jueves, 19 de diciembre de 2013

Y si la historia hubiera empezado mucho antes? (9va y ante ultima) by Graciela Liliana

Gracias a Lilita, Nora e Ilgora, por haberlas encontrado
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Capitulo 8:
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Después de un día que se le ha hecho eterno Guille llega a su casa.

Encuentra a Fabián absorto mirando televisión. Le da un beso.

-¿Qué hacés hijito? Vamos Fabián, apagá el tele dale … Vamos hijo ¿hiciste la tarea?

-Es viernes papá, tengo tiempo- resiste Fabián.

-Bueno, entonces agarrá un libro y leé, escuchá música, cualquier cosa pero dejá de mirar tanta tele. Te estropea la cabeza Fabián. Vamos vamos … - toma el control y apaga el televisor.

Fabián sube a su habitación protestando.

Guille se desploma en el sillón, cierra los ojos, suspira. Todo es más difícil de lo que había pensado. La vida se le torna insoportable sin la posibilidad de ver a Pedro o de hablar con él. Se ha convertido en el centro de su vida y la ha convertido en un puro pensarlo. Por momentos se siente un adolescente y tiene que contenerse para no ir a buscarlo y decirle que se olvide de lo que arreglaron, que él no puede con esa decisión pero luego trata de ser racional y se dice a sí mismo que es la mejor decisión y que ellos van a poder con eso.

-Buenas noches Gra zia ni, ¿cómo anda mi maridito?- Ana arrastra las palabras y Guille sabe por qué

Guille no le responde, toma su saco y su maletín y se dirige hacia su escritorio.

-No me vas a hablar, ajá, otra vez no me vas a hablar-

-Estás borracha Ana, cuando estés sobria charlamos-

-Y para qué voy a estar sobria decime? Por lo menos cuando estoy borracha no siento tanto tu desprecio y además puedo decirte las cosas que sin la bebida no me animo-

Guille pone en orden su escritorio pero en realidad trata de contenerse para no huir corriendo de esa casa.

Finalmente -¿Y qué me querés decir Ana?-cansado

-Que estoy harrrrta, que me tenés harta, no me mirás, no te importa cómo me siento ni lo que me pasa. Sos mi marido – se golpea el pecho – mi marido, pero claro, qué carajo te importa a vos eso, no te importa nada. Te serví en su momento para ayudarte a criar a tu  hijo y nada más. Ahora ni siquiera eso, me ignorás Guillermo, me ignorás, no te importa nada, si me muriera ahora mismo ni te darías cuenta o te pondrías contento …

Guille escucha como anestesiado, esa letanía de reproches. Mira a Ana y es como ver el resultado de una de sus mayores equivocaciones, las consecuencias del desamor. En ese momento lo embarga una profunda compasión por esa mujer, por haberla atado a su destino.

En ese momento siente algo que dentro de él se libera.

-Tenés razón Ana, tenés toda la razón-

-Tengo razón? Ah no lo puedo creer!, es la primera vez en la vida que decís que tengo razón, ¿qué pasa Guillermo? ¿te sentís sólo y me necesitás?- se aproxima a él

Guille niega con la cabeza -No Ana, no es eso-la mira a los ojos y suspira - se terminó Ana, se terminó – decide

-Qué se terminó? - y se acerca más a él que la aparta suavemente - ¿qué se terminó Guillermo?, de qué hablás?-

-Que se terminó, lo nuestro se terminó Ana si es que alguna vez existió, yo me bajo acá, no sigo. No quiero esta vida, es una vida de mierda que nos está destruyendo. Pongamos el punto acá Ana antes de que lleguemos a algo peor -

-No … no querido!, se terminó un carajo, nada se terminó, yo no voy a terminar nada. No es tan fácil tirar tantos años de matrimonio-

Trata de mantenerse sereno - Qué matrimonio Ana? Cuál matrimonio? … esto no es un matrimonio, es un pacto de desquiciados, es una guerra diaria, yo abrazado al estudio y vos al alcohol encontrándonos a la noche para herirnos, para ladrarnos, para hacernos daño. Y en el medio Fabián que está sufriendo esta situación y yo no quiero hacerle más daño a mi hijo. No quiero. Por eso Ana … se terminó. No sigo más … no sigo más …

Ana si bien ha bebido aún tiene la lucidez como para ver que esta vez Guille va en serio y una furia mezcla de agonía y dolores viejos y callados la arrebata.

-Vos me hiciste así! Vos me hiciste así! Yo podría haber sido tu mujer, la mujer tu vida y no me dejaste! Y ahora me querés tirar como si fuera un trapo viejo, sos un hijo de puta Guillermo, sos un hijo de puta!  Pero yo no te voy a dejar ¿me oís?. A mí no me dejás … a mí no me dejás! no después de todo lo que hice por vos!...-

-Y yo te agradezco todo lo que hiciste por mí …-

Lo interrumpe – No quiero que me agradezcas! No quiero que me agradezcas! – empujándolo - quiero que me ames, que me trates como tu mujer, que me acaricies, que me hagas el amor, por favor … por favor … – se va cayendo aferrada a él, Guille la sostiene y hace que se siente.

Se sienta a su vez al lado de ella tratando de aplacarla aunque sabe que es una lucha perdida - Yo no puedo darte eso Ana … no puedo darte eso, vos sabés que yo no puedo amarte de la forma que lo necesitás, no puedo, no me pidas eso porque nunca lo vas a tener. Ana, este matrimonio se terminó hace mucho tiempo, este matrimonio nunca debió haber sido y sólo lo mantuvimos hasta ahora por inercia, pero ya está, ya está mujer, ya está. No hay nada acá, nada que rescatar. Miranos cómo estamos Ana, ¿vos querés esto para el resto de tu vida?, yo no lo quiero, yo no quiero más esto. Nos estamos matando de a poco Ana, nos estamos matando, basta, se terminó-

Ana lo aparta y se para frente a él.

-Vos a mí no me vas a tratar así, yo soy tu mujer, ni te esperes que te de el divorcio-

-Hacé lo que quieras Ana – se levanta y la enfrenta - Me des el divorcio o no yo mañana me voy de acá con Fabián, nos vamos-

-Andate vos, a Fabián no te lo llevás-

-Ana … Ana … - suspira agotado - Fabián es mi hijo y vos sabés que tengo la patria potestad sobre él, vos lo sabés. No me corras por ahí Ana, sabés que llevás las de perder. Basta. Fabián no puede estar más acá, vos estás cada vez más alcoholizada y va a llegar un punto en que no te vas a poder cuidar a vos misma. Lo vas a poder ver las veces que quieras pero mi hijo se va conmigo, se va conmigo y no hay nada más que hablar-

Guille la deja y se dirige hacia las escaleras.

-Te va a pesar lo que estás haciendo Guillermo, no sabés cómo te va a pesar - lo amenaza - yo no viví todos estos años para vos para que me dejes así –

Guille se da vuelta resignado - Hagas lo que hagas Ana yo no voy a volver, esto se acabó hace mucho tiempo. Ya está … ya está - y comienza a subir las escaleras con una intensa sensación de liberación como hace mucho no sentía.

Fabián está leyendo tirado en la cama.

Guille se sienta a su lado. Se siente inundado de amor por su hijo. Lo mejor que ha hecho es criar a Fabián, él es lo más sano y limpio de su vida.

Con ternura le acaricia el pelo, se lo desordena.

-Tenemos que hablar hijito - le dice con un nudo en la garganta.

Y mientras le explica a su hijo los profundos cambios que se avecinan, Guille siente que hacía mucho que deseaba hacer esto, encarar una nueva vida con su hijo alejada de la asfixia de la relación con Ana.

Había dejado de tener registro de las cosas que deseaba y de pensar que eran posibles hasta que apareció su mago de ojos grandes y sonrisa como el día y lo cambió todo.

No sabía hacia dónde lo llevaría todo esto, ni los peligros que preveía sobrevendrían a todas estas decisiones que comenzaba a tomar, pero fuera lo que fuese no le podría sacar nunca este hondo sentimiento de libertad que comienza a experimentar y que tiene a Pedro como su dueño absoluto.




Deambuló como un zombie por varias horas, sin rumbo fijo, sin siquiera saber dónde estaba.

No recuerda cómo hizo para llegar a su casa.

El Pedro que entra por la puerta no es ni la sombra del que fue todos estos días.

Siente que la cabeza le va a estallar. Una y otra vez pasan por ella las palabras de Robles “El tipo es muy manipulador, te envuelve y te puede llegar a cagar la vida … a este tipo la fama lo precede …”.

En ese momento siente que le sube a la garganta una náusea imposible de detener, apenas alcanza a llegar al baño para vomitar y luego se siente más vacío aún.

No lo puede creer pero, ¿por qué alguien que no conoce iba a inventar algo así?, el tipo ni siquiera sabe lo de él y Guille, ¿con qué necesidad iba a manchar a Guillermo delante suyo?. La duda no lo deja en paz. Todo lo vivido con Guillermo se ensombrece, se tuerce, las palabras dichas se vuelven ambiguas, oscuras.

¿Y si fuera cierto?, ¿y si Guillermo fuera ese manipulador del que le contaron?, ¿y si todo lo que hizo hubiese sido para llevarlo a la cama?. Tal vez vio antes que él mismo lo que le pasaba y lo usó. ¿Y si el último encuentro que tuvieron fue sólo una escena, una justificación para dejarlo?. ¿Qué sabía él realmente de Guille?.

Estas preguntas le destrozan el alma. Van cubriendo de suciedad lo que siente por Guille.

Mira el teléfono y la tentación de llamarlo es fuerte, pero decide que no. No puede hablarle en estas condiciones.

Necesita confrontarlo, sorprenderlo para ver su reacción y tal vez ver asomar la mentira.

Por primera vez desde que conoció a Guille, siente un dolor que lo invade y lo aleja de él.

Se acuesta pero el sueño no llega, las pocas veces que lo logra lo recibe la pesadilla reiterada de un Guille que lo mira como a un desconocido, sin amor.




