miércoles, 18 de diciembre de 2013

El momento perfecto by Ilgora Blue

"Porque creo que Pedro y Guille son UN MOMENTO PERFECTO en el amor, para todos los que desde la trinchera, y otros "lares", seguimos soñando con el merecido FINAL FELIZ. IRREDUCTIBLES.
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Pedro se despertó incómodo. Estiró el brazo buscando “su” refugio. Nadie, LPM, ¿dónde estaba Guille? Todo le resultaba raro, feo: el roce de las sábanas, el olor en la almohada, ¿dónde estaba? Con desconfianza, asomó la cabeza: una estantería desordenada, una caja de pizza vacía sobre la mesa: la casa de Beto. Se incorporó y vio la nota sobre la mesita de luz: “Café preparado. Factura recién comprada. Me fui al estudio. No llegues tarde. Beto”.
“¿Quien fue el imbécil al que se le ocurrió la peregrina idea de dormir acá? A mí. Bien”. A veces no estaba bueno que Guille le dijera a todo que sí. A casi todo. Y se empezó a vestir, pensando en cuántas horas necesitaba la mañana para hacerse mediodía. Y sonrió al darse cuenta lo frecuentemente  que tenía esa clase de pensamientos…
……………………………………..
Guillermo se despertó solo en su cama. Mejor ni pensar. Se levantó, se duchó, se vistió.
Abajo, lo esperaba Fabián con el café recién preparado.
-Buen día papá.
-Buen día hijo.
-Y, ¿cómo se siente?
-¿Cómo se siente qué?
Fabián se rió. Sacó las tostadas justo. Guille tampoco habló. Se sentaron sin una palabra. Fabián, con una sonrisa arrasándole el rostro, miraba a su padre. Guillermo lo miraba, tomaba el café, le esquivaba la mirada, incómodo, delatado…
-¿Esto va a seguir así, hijo? ¿Estamos de oficio mudo?
-El que no habla sos vos papá…
-Ay, hijo, ¿no me conocés? No me gusta hablar… y  menos de mí, ¿voy a cambiar justo hoy?
-Muchas cosas van a cambiar justo hoy, ¿no?
-Ay, Fabian por favor…
-¿Te gusta mi café, no, papá?
Guille, taza en mano, deja de tomar para decir: -Perfecto, hijo, como siempre.
-Si querés dejo las instrucciones de cómo hacerlo pegadas en la heladera…
Guillermo se ríe bajando la cabeza. Fabián lo mira, lo mira feliz.
-¿Vas al estudio?
-Claro hijo, ¿cuándo no voy al estudio?
Fabián se ríe con ganas: -Pero nos vemos esta tarde, ¿no? Mirá que yo voy a ir. Me embocaron. ¿Vos vas a ir?
-Claro hijito, claro que voy a ir, no me gastes más, bastante tengo con el resto del planeta.
Pero es inútil. Esto, hoy, va a ser así, no importa donde vaya, o lo que haga. “Es un día nada más” se consuela pensando Guillermo.
Recoge sus papeles, se sirve un whisky, ¡a las 8.30 de la mañana! Esto sí que no es habitual. Pero, aunque no lo reconozca, hoy no es un día habitual. Una ayudita extra siempre es bienvenida. Está a punto de salir cuando vuelve sobre sus pasos: sube a la habitación y recoge los pasajes, que guarda en el bolsillo interno del saco: Colonia… allá vamos.
………………………
Ya en el estudio, todo es como Guillermo lo imaginó: la gente le revolotea, le sonríe, comenta pelotudeces. A la hora del almuerzo, elige a Cuca para compartir unas empanadas. Los demás se fueron, para “prepararse”.
-¿Vuelvo a buscarte Guille? le dice Beto.
-¿Qué? ¿Vos también tenés miedo de que no vaya?
-No me jodás Guille: ¿los vengo a buscar?
-Dale, y pasamos por la casa de Cuca para que se cambie.
-¿Vos ya estás listo, Guille?
-Te puedo contestar dos cosas, Beto: o que siempre estoy listo, o que para este tipo de cosas uno nunca está listo… elegí.
