Disclaimer: Guillermo Graziani, Pedro Beggio, el resto de los
personajes y el cánon de Farsantes pertenecen a la dupla Aguirre&Segade y
ayudantes de ocasión., amontonados bajo el paraguas asesino de Pol-ka.
Mías son las situaciones, hechos y demás personajes
que pidieron ser contados. Además tengo un cuaderno de notas, un par de
marcadores violeta y plateado, una taza de té de menta y el último cd de mi
colección, Palosanto.
Afuera llueve a cántaros, pero creo que acá estaremos
cómodos. Dejen los zapatos en la puerta y acomódense. Es mi primer viaje, y no
es muy largo.
Espero que lo disfruten.
Resumen: Guillermo Graziani, abogado penalista. Introvertido,
reservado, poco expresivo. Esa es la fachada que el mundo conoce. ¿Pero qué
pasa cuando las audiencias terminan y el silencio invade su estrado
particular?
No quiero arruinarlo todo, en
eso ya soy un experto
creía que estaba soñando y estaba despierto
Tu boca me puede decir, tu boca me puede besar
como quiero que me digan, que me beses
solo tu boca me puede decir, solo tu boca me puede besar
como quiero que me beses
creía que estaba soñando y estaba despierto
Tu boca me puede decir, tu boca me puede besar
como quiero que me digan, que me beses
solo tu boca me puede decir, solo tu boca me puede besar
como quiero que me beses
Solo tu boca
(NTVG – El Camino Más Largo)
Yo supe lo que
él era capaz de hacer la primera vez que lo vi.
Lo admito, sus
ojos me encararon con esa mirada de “No
estoy impresionado por vos, Graziani, así que dejá de pensar que sí lo estoy”.
Pero su boca... ah, su boca estaba contando una historia completamente
diferente. Cualquiera podía darse cuenta de eso con sólo mirarlo; esa boca
sabía todo sobre el placer y el dolor y todos los lugares intermedios y yo supe
–fuera hetero o gay o bi– lo que él era capaz de hacer.
Me terminé de
convencer después de verlo correr una mañana. A él le encantaba correr y a mí
me encantaba quejarme -a mí me encanta quejarme de todo-, pero aunque yo no
fuera capaz de entender porqué, él realmente amaba la adrenalina y el ejercicio
fuerte y la satisfacción de llegar a la meta. La sensación de sí mismo, de su
cuerpo moviéndose, músculos y aliento y huesos todos trabajando en armonía. Él
no era un... ¿cómo se dice? narcisista; no: él era un sensualista.
También era
precioso, claro, y los primeros días consideré seriamente conquistarlo. Estaba
convencido de que no me habría resultado tan difícil, con la aproximación
correcta. Lo único que habría tenido que hacer era esperar -un día de celebración
con una rica comida y un buen vino; o una noche de borrachera y dudas, cuando
lo asaltara el miedo y todos saben que en casos así, ni siquiera los hombres
duros quieren dormir solos.
Yo podría haber
ido por él entonces; e incluso después de todo este tiempo, no me cabe ninguna
duda de lo que hubiera pasado.
Él era un
infierno de tentación, puedo asegurarlo, especialmente porque yo no había
estado con nadie en mucho tiempo.
Pero no, al
final no lo hice. Desde el principio tuve el presentimiento de que íbamos a
hacer un gran equipo. No era sólo que me di cuenta de que podía confiar en él
para que me cuidara las espaldas en tribunales (y viceversa), sino que sentí
como que habíamos empezado una especie de... red.
Resultó que yo
apenas tenía que levantar la mirada y él ya sabía que lo yo quería decir. A veces
era incluso un poco raro -uno de los dos movía la cabeza o hacía un gesto y lo
siguiente que pasaba es que estábamos actuando sobre un plan que ninguno de los
dos podía recordar haber dicho en voz alta.