Sabe que es inútil ir a esas dichosas clases de consulta de los sábados, en todos estos meses salvo ese sábado glorioso de la primera cercanía con Pedro y algún que otro día que apareció otro alumno más preocupado porque él lo asesore en otras materias que por profundizar en su cátedra, salvo esas veces las horas de los sábados las dedicó a leer y por supuesto a pensar en Pedro aunque fue más lo segundo que lo primero.

Le hubiese venido bien no tener esa clase, hoy se levantó temprano y comenzó a armar su bolso y el de Fabián y ya dejó todo listo para al regresar a la casa irse con su hijo a vivir al departamento que alquiló y al que llevó a Pedro la última vez que se vieron.

Aprovecha el silencio que reina en el edificio para pensar los futuros pasos a dar. Esta vez quiere hacer las cosas bien, no sólo se juega él en esto, sino también su hijo y Pedro … porque en su futuro está Pedro y no piensa renunciar a él.

Tocan la puerta. Parece que se equivocó y hoy hay clase.

La puerta se abre y para su sorpresa aparece el rostro de Pedro. A pesar de que debería mostrarse contrariado porque habían acordado no verse, no puede evitar sentirse feliz de ver a su mago de ojos grandes, se levanta y va a abrazarlo pero algo lo detiene: precisamente los ojos de Pedro.

Algo pasó, no es su Pedro el que lo mira, es un extraño. Hay en su actitud una distancia que lo lastima y adivina el enojo y la desilusión, aunque no sabe de dónde nacen.

-Pedro- intenta sonreír - ¿qué hacés acá? – intentando intimidad - ¿otra duda con la cátedra?

-No - tampoco la voz es la que él ama- no tengo dudas, al menos no sobre la cátedra-

Guille vuelve a su asiento, presiente que lo que viene no le va a gustar.

-Muy bien - lo mira directo a los ojos - contame ¿qué pasa? –

Pedro apoya los brazos en el escritorio.

-Sé todo Graziani - la voz apenas disimula la ira contenida.

-Sabés todo? Y qué sabés? –

-Tu historia. ¡Vamos!, ¿hasta cuándo vas a seguir con esta escenita del profesor enamorado del alumno?, no soy un pendejo, tengo veinticuatro años -

-De qué hablás Pedro? - preocupado y sin entender

-De que me usaste! Me usaste! Y después saliste con eso de poner distancia y toda esa mierda -

-Yo te usé?. De qué carajo estás hablando?-

-Sé todo, de tus romances en el estudio, de los empleados que acosaste y cómo hiciste abuso de autoridad. “Su fama lo precede”, eso me dijeron-

Ya francamente fastidiado - De qué mierda estás hablando! Quién te dijo eso? Decime quién mierda te dijo eso carajo!-

-Ah! No lo negás! – furioso

-Negar? Yo no tengo nada que negar porque yo no hice nada de lo decís. Quién carajos te metió eso en la cabeza Pedro?-

-Alguien que no tenía por qué mentir porque no sabía que estábamos juntos, él me contó de tu historia y me dijo que también a él quisiste avanzarlo. No tenés límites Graziani! –

Se levanta y apoya él también los brazos en el escritorio y queda a la misma altura de la mirada de Pedro, lo mira lleno de ira y desilusión.

-Decime ya mismo quién te dijo eso!-

-Qué importa quién lo dijo?-

-A mí me importa, me importa porque es alguien al que elegiste creerle por encima de lo que decías sentir por mí - la voz está llena de tristeza.

Al escucharlo Pedro vacila.

Pero a Guille no le importa - Quién, decime el nombre ahora mismo carajo! Tengo derecho!-

Pedro baja la voz – Gustavo … Gustavo Robles-

Entonces Guille se deja caer en el asiento, ahora entiende todo, siente adentro una mezcla de hastío y de tristeza.

Lo mira a Pedro como si lo desconociera. Pedro siente el impacto de la mirada de Guille como un golpe en el estómago.

Guille se reclina sobre el respaldo y se queda en silencio.

- Qué pasa? Por qué no decís nada? – pregunta Pedro cada vez menos convencido.

Baja la mirada y niega con la cabeza – No tengo nada que decir Pedro … no tengo nada que decir, vos ya dijiste todo ¿o no? – lo mira directo a los ojos - ¿cómo dijiste? ah sí!, “me usaste” eso me dijiste, “me usaste”, sí, y también dijiste que le creías porque no tenía por qué mentir, esas fueron tus palabras  – la mirada llena de tristeza – por eso no tengo nada que decir, vos ya dictaste sentencia: soy culpable. Vos elegiste a quién creerle Pedro, y no me elegiste a mí … no me elegiste a mí – sonríe - pensar que no hace ni dos días me decías todo lo que yo significaba para vos, pero viene un hijo de puta como este tipo y te dice las peores cosas de mí y vos … vos le creés. Ni siquiera se te ocurrió dudar, defenderme, ¿qué clase de amor es el tuyo Pedro? mmm? – interrogándolo con la mirada.

Pedro se da cuenta de que ha provocado un daño irreparable, que ya no hay vuelta atrás.

-Me hizo dudar, él apareció de pronto y me dijo eso y … -

-Y qué? Sabés que hubiese hecho yo si alguien me venía a contar algo así sobre vos? – Pedro baja los ojos - No sabés? Lo hubiese mandado a la mierda! Porque yo jamás podría creer que el hombre que yo más amo en la vida pueda ser capaz de semejante cosa. Así me hubiesen presentado todas las pruebas, aunque me lo hubiese dicho el juez de la Suprema Corte yo no le hubiese creído, jamás lo creería, te hubiese defendido más allá de cualquier duda.

Y sigue implacable – Sabés quién es ese tipo? Te voy a contar quién es ese tipo! Es un miserable que sí, tuvo algo conmigo, compartimos un caso y me usó, él sí me usó para sacarme información para otro abogado que consiguió de ese modo liberar a su cliente, un asesino que destruyó muchas vidas. El nunca trabajó en mi estudio y yo nunca tuve empleados. Hizo esto porque hace unos días quiso entrar a trabajar en el estudio y yo lo eché. Me amenazó pero yo no cedo a esa clase de extorsiones. Imaginé que algo iba  a hacer en contra  mía, pero no pensé que viniera por tu lado. Pero parece que averiguó lo nuestro, seguro me siguió. Bien por Gustavo, supo exactamente dónde pegarme y lo hizo a través tuyo –

A Pedro se le termina de caer la venda de los ojos. Todo lo que le dice Guille es lo que él debió haber pensado. Cada palabra suya es una bofetada a su falta de confianza. Se siente miserable, siente que lastimó al hombre que más ama, que se comportó definitivamente como un pendejo. No sabe qué decir y sabe que cualquier cosa que diga no servirá de nada.

Avergonzado – Perdón, perdón … – no puede mirarlo a los ojos

-¿Perdonarte? ¿Por qué? No te puedo obligar a que creas en mí, aunque me hubiera gustado – sonríe.

Comienza a juntar sus cosas para irse.

-Bueno, me voy – nudo en la garganta – mejor por otro lado que no haya venido nadie a la clase ¿no?.

-Esperá, no te vayas, ¿podemos hablar? –

-Mmm … no, no tengo ganas de hablar … no tengo ganas de hablar – mirándolo a los ojos.

- Por favor Guille –

-No Pedro, no, hoy no. Estoy mal, estoy triste, me duele mucho esto. Además de verdad, tengo cosas importantes que hacer … -

-¿Importantes? ¿más importantes? – dolido

-Sí, importante, sí. Hoy me mudo con mi hijo a otra casa –

-Y tu mujer? –

-Y mi mujer ya no es mi mujer. Le pedí el divorcio, ya la situación no se sostenía más-

-Y yo?... – la voz a punto de quebrarse

-Y vos … vos … no sé Pedro. Esta mañana antes de venir hubiese tenido una respuesta para esa pregunta pero ahora no sé … no sé … -

Se dirige a la puerta y al pasar por al lado Pedro lo toma suave del brazo.

-Me estoy muriendo Guille, por favor … - los ojos llenos de lágrimas

Guille se acerca, con su mano toma el rostro de Pedro y lo besa suave pero intensamente.

-Perdoname Pedro, pero en este momento no puedo … no puedo …-

Y se va.

Pedro ni siquiera atina a seguirlo. Se deja caer en la silla.

Un pendejo, así se siente, un cobarde que no supo defender lo que más ama. Una sensación lacerante lo invade y se le instala en el alma. El pensamiento de que Guille nunca lo perdone, que deje de amarlo se le vuelve insoportable.


Finalmente Guille se muda con Fabián al departamento. Con la ayuda de Cuca y de la mujer de Marcos logra darle el aspecto más cercano a un hogar para que su hijo no sienta tanto el cambio.

Pero al revés de lo que pensaba nota que Fabián se adapta bien al nuevo lugar y a la nueva vida, lo ve más tranquilo, casi feliz. Los primeros días cuando no está en la escuela lo lleva con él al estudio ya que aún no consigue alguien de confianza para que lo cuide. A Fabián le gusta ir al trabajo de su padre, hacer allí las tareas del colegio y que Cuca le prepare la merienda. Marcos ayuda y oficia de tío y de vez en cuando él y su mujer se lo llevan para que pase la noche en su casa y así Guille pueda descansar.

Guille había pensado de otra manera esta etapa, si bien está seguro de haber tomado la decisión correcta al separarse de Ana y comenzar una nueva vida junto a su hijo, la tristeza que lo habita tiene que ver con que en este sueño estaba incluido Pedro.

El enfrentamiento que tuvo con él ensombreció todo, se le hacía difícil pensar que hubiera dudado de él y creído algo como lo que le contó Gustavo. ¿Cómo pudo resistir tan poco lo que tenían?. Una vez que se permitió ser él, abrirse a alguien, enamorarse como nunca imaginó y de repente eso desaparece y lo deja más solitario que antes y es una herida que se abre cada vez que piensa en Pedro y en su mirada de aquel día.

Nuevamente se arma una coraza para resistir, para poder seguir viviendo.