Cuca  ya le pegó una recalentadita a las empanadas en la cocina. Se sientan allí: el patio, es de Pedro.
Guillermo disfruta hablando con Cuca, siente que ella lo conoce de verdad, y sólo con ella quiere compartir este momento.
-¿Qué me decís, Cuquita? ¡Quién me ha visto y quién me ve! Hoy le doy pasto a los buitres, ¿no?
-¿Por qué nene? ¿Por qué decís eso?  ¿Alguna vez te importó lo que decía la gente?
-Cambié.
Cuca se le acerca, y le acaricia la cara.
-No tesoro, no cambiaste. Desde el primer día que te asomaste a esos ojazos marrones, estabas perdido. Yo te ví. Y tuviste el valor de arriesgarte… y acá estamos, mi amor. Sos el Guille de siempre… y encima, ahora, feliz.
Guillermo, emocionado, le toma las manos. Se las besa.
-Nosotros ya lo sabemos tesoro: a los dos nos gustan los hombres que le funcione bien arriba – y se señala la cabeza – Y abajo – y pone cara de “vos ya sabés”, sonriéndole – y yo creo que el chico es inteligente y desborda salud, ¿no? ¿qué más vas a buscar?
-Cuquita…-Guille  la mira con adoración. De algún modo,  el mundo de los llamados cuerdos, nunca fue para él. Sólo que ahora se lo permite pensar -¿Vos decís entonces, que es hora de que esta tía se baje de los tacos?- y sonríe con toda la cara.
-Ay mi amor, yo diría que sí… sino, así como lo ves de tiernito y chiquito, el chico viene y te mata…
-¿Sabés lo que tengo acá? – Y Guille se señala el corazón.
-¿A Pedro?
-Noooo. – Y riendo, Guille saca los dos pasajes y se los alcanza a Cuca que los toma y lee: -Ay, nene, salvaje y glamorosa luna de miel no clandestina en Colonia…
-Ay, Cuca, ¡suena a lujuria!
-Pero nene, soy tu tía: ¡si vos sos un lujurioso!
-¡Lujurioso! Mirá vos… -Y Guille se rie, se ríe con ganas, y en el abrazo con su tía se despide de quien ya no volverá a ser. Un momento perfecto.
……………………………………………
Pedro camina por la vera del río. Le gusta el río. Siente que lo sostuvo, cuando se dejó caer, y le devolvió el destello de que aunque no supiera lo que estaba haciendo, algo le decía que lo estaba haciendo bien. Y hoy, hoy Pedro sabe que lo está haciendo bien. Además, en una de esas, Guille tuvo la misma idea y se lo encuentra.
Pedro estuvo tentado de llamar a Guille para combinar cómo iban a ir vestidos, o con cualquier otra excusa, pero desistió: cualquier intervención podría distraer a Guille del objetivo, peor aún: hacerlo pensar y desistir. Mutis por el foro.
Rebusca en su bolsillo y encuentra una moneda: la lanza al agua, con fuerza, con rabia, con alegría, gritando: “Ya no te revoleo más, la monedita, ya no revoleo más, la monedita, ya no más…”
Suena su teléfono, mensaje: ¿Dónde estás? No te atrevas  a llegar tarde: te corto las pelotas. Momento perfecto.
……………………………………………………………..
Faltaban cuatro minutos para la hora pactada. Guillermo no necesitó darse vuelta. Cada una de las células de su cuerpo no podían mentirle. No lo escuchó, ni lo olió, simplemente sabía que estaba ahí. Como un abrazo de mino, y en nada se le llenaron los ojos de lágrimas.
Se volvió, y la sonrisa de ojazos enormes y oyuelos lo golpeó, certera, en el medio del pecho… lo tumbó.
-Estás precioso, Graziani…
-Estoy acá, obligado, que conste en actas. – Y  Pedro amaba cuando ponía a su Guille en tal estado, que sólo podía verbalizar lo contrario a lo que sentía…
-¡Cómo  me gustan estos colegas puntuales! – dijo la jueza a cargo, pidiéