TARDE DE LLUVIA EN LA
COLONIA – que no es lo mismo que decir “tarde de lluvia en Colonia”.
Para Juanita, Angelita,
Shesha, China, Téte, que cocinaron mi infancia.
En vacaciones, la noche, en
lo de los Graziani-Beggio se extiende un poco más.
-Mañana hay pronóstico de
lluvia, papi. Jaque – sin sacar la vista del tablero.
-Tu táctica distractiva hoy
no te va a servir de nada Dieguito. Estoy super concentrado. Jugada y … salvado
–mirando el tablero.
-No es una táctica
distractiva. Lluvia, papi. Brisa está súper exitada. Jaque.
Pedro levanta la vista del
tablero, cayendo en la cuenta. – Oh, oh.
-Mate.
………………………..
-Guille…
A esta altura de la matiné,
el tono suave de Pedro no logra engañarlo.
Al principio sí, sólo
escuchar esa voz, con ese acento dulcísimo y tibio deslizándose entre los
dientes, y caía rendido a sus pies, aunque en vano lo disimulara. Ahora,
reconocía inmediatamente si eran “tiros” o “niños”. Conocerlo tanto a Pedro, lo
enamoraba todavía más, si era eso posible.
-A ver, precioso, ¿qué
quiere Brisa? ¿Qué hizo Diego?
¡Cómo no sonreírle con los
oyuelos a pleno!
-Mañana hay pronóstico de
lluvia… y le prometi-mos a Brisa – midiendo el ritmo de sus palabras – que se
podía quedar en casa los días de lluvia, la chica se aburre en la colonia,
pobrecita –Guille lo sigue con suma atención – y Cuca se fue a Carué…
-Ajá…
-Y yo tengo la audiencia de
Benavente, y Valeria puede estar con ella solo por la mañana… y…
-Y… vos pensás –
gesticulando, exagerado, tomándole el pelo – que no me creés capaz de pasar
toda una tarde completa solo con mi hija –
-Guille…
-Para tu información –
catedrático -he recorrido muchacho un largo camino…
-Guille: le prometi-mos a
Brisa, que si llovía, podía invitar a Marita. La nena también se aburre y…
-Pro-me-ti-mos?
-Claro, Guille, lo dije yo,
pero siempre que hablamos con los niños…
Guillermo se levanta y le
hace un clarísimo gesto de NO con al “manito”, ¡manota!
-Guille…
-No.
-¿Nos vamos a desdecir de
algo que le prometi-mos a Brisa?
-Lo decís como si pusiéramos
en peligro la paz mundial.
A Pedro le basta con
mirarlo. No necesita palabras. Vuelve a sentarse, tomándose la cabeza entre las
manos.
-“Esto” tiene un precio,
querido – Pedro se ríe para adentro, no fue tan difícil. Entregado, Guille
agrega - ¿Hasta qué hora puede quedarse Valeria?
……………………………
La mañana en el estudio
transcurrió sin problemas. No tiene excusas para estar cansado o malhumorado.
Sentado en el sillón de la
sala, Guillermo lee un expediente, pero tiene la cabeza en otro lado: está con
las dos personitas, que, diligentemente, recorren toda la casa. Brisa le está
haciendo un “tour” a Marita.
-Ay sí, es que mi papi es
tan genial… Te tengo que contar… Vení por acá y te muestro donde…
Las frases sueltas que pesca
entre las chicas lo desesperan. Tiene que concentrarse en algo, sino se va a
volver loco.
“Pedro. Cómo cobrarle ESTA a
Pedro. Buen tópico. ¿Sexo?, mejor no, invitaría a Marita todas las tardes;
¿Ponerlo a cargo de toooda la logística de los niños, de por vida? Ya lo hace…”
“Vamos, Graziani, has
lidiado con corruptos, asesinos, trompadas en el recinto y hasta tiros en tu
propio estudio. ¿Cómo no vas a ser capaz de manejar a dos niñitas?”.
-Pero, ¿tiene o no tiene dibujado
un corazón? -Y, creo que no. -Y si no tiene dibujado un corazón, ¿cómo sabía
que era de amor?