Una cosa es
pasar tiempo con alguien y empezar a terminar sus frases -todo el mundo lo
hace-, pero en cuestión de días habíamos llegado a un nivel de conexión tal que
uno de los dos decía en voz alta lo que pensaba el otro.
Bueno, pero uno
no pierde mucho el tiempo con ese tipo de cosas. Sé que a pesar de haberse
hecho público el secreto de mi vida sexual, nadie en el estudio piensa que
tengo el cerebro en las bolas; soy un tipo muy prolijo y tengo muy en claro que
no hay nada como el sexo para joder un buen equipo -así que, como dije-, no
hice nada al respecto.
Trataba de no
pensar mucho en eso, ni tampoco me anduve haciendo la paja, si quieren saber la
verdad. Bueno, no todo el tiempo, por supuesto. Solo algunas veces, cuando
estaba de humor.
Y eso me lleva a
otra extraña reflexión. Es decir, la única cosa que se puede decir sobre el
método de hacerse la paja es que en esa circunstancia, uno puede tener
cualquier cosa -quien sea, lo que sea, lo que se te dé la gana. Incluso cosas
que normalmente no tocaríamos ni con un palo de cinco metros. ¿Querés látigos?
¿Querés cadenas? ¿Querés a algún intachable juez de la nación contra la pared
de algún sucio callejón? Podés tenerlo y nadie lo sabría.
Pero cuando yo
pensaba en nosotros dos, no era así. Era... no lo sé... natural. Sin tensión, sin estrés, sin accesorios de lujo; yo solo
en una silla y él arrodillado en el suelo (no porque yo quisiera dominarlo,
sino porque de esa manera podía tener un mejor ángulo para observar). Sólo él y
yo, y esa boca.
Algunas noches
(especialmente esas veces en que yo aceptaba su oferta de llevarme hasta mi
casa y me dejaba en la puerta y yo me quedaba parado en la reja hasta que el
auto se iba haciendo chiquito en la noche y finalmente se perdía de vista), yo
simplemente me sentaba en mi sillón preferido en la penumbra de mi habitación, echaba
la cabeza para atrás, aflojaba el nudo de la infaltable corbata, desprendía un
par de botones de la camisa y lo imaginaba arrodillado ahí, la sombra de su cabeza oscura y el arco blanco como la leche
de sus hombros entre mis rodillas y ya me ponía duro como una piedra.
Hice
absolutamente todo lo necesario para asegurarme de que nunca se enterara. Por
supuesto que todavía lo quería, pero había decidido no hacerlo. El sexo sería
glorioso, pero después de que lo hubiéramos hecho, no podía ver nada más que
desastre. Lo más factible era que él terminara odiándome (u odiándose a sí
mismo y por lo tanto a mí) o peor aún, podía querer más de lo que yo quería
darle. Siempre hay alguien que quiere más que el otro y eso siempre desemboca
en problemas. Yo quería un polvo rápido, no una relación. Por lo menos, yo
pensaba que eso era lo que quería -estúpido
negador.
Así que me
decidí por representar el papel de buen amigo y me alegro de haber tomado esa
decisión, porque son muy pocos los buenos amigos que tengo.
Pasaron las
semanas y los meses y llegué a conocerlo bien. No fue fácil, pero con el
tiempo, llegué a conocer a algunos de los Pedros que deambulaban debajo de su
ropa de yuppie. Ahí estaba el verdadero hombre fuerte y el profundo chico dulce
y el caballero en armadura y el incondicional buen amigo y el brillante
abogado. Quiero decir, él era bueno, era más que bueno, era muy bueno; el mejor
con el que he trabajado.
Siempre me han
parecido sexy las personas que son buenas en lo que hacen.
Sobre todo
después de que llegué a conocer el... lado tierno de él.
Era una especie
de comprensión imaginaria, supongo. Cuando me separé de Ana, él fue la única
persona a la que pude soportar a mi alrededor por días. No fue tanto lo que
dijo, porque no dijo mucho. Si hubiera dicho algo al respecto, algo como “y hay mucho más si querés seguir
escuchando”, creo que lo habría echado. No, nada de eso. Se limitó a estar.
Cuando quise hablar, él escuchaba; cuando no, se sentaba en el living, leyendo
mis libros y tomándose mi vino. Y cuando quise salir, fuimos a esa vieja
cantina donde casi nadie nos conocía, esa donde tenían unas pastas gloriosas y
una música espantosa, que por supuesto, no quise bailar.
¿Ven lo que
quiero decir sobre la comprensión imaginaria? No le importaba que yo me quejara
por cualquier tontería y soltara uno de mis famosos berrinches; él sabía que yo
me sentiría mejor a la mañana siguiente.
Después de eso
me interesé en todos los Pedros, como una especie de hobby. Yo quería saber más
y sabía que no tenía sentido preguntar abiertamente, así que me dediqué a estudiarlo,
recogiendo todas las minúsculas partes y piezas, contando todos los diferentes
Pedros, disfrutando de ellos.
Y cada vez que
pensaba que había encontrado una grieta, cada vez que pensaba que sabía quién y
qué era, me daba un poco más: un comentario acerca de su terrible infancia,
unas pocas líneas de poesía, otra visión de la jurisprudencia, un poco más de
música; otro de los Pedros detrás de su hipnotizante sonrisa; el único Pedro
que dejaba que el mundo viera.
A decir verdad,
mi estudio había saltado la barrera e iba un poco más allá de un mero hobby.
Empecé a sorprenderme a mí mismo observándolo. Podíamos estar atendiendo un
cliente en medio de algún lugar perdido, discutiendo un acuerdo rodeados de
gente o atascados en el tránsito y yo no registraba el entorno, yo siempre
estaba observándolo. Sus manos. Sus manos en el volante, sus manos perfectas
sujetando la lapicera. De vez en cuando me regalaba un vistazo a esa nuca
blanca sobre el cuello de sus camisas mientras inclinaba la cabeza. Y su boca,
siempre la boca.
Empecé a soñar
con esa boca.
Esto continuó
durante lo que pareció una eternidad y luego, hace unos seis meses, todo llegó
a su punto culminante en el estudio. Ni siquiera puedo recordar para qué me
quedé solo después que todos se fueron; probablemente algún caso que quería
terminar de revisar. Pero de repente había un chico salido de no sé dónde, un
chico enojado y asustado, lo que casi siempre es una mala combinación; y me
estaba apuntando con un arma, lo que transforma toda la situación en una
combinación de mierda.
No duró mucho.
Pensándolo en retrospectiva, todo se redujo a un par de gritos y terminó con mi
brazo atajando una bala. Bueno, pudo ser peor.
Por suerte no
tenía puesto el saco, pero la camisa quedó hecha una carnicería. Y ahí estaba
yo, el gran penalista, tirado boca abajo en el piso, tratando de recuperar el
aliento, cuando Pedro apareció derrapando hacia mí.
Pasó por sobre
mi cuerpo despatarrado y me alzó sobre su regazo para mirarme, para asegurarse
de que yo seguía vivo. Su voz atragantada por la angustia pronunciando mi
nombre, sus manos suaves y temblorosas dándome la vuelta, palpando mi pecho,
enroscándose alrededor de mi cuello, sus labios apretados en mi frente. Tan
asustado, mi chiquitín precioso. Por suerte llegaron Beto y Gaby y en medio del
estallido de una ridícula discusión por un ridículo torniquete que ni loco me
dejé poner, lo vi retroceder y resbalar, pálido, la espalda contra la pared
hasta quedar sentado en el piso, desmayado, como si de repente le hubieran
cortado los hilos imaginarios que lo mantenían erguido. Mi valiente chiquito.
Al final el preocupado resulté yo, por su culpa.
Juro por Dios
que cuando abrió esos ojazos y su mirada de noche se hundió en la mía, casi le
di un beso. Ahí mismo, enfrente de Beto y Gaby y los paramédicos que terminaron
atendiéndolo primero a él. Estuve a punto de agarrarle la cara entre las manos
y besar esa boca con la que había estado soñando durante casi un año.
No lo hice, por
supuesto, pero debo haberme puesto pálido o algo así, porque fue su turno de
preocuparse. Se metió en la ambulancia conmigo y terminamos en la sala de
urgencias de un hospital, donde un médico (que aparentaba unos 14) me emparchó
y me mandó a casa con un cabestrillo azul y un frasco de analgésicos. Y la
recomendación de mucho descanso.
Por lo que había
oído, un balazo duele como el infierno y por tener algo que hacer para
distraerme, me habría estado quejando de todo, pero mi chiquito estaba muy, muy
asustado, así que me comporté estoicamente, demasiado conmocionado por otra
clase de dolor, como para sentir o hacer otra cosa.
Fue en parte
pura sorpresa. ¿Cómo carajo me las había arreglado para guardarme todo eso
durante todo este tiempo? Porque ya no se trataba nada más que de sueños
húmedos. Esto era amor, amor verdadero por amor de Dios; ese amor que te hunde
el estómago, te seca la boca, te humedece las palmas de las manos, te hace
latir el corazón con fuerza. Amor y nada más.
Era una
situación que rozaba casi lo ridículo; todo el camino de vuelta del hospital me
había estado removiendo en el asiento del auto como un gato encerrado en una
bolsa. Sentía como si me hubieran rozado la piel con un guante de terciopelo,
pero del modo equivocado; sentía que se me erizaba todo el cabello y podía
sentir cada pliegue y cada costura de la ropa desde el interior y tenía esta...
especie de... tirantez por todo el
cuerpo. Sentí que todo lo que quería hacer era inclinarme hacia la izquierda y
tocarlo, sólo el dorso de la mano o rozar su mejilla con un dedo, nada más que
para sentir su piel y la vida que corría por debajo.
Esa tarde había
sido socorrido por mi mejor amigo y socio –y compañero de fantasía de pajas
ocasionales-, y estaba siendo llevado a mi casa por el hombre con el que quería
pasar el resto de mi vida.
El hombre que
nunca había mostrado el menor signo de querer pasar el resto de su vida
conmigo.
Amor no
correspondido. Escriben canciones sobre eso, escriben poemas sobre eso. Pero
nunca te dicen lo profunda y jodidamente humillante que es.
Me había dado
cuenta de que quería estar con él todo el tiempo. Carajo, si no le ponía un
freno a esto, iba a terminar siguiéndolo por ahí como un perro perdido. Quería
pasar todo mi tiempo con él; en el estudio y fuera del trabajo; quería despertarme
y verlo dormir; quería hacerle de comer; quería verlo correr y volver a casa
con la ropa toda transpirada; quería verlo montar; quería enseñarle a cocinar;
quería sacarle las pesadillas de su vida pasada; quería decirle la verdad sobre
mi primera vez y quería oírlo hablar de la suya; pero por sobre todo quería
escucharlo decir que yo era el último.
Y por supuesto,
estaba el sexo. Siempre supe que era precioso, pero ahora lo veo y siento que
por un momento dejo de respirar y mi maltrecho corazón se salta un par de
latidos; esa gracia innata en él, esa sonrisa repentina, la amenaza depredadora
que puede encender y apagar a voluntad, la extraña pureza de su violencia que
difícilmente contiene cualquier enojo real.
De golpe recordé
que el otro día revisábamos juntos un caso en mi escritorio; yo leía un
expediente cuando él se acercó y se inclinó contra mí para poder darle una
ojeada también, su pecho en mi espalda, la cadera apoyada en la mía, con una
mano en mi hombro, su aliento acariciando mi nuca. Para cuando se alejó, yo
estaba tan duro que dolía.
