-No necesito que me compres comida me las puedo arreglar perfec…

-Yo no, y estoy harto del pescado

Lo mira sin entender

-No me pienso ir con unos indios que no conozco por el medio de la montaña, ni loco. Anda y hace lo que te digo.

9 de enero

Si ya hablaba poco, ahora directamente esta mudo, se va de nuevo antes de que me despierte, no lleva nada para almorzar, y llega más tarde de lo habitual, muchas veces cuando es noche cerrada y apenas come. Como no sé a qué hora llega no me deja más remedio que cocinar cuando vuelve.

-¿Porque no te fuiste?

-Ya te dije, no pienso viajar con gente que no conozco, mira si me pierdo o pasa algo

-Dijiste que te querías ir

-Yo nunca dije eso

-Mentís

-Mira Pedro, no sé qué mierda te pasa, estas muy raro

-¿¡Queres saber que mierda me pasa!? – lo levanta de las solapas de la chaqueta y lo empuja contra la pared – ¡Me vas a hacer caer! – reteniendo con un brazo su cuerpo tembloroso. Apenas logra oír la pregunta por sobre el rugir de la sangre tronando en sus oídos – ¿Decime porque no te fuiste? – y contestar cuando el aliento le roba la respiración – Ya te respondí

-Me estas mintiendo

-¡Soltame! – y con un último esfuerzo logra, por fin, sacárselo de encima – ¡Soy bastante más grande que vos, me debes un poco de respeto!

-¿Respeto?

-¡Si!

-¡Anda a cagar, Guillermo!

-¿Adónde vas?

-A dar una vuelta

-¿A esta hora? ¿Estás loco? Puede haber algún puma

-¡Me entiendo mejor con diez pumas que con vos!

-¡Pedro, espera! No me… - termina la frase hablándole al espacio vacío – dejes solo en esta choza de mierda.

Continuará...