CAPITULO 4 - VENDETTA
Las 7 en punto. Cae la tarde y Pedro resopla. De reojo ve
que a Guille se le escapa una sonrisa al escucharlo y eso lo incendia.
‘No sé qué estamos esperando.’
‘Sí sabés.’
‘Hace media hora que deberían estar acá.’
‘Se retrasaron...’
‘Y no avisaron’, insiste. ‘En casos así se avisa, por un
mínimo de cortesía.’
‘Basta Pedro...’
‘¿Me podés repetir la razón por la que no puedo participar
de esta reunión?’
‘Porque vos y Matías no se pueden ver ni por accidente. Y yo
necesito terminar esto hoy, y no voy a poder si tengo que estar ocupándome de
dos gallitos en un ring. Bastante tengo con Baunes.’
‘Me encanta el concepto que tenés de mí. Yo soy un
profesional, un muy buen profesional.’
‘Sí, excepto cuando se trata de Matías.’
‘No es justo que...’
‘¡Basta Pedro!’ engrana Guillermo.
Disimuladamente aparta la vista del expediente y lo observa
revolverse en la silla, enfurruñado mientras juega con una bandita elástica. Lo
trastorna. Se abalanzaría ahora mismo sobre este chiquitín posesivo y lo
comería a besos hasta que ninguno de los dos recordara porqué empezaron a
besarse. Pero se contiene. Si le da cuerda, Pedro monta una relojería.
Timbre.
‘Voy yo’, suspira fastidiado Pedro. ‘Cuca y Gaby ya se
fueron’.
En diez segundos está de vuelta. Con Matías. Sin Baunes.
‘Buenas tardes, perdón por la demora pero el doctor Baunes
no se sentía bien y tuve que dejarlo en su casa antes de venir para acá’.
‘Y sí, se habrá descompuesto desde temprano pensando en esta
reunión.’
Ironía made in Graziani festejada ruidosamente por Matías,
que se gana una mirada asesina de Pedro.
‘Pedro, ¿hacés café?’
Odia que lo deje afuera, y lo sabe. Y encima tener que
soportar la mirada irónica de este cuatro de copas. Y encima tener que hacerle
café. Duda entre tirarle el tomo VII de Derecho Procesal Penal por la cabeza o
retirarse civilizadamente. Opta por lo segundo. Mientras sirve el café negro y
fuerte para Guille y escupe concienzudamente en la taza de Matías, una idea atorrante
le cruza por la mente. V. V de Venganza.
Asoma los bucles y la bandeja por la puerta ‘permiso...’
Guillermo se saca los lentes y lo que ve lo inquieta. Chiquitín
sereno. Alarma. ¿Y el enojo? ¿Y esos hoyuelos?
‘¿Algo más?’, pregunta solícito.
‘No...nada Pedro, gracias. En un rato terminamos.’
‘No hay problema.’
Hoyuelos otra vez. Alarma naranja Graziani.
Pedro se retira...dejando la puerta entreabierta unos 20
centímetros.
Guillermo sostiene como puede la perorata de Matías. Cuanto
más lo ve, más se convence de lo invenciblemente bello que es su Pedro.
Y en qué andará Pedr....
La idea no termina de tomar forma, porque algo que ve desde
el pasillo lo descoloca. No, no puede
ser. Debe haber visto mal. Pedro nunca se atrevería.
‘Pendejo y la put....’
Otra idea que se corta, porque por un instante Pedro desaparece
de su campo visual. Estira el cuello intentando pasar desapercibido y no atraer
la atención de Matías, que sigue muy concentrado en su propia voz. Al límite de
sus posibilidades contorsionistas lo ve aparecer de nuevo y tomar posición de
cara al despacho, justo frente a él. Incrédulo todavía, lo mira deslizar los
dedos largos por los ojales de la camisa, desamarrando uno por uno, sin apuro. Siente
que cada músculo de su cuerpo se tensa mientras los botones van cediendo a los
deseos de Pedro. La camisa se desliza y un pecho soberbio queda al descubierto.