“Y ahora, ¿¡de qué hablan!?”
Por mucho que trató, Guille no alcanzó a escuchar la respuesta. Ni que fuera
necesario.
-Papá.
Sobresalto. Levantó la vista
del expediente para encontrarse frente no a uno sino a dos pares de ojos
marrones, mirándolo. Se sacó los anteojos, fingiendo normalidad. Sí, así debe
sentirse estar frente a un pelotón de fusilamiento.
-Papá, ¿podrías decirnos
exactamente qué decía la famosa servilleta? – pregunta Brisa, expeditiva.
-¿Servilleta, mhijita? –
atragantándose, ganando tiempo.
-Sí, la servilleta, esa con
la que enamoraste a papi.
Nota mental: “Matar a Pedro,
lentamente, con dolor”.
-Ay chicas – levantando su mandíbula
del piso, recuperándose – no me acuerdo ahora… es que nosotros nos escribimos
miles de servilletas de amor.
Su audiencia, silenciosa. No
resultó convincente.
-¿Tenía dibujado un corazón?
– pregunta seria Marita.
-No, creo que no.
- ¿Y vos tenés tatuado un
corazón? – repregunta todavía más seria – Porque mi papá tiene tatuado un
corazón – señalándose el hombro: -“Amor, sos mi vida”.
“Hombre previsor el papá de
Marita”, pensó risueño – No, yo no tengo un tatuaje – y al ver la
decepción, sobre todo de Brisa, rápidamente, entrando en código, juguetón,
agregó triunfal:
-¡Pero papi sí!
La sonrisa en los ojos de su
hijita, le dio todo lo que necesitaba en ese momento, y para el resto de del
día…
-Ahhh! ¿y es un corazón? –
preguntaron al unísono.
Guille las miró con
picardía. Se llevó el índice a la boca, en señal de SILENCIO, y les indicó que
se acercaran. Muy bajito, con tono misterioso, secreto: -No. Es un diamante, y
está escondido – le brilla la mirada, y ahora no está fingiendo.
Las chicas, atrapadas por
sus ojos. “Uds me entienden, ¿no?”, les dice sólo con el gesto, y por toda
respuesta un casi inaudible comentario de Marita: -¡Qué romántico! Las chicas
asienten fascinadas. Brisa… feliz.
Es una sensación extraña.
Padece, y al mismo tiempo disfruta la situación. Las dos criaturas son
adorables, ¡la tan mentada Marita!, y él, en ese momento, se convierte en
posible, se siente curiosamente par... Y no termina este pensamiento, que las
tiene a las dos sentadas, una a cada lado. Pendientes. Fin de la lectura. ¿Y
ahora que hace?
-¿Y ahora qué hacemos, pá?
–ya formaba parte del grupo.
-No sé, ¿qué tienen ganas de
hacer?
-Podemos maquillarnos…
-¿Y a él lo dejamos afuera?
No!
Toma la iniciativa. - ¿Y si
me ayudan con esto? - señalando los papeles. Las chicas ni siquiera consideran
contestarle.
-¿Regar las plantas?
-Papá, está lloviendo.
-¿Desfile de modelos y vos
sos el jurado? – arriesga Marita. “Podría ser”.
- Ay no Marita. Con papi sí,
pero él no sabe nada de eso – sentencia Brisa. “No, no va a poder ser”.
-Entonces que sea el modelo
– insiste Marita.
“Pensá rápido, Guillermo”.
–Juegos de mesa-
apuesta.
-¿Cuál? – al unísono.
Salvado
-Damas, ludo, dados, palitos
chinos, ¿tinenti?
-¡Twister!- grita Brisa
entusiasmada.
-Genial- responde Guille,
sin tener la menor idea de lo que hablan, “si es un juego de mesa…”
-Sáquense los zapatos y las
medias, mientras lo voy a buscar – y Brisa corre a la escalera.
Bueno, tal vez la idea no
era tan buena.
……………………
Guille lee las instrucciones
de la caja, Las chicas, ya descalzas, siguen sus mohines de “caso
dificilísimo”.
-Me temo, que esto no va a
poder ser.
-¿Por qué, sos muy viejo? –
pregunta casual Marita – mi papá juega… te ayudamos.
-Dale pá… insiste Brisa,
pero conoce a su papá y ya sabe que no será. Su carita de decepción no pasa
inadvertida para Guille.
-Bueno, sí y no. No puedo
jugar a esto porque existe la seria posibilidad- expone, como en el estrado –
que me caiga… y que sea arriba de una de uds. o de las dos… aplastándolas –
acompañado sus palabras con la mímica de la acción.
Argumento contundente. Caso
terminado. Que igual no borra el rictus de tristeza de las caritas de las
nenas.
¿Qué hace uno con niños en
casa en una tarde de lluvia, que no incluya computadora ni tele, ni la wi?
“Por supuesto”.
……………………..
La audiencia terminó y Pedro
está saliendo del juzgado. Whatsapp de Diego.
*PAPI, ¡VENI PRONTO!
Pedro se ríe nervioso. ¿Qué
puede estar pasando en casa para que Dieguito dé la alarma?
*¿TAN MALO ES?
*¿MALO? ¡IMPERDIBLE!
Pedro, curioso pero
decidido, va pasar primero por el estudio. Hoy, la tarde, es de Guille.
*¡FOTOS!
………………………………
Había sido una audiencia de
mierda, técnicamente, un día de mierda, pero, estar manejando ahora sí, de
regreso a casa, le cambia totalmente el humor. Ansía llegar a su puerta, la
entrada a su mundo de maravillas; sin gato, ni conejo, ni sombrero, aunque bien
Guille podría ser todo eso. El abrazo de Guille. El había armado ese mundo para
él, con él. Mensajito. Sincro perfecto.
-SIN LECHE HUEVOS HARINA
DLECHE MERME CIRUELAS J HELADERA
VACÍA
-OK TE AMO
- +HELADO D VAINILLA
Pedro se sonríe. Y agrega a
la lista un cabernet.
…………………..
-¡¡Papi!!
-¡Mi niña! ¿Qué linda está!
– limpiándole un resto de harina de la ceja -¿Cómo estuvo el día de hoy?
-SEN-SA-CIO-NAL.
-¿A pesar de la lluvia?
-¡Por la lluvia!
-¿Y Marita!
-¡Feliz! Ya quiere volver.
Guille baja las escaleras:
remera negra en V, jeans negros. Recién bañado, fresco, impecable. Mezcla de su
perfume, más shampú, más, ¿harina?
Al ver a Pedro en la sala:
-Diego, bajá, que ya llegó papi. - Amor – dirigiéndose al bar, piquito a Pedro,
sirve una copa de campari con gin, que le alcanza - ¿Cómo estuvo tu día?
-Horrible.
Lo mira, invitándolo a
seguir.
-Olvidate, después te
cuento. ¿Por acá las cosas?
-SEN-SA-CIO-NAL – Brisita y
Guille a dúo.
-Ah, bueno! – no puede
sentirse más feliz – y, ¿qué hay de rico para cenar?
-Panqueques – se adelanta
Diego, uniéndose al grupo, tablet en mano, un dejo de resignación en la voz.
-¡Panqueques salados
RI-QUI-SI-MOS! – anuncia orgullosa Brisa – y de postre, panqueques de chocolate
con mermelada - y mira a su papá que la alienta a seguir hablando – y… para los
mayores, panqueques de cerveza… y todo – Guillermo se empieza a reir,
orgulloso, de lo alegre que ve a la nena – todo preparado por: ¡Don Guille
Petronio y sus Juanitas… Guille Petronio papá, Juanita 1 yo, Juanita 2 Marita!
-Tenemos pruebas- Guillermo,
glorioso, espléndido. Dieguito le da la tablet.
Sentados en el sillón
grande, Pedro en el medio, Brisa describe con lujo de detalles cada una de las
fotos, comentadas también por Guille, con gestos, copa en mano: -Vos ni te lo
podés imaginar, papi, pero papá es un maestro. La cocina, es organización, y
buen gusto: a Marita y a mí, nos puso a romper los huevos, “No les costó mucho”
se escuchó desde la biblioteca a Dieguito. Pero a Brisa nada la detenía: -Mirá
acá: yo me encargaba de la leche, Marita de la harina, papá mezclaba,
lentamente, profundamente,” Hay que sentir a la masa, nada de leer la receta,
sentir los ingredientes… y no dejar que se formen bolitas”.
Para Pedro, escuchar a
la nena es escuchar a Guille, las exactas palabras de Guille.
-¿Era necesario que las
chicas tuvieran repasadores atados en la cabeza?
-Ay papi, si estamos divinas
– Guille asiente – la higiene es muy importante. Nos lavamos las manos mil
veces! Cada vez que levantábamos la harina que se nos caía al piso, después de
ponerla de nuevo en el bol, siempre nos lavábamos las manos. Y fijate en esta a
papá: haciendo panqueques a tres hornallas, ¡quien puede hacer eso!, ¿ eh?
¡quien!
Las manos puede ser, pero el
resto del cuerpo, ¡estaban cubiertas de harina hasta la punta de los pelos! se
sonreía Pedro. Mira con admiración a Guillermo: -Esta no la tenía, ¿eh?
- Y sí, chiquito, soy
así, impredecible, multifacético.
-Comestible, Graziani –dicho
casi en un susurro.
La cara de Guille,
indescriptible. –Y todavía tengo más conejitos en la galera – guiño de ojo
incluido. “Si lo sabré yo”, orgulloso, Pedro.
Las fotos no tenían
desperdicio. Y todavía había más.
-¿Y el video, Dieguito?
-El botón de arriba.
-Papi, ¿estás preparado para
ver esta ge-nia-li-dad? – exultante, Brisa.
-¿El papá? Para el papá, ya
sé que nunca voy a estar del todo preparado, mi niña.
…………………………………….
Y así fue. Pedro no lo podía
creer: sin que Guille se diera cuenta, las chicas sí, claro, Dieguito había
grabado a “Guille Petronio y sus dos Juanitas”. Desopilante, entrañable. Verlo
enseñándoles a las nenas, ensuciándose de pies a cabeza, con paciencia, y
humor, enchastrando toda la cocina durante la preparación… Irreconocible. Pedro
estaba convencido que no había visto nunca algo tan tierno en su vida. Hasta
Diego ligó harina cuando fue descubierto.
¡Y la cocción! Ahora sí, consciente
de su público, Guille mantenía a raya como podía a sus diligentes ayudantes
lejos del fuego, haciendo gala de la más refinada técnica para revolear el
panqueque. Perfección. Y no una vez. Todas las veces: tradicional, por la
espalda, sin mirar: maestro. Todos lo intentaron, Dieguito también. Nadie lo
logró con su gracia. ¡Pilas y pilas de panqueques! Insuperable.
………………………………..
Y durante la cena, Pedro
mira hipnotizado a su familia, a Guille.
Las esperadas vistas a la
casa de su abuela, el tren, los perros, el olor a tierra de la calle, la
merienda en la galería, donde siempre había lugar para todos los amigos de la
cuadra, y cada uno podía pedir lo que quería: “la tía Juanita” para ellos. “Su
abuela”.
Y si llovía, ¡a la cocina!
Budín de pan, flan casero, buñuelos de manzana, arroz con leche (solo con
canela en rama, obvio y “chauchitas” de vainilla), hasta “dulce de leche”… lata
de galletitas, horas de cuchara de madera y esperar a la marmicock. Guille se
sentía capaz de volver a preparar todas las recetas y los chicos se relamían
por anticipado.
Y Pedro no sabía cómo
decirles, que no se perdieran detalle, que ese era uno de los momentos que
debían conservar para siempre, a los que siempre se vuelve: el poder tener así,
a su papá, un hombre brillante, divertido, siempre elegante aún en la cocina,
siempre para ellos, único. Pero se dio cuenta que no era necesario agregar
nada. En la mirada encendida de las dos criaturas, Guille vivía, más hermoso
que nunca.
