La Historia, esa la que escribimos los dos
By Ilgora Blue, con Nora Tijeritas, “caribean mode”, especialmente dedicada
a Yulia, Oli, Jaz, Almi, Luna, The Prince, Lucas y Bruno, auténticos cobayiitos
aguantadores.
Cuarta Parte
De Padres e hijos: Pedro, “la excepción a la regla”
Pedro quería recuperar el tiempo perdido y mientras Guille y Fabián se
dedicaban a temas de bancos, firmas, pasajes y demás, él paseaba con Valeria y
Guillermito por la ciudad. Astuto, el niño entendía que ese hombre, se deshacía
por él: upa siempre que pedía, cosas ricas y coloridas, a nada le decía que no
y sonreía, todo el tiempo sonreía.
Luego, siempre podrían encontrarse a almorzar o merendar en lugares
simpáticos, que aún ruidosos, invitaban a sentirse bien y compartirlo.
Disfrutaba del nene, y le gustaba charlar con Valeria. De algún modo,
ocupaban un lugar similar en el universo “Graziani”. Claro que Valeria, era la
madre del “heredero”, lo que le daba una proyección completamente diferente.
Así lo pensaba Pedro.
Por su parte, la mujer, al principio lo veía con cierto recelo, por lo
menos misterio, (después de lo todo lo que había escuchado) y más tarde como un
paso hacia la conquista de Guillermo, el inalcanzable. Pero al conocerlo
personalmente, entraron en sintonía casi de inmediato, y llegaron en poco
tiempo a establecer una relación propia.
-¿Y chicos? ¿Pensaron en chicos? – ay, mejor morderse la lengua. Nada
quería menos que lastimarlo. Se le escapó. Es que le pareció tan natural la
pregunta. Con este hombre, toda charla le parecía tan natural.
Sorprendido, baja la mirada y cuando ella está a punto de disculparse,
Pedro, sonríe, la mira y responde con serenidad.
-No, no te voy a decir que no lo pensé – con un poco de pudor, y un
brillo diferente en la mirada - pero no. Todavía estamos tratando de hacer pie
y… - Valeria se da cuenta que Pedro
piensa mucho más de lo que dice.
-Nosotros la verdad es que no lo pensamos mucho, no lo pensamos nada –
acota Valeria, saliéndole al paso, un poco aniñada.
-Siempre no, pero un día – Pedro parece buscar un recuerdo en su
memoria, y Valeria juraría que le ve el destello en la mirada, en el instante
que lo encuentra – un día – pequeñísima sonrisa- me vi papá, con una familia,
con chicos, ¿por qué no? Pero bueno, qué se yo, es difícil de pensar – y
mientras lo dice, se “cuelga” de un pensamiento que no llega a expresar.
Pero vuelve a sonreír y “a la realidad”, y distrae la conversación con
otros temas. Son todas liviandades y Valeria presiente que lo hizo sentir mal.
Ya llegando al departamento, antes de abrir la puerta Pedro se detiene
y la detiene.
-Tengo que agradecerte Valeria.
La chica lo mira con interrogación.
-Por preguntarme, por los chicos.
- ¿Me lo decís de verdad? – tratando de indagar, ella y Guillito,
absorto, en la profundidad de los ojos
marrones, si son genuinos o mera cortesía –Si es así, me alegra, pensé que
había metido la pata, no te quería poner mal – y mirándolo con atención se da
cuenta que pocas veces vio algo más sincero que esos ojos. Alguien más sincero
que Pedro.
-Al contrario, te agradezco que me hayas preguntado. Nadie nunca me
pregunta si quiero tener hijos, así que nunca puedo hablarlo, salvo con Guille,
claro… pero tampoco quiero abrumarlo, él carga con todo sabés. No estaba en el “plan”
original, el tener hijos, digo; lo veía más como una lógica sucesión de
acontecimientos, un paso inevitable, no una necesidad. Y después llegó Guillermo… - se encoje de hombros, negando
con la cabeza. Y Valeria aprieta a Guillito en sus brazos, rogando que no haga
nada que distraiga a Pedro, que el universo se detenga y no interrumpa al joven
que tras una breve pausa, baja la cabeza, deja escapar una sonrisa “privada” y
agrega, con amor en la mirada- O bueno, en realidad, porque llegó Guillermo… trato
de pensarlo como sólo una ilusión, pero ¿a quién engaño? En fin. Tu pregunta, que otro me vea como padre
en potencia, me hace par, me hace sentir bien. Que pienses en mí como papá, me
hace creer que es posible.
-¡Ah bueno! Al fin regresaron, a este nene lo van a nombrar guía
oficial infantil de la ciudad de Cartagena de Indias. Pedro, ¿hasta dónde los
llevaste?
-¡Hola, hola! , ¿cómo va todo? – saluda Pedro. Y a Guille, nunca se le
escapa el menor detalle de un gesto de Pedro.
- Muy bien, ¿qué tal el paseo? – se suma Fabián.
-Ay Fabi, todo es tan hermoso, Guillito está re contento, hermosos
paisajes, hermoso todo – Valeria, encantada.
-Y mejor conversación – agrega Pedro con una sonrisa, entregándole a
Guillermito a su mamá, rezongo incluido. El nene sabe, que lejos de Pedro, se
acabó el paseo.
- ¡Ah! Mirá vos, ¿tema? de la conversación digo – Guillermo, que
conoce el paño.
-Niños – Pedro, haciéndose el casual, desapareciendo en la cocina -
¿Jugo helado?
Guille se dirige a su hijo, en voz baja, mal disimulada: - Haceme acordar, Fabián, querido, esto te va
a costar carísimo…
-Ok, amorcito, soy todo oídos.
El joven lo mira interrogante, sin decir nada.
-Dale Pedro, hablá, que te
conozco y sé que algo te pasa y que te morís por decírmelo.
Pero no es cierto. Claro que sabe cuando le pasa algo, pero, en líneas
generales, no tiene la menor idea de lo que pueda ser. Pedro es siempre una
caja de sorpresas, y eso, lo hace todavía más entrañable. Porque Pedro es un
desafío constante, que lo provoca a cada paso y lo obliga a superarse cada
minuto. Y si no le tira una pista…
-Nada, no me pasa nada.
Lógica respuesta. Si lo sabés Guillermo: esa no es la manera de
abordarlo, mirá que ya llevás años. Le encanta el ejercicio de ternura que su
hermoso le obliga a practicar una y otra vez. Lo hace sentirse único para su
amor. Va hasta la puerta del estudio apenas entreabierta y se asegura de cerrarla.
Toma a Pedro de la mano, que se hace el distraído hojeando unos papeles y lo
empuja con suavidad a sentarse en el sofá. Él toma la silla del escritorio y se
acomoda frente al chico, que tiene la
cabeza gacha. Lo toma del mentón, para que lo mire a los ojos y encuentre en
ellos el espacio para que se le “escapen las palabras”, pero nada, ni una.
-¿Qué pasa? ¿Qué te pone así?
-Nada.
-Tu nada ocupa tanto espacio que estamos a punto de caernos de la
habitación, querido, ¿qué es?
Sabe que si se incorpora y lo abraza, y le hunde la cabeza en el
pecho, va a acallar cualquier posible dolor. Pero, no quiere acallarlo, lo
quiere oír:
-Tengo todo el resto del día – le sonríe, y cree darse cuenta “¿pero,
será de dios que…?” – Pedro, es por Fabián, es por algo de Fabián…
-No, qué decís – reacciona rápidamente - ¿de qué hablás?
-Bueno, no sé, qué sé yo, Uds, nunca se llevaron bien – “arrancá, vení
chiquito, contame”.
-Nada que ver… es que, estaba pensando, y no sé porqué pensar hoy, me
sale triste…
“Terminar de escucharlo y comérmelo a besos, o comérmelo a besos y
después seguir escuchándolo” –No dale, primero hablá.
-¿Primero de qué?
-Nada, dale – gozaba con el rumor de los pensamientos buscando espacio.
-No sé, las cosas siempre pasan por algo, ¿no? No me malinterpretes
¿sabés que me hacés un hombre inmensamente feliz?
-Mi lindo…
-Pero, un niño criado sin amor, a gatas si sobrevive - recita - y si
lo hace, sólo es capaz de dar el mismo afecto que recibió… ¿no dice así la
regla?
