El profe (final) by Adriana

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“El número solicitado se encuentra apagado o fuera del área de cobertura.”

Una, dos, tres… quince veces las mismas palabras. Había empezado a preocuparse, ya era de noche y Pedro no aparecía.

-    Anda pensado cómo arreglas esta cagada, porque ahora sí que estas en el horno.

-    Ya Fabián, mira como hablas. Andate a dormir queres.

Pero su hijo tenía razón. Lo peor es que podría haberlo evitado, porque a los días de llegar Pedro a la casa, habían empezado a hablar más profundamente. Adoraba pasar las tardes cocinando con él, para después cenar los tres juntos. Pedro en muy poco tiempo le había dado todo lo que necesitaba, y nunca se había atrevido a buscar. Compañía, entendimiento, contención… Tal vez  hubiera tenido que esperar un poco y haberle preguntado… Dónde estás chiquitín lindo? Y ahora, cómo sigue esto?

Recorrió la casa, dándose cuenta como con pequeños detalles, Pedro estaba complementando todo. Libros regados por los rincones. Su biblioteca desordenada. La cocina, sutilmente acomodada para encontrar las cosas a mano. Todo con su toque. En qué momento de este tiempo se permitió dejar que Pedro entrara en su vida de esa forma. Si él no quiere volver… cómo voy a lograr sentir que no estás aquí, conmigo?

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Camino por horas. Le costaba ordenar sus ideas. La visita de su madre y con ella la de su pasado, habían llegado en el momento en que se decidió acercarse a Guillermo. Él no pareció querer evitar ese contacto. Vio en sus ojos que también lo deseaba. Nunca nadie lo miro como él. Pero por qué desconfiar al punto de investigarlo? Si él le hubiera preguntado, hubiera respondido? Su cabeza era una tormenta, necesitaba para un rato. Se sentó en un bar, por la ventana lograba ver el mundo correr sin importarle lo que a él le pasara.

Siempre se preguntó cómo sería compartir la vida. Veía a la gente caminar de la mano y pensaba que no hacía mucho tiempo él creía que nunca lograría sentirse así, en comunión con otro ser. Desde hace casi un mes sabe el significado de lo que es sentarse a la mesa con buena compañía. Sentirse parte, igual. Todo eso pesaba más que cualquier enojo? Antes de tener que dejar su departamento podía resumir su vida en tres palabras que odiaba, ahora sentía que había podido olvidarlas. No más ausencia, él y Fabián estaban, existían, eran reales. No más soledad, los ojos de Guillermo y ese único abrazo habían borrado cada vestigio de ese sentimiento. En cuanto al dolor, ya no iba a dejar que le impidiera buscar el lugar al que ahora sabía que pertenecía.

Pagó el café y se decidió a ir en busca de lo único que quería, de lo que necesitaba con urgencia.

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El ruido de las llaves lo despertó. Se dio cuenta que aún estaba en el sillón. Pedro lo miraba. Se refregó los ojos. No parecía el mismo Pedro. Un aire de serenidad lo circundaba. Caminaba de manera distinta, maduro, seguro.

-    Por qué lo hiciste?

-    Disculpame, quería saber de vos, no pensé que podía pasar esto.

-    Por qué no me preguntaste a mi? Por qué no me dijiste nada?

-    Y que querías que dijera? Que pretendías que dijera?

-    No sé, vivo… va me dejas vivir acá, con ustedes… por eso cambiaste tu actitud conmigo? Por lo que mi familia es? Yo hace años renuncie a todo eso.

-    No, Pedro, por favor. Esto pasó antes que llegaras. No entendía por qué estabas solo. Te dije que me costaba confiar. Y vos no me contabas nada.

-    Ah, ahora resulta que la culpa es mía? Vos traes acá a mi pasado y el culpable soy yo!

-    No quise esto. Te lo aseguro. Disculpame, por favor.

-    El Gran Dr. Guillermo Graziani pidiendo disculpas.

Se desplomó en el sillón al lado de Guillermo, cerrando los ojos. No sabe cómo hacer para decirle todo lo que tiene atravesado en el corazón. No quiere pelear, quiere todo lo contrario.

Guillermo lo mira, lo desea, no pretende seguir discutiendo. Saber que volvió tiene tantos significados, que no sabe cual exteriorizar. Viendo como empieza a relajarse empieza lentamente a rozarle el brazo, como unas horas antes lo hiciera Pedro. Éste se levanta y se queda parado ahí.

-    Tenemos que hablar. – con todo el miedo contenido, intentando que no se vaya, se para frente a él.

-    Ahora? –

-    Ah, no queres? No te sientas en la obligación de hacerl…

Pero Pedro sencillamente no pudo resistirse más y busco callar esos labios que necesitaba con tanta urgencia, invitándolo a hundirse en la profundidad de un deseo compartido. La unción simultánea, acompañada de esa electricidad subiendo por la columna, que estalla y libera dulcemente esa opresión en el pecho, con cada segundo de ese beso.

La respiración de Guillermo acompasa los latidos de Pedro. Manos fuertes, con experiencia, comienzan a recorrer la espalda, aprisionando ese cuerpo que siente tan dócil como resistente. Las manos de Pedro más atrevidas, más urgentes, buscan debajo de la camisa de Guillermo. El estremecimiento que anticipa que están llegando a un punto sin retorno, hace cavilar a Guillermo, pero la resolución de Pedro no le permite dar lugar a esas dudas, están desasiendo su raciocinio, consumiéndolo…

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-    Esta parte de la casa no la conocía, tiene linda vista.-

-    Ah sí, mira vos.- acercando la bandeja del desayuno a la cama.

-    Fabián, aún duerme?

-    Si, en un rato lo llamo para que vaya a la facultad.-

-    Me visto y baj…

-    Qué paso?

-    Mi ropa esta abajo.

-    No pretenderás que también te traiga la ropa, o no chiquitín de la mudanza te encargas vos…