El Profe (3era parte) by Adriana

Capítulo Anterior: http://actosdefeylibertad.blogspot.com.ar/2014/06/el-profe-2da-parte-by-adriana.html

Suena el despertador. Lo apaga rápidamente. Hace horas está despierto. Qué tan buena idea era permanecer ahí? Soñarlo era un alerta de la que no podía huir. No como siempre. Pensarlo todo el día tampoco, a pesar de todo. De la distancia que le impone. Del poco tiempo que lo conoce. Del carácter que tiene. De lo controlador que es en todo.

Fabián le había contado tantas cosas, que había encontrado un gusto especial en buscar esos rasgos, en el gruñón que parecía evadirlo, cada vez menos. Mejor salir de ahí.

Escucha ruidos en la cocina. Tal vez hoy tenga suerte y logre hablar con él, más allá del saludo a medias de estos días.

~~~~~~~~

Reconocer sus pasos por la casa, a solo unos días de su llegada, lo lleva a pensar en lo difícil que puede ser esto. Pasar las noches pensándolo, no ayudaba en lo absoluto. Duda una vez más si fue buena idea dejarlo pasar estos días en su casa. Sabe que de a poco está cercanía va minando sus defensas. Encima Fabián está “misteriosamente” desaparecido.

Tuvo que cerrar el estudio unos días. Una causa de narcotráfico lo tiene ocupado. Le avisaron que iban a allanarlo y decidió trabajar en su casa.

Si bien hace unos días que está allí, sabe que es la primera vez que se va a cruzar con el profe en el desayuno. No porque hoy lo allá buscado, no que va. Pero como Fabián no está… y él se tiene que quedar… Cómo le gustará el café? Es deportista, tomará café? Habrán galletitas? Le gustará la mermelada?

-    Bueno días Dr. Graziani?

-    Hola Pedro, decime Guillermo, por favor.

-    Jajaja – ríe con hoyuelos.

-    Qué es lo gracioso? – simulando molestarse.

-    Nada… estaba evaluando tu nivel de humor. (Tranquilo Pedro, o se va a escapar como siempre.)

-    Y se puede saber por qué?

-    Fabián dice que según el humor de la mañana, es el humor del día en general.

-    Eso dice?! Mira vos, hablan mucho ustedes de mí?

-    Fabián, yo escucho… - y se sirve café esquivando la mirada, para no saberse más delatado aún.

-     Cuándo se van ustedes?

-    Qué pasa Doctor, ya le incomoda mi presencia? – antes de esperar la respuesta, y dándose cuenta de que había hablado de más, continuó:

-    En tres días, no trabajas hoy?

-    Yo trabajo siempre chiquito, al estudio por unos días no voy.

-     Ah, bueno… - sin impedirse mostrar la alegría que le da saber que va a estar ahí, termina de desayunar en silencio.

~~~~~~~~

Aprovechando que Pedro había salido a correr, empezó a hacer unos llamados:

-    Marcos pudiste averiguar algo?

-    Si, al parecer hace un año denunciaron que el edificio tiene una falla en su estructura y la municipalidad los intimo a desalojar. Tienen orden de derrumbar en estos días.

-    Ah, pero entonces, el tema es otro.

-    Y únicamente quedaban en el edificio dos ocupantes, además del profesor.

-    No hay más que hacer.

-    Hola, Beto cómo va lo qué te pedí?

-    Llame a unos amigos, en la tarde me pasan lo que tienen.

-    Bueno, me avisas entonces.

-    Ta.

~~~~~~~~

Beto está llegando con los datos que le habían facilitado, cuando Pedro volvía de correr. Guillermo quiso disimular una presentación casual, pero Beto se reía tan tontamente, que le dio bronca. Pelotudo.

Pedro fingiendo no entender, se disculpo diciendo que debía prepararse para ir a ver unos departamentos.

-    No… Beto, ni se te ocurra.

-    Lo que vos digas Guille, pero…

-    Nada, nada, nada. Trajiste lo que te pedí?

-    Si.

De lo que le consiguió pudo saber que Pedro no le mentía y que tampoco le había dicho todo. Su padre, militar retirado, contaba con una muy buena posición económica. Tenía dos hermanos, una mayor y el otro menor. Había estudiado en los mejores colegios de Chile. Se había criado como un pequeño príncipe, en el Château familiar a las afueras de Santiago.

Mientras terminaba de leer, Beto le abría la puerta a Matías.

-    Hola Guille.

-    Hola.

-    Te traje las certificaciones que me pediste.

-    Gracias… Beto dejanos solos un minuto.

-    Me voy a la cocina a picar algo.

-    Sentate Matías, te puede hacer una pregunta?

-    Si, por supuesto.

-    De dónde conoces a Pedro?

-    Por?

-    Curiosidad.

-    Mi ex pareja entrenaba con él.

-    Aja…

-    Hasta que me dejó diciendo que se había enamorado del “profe”. En eso me agarro un brote y fui hasta el club. No fue mi mejor momento. Me di cuenta que él tenía muchas dudas, y que lo asuste sin sentido.

A Guillermo se le llenó la cabeza de muchas preguntas y una sola certeza “vacaciones definitiva y oportunamente abortadas”.

-    Tanto interés tenes en él?

-    No seas impertinente.

-    No me respondiste.

-    Anda Matías, anda.

Cuando Pedro aparece en el living, se paraliza al ver a Matías, quien ya estaba en la puerta a punto de salir. Guillermo termina de despacharlo y se vuelve al sillón, rogando que Pedro no hubiera escuchado la charla.

-    Todo bien?

-    Si, si. Todo bien. – parado rígidamente, sin moverse. Le molesta tanto la presencia de Matías que no sabe cómo actuar. Le molesta más no saber por qué le molesta.

-    Pedro…

-    Matías… trabaja con vos?

-    Trabaja para mi, si.

-    Ah…

Lo mira, lo estudia, no quiere preguntarle. En realidad sí quiere, no pretende incomodarlo. Menos cómo se comporta cuando Matías está cerca. En eso aparece Beto y de nuevo la sonrisita cómplice. Doblemente pelotudo.

-    Guille necesitas algo más? Marcos me pidió que haga unos trámites.

-    No Beto, anda tranquilo, yo sigo con esto.

-    Chau. – Pasa al lado de Pedro y le palmea la espalda.

Pedro reacciona y emprende hacia la salida.

-    Vos ya te vas? Sabes algo de Fabián?

-    Si, si ya me voy. Desde anoche que no lo veo. Lo llame hace un rato y me dio el contestador.

-    Mmm…

-    Chau.

-    Chau.

-    Pedro… veni, veni. Sabes que no hace falta que te vayas, podes ahorrar un poco antes, estando acá. A nosotros no nos incomoda tu presencia.

Escuchar ese “nosotros” le devolvió la sonrisa, aunque sabía que no significaba lo que anhelaba, por ahora lo reconfortaba.

-    Gracias.- Sonrisa con hoyuelos y una barrera menos en Graziani.

Al acercarse a la puerta, el celular de Guillermo comenzó a sonar y antes de poder abrirla lo escuchó decir:

-    Sí, soy yo. Es mi hijo. Qué pasó?

Continuará…