Ahora sí: momento de acallarlo. Pero no se incorpora, ni lo abraza. Ni
siquiera lo toca. Sólo lo mira y espera. Es que Pedro es el que tiene que
recorrer el breve espacio que los separa, o los reúne. Dejar atrás sus sombras.
Y con su mirada, le borra todo temor. Su “precioso” se le incrusta en el pecho.
-De reglas cada vez entiendo menos, pero ¿sabés lo que creo, cielito? Que
para mí, sos la excepción a toda regla.
-Guillermo, ¿puedo hacerte una pregunta?
Repentinamente nervioso – Sí, claro, Valeria, claro.
- ¿Y a vos por qué no te gusta “Los Puentes de Madison”?
Guillermo la mira con sorpresa, más que sorpresa, estupefacto. (No
sabía que esta familia fuera tan “cinéfila”, que lo parió).
Ella también se sonríe e inclina la cabeza sin bajar la mirada. Pero
arremete de nuevo, ya se metió.
-Sí, yo también, nunca me imaginé tener este tipo de charla con un
hombre, y menos con vos, pero, por lo poco que te conocí en estos días, veo que
sos un tipo sensible, aunque no te guste demostrarlo y me llamó la atención que
fuiste tan enfático quejándote de una peli tan entrañable.
“Mirala vos a la chiquita”.
-¿Entrañable? Mmm no sé. ¿No puede no gustarme una película de chicas?
– cargando de falsa lógica a sus palabras.
Valeria se sonrió al verlo a la defensiva. –No es una película de
chicas, es una película de amor, y me parece que vos, algo de eso sabés.
Ahora es Guille el que se sonríe. De esta no salía con frases hechas.
-No me gusta, no me gusta. Qué se yo. No me gusta una película que se
las da de “profundamente humana”, donde
una hija no reconoce a su madre en el amor. No me gusta una película que dice
hablar de amor, y que no se le anima. Me parece una pelotudez, eso de
resignarse a no vivir el verdadero amor,
conformarse ¡Un mensaje de mierda! Me enoja, no lo entiendo, me aburre. No
es mi vivencia del amor. No quiero eso para mí, ni para mi hijo… ni para los
míos.
Con ese final de comentario, Valeria no puede más que sonreírle con el
corazón.
Guillermo agrega mucho más suelto: - Yo tampoco me imaginé hablando de
esto con una chica, y mucho menos con vos - sonriendo.
Y Valeria se da cuenta que la hermosa sonrisa con todo el cuerpo de
Fabián, tiene una razón.
-Además – pícaro, tremendo Guille – tengo mi propia teoría: si hubiera
sido Pedro el fotógrafo, en lugar de Clint Eastwood, vas a ver como esa Meryl
Streep, cacha la cartera y larga todo. Yo sé lo que te digo.
Fabián está solo en el balcón, fumando un cigarrillo. El momento
oportuno. Pedro ya había visto a Valeria corriéndolo para que no fumara en el
mismo ambiente donde estaba el nene, y decidió aprovechar ese “exilio”
momentáneo. No sabía qué decirle pero sí sabía que Guille sentía que había una
conversación pendiente entre ellos, y se la iba a dar. Qué más natural que
pedirle fuego.
Fuman los dos acodados sobre la baranda. El día resplandecía
exquisitamente estático: el tránsito, las palmeras, la gente en la playa, hasta
las aves marinas… todo estaba “recogido”, disfrutando una tarde magnífica.
-Te tengo que agradecer – y van....
Fabián lo mira, haciéndose visera con la mano para evitar el sol.
-Si, agradecerte. Hace un montón de tiempo que no lo veía a Guille
así, contento, pleno.
Fabián sonríe, la vista clavada en la línea de la playa. – Bueno, si
es por eso, yo nunca en mi vida había visto a mi papá “así”, tan bien… –
mirándolo con picardía.
Bueno – pitada profunda, vista al mar, mirada en Guille – será porque
están juntos, porque te ve un hombre de bien, en familia – Pedro mira a Fabián
y en una sonrisa expresa más de mil palabras -
será el Caribe.
“O será porque sabe qué me hace feliz”.