-¿Guillermito?¡ La abuelita
Petrona es una genia!
-No, mhijita, nuestra abuela
es Juanita, y doña Petrona, bueno de algún modo, doña Petrona es un poco la
abuela de todos.
………………………..
Van retirando la mesa.
Quedaron panqueques para el desayuno de mañana, para la merienda en la colonia,
para llevar al estudio. Ya se las ingeniaría Guille para explicarle a Cuca cómo
se había perdido los panqueques de la abuela. Y cuando Brisa la llamó y le
contó, hasta Valeria se anotó para la próxima tarde de lluvia, para aprender la
receta.
-Esta sí que no la tenía mi
amor, nunca me habías contado.
-Peor que eso Pedro, ¡hasta
yo me había olvidado! Las cosas que uno va descartando, en pos de otras tal vez
más urgentes, pero seguro menos importantes, ¿no? –
El joven sonríe.
-¿Quién no ha tenido una
abuelita que le cocinara dulces las tardes de lluvia? – Guille, feliz.
-Yo.
Y su esposo, que lo ve
apenas crisparse, lo detiene en el acto, sólo con tocarlo.
- Ahora sí,
mi precioso- le besa la mano – ahora también es tuya. Y de nuestros chicos. Y
si pensás que así, -provocador - “esto”, te va a salir más barato… perdiste.
Esa mano, la que lo mantiene
tranquilo, entero… “su” Guille.
…………………………………………………..
Pedro acuesta a una Brisa
que no quiere dormirse, y chequea a Dieguito, que lo “amenaza” leyendo un nuevo
libro de estrategias en ajedrez. Finalmente, copa y cabernet en mano, entra a
su dormitorio. Guillermo ya está acostado.
Se toma solo un minuto en el
baño y se acuesta a su lado.
-¡Qué día amor, verdad!
-Mmmjuummm…
-Nuestra niña no podría
estar más contenta, ni yo más orgulloso.
-Mmmjjjmmm…
-Esto amerita un vinito,
¿verdad? Y como soy buen pagador… ¿Amor? ¿Guille?
Guillermo ronca.
………………..
El día siguiente no
pudo ser mejor para Brisa: su papá era la súper estrella del grupo “Las
Mostachos”, nenas de 8 a 9 años de la colonia, con quienes compartió, junto con
Marita, y varios “profes” colados, los panqueques de Guillermo.
-Por favor, papá, dejanos
subir las fotos al Facebook de Marita-.
-No querida, me niego
rotundamente, y es un derecho que me asiste. ¡Qué no me entere! Hay que
mantener una dosis de misterio.
Ni en la temporada más
lluviosa de febrero del último siglo, hubieran alcanzado los días para recibir
a todas las nenas que quieren venir a la cocina de Guillermo. Brisa y Marita,
están alteradísimas “organizándole la agenda”.
-Es que Marita lo dijo
con todas las letras papi: “Nadie revolea el panqueque como el papá de Brisa”.
………..
Pedro, insistidor, llega al
dormitorio, otra vez con la botella de cabernet y una copa. Guillermo está en
el baño.
Abre la cama. Redescubrir el
perfume de Guille entre las sábanas cada noche, siempre lo predispone bien,
“respira” mejor…
¿Qué hace la caja del
Twister arriba de la banqueta de la ropa?
-¿Pedro? Dale, apurate que
antes de dormir te hago un masajito – saliendo del baño, envuelto en su bata de
toalla, secándose la cabeza, radiante. -Dormir con una superestrella tiene sus
privilegios…
- Estas tienen que haber
sido Brisa y Marita ¿Tenés idea, amor, quien pudo haber dejado el Twister acá,
en el dormitorio?
-¿Yo? Noo. –pícaro Guillermo
- ¿Vos sabés jugar?