Decide poner toda su energía en su hijo y en el estudio. Por suerte Marcos, luego de la reacción de su socio, ha dado marcha atrás con la idea de incorporar a alguien más y Guille se lo agradece dedicando más tiempo a su trabajo, sacando casos que estaban en carpeta desde hacía semanas.

Pedro queda clausurado en su alma, aún cuando sabe que deberá verlo en clase tratará de que eso no lo afecte o al menos intentará no demostrarlo.



Los días que siguieron a la discusión con Guille fueron lo más parecido al infierno que Pedro ha conocido. Su vida se ha detenido, apenas come, casi no duerme. Cumple con la regularidad de un autómata con su trabajo y sus estudios en los que extrañamente le sigue yendo bien, cosa que lo tiene sin cuidado. No lo hace por el entusiasmo de terminar la carrera sino para tener algo a lo que asirse y no caer definitivamente en el dolor que lo atraviesa.

Ese jueves se debate entre ir o no ir a la clase de Guille, intuye la distancia insoportable que de seguro va a imponerle, pero prefiere eso a no verlo.

Cuando lo ve entrar a clase su corazón da cuenta de que lo que siente sigue intacto, más aún, que lo ama más todavía. Está hermoso como siempre, pero lo observa demacrado y hosco.

Saluda a todos sin mirar a nadie, por supuesto, sin mirarlo a él, igual Guille sabe que está, aunque no lo mire siente sus ojos inmensos que lo siguen.

Da la clase con toda la normalidad que puede fingir. Pedro por su parte no hace otra cosa que mirarlo, reclamarlo en silencio, esperar alguna palabra que Guille deslice y que él sienta que es para él, una señal de que comenzó a desandar su enojo para poder cubrirlo de besos nuevamente y volver a amarlo. Pero esta vez Guille no le envía señales, ni guiños que interpretar. Nada hay para Pedro allí.

Guille está concluyendo la clase cuando ocurre algo tan imprevisible que lo deja en estado de shock. Abren la puerta, se da vuelta y ve entrar a Ana, presiente la catástrofe pero no lo suficientemente rápido como para frenarla.

Se dirige a ella y le habla en voz baja.

-Ana ¿qué hacés acá? –

-¿Te pensaste que te la ibas a llevar de arriba? Ahora vas a ver quién soy yo …- dice apartándolo.

Y antes de que Guille pueda detenerla la escucha que se dirige a sus alumnos.

-Ustedes son los alumnos del gran Guillermo Graziani ¿no?, yo soy su mujer Ana, la mujer que él abandonó …-

-Ana … Ana … vení conmigo por favor –

-No, no querido, tus alumnos tienen derecho a saber a quién tienen enfrente, el intachable profesor Graziani … ¿pero ustedes saben quién es el intachable profesor Graziani al que tanto admiran?-

El silencio es total tanto como la sorpresa. Nadie se mueve, como si estuvieran hipnotizados por la escena que se presenta delante de ellos. 

-Bueno, déjenme decirles que este hombre admirado por todos, este hombre me abandonó a mí porque le gustan los tipos, sí, como lo escuchan, el gran profesor Graziani es pu to, pu to ... ¡pero no me digan que no se habían dado cuenta! – y dirigiéndose a Guille – pero mi amor! no me digas que no quisiste levantarte a ninguno!, mirá qué lindos que son! …- y comienza a reírse. Es el momento que Guille aprovecha para tomarla del brazo y sacarla hacia el pasillo.

Ana se suelta y lo mira triunfante.

-Ahora vas a saber lo que es sentir el desprecio, lo vas a sufrir en carne propia, ahora vas a saber cómo me sentí yo durante todos estos años …-

-Difícilmente Ana – tratando de mantener la compostura en el medio de esa locura desatada por su ex mujer – difícilmente. Yo no soy tan mierrrda como vos. Me alegra que esto te haga feliz y espero también que te dure para el resto de lo que intuyo va a ser tu amarga vida Ana –

A ella se le llenan los ojos de lágrimas, se desquitó al fin, logró humillar a Guillermo frente a todos como quería y aún así se siente peor que antes, comprueba que tras la venganza nuevamente está la soledad esperándola, como siempre. Y desde hace años hay una sola cosa que la aplaca.

-Ahora sí mi amor, voy a brindar a tu salud –

-Ahogate en la botella Ana – dice y se dirige al baño donde se encierra.

Se mira al espejo, siente que tiene mil años y que la vida le está cobrando todos sus errores y se los está cobrando todos juntos.


Pedro está sentado en el banco sin poder reponerse. Todo sucedió con la velocidad de un rayo y lo único que recuerda es la mirada de Guille que en ese momento y por primera vez en el día, permanecía con sus ojos aferrados a los suyos y a lo único que atinó él en ese momento fue a sostener esa mirada, mientras sentía la de los demás hundir a Guille junto con los insultos de su ex mujer.

Poco a poco comienza a sentir las voces de sus compañeros, los comentarios maliciosos, las risas cada vez más impunes. Lo invade un sentimiento de profunda repugnancia hacia ellos, quisiera enfrentarlos, exponerlos en su hipocresía. Pero no se anima y eso lo avergüenza más aún. Sin que Ana lo supiera lo que dijo lo implicaba también a él, que debió haber saltado a defender a Guille y que sin embargo se quedó ahí sentado, sin hacer nada, como un cobarde.