Guillermo había pensado en esperar a que la visita se fuera para poder
charlar tranquilo con Pedro. Pero resultó que la “visita” era tal, solamente sí
él los tomaba como una visita. Si se concentraba, si lo deseaba lo suficiente,
el mentado trío viviría siempre en ellos, en sus conversaciones, en pequeños
gestos, en el día a día, más allá de la distancia. Por otra parte, Fabián,
Valeria, y Guillito ya no eran solamente su familia, sino la de Pedro también.
¡Qué mejor que refugiarse en los afectos!
Por supuesto, Pedro se dio cuenta que Guille tenía algo más que quería
decir, y pacientemente lo esperó. Hasta que Guille habló.
-Y entonces, ¿qué te parece Pedro? ¿qué opinás? Sobrevivimos ¿no?
Pedro sonrió: “su” Guillermo optando por el camino largo, en lugar de
la frase directa, lucía torpemente encantador.
-¿Qué decís? ¿Sobrevivimos? ¿dónde estuviste todos estos días? Sí,
claro, sobrevivimos, pero nosotros sobrevivimos, “por” ellos, no “a” ellos.
Estos días fueron geniales y si recargamos bien la batería, nos dura hasta que
los volvamos a ver. Ellos somos nosotros, amor, la alegría, la promesa, la
obligación de seguir, los que nos van a esperar, a recordar, ¿no? - y Guillermo
capta la indirecta, sin darse cuenta que Pedro no le mandó ninguna.
Aún, quedaban cosas por decir-se.
-¿Padre, Pedro? ¿”Tu” padre? - se para, se pasea por la minúscula
habitación gesticula con los brazos, vuelve a sentarse en el sofá frente a
Pedro - ¿Qué el reconocerte como un “par” de mi hijo, te convirtiera en un
“impar” mío? Mi querido, ¿cómo se te puede ocurrir que yo te pudiera ver como
un padre?
Pedro lo mira. Nada de eso se le había pasado por la cabeza, no así,
pero entiende que es Guille el que debe deshacerse de sus propios fantasmas.
- ¡Precioso! Como un viejo sí, porque soy este viejo, que te deseó
desde el mismísimo día en que te conoció. ¿Te das cuenta de lo absurdo de tu
idea, chiquito? – y así diciendo, lo tomó de las manos, el chico se aferró a
esas manos y le comió la boca con tal
pasión, que Pedro se dejó llenar de Guille.
-Hijo, cuando tengas un minuto, terminamos de ver todo el tema del
papeleo.
-Tranqui viejo, ya arreglé todo con Pedro.
“Ajá, mirá vos, a ver…” – Bueno hijito, me interesa…
-Papá, ya está. Olvidate. Lo vimos con Pedro, intercambiamos ideas,
nos pusimos de acuerdo. A partir de acá seguimos con el tema nosotros dos. Está
todo bien.
-Está bien, pero por qué no me contás…
-Papá – lo interrumpe con firmeza Fabián – Tema finiquitado. Que seas
“nuestro patriarca”, no quiere decir que tengas que controlarlo todo. Lo
arreglé con Pedro.
“Yo me la busqué, yo me la encontré. Supongo que debería pensar:
bingo. Qué los parió.”
Como suele suceder, lo que llegó en un par de valijas, vuelve ocupando
por lo menos cuatro. Más los regalos de “los abuelitos”, como los llamaba
Valeria (consciente del efecto y muerta de risa).
-Querida, por favor – Guillermo al borde del desmayo – ¿“los
abuelitos”? ¿por qué no buscás otra manera?
-Por los nombre no, Guillermo, el nene necesita el abrazo de familia;
¿”Pedro y el abuelo”, o “ y el abuelito”?
Pedro estalla en un carcajada, que trata de reprimir al mirar a Guille
–Nos quedamos con “los abuelitos” ¿no? – y cambia rápidamente de tema, antes de
que al hombre le de un soponcio.
Ahora, Fabián lucha con el equipaje, y con la tristeza de volver a
alejarse. Pero trata de sobreponerse, a ambas cosas. No quiere irse, no hasta
que se haya ido.
Mira a Valeria, doblando amorosamente la ropa de su hijo, y mira a
Guillito, desordenando sistemáticamente cada prenda que su madre ordena, y
entonces ella, imperturbable, la vuelve a poner en su lugar. Su familia.