Genial capitulo, Ilgora Blue. Me divertí como si estuviera con las chicas en la casa. Me encantó. felicitaciones por regalarnos estas escenas tan tierna con los niños y también entre Guille y Pedro siempre hay mucha ternura.
ResponderEliminar¡Qué bueno que te gustó!
EliminarIlgora me hiciste reir mucho mucho mucho...y si la risa viene combinada con ternura, amor y romanticismo hacen un combo perfecto.. Gracias dama de corazón sensible y tierno por regalarnos otra de tus genialidades! Te admiro mucho Ilgora. María Elena
ResponderEliminarGracias María Elena. Es que esta familia nos puede!
EliminarExelente capitulo!! Esta familia es genial!!Un abrazo !!y gracias!!
ResponderEliminarGracias por leer, Adriana!
Eliminar¡Y la Maga llegó, al final! Siempre me asombro no ser preparada a la genial magia de Ilgora; lo sabes, la esperas cuando llega.. pero siempre te asombra con algo nuevo. Su pluma genial te transporta en la imagen que se está creando en tu mente, mientras leyes. De repente ya no estás en tu casa sino en la casa de Guille dónde, silenciosa espectadora, sigues atenta el desarrollarse de la historia. Ríes, te emocionas.. querrías casi participar vos..y al final algo intangible te queda.. algo que se parece mucho a un recuerdo tierno del pasado que alivia tu presente. Como aquél que, en la mente de la Maga, ha quedado en los corazones de la familia Beggio/Graziani. Es un placer decir, por la enésima vez: ¡Chapeau!
ResponderEliminar¡Antonia! Amiga! ¡Qué comentazo! Te agradezco de corazón. Vossabés que por estas tierras, Doña Petrona es toda una institución. Te paso un link por si te interesa este persoanej que hacía concinar a todas las señoras del país! http://www.youtube.com/watch?v=0sER3U8uuIY Abrazo enorme!
EliminarJamás nombre podría ser más perfecto: Sos La Maga! Cuando pienso en no ser capaz de amar más esta familia vos me haces enamorar otra vez y más profundamente.
ResponderEliminarTenés un poder visivo increíble... Como lo dijo Antonia, parece estar ahí ... y ahí quedar atrapados en este universo de ternura, devoción, pasión y Amor ... tanto Amor que te sale a flor de piel.
Una vez más ... Gracias Maga
Ah...y con esto “Pedro. Cómo cobrarle ESTA a Pedro. Buen tópico. ¿Sexo?, mejor no, invitaría a Marita todas las tardes" MORÍ! ❤️❤️❤️
Jajaja, es que además de padres, estos dos son una pareja que se adora!!
Eliminarcomo no AMAR esta familia que creaste!!! como todos tus relatos bello...tierno..HERMOSO... creo que pasa a la lista de mis preferidos....una delicia como esos panqueques de la abuela y ahora de Guille....comestible Graziani..casi en un susurro...amarlos tanto!! gracias por Tarde de Lluvia en la colonia Barby
ResponderEliminarHermosos comentario Barby, gracias!
EliminarSe lee con una sonrisa permanente "anque2 alguna carcajada
ResponderEliminarSe lee con una sonrisa permanente "anque" alguna carcajada! Es increíble todos los sentimientos que nacen hacia esa familia que se siente tan real como la propia. Pedro fue hoy mas Pedro que nunca y Guille mejor que el panqueque más rico, aunque también adorable cuando se pone catastrófico ("Así debe sentirse estar frente a un pelotón de fusilamiento") Amor profundo hacia esta familia y hacia su creadora!!!!!!!!!!!!
Gracias!
EliminarTierna, muy tierna historia. Imposible no imaginarlos y sonreír. Felicitaciones. Susy
ResponderEliminarGracias Susy
EliminarAmiga!!! extrañaba a los Graziani-Beggio!!! Tan tiernos como siempre... Y Marita, un amor!!!
ResponderEliminarHola!!! ¿te gustó Guille con las nenas? :)
EliminarIlgora, que momento familiar tan hermoso has recreado. Es como un cuento hecho realidad, con tus toques de humor y ternura.