¿La octava maravilla? No, las ocho juntas.
Guille se sienta al borde del sillón, con la espalda tensa
como una tabla. Relojea a Matías que sigue hablando de algo -quién sabe de qué-
y vuelve a su horizonte, donde el dedo índice de Pedro acaba de iniciar un
viaje desde su ombligo, dibujando círculos alrededor de los pezones, siguiendo
por su cuello y deteniéndose al llegar a la segunda factoría más grande de placeres
que Graziani conoce: la boca. Acaricia lentamente esos labios carnosos, asoma
la lengua y la obliga a trabar amistad con ese dedo infinito, recorriéndolo de
mil formas diferentes, sosteniendo la mirada de un Guillermo que pasa del calor
al frío sin escalas.
La visión se corta abruptamente. Pedro desaparece otra vez y
Guillermo se desespera. Sin pensar en lo que hace, se levanta como un rayo para
salir del despacho pero su sonámbulo colega lo detiene.
‘Esperá Guille, ahora viene la parte más jugosa. Dos minutos
y acabamos.’
Y Guillermo piensa que eso a él, en este momento, le puede
llevar bastante menos de dos minutos. Vuelve al sillón y, mientras destroza una
de las patillas, mantiene la mirada clavada en la puerta. Todavía no terminó.
Si lo conoce un poco, todavía no terminó de torturarlo. Y lo conoce...
Lo ve pasar de nuevo, esta vez de perfil, ignorándolo. Se
descalza. Fuera medias, fuera cinto. La patilla se queja bajo la presión de los
dientes de Graziani. Se desprende el botón, baja el cierre, y la gravedad hace
el resto. Una gravedad que Guillermo se siente en condiciones de desafiar con
cada parte de su anatomía. Todo dentro de él hierve, transpira, reclama. El
tiro de gracia se lo da una chispa maligna en los ojos de Pedro posándose en
los suyos, mientras las manos pasean sugerentes sobre el bóxer blanco que
delata las mismas urgencias que las suyas. La mirada atónita y enfebrecida de
Guillermo ve abrirse los labios de Pedro, que modulan una pregunta imperdonable:
‘¿Qué vamos a hacer con esto?’. Y sin más, se escabulle en el baño.
‘Ya vengo Matías.’ Y esta vez su tono no admite réplica.
Cruza el salón y entra en el baño sin mirar. Traba la puerta
y estira uno de sus brazos hacia atrás. Lo huele. Ya sabe dónde está. Lo atrae
con violencia y lo pone frente a él. El deseo se mezcla con la ternura cuando
ve los ojos de Pedro ya cerrados, entregado, con la respiración anhelando eso
que lleva toda la tarde buscando provocar.
No tiene tiempo para sí mismo. Todo lo que quiere es
prenderlo fuego y apagarlo después. Se adhiere a él como una segunda piel y
enterrando la boca en su oído pregunta ‘¿Con esto cielito? ¿Qué vamos a hacer con esto?’. El gemido de Pedro le dice
que sus dedos encontraron la respuesta. Las manos anchas y gruesas abarcan
cintura, vientre, sexo, piernas, y con la boca ahoga cada grito que su
chiquitín es incapaz de contener. Las piernas de Pedro aflojándose le dan la
señal. Lo voltea con firme dulzura contra la puerta y se recarga sobre él, pero
el golpe que sobreviene no es el de sus cuerpos contra la madera. No.
‘Guillermo, ¿estás bien?’
‘Lo mato’.
La decisión brota unánime de las bocas de Guille y Pedro.
‘Sí Matías...ya estoy, dame un minuto.’
‘OK’
Las manos de Guillermo aprisionan los hombros de Pedro, que
con los ojos cerrados continúa recostado sobre la puerta.
‘Esto lo acabamos en casa cielito.’