“¿Dónde se mete Pedro cuando uno más lo necesita”? Quién le hubiera
dicho que un día iba a pensar a así.
-Y entonces, ¿qué te pareció? ¿qué opinás? Sobrevivimos ¿no?
Valeria se sonríe. Sabe que la pregunta viene con truco, pero está
dispuesta a jugar.
-Fabi, ¿qué estás diciendo? ¿sobrevivimos? – se acerca y ayuda a Fabián
sentándose arriba de una valija para cerrarla - ¿dónde estuviste todos estos
días? Fabián Lucas Graziani, sos tremendo. ¿Qué canal estabas mirando? Yo, quiero
“esto” papi, esto. Esto es lo que quiero para nosotros, y para nuestros hijos -
muy seria y divertida a la vez.
-Pero, ¿de qué estás hablando? ¿esto qué? ¿un compañero gay? ¿un
matrimonio igualitario? ¿una vida escondiéndose?- y se ríe también.
-Ay, Fabi, no me digas que no ves… esto no tiene nada que ver con lo
que esperaba encontrarme, ni con lo que vos me contaste. Empezando con tu papá,
¿malhumorado? ¿intolerante? Y este tipo genial, sensible, y extremadamente
cariñoso, que nos abre las puertas de su casa y de su vida ¿quién es? Y,
capítulo aparte, Pedro: el gay prófugo que hundió y arrastró a tu papá a una
locura. Será que yo vengo de la familia que vengo, y mi idea de “normalidad”
estaba severamente hecha mierda, pero esto… ¿vos los viste? Viven el uno para
el otro, se acompañan, se complementan, se anticipan, están pendientes el uno
del otro, todo el tiempo, pero no tipo koala pegotón. Fabi: son una pareja. Me
había olvidado cómo podía llegar a funcionar una pareja. Nunca hubiera podido
imaginar que hoy, a las puertas del resto de nuestra vida, mi modelo de pareja
ideal son dos hombres, súper distintos, que viéndolos juntos, no alcanzo a
diferenciar quién es quién. Y es así… ver para creer.
Y Fabián se ríe, porque sin querer admitirlo, ve y piensa exactamente
lo mismo. Aunque a mucha gente, incluido, antes, él mismo, le costara ver a su
“viejo” con un hombre, estos dos estaban predestinados. Pedro se había llevado
a su papá, y eso era así. Pero también lo había convertido en el hombre que era
hoy, y eso… ver para creer.
¡Qué más puede querer uno para sus padres, que verlos felices!
-Lástima los chicos, ¿no? – reflexionó Valeria.
-¿Los chicos? ¿qué chicos?
-¡Los que nunca van a tener Fabián! Porque tu papá ya es abuelo, y te
tiene a vos, pero Pedro, ¿lo viste con el nene? Se muere por ser papá, se le
nota. Es un natural. Ese hombre sí que sería un excelente padre y una excelente
madre… se nota que se muere de ganas, me da pena.
-Bueno, que no te de tanta pena –respondió Fabián abrazándola –
porque, por lo que yo pude ver, mi viejo a Pedro no le puede decir a nada que
no, y si a Pedro se le puso en la cabeza, estos dos ya nos demostraron que juntos, son
capaces de todo.
¿Qué más puede agregarse a una postal de despedida en el aeropuerto de
Cartagena de Indias, que no imaginemos?
La idea de dejar “al prófugo” al abrigo del estacionamiento… ni se
planteó. Pedro caminaba por el hall principal del aeropuerto, con Guillermito a
upa y Valeria prácticamente colgada de su brazo. Delante de ellos, “abriendo el
paso” Guillermo y Fabián cargando bolsos, bolsitos, carrito, cochecito, hasta
una bicicleta mini. Guillermo había sugerido por lo menos anteojos negros, pero a esta altura, claro,
el nene ya se estaba jugando con ellos. El hombre, que sabe de despedidas, y de
no despedidas, marca un ritmo firme, porque si se detiene, se desmorona. Y se
da vuelta a cada rato para asegurarse de que todo marche bien, pero caminando
junto a Pedro hoy, nadie vería más allá de un hombre, a punto de despedirse de
su familia.
Cuando Guillermito “reconoció” el aeropuerto, no paró de llorar: ni su
madre ni su padre lograban calmarlo. Y no fue hasta que Pedro habló con él, le
explicó por qué tenían que irse y lo pronto que se volverían a ver, que se
calmó. Para asombro de sus padres.
-Y sí querido, es el efecto que “él” causa sobre las almas sensibles.
-Vamos a ser el hazme reír de la aduana, llegando cargados y todos cachivaches.
-No te quejes Fabián, y ojo que podés tener problemas en migraciones,
por portación de apellido. Todavía debo figurar en alguna lista. No permitas
que se metan con Valeria o con el nene, y si la cosa se pone pesada lo llamás a
Marcos, ¿sabés?
Hubo abrazos, lágrimas, alguna promesa, y pocas palabras, todo
cabalgando la emoción. Tal vez fue por eso que Guille sintió como un rayo las
últimas que le dedicó un Fabián conmovido y agradecido.
-Che viejo, no te mandes ninguna macana, eh… y cuidalo a Pedro.
-Amor…
Ajustándose más a su cuerpo – Sí, mi precioso.
-Amo esta familia que me diste, y eso me hace amarte todavía más.
Guillermo, se ríe para sus adentros, mientras se prepara para perderse
dentro de su chiquitín lindo. Si el chico supiera por donde andan, totalmente
desaforados derrapando sus pensamientos: “Más es la palabra, mi hermoso, la que
ni yo alcanzo a entender qué tiene adentro… claro que voy a darte mucho más, mientras
nos tengamos… cuando me anime a pronunciarla, siempre va a haber más…”.
-Guille, mirá que sé en lo que estás pensando.
-¡Qué vivo! Cuando me ponés en este estado, cualquiera se da cuenta en
lo único en que puedo estar pensando.
Pedro se sonríe, diáfano. – No, mi amor, no. Sé exactamente en lo que
estás pensando – Guille lo mira incrédulo, bah!, enamorado. Y Pedro le recorre delicadamente
la boca con la punta de los dedos. Guille ya no puede contenerse, pero su
hombre lo retiene, firme, sensual, a una mínima distancia, al menos hasta
terminar su frase – Más es la palabra, mi amor. Más es la palabra que me
enseñaste y que sólo tiene sentido cuando estoy con vos.
ah no! asi no! quiero un continuara eterno! si o si! y si se me puso en la cabeza Ilgora....telefono!
ResponderEliminarAdemás, mi estimada..."más" es lo que ellos mismo te reclaman. Y como Guille a Pedro, vos no podés decirle que "no" a Guilledro! Maravilloso final...provisorio Ilgo!! ;)
ResponderEliminarAdemás (y vamos juntando varios ademases), no lo decimos solo nosotras sino que también lo dijo Fabián..." mi viejo a Pedro no le puede decir a nada que no, y si a Pedro se le puso en la cabeza, estos dos ya nos demostraron que juntos, son capaces de todo..." y si eso no es "dejarla picando" para un continuará...
ResponderEliminarFuera de todo chiste, Ilgora, es una joya esta historia y la ternura que nos mostrás a través de ellos. Un placer leerte y disfrutar una vez más de tus dones. María Elena
Ah, y ya tengo la frase que definitivamente quiero poner en un cuadrito: "si hubiera sido Pedro el fotógrafo, en lugar de Clint Eastwood, vas a ver como esa Meryl Streep, cacha la cartera y larga todo. Yo sé lo que te digo", obvio Guille, obvio!!!
Eliminarobvio!
Eliminarque siga la historia
ResponderEliminarDulce final, emotivo, para una historia que siempre encuentra su modo de recomenzar...
ResponderEliminarA no desesperar: Ilgora lo hará posible una y otra vez.
Gracias!!! Abrazo.
Un "the end" de pelìcula, Ilgora. Adorables tu Pedro y Guille amàndose con tanta ternura. Pero como dice Marìa Elena, si Guille no le puede no a Pedro, en lo que se le pone en la cabeza, vos no debès ser menos. Los vas a dejar sin hijitos? no te da pena que Pedrito se quede sin bebès? Te dejo la inquietud...la intranquilidad...a tu conciencia de escritora en tu dìa (ja ja). Me emocionò este relato, me hizo llorar todo, desde "Pedro querìa recuperar el tiempo perdido" hasta "sòlo tiene sentido cuando estoy con vos". La familia armoniosa que les diste, te lo agradezco y ese sentimiento que conseguìs despertar, ùnico, movilizador ante dos personas especiales conformando la pareja ideal. Gracias. Marlene Rodrìguez.
ResponderEliminarDivino final!! Pero me encantaría que siga! Abrazo!! Gracias!!
ResponderEliminar"Más es la palabra, mi amor". Ilgora por favor, no podes negarles ni negarnos de la continuación de esta hermosa Historia, que mas que de Padres e hijos, es de familia, de lazos, de amor. Gracias por estos capítulos y me quedo esperando ese "más"...
ResponderEliminarMe Encanto una hermosura de veerdad!! Pero MAS capitulos es lo que quieren tambien,esto tiene que continuuar....
ResponderEliminarMás más y más... Totalmente derretida de Amor, me sumo al pedido del continuará eterno!!
ResponderEliminarFelicitaciones, Ilgora. Decirte que me gustó, sería faltar a la verdad, porque esta historia ME ENCANTÓ!
ResponderEliminar¿No vamos a saber si ellos van a adoptar? ¿De verdad es este el final?
Por favor, contanos como sigue esta historia. ¡Besos, hermosa!
PRECIOSAAAAAAA, AMOROSAAAAA, DULCISIMAAAAA," ¡ QUE LOS PARIO!"
ResponderEliminarGENIA SEÑORITA, MAESTRA,IIGORA.
ESTE ES EL GRAZIANI QUE AMOOOO, ETERNAMENTE ENAMORADO DE CIELITO.
MERYL STREEP Y TODAS LAS DIVAS DE HOLLYWOOD CAERIAN RENDIDAS ANTE LA SONRISA CON HOYUELOS MAS SENSUAL , ENDEMONIADAMENTE SEXY.
LA FRASE FINAL,DEMOLEDORA.
PEDRO NO PUEDE QUEDARSE CON ESAS GANAS DE SER PAPA, PAPITOOOO¿HACE ALGO IIGORA? ESTA HISTORIA SE LA MERECE.
FELICITACIONES POR TANTO AMOR HACIA ELLOS Y HACIA LOS LECTORES¡ TE ADORAMOSSS!
ESTABA PENSANDO, TARDE DE OTOÑO, , JOVEN Y AFICIONADO FOTOGRAFO CAMARA EN MANO, COMBATE SU TRISTEZA SU SOLEDAD ... TOMANDO FOTOGRAFIAS EN LA PLAZA SAN MARTIN. DE PRONTO LO VE,SENTADO, CON LAS PIERNAS CRUZADAS, PENSATIVO Y SIN PODER EVITARLO DIRIGE LA CAMARA HACIA SU ROSTRO. FLASH. LAS MIRADAS SE CRUZAN. EL JOVEN VE ACERCARSE A UN HOMBRE DE UNOS 55 AÑOS APROXIMADAMENTE,DUEÑO DE UNA MIRADA QUE LO FULMINA, LO PARALIZA Y A CENTIMETROS DE SU ROSTRO LE PREGUNTA...
P/D Y SI, PROVOCACION DESCARADA. MONICA DE LANUS.
Hoy yo tambien "estaba pensando, y no sé porqué pensar hoy, me sale triste…" porque la verdad, no "gozaba con el rumor de los pensamientos buscando espacio." hasta que me encontr con esta belleza extrema de final. Porque sigo necesitando finales felices, esperanzadores, porque "Me parece una pelotudez, eso de resignarse a no vivir el verdadero amor, conformarse ¡Un mensaje de mierda!" Porque me diste un final con la puertita abierta a las lagrimas pero tambien a la ilusion de que puede pasar, puede ser cierto! No sabes cuanto cuanto cuanto significan estas "curitas al corazon", miles de gracias!! Felicitas
ResponderEliminarAdoré esta historia!!! Hermosamente contada. El amor que se prodigan ellos dos, en esta historia formando parte de una familia más grande, no solitarios ni separados... Qué maravilla de frases!! sin dudas "estaba pensando, y no sé porqué pensar hoy, me sale triste…" me tocó el alma... Felicitaciones... daba para seguirla leyendo eternamente... Susy
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