Guillermo vuelve al aula en el momento en que todos se van retirando, siente las miradas algunas de desaprobación y otras llenas de burla, pero las sostiene a ambas sin bajar los ojos. Puede que por dentro esté destruido pero no les va a regalar ni un gramo de la vergüenza que siente. Que siente no por él, sino por la exposición a que vio sometida su intimidad, algo que siempre se preocupó por preservar.

Se dirige luego hacia el escritorio y comienza a juntar sus cosas. Los movimientos son lentos, el cuerpo le pesa como si sostuviera el mundo.

De pronto lo percibe, levanta la vista y allí lo ve. Si no lo hubieran sostenido los ojos de Pedro, no hubiese podido permanecer de pie mientras Ana lo insultaba frente a todos. Y allí estaba, con esos ojos que amaba y que lo miraban húmedos.

Pedro se levanta y se acerca a él y sin decir una palabra lo abraza, Guille en un comienzo se resiste, quiere apartarse, pero Pedro igual lo estrecha fuertemente contra él y lentamente Guille cede, se entrega y el desgarro que siente adentro se le convierte en un llanto que le provoca convulsiones en el cuerpo. Pedro no lo suelta, lo abraza más fuerte todavía, acaricia su espalda, su rostro, besa sus lágrimas y lo vuelve a abrazar.

-Shhh… - apenas le susurra, nunca lo sintió tan frágil y nunca se sintió tan fuerte él como en este momento.

Lentamente Pedro siente a Guille aflojarse en sus brazos, lo ayuda a sentarse, acerca una silla y se sienta frente a él, muy próximo.

Guille cierra los ojos, suspira profundamente, Pedro lo acaricia con una ternura que desborda, con dulzura le besa la frente, los ojos, los labios. Guille lo deja hacer, se abandona a sus caricias, al borde del abismo, su mago de ojos grandes una vez más lo rescata y lo vuelve a la vida.

Se miran profundamente, con esa maravillosa sensación de estar conectados más allá de todo.

-Vamos, te acompaño a tu casa – dice Pedro finalmente.

-No, no Pedro, no. No es una buena idea que te vean conmigo en este momento, vos lo sabés. Esto es sólo el comienzo y se va a poner peor te lo aseguro. No quiero arrastrarte en esto, va a perjudicar tu carrera, no lo puedo permitir –

Pedro se acerca, la mirada resuelta, se para frente a él y lo mira a los ojos, directo, como el primer día.

-Vos no me arrastrás, yo soy el que decido ir con vos – busca sus apuntes y toma el maletín de Guille que lo queda mirando, se vuelve hacia él desde la puerta y le sonríe con esos ojos que Graziani no resiste – dale vamos.

Guille lo sigue y sonríe por primera vez en el día.


En el momento en que Guille y Pedro están entrando al departamento llega Fabián acompañado por la mujer de Marcos, Guille le presenta a Pedro pero a la mujer la está esperando el marido en el auto así que saluda rápido a los tres y se va.

Entran y Guille le da un beso a Fabián y lo ayuda a quitarse la mochila.

-Cómo anduvo tu día hoy hijito? –

-Bien, tío Marcos es lo más- inmediatamente mira a Pedro - ¿y vos quién sos?

-Pedro, él es Fabián mi hijo – dirigiéndose a Fabián – Pedro es un amigo mío y se va a quedar a cenar con nosotros ¿qué te parece? –

-Bueno – dice Fabián con una amplia sonrisa.

“La misma mirada de Guille” piensa con ternura Pedro.

Fabián y Pedro simpatizan de inmediato, eso hace que Guille se relaje.

-Ahora a bañarse hijito, dale –

Fabián obedece un poco a regañadientes porque quiere charlar con Pedro.

-Avisame así te ayudo a lavarte el pelo! – le dice Guille cuando lo ve entrar al baño.

Se da vuelta y allí está Pedro que sonríe. Pedro que siente que el día cambió tantas veces y de tantas formas que aún no puede creer estar con Guille en su casa y a punto de compartir una cena con su hijo.

-¿Te gustan las milanesas? – le pregunta sonriendo – porque Fabián es fanático y a mí me viene bien porque es casi lo único que sé hacer –

-¿Con puré? – sonríe mientras se aproxima a Guille.

-Con puré –

-Entonces … no me puedo resistir … - y mirando antes que Fabián no esté observando – roza los labios de Guille con un beso.

Pero a Guille esta vez no le alcanza, entonces toma el rostro de Pedro y hunde su boca en la de él con pasión y siente que le responde con más intensidad aún.

Saben que Fabián puede aparecer en cualquier momento y eso los obliga a postergar las caricias.

-Me ayudás a cocinar? –

-Dale … - y otra vez Pedro robándole un beso, como al pasar.

-Atorrante …- sonríe Guille ante el atrevimiento.

Preparan la cena juntos. Guille saca las milanesas del freezer y las lleva al horno.

Mientras Guille ayuda a Fabián a lavarse el pelo, Pedro pone a hervir las papas. Luego entre los dos preparan una ensalada, Guille se encarga de la lechuga y Pedro de los tomates.

-Como estás cortando son casi dos rodajas por tomate – bromea Guille.

-Vos dedicate a lo tuyo Graziani y dejame a mí que de esto sé más que vos –

-Dedicate a lo tuyo Graziani … ¿desde cuándo tanta confianza? … - y le sacude en la cabeza una hoja de lechuga que acaba de lavar –

Pedro entonces se prende en el juego, toma agua de la canilla con la mano y se la tira a Guille que intenta esquivar pero no llega.

Guille se ríe y lo señala con el dedo - Un poco más de respeto Beggio, que soy un hombre grande con un hijo –

Pedro toma un trapo, se aproxima a él y le limpia el rostro lentamente, Guille siente su proximidad y suspira. Se quedan mirando un instante, recorriéndose con la mirada.

-Ya está la comida? Tengo hambre - escuchan la voz de Fabián.

Rápidamente se separan pero no pueden evitar reírse.

-Si hijito, ya va a estar- responde Guille – lo que pasa es que Pedro y yo somos un desastre en la cocina- y simplemente no pueden dejar de reír.

Fabián no entiende mucho qué es lo que pasa, lo único que sí sabe es que por primera vez su papá está feliz y algo dentro de él le dice que Pedro tiene que ver con eso.

Cenan entre bromas sobre la ensalada y también las papas que quedaron un poco crudas.

Guille se sorprende de cómo Fabián conversa con Pedro como si lo conociera de toda la vida y le cuenta cosas de la escuela que ni él sabía.

De vez en cuando Pedro y Guille se miran y sonríen, sorprendidos y felices ante el regalo imprevisto de esta cotidianeidad de compartir una cena con Fabián.

Luego limpian los platos entre los tres. Un aire de familia los circunda.

Guille le recuerda a su hijo que debe irse a dormir porque mañana tiene escuela y él su trabajo.

Fabián se está por ir pero vuelve y se despide de Pedro con un abrazo. Guille acompaña a su hijo mientras le guiña un ojo a un Pedro emocionado.

-Que descanses hijito- dice Guille con dulzura acariciando la cabeza de su hijo.

Por toda respuesta Fabián se zambulle en brazos de su padre y lo abraza.

-Te quiero – dice mientras apoya su cabeza en la almohada.

-Yo también hijito, yo también –

Fabián mirándolo a los ojos – Me gusta Pedro. Decile que venga otra vez. Vos te reís más cuando estás con él y eso me gusta –

-Le digo … le digo – dice mientras besa la frente de su hijo.

Cierra despacio la puerta de la habitación de Fabián y vuelve a la cocina. Pedro de espaldas a él está terminando de limpiar la pileta. Guille se aproxima y lo abraza por la cintura mientras apoya su cabeza en su hombro, cierra los ojos. Pedro acaricia sus brazos y reclina su cabeza en la de Guille. Se quedan así un momento, el tiempo se detiene.

-Quería pedirte perdón, por dudar, sé que te lastimé, soy un pelotudo …-

Guille no lo deja seguir – Ya pasó Pedro, ya pasó, ni me acuerdo de eso, lo único que recuerdo es tu abrazo salvándome del dolor y es todo lo que necesito recordar -

Pedro se da vuelta, se abrazan, se besan profunda, deliciosamente.

-Me tengo que ir ¿no? -

-Algún día vas a poder quedarte ¿te gustaría?-

-¿Hace falta que lo preguntes? – lo besa una vez más, le cuesta dejar de hacerlo.

Guille lo acompaña hasta la puerta. Se quedan ahí, no pueden separarse, se acarician, vuelven los besos.

-Andá precioso, dale andá …-

-Sé que prometimos no vernos y eso pero … ¿me llamás? –

-No va a poder ser … - Pedro lo mira serio - digo … lo del acuerdo. Fabián me pidió que te dijera que quiere volver a verte pronto. Es el pedido de mi hijo, no puedo negarme –

-Por supuesto Graziani, por supuesto – dice Pedro y sonríe feliz.

Se besan otra vez y Pedro se va. Guille lo sigue con la mirada hasta que se cierra la puerta del ascensor.

“Otra vez insomnio de Pedro” piensa y sonríe.


Continuará …








15 comentarios:

  1. Los celos de Pedro son increíblemente instintivos y detonantes; la reacción emotiva de Guille igualmente coinvolgente. Me he gustado mucho. Gracias por compartir este hermoso relato.

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  2. Graciela esa imagen de Pedro sosteniendo a Guille con su mirada en el peor momento fue sublime...y ni que hablar de ese momento tan íntimo, tan especial del encuentro de ellos dos en el aula cuando Pedro lo abraza, le besa las lágrimas, le da paz y lo contiene a Guille..." nunca lo sintió tan frágil y nunca se sintió tan fuerte él como en este momento". Hoy los ojos y la ternura de Pedro fueron más protagonistas que nunca y a mi esta parte de tu historia me conmovió profundamente. Gracias Graciela! Adoro esta historia. María Elena

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  3. esperaba con much ansia la continuacion d tu historia, en un dia como hoy con tantas emociones encontradas me diste un tanto d felicidad. Me emocionas profundamente con tus palabras, me haces tener mucha apreciacion a esa maravillosa creatividad q tenes al entregarnos este pedacito mas en la vida de ellos - nuestra gran pareja, nuestra gran bella casualidad q nos unio a muchas - tengo mucha tristeza q casi llegamos al fin de tu interpretacion pero la tender conmigo por mucho tiempo - gracias miles x darnos otra manera d ver a estos increibles personajes q no invaden con tanta ternura y tanta melancholia d lo q es el amor

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  4. Amé esta historia desde el principio, y este cap. es tan tierno que ya estoy lamentando que "casi" termine. Gracias por regalarnos este hermoso relato! San

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  5. Graciela...perdoname por mi español, ni siquiera en mi idioma seria capaz de escribirte lo que despertaste con esta historia! La adoro y... tenes que contarnos una vida entera de Guille y Pedro, de este amor tan tierno, tan dulce y tan fuerte que todo puede superar. Todo. Gracias por esta historia inolvidable ... por favor, non dejar de escribir!! beso, Monica

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  6. Gracias, gracias por transportarme a lo que podría haber sido. Amo cada segundo porque me los puedo imaginar. Me pasa que en cada historia que leo, los veo a ellos dos y me emociono hasta las lágrimas...
    Después de un día como el de hoy, te quiero agradecer por este relato y quiero incenttivarte a qu continues regalándonos esta magia!
    Muchas gracias, con lágrimas en los ojos! Paula

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  7. Grace, sabés que amo esta historia, este nuevo comienzo que nos has regalado en cada entrega .Tus G.&P. son inolvidables... Y ya son nuestros. Gracias a vos por la amistad, por el encuentro y tanto, tanto compartido! Te quiero mucho y lo sabés, mi querida Janis Grace..!

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  8. Graciela quiero y no quiero que termine tu historia ..... tanta dulzura me encanta su amor me pone feliz, me emociono saber que la mirada de pedro estuvo ahi sossteniendole, tb que fabian haya sentido esa empatia enseguida con el, me encanta como escribis. Graciela CT

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  9. Gracias por sostener en el tiempo y a pesar de todo esta divina y tierna historia de amor!! Abrazo!!

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  10. muchas gracias por esta maravillosa historia q creaste Graciela , una de mis favoritas , la esperaba pero con tantas ganas , me encanta lo q haces con Guille Y Pedro , este cambio de edades q enriquecen tu relato ,q los muestra desde una perceptiva más juvenil, sobretodo con ese Fabian más pequeño q llena de más ternura este fan fic , gracias por todo y por esos diálogos tan realistas desde una ficción como esta c: , captas a los personajes de una manera sublime , se espera la 10 parte ! :D

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  11. “Otra vez insomnio de Pedro” leo, y me identifico, pero al revés que Guille, yo lloro. Porque el aviso de 'anteúltima parte' ya me puso triste de entrada, y le sumé los acontecimientos del día, el arrebato de Pedro que tanto lastima a Guille, la pena que me causó la charla con Ana, porque era previsible que pasara pero duele tener que terminar así, y la completé con ese momento de ruptura donde lo privado pasa a ser de dominio público. Me rescataron ese puente invisible y unas milanesas con puré. Y todo el universo volvió a la normalidad, cada cosa en su lugar. Pedro volvió a Guille. O al revés. No importa. Afuera hay un mundo hostil. Acá en la trinchera, seguimos resistiendo. Pienso en el décimo y juro que no voy a llorar más. También pienso que me gustaría abrazarte, Graciela, y darte las gracias por este oasis de amor que nos regalaste, justo cuando más lo necesitaba.

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  12. como siempre brillante graciela liliana lastima q ya termines tu historia tan hermosa y mi preferida del block .

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  13. Siento que esta historia va a ser como un abrazo de Pedro cuando tenga que soportar la "escena" que tanto nos duele solo pensarla... Gracias Graciela por tan tan preciosa historia!!!!!!!!! espero la décima, pero no te puedo mentir no la voy a esperar tranquila... entera, jajajaj la espero ansiosa, hecha pedazos deseando de corazón que tus palabras me reconstruyan!!!!!!!!

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  14. Graciela. ya sabes que adore tu historia desde el principio. el sentirlos separados y mas con lo que ha estado ocurriendo de veras casi hace que no quisiera leer, pero cuando en el momento aparece Ana y el se aferra de nuevo a pedro ,como que mi alma sintió un descanso. mujer, escribes precioso, me llega todo lo que trasmites, muchas gracias por darnos estas delicias.

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  15. Graciela, esta historia justo la publicaron el peor día para nosotros los q amamos esta pareja... estuve negada a leer, hoy me arrepiento de no haberlo hecho en ese momento. Este capítulo es un mimo para el alma, es como sentir ese abrazo que le da Pedro a Guille, después de que aparece Ana. Me encantó, vos sabés que tu historia me llegó siempre, pero este capítulo fue particularmente movilizante. Abrazo y espero con tristeza la última parte (aunque imagino una continuación)

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