Y ni siquiera
podía encerrarme en el baño y hacerme una paja, porque he perdido eso también.
Ahora que sé que lo amo, usarlo así parece casi... bueno.... sacrílego; algo así como refregarme por
las narices el hecho de que nunca voy a tenerlo de verdad. Incluso he perdido
la fantasía de la seducción, porque eso de “cosa
de hombres” sólo funciona si no hay una implicación emocional y ahora que
sé que lo amo, no hay manera de que pudiera mantener el tono de voz o encontrar
las palabras adecuadas.
En cambio, tengo
los sueños. Ah, ya no sueño que estamos juntos -no, eso sería demasiado fácil.
Sueño que está muerto, o que ha encontrado una mujer que es perfecta para él,
con el ingenio y la fuerza para estar en su mismo nivel. Ya ni siquiera sueño
con nosotros juntos en una cama. Sueño que me está esperando en algún lugar,
pero no lo encuentro, el ascensor nunca para en el piso correcto o los números
de las puertas han desaparecido. Sueño que lo pierdo y él está indignado o
enojado o (lo peor de todo), se ríe.
Tal vez sea un
castigo. Siento que a pesar de todo, le debo una disculpa a Maxi. “Tenías razón, esto es el infierno”.
Pobre Maxi, trató de forzar el amor y cuando eso no funcionó, intentó
comprarlo. Todos los pequeños artificios y trucos indignos que usó, ahora me
atormentan porque estoy así de cerca de usarlos yo mismo. El otro día me
sorprendí a mí mismo fingiendo que sufría de claustrofobia al quedarnos
encerrados accidentalmente en un container que revisábamos en el puerto, sólo
para que me abrazara y poder tocarlo durante unos minutos.
A veces me
siento tan frustrado, tan enojado con él que quiero agarrarlo por el cuello y
gritarle en la cara “Te quiero, hijo de
puta, ¿por qué no me querés?” Lo cual sería malvadamente injusto porque yo
sé que él me quiere, a su manera. No creo que haya mucho que no hiciera por mí.
Estamos tan condenadamente cerca de tener todo y tan absurdamente lejos.
Es mi gente en
el estudio la que me mantiene cuerdo. El trabajo que hacemos es tan demandante,
que la mayor parte del tiempo exprime todo lo que tengo para estar concentrado
en eso. Son los momentos de tranquilidad los que me desgastan, en el coche o en
la soledad de mi casa; cuando tengo que sentarme ahí y reírme de sus chistes y
escucharlo presumir de una conquista u otra, tratando de acordarme del nombre
de la que se supone tiene ahora, porque la mayoría de las mujeres con las que está
no le duran más de una semana.
He estado
llevando esta doble vida durante seis meses. No se volvió más fácil, excepto
que aprendí a controlarlo. Ahora sé que puedo hacerlo. Puedo mantenerlo alejado
de la verdad y puedo seguir haciéndolo durante todo el tiempo que tengamos.
Estoy aquí, hoy y siempre.
De hecho, lo
único que haría que me traicione es... Bueno, recuerdo que una vez escuché a
alguien decir “Graziani haría cualquier
cosa por salirse con la suya”, aunque no sea este el caso, porque si se entera,
se acaba todo. No voy a quedarme para ver su enojo, no voy a quedarme a recibir
su piedad y sobre todo, no voy a quedarme para tener un polvo por lástima.
Y como soy un
tipo aguantador, me resigné a que, hablando en términos de plazos largos, no tengo
ninguna expectativa, excepto más de lo mismo hasta que uno de nosotros
desaparezca. Yo mismo me encargué de matar cualquier esperanza hace mucho
tiempo. Y me parece que así está bien.
Excepto… que
ayer lo sorprendí mirándome. Y es perfectamente factible suponer que yo puedo estar
equivocado, pero creo que él me estaba mirando la boca.