‘No Graziani’, dice Pedro entreabriendo perezoso los ojazos
marrones y sonriendo con picardía.
‘Si querés en casa podemos empezar de nuevo, pero
esto...esto ya se acabó’.
continuará....
Me encanto!! Sin palabras pura imaginacion para mi hoy!! Gracias!!
ResponderEliminarMe van a matar, chicas!!! Leí en APNEA y sin respirar se tiende a morir, sabeis?
ResponderEliminarAdoroAdoroAdoroAdoroAdoro este juego!!!
Estoy subida sobre las paredes pero profundamente FELIIIIIZZZZ! ������
Genial chicas! Pedro es una hermosura con esa atrevida maniobra de seducciòn, y escupirle el cafè a Matìas, fue el summum! que atorrante Chiquitìn. Digamos que la remaron medianamente, pero con obligatoriedad de seguir en casa, por su salud, por la nuestra.Gracias por compartir su talento. Marlene Rodrìguez
ResponderEliminarGenial! Y esto de todos los días un nuevo capítulo hace que todos los días tenga una sonrisa siguiendo este juego. Definitivamente genial! Felicitaciones y gracias. Valeria
ResponderEliminarPor favor!!! Las aplaudo de pie y con hinchada incluída, que desfachatado este Pedro que no para de provocar a su Guille que se lo quiere comer crudo!!! Chicas me siento en el limbo en este momento, sí que saben como trasladarnos al más allá con sus plumas!!!! Quiero más, por favor!!!!
ResponderEliminarQué la próxima sea la vencida, por Dios!!!! Cómo me gusta todo esto!!!!
ResponderEliminarMATIAS.....MATIAS.....se merece un bombazo jajajajajajajaja....ansiedad pura!! que vamos a hacer con esto???? dios! excelente.
ResponderEliminarQUE DUO, MI DIOSSSS. QUE PLACER ESTE DUELO A PURO EROTISMO.
ResponderEliminarLOS CELOS DE PEDRO Y SU TERNURA COMBINADOS CON SUS ARMAS DE SEDUCCION , IMPAGABLES, DEMOLEDOR, LINDISIMO.
EXCELENTE RELATO, CHICAS . CONTINUACION YAAAAA, PARA ESTE JUEGO DONDE LOS JUGADORES NOS DEJAN SIN ALIENTO. MONICA DE LANUS
Después de tres interrupciones y la presencia de Mathias en el estudio fue normal que Cielito se preocupara de marcar el propio territorio manejando Guille en el terreno que más a èl es congenial, aquel de la sensualidad despreocupada y de la entrega. Espero la continuaciòn...
ResponderEliminarLa cantidad de cosas que podría decir... mejor espero el próximo, por que si este me fascino, el que viene va a ser sublime!!! Chicas es impresionante lo que logran trasmitir en cada capitulo, realmente son maravillosas!!!
ResponderEliminarhermosoooooooooo, que lindoooooo !!
ResponderEliminarPor favor........terminaron con mi cordura 2 capitulos atras, asi que entiendan que ahora les escribe una mujer desesperada.....Aplaudo de pie y como loca a esta historia que me capturo por completo, y espero no una sino mil continuaciones. Es de agradecer que por lo menos para uno de los protagonistas esto tuvo un feliz desenlace, ahora pido encarecidamente por el restante ;) Genial, y enloquecer texto! Felicitas
ResponderEliminarme descostillo de risa con esta historia! gracias!
ResponderEliminar6 ...son las veces que lei este capitulo !! No tengo palabras por tanto preciosura!!!! Pedro es un atrevido y me encanta que enloquece a su Guille...son tenias chicas!! Sin dudas una de las mejores historias!;
ResponderEliminarSin palabras, y en las narices de Matías, genias absolutas. Aplausos
ResponderEliminarPedro, descolocando a guille, placer de los dioses.
Chiquitín en vuestras manos, señoras, boccatto di cardinale!!! Ya te arrependtirás, Graziani, ya te arrepentirás!
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