ResponderEliminarNo dejes de escribir para nosotras. Lo que màs me gusta: Graziani, un "duro" de la vida, dado vuelta como una media por la mujer de su vida. (de que color tiene el pelo?, yo cuando la escucho hablar, me la imagino pelirroja con rulos!) Marlene
Y a Guille le encanta! Gracias por el comentario!
Eliminar¿Quién no ha tenido una abuelita que le cocinara dulces las tardes de lluvia? – Guille, feliz.
ResponderEliminar-Yo.
Y su esposo, que lo ve apenas crisparse, lo detiene en el acto, sólo con tocarlo.
- Ahora sí, mi precioso- le besa la mano – ahora también es tuya. Y de nuestros chicos. Y si pensás que así, -provocador - “esto”, te va a salir más barato… perdiste
Lo que más me gusta de estas fics familiares, son los sentimientos del amor cotidiano que tan amorosamente expresa Ilgora, lleno de pequeños pactos... Abrazo.
Es que creo que es una marca registrada de Pedro y Guille. ¡qué bueno que lo notaras! :)
EliminarUNA DELICIA LO SUYO, PUEDO SENTIR EL OLORCITO INCOMPARABLE DE LOS PANQUEQUES RECIEN HECHOS. UNA DULZURA ESTE RELATO, AUTENTICO, DIVERTIDO, CALIDO. ESTA FAMILIA ES ADORABLE,CON UN PAPA Y PAPI CON CORAZON DE CHOCOLATE.,ESPERO MAS HISTORIAS,GRACIAS POR ESTA, NUESTRA FAMILIA.NO PODIA NO PASAR.
ResponderEliminarESTABA PENSANDO QUE PASARIA, SI UN DIA DE ESTOS VIENE A VISITAR A LA FAMILIA GRAZIANI-BEGGIO,LA SUEGRA DE GUILLE,ES DECIR LA MAMA DE PEDRO.DUELO VERBAL ENTRE GUILLE Y ESTA SEÑORA,MUEROOOO.BUENO TIRE LA IDEA, ALGO ES ALGO.TE FELICITO.MONICA DE LANUS
No me tientes, Mónica,nome tientes... y el padre, al que Pedro no se atreve ni a nombrar...!! Gracias por el comentario!
EliminarSon casi las tres de la mañana y yo estoy riendome sola mientras leo esta genialidad. Què hermosa familia creaste Ilgora, cuanta ternura y cuanto amor le aportan Brisa y Dieguito a nuestra pareja. Amo tus relatos cotidianos sobre su vida.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu trasnochado comentario, Marcela Andrea!
Eliminarhermosa manera de empezar el lunes! gracias Ilgora!
ResponderEliminarAbrazo Elena!
EliminarIlgora, como siempre, sencilla y elegante a la vez, picara y enamorada, calida y bromista, dulce y rigidas - combinaciones q nos demuestran la calidad de estos dos personajes sin quienes ahora no podemos vivir - existen aun x q magas como vos insisten en q existan aun en nuestros pensamientos y vivan en las historias q nos regalas - gracias
ResponderEliminar¡Gracias a vos Ana, por tu comentario!
EliminarIlgora, tus relatos son la ternura extrema, imposible no trasladarse a esa casa y vivir cada uno de esos momentos!!! Me rio sola leyendo , me alegrastes la tarde!! Gracias por llenar nuestras vidas de "ellos"!!!
ResponderEliminarTodo mi amor!! Silvana.
¡Abrazo grande, Silvana!
EliminarIlgora una delicia! Como me hiciste acordar a esas tardes en que mi abuela me enseñaba a cocinar... Muy bello. Te felicito! Gala Erre
ResponderEliminar¿Verdad que la pasábamos bien cuando niñas? Gracias por compartir tu recuerdo!!
EliminarIlgora.....nunca los hiciste mas tiernos , mas hermosos, mas adorables....no tenes una idea de cuanto ame esta historia, miles de gracias. FELICITAS
ResponderEliminarGracias a vos por tu comentario, Felicitas!!!
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