- FIN -
Alessa, que te puedo decir que no te haya dicho, lo sabes...Pero, estoy feliz de que estés en este espacio!! Muchas gracias por compartir este maravilloso texto que me tiene hipnotizada! Gracias, Gracias, Gracias!
ResponderEliminarLa agradecida soy yo, por haber encontrado este rincón que me llena el alma con las personas que lo habitan y sus creaciones únicas, y por darme la oportunidad de parir acá mi primera historia. Gracias a vos por haberme traído hasta acá y haber confiado en mí. Gracias, de ♥
Eliminarjuro por dios que la persona que la persona que escribio eso es una idola una genia en todo el relato fue un graziani autentico y todo el relato parece escrito por el parece que lo estubiera diciendo el la verdad se paso la que lo escribio bueno nada segui haciendo estos relatos. Lucia.
Eliminarbrutal! esa es la palabra, absolutamente delicioso el relato. me encanta la realidad, la crudeza , por asi decirlo. delicioso.
ResponderEliminargracias.
lucero
Traté de que fuera simple, algo que Guille pudiera haber pensado. Me alegra que te haya provocado esa impresión, Lucero. Agradezco tus palabras!
EliminarIm pre sio nan te. Estoy todavía bajo los efectos de tus palabras. Un Graziani auténtico. Ya me estaba poniendo triste con la resignación de Guille y este Pedro que no daba esperanzas... cuando de pronto el párrafo final ... me fulminó. Y resulta que de pronto Guille ve que Pedro mira su boca. Alessa ¿sería mucho pedirte la segunda parte de Mirando tu boca pero visto desde Pedro?. ¿Y una tercera donde esas dos amadas bocas se encuentran?. Gracias!!! Un abrazo.
ResponderEliminar¡Muy honrada por tus generosas palabras, Graciela! Ayer yo leía tus historias y hoy... esto... soy novata, vos sabés... Creeme que yo tampoco sabía cómo iba a terminar, hasta que terminó. Y te confieso que me gustaría encontrar la voz de Pedro para tomar el relevo. Esto recién empieza. Tenemos mucho tiempo por delante. Espero seguir disfrutando de la mutua compañía! Un abrazo, Graciela, y otra vez gracias!
EliminarGENIAL!!!!! dios, ahora se todo lo que le pasa a Guille, Quiero saber que le pasa a pedro?
ResponderEliminarEl relato me ecanto!, pero hay partes en que me parecen espectaculares! Que gusto me dan ler estas historias
¡Muchas gracias, Pri! Pedro es un poco más tímido, pero esperemos que se anime también. Gracias por leer!
EliminarAlessa... por dónde empiezo? Diciéndote que me gustó mucho! Has arriesgado en una zona - la sexual-textual- en la que depende los recursos que se eligen,o se llega a buen puerto... o hay naufragio. Has manejado muy bien ese registro entre lo explícito y lo metafórico, dosis de uno y otro, intercaladas. Otro acierto es tu Graziani. Espero otra entrega! un abrazo
ResponderEliminarNora, estoy agradecida por el tiempo que dedicaste para leer y dejarme tan lindas palabras. Me temo que tal vez haya sido suerte de principiante, nada más me ofrecí a ser el medio para que Guille contara lo que siente. Creo que a veces lo simple es lo que más nos provoca. ¡Otro abrazo para vos!
EliminarSin palabras. Me encantaaaaaa que lo relaten desde el pensamiento de Guille, que habla de ese amor en silencio pero tan increiblemente profundo, y el sufrimiento de la cercanía. Por favor escribí otro... Algo así de profundo
ResponderEliminarMuchas gracias, feliz de que te haya gustado (ojalá supiera tu nombre). Hay tanto por contar todavía en la historia de Guille&Pedro, que valdrá la pena hacer el esfuerzo. Abrazo!
Eliminaralessa, me impresiono tu historia... increible los pensamientos de Graziani... pero como graciela liliana lo escribio y coincido con ella , escribir una mas desde el pensamiento de pedro mirando la boca de guille y otra cuando ya no sean solo miradas , ya sea el beso esperado ..... espero que sea asi xq escribis super .... Graciela CT
ResponderEliminarComo dije antes, soy novata en esto y es un mimo muy lindo saber que la historia te ha gustado, Graciela. Seguiremos por acá, te lo aseguro. ¡Muchas gracias por tus palabras!
EliminarALUCINANTE!!!aLESSA ,ME ENCANTO ME TUVO EN VILO,DE VERDAD QUE MANEJO DE LA SITUACION ,QUE LOCO LO QUE SIENTE gUILLE ,FUE GENIAL GRACIAS Y ESPERO ANSIOSA LO Q SIGUE ,COMPARTO LA 2 DA VUELTA CON LOS PENSAMIENTOS DE PEDRO Y LA CONSUMACION DE SU AMOR. mAJO
ResponderEliminarAhí vamos, Majo, con este Guille que parece que se hizo querer a través de mis palabras... esperemos que le contagie la inspiración a Pedro. ¡Te agradezco que hayas leído y comentado! Un abrazo.
EliminarMe encantó! la forma en que escribes te acerca tanto a Guillermo que sientes como que estás en su piel. Sientes lo que siente, el anhelo, el deseo, el amor, la frustración y la esperanza. Un estilo que maneja muy bien las emociones que vive Guillermo y las pone de manifiesto de una manera sentida y elegante.
ResponderEliminar¡Querida Patricia! Hemos recorrido un largo camino, verdad?. Me alegra que estés acá, me alegra que te haya gustado y te agradezo con el corazón tus palabras. Guille también tiene su corazoncito salvaje y fue un placer haber podido asomarme a él. ¡Abrazo enorme, amiga!
EliminarP:D. Encantada de acompañarte en tu primer viaje!
ResponderEliminar¡Encantada de tenerte a bordo!
Eliminar¡Encantada de tenerte a bordo!
ResponderEliminarMe encantó!!! Guille tan contenido pero tan visceral, lo que siente Guille lo sentí yo. Me uno al pedido de la historia desde el punto de vista de Pedro.
ResponderEliminarNo quiero un "fin", quiero un "continuará". Abrazo, Paula
Pedro tenía razón: Guille tiene "eso" que hace que la gente se enamore de él, no es así? Muchas gracias por tus palabras, Paula. Otro abrazo para vos!
EliminarHoy empecé a leerlo. No puede ser tan perfecto!:
ResponderEliminarMe alegra que te guste, Andrea! Gracias por tomarte tiempo para leer y comentar.
EliminarQué hermoso Alessa! Todo es TAN Graziani! Lo había leído ayer, y hoy lo estoy volviendo a leer y me en can tó! tal vez porque esta vez ya sabía el final (ayer mientras lo leía me iba entristeciendo pensando que Guillermo iba a termina simplemente resignado "hasta que alguno desaparezca"). Igual, supongo que te equivocaste (ja) con la última palabra: FIN. Quisiste poner CONTINUARÁ, no? Ojalá!!!! Gracias por compartirlo. San
ResponderEliminarHola, San... de Sandra? Quedate tranquila, que en esta casa no hay lugar para el desamor ni la soledad ni la tristeza, aunque se me haya puesto un poco melanco Guille en algunas partes... Gracias por tus elogios, yo sé que en realidad son para estas dos personitas que nos robaron el ♥ Abrazo grande!
EliminarMe encantoooo!!! Va a haber parte 2 no??? Es perfecto lo que escribiste!
ResponderEliminar¡Micaela, antes de contestar algo que pueda incriminarme, necesito hablar con mi abogado! ¿Vos entendés, no? Cuak!
EliminarEn el pecho, en el medio del pecho... es exactamente aquí donde me pegó tu historia, Alessa... y me gustaría decirte que caí de espaldas estallada en el medio del patio... como para siquiera intentar estar a la altura de la poesía de tu relato, pero no: primero porque la idea es de "otro" y segundo porque estoy sentada en mi oficina... embelezada, sí, por "esa boca" y por tu comprensión/construcción/regalo de este "Graziani auténtico". No sé me da por mezclar ficción con realidad, pero, sin conocerlo estoy segura que a Julio le interesaría muchísimo conocer esta voz interior de Guillermo... y un poquito de orgullo, de haberlo "hecho" tan bien...
ResponderEliminar0 presión... pero... seguro tendremos más, no? Diría Pedro: "Jurámelo". :) Ilgora.
Pero mirá cómo me corrés... ¿me estás trabajando la moral, Ilgora Blue? ¡Te aviso que soy incorruptible! (Aunque sería muy mal educada si no te aceptara los elogios y todas las cosas lindas que dijiste de Guille... Pero que conste en actas que lo hago por él, eh, viste que es muy sensible...) Eso sí, el abrazo para vos va por cuenta mía.
Eliminar:)
Eliminar¡Hermoso! Me hizo sentir que estaba de nuevo en el mundo de Farsantes
ResponderEliminar¡Gracias, Matías! Y sí, estamos en este UA de Farsantes donde compartimos muchas cosas, pero sobretodo, mucha esperanza y mucho amor.
EliminarOhhh amé profundamente este relato! Sos todo Alessa!! Para cuando la version de Pedro??? Amarte!♡♥... Candela
ResponderEliminarAy Candela, es que este Pedro es difícil de agarrar... vos sabés, no? Pero vale la pena porque Él es Todo! Besote, hermosa, gracias por estar!
ResponderEliminarBello,perfecto el relato Alessa ,precioso, por favor no tardes mucho en deleitarnos con más de ellos dos!!abrazo..
ResponderEliminarGenial!!!!
ResponderEliminarMe averguenza decir q apenas estoy leyendo esta historia - me aleje mucho d leerlas x q me dolia mucho - pero decidi de no irme de sus lugares - aceptar q solo estan al otro lado de el camino - y finalmente cruce ese camino y me reencontre con todas uds increibles escritoras, propocionantes d mas suenos q se nos fueron y q gracias a Fanfic podemos tenerlos d Nuevo con nosotros. Alessa, q increible autoanalizis le has dado a nuestro Guille - q placentero es leer sus pensamientos y dejarnos acercar a la escencia de el amor y el d dejarnos descubrir como es el nacimiento de un amor - una boca q embruja, un personaje q cautiva y unas historias q me dejan sin aliento - historias en desarollo d dos personajes q han inspirado tanto y q x inspirar tanto no puedo odiar a esas personas q los crearon x q sin ellos no tendriamos essssssto!
ResponderEliminarRecien lo leo, ahora que el blog me permite ver todo, encuentro algunos relatos que se me pasaron por alto...Una belleza Alessa, que mas decirte que ya no te haya dicho en otros escritos tuyos. Eso si nunca me voy a cansar de darte las gracias!! Un abrazo!!
ResponderEliminarNoooo esto es Imposbleee hasta ahora recien lo encuentro!!! ¿Hay continuacion?Necesito continuacion por favooor! es muy hermoso este relato!!! Coninuacion Por favoor! -Roo <3
ResponderEliminarNo recuerdo si ya escribi, pero hoy lo releo y no lo puedo creer! Es bello, es puro amor! Escandalosamente ( no se si existe esa palabra) hermoso, como nuestro chiquitin! Magaly
ResponderEliminarAlessa, simplemente BELLISIMO! que hermosa historia, que Guille distinto al que acostumbramos a tener, y ese final abierto...........................te felicito! ojalá continúe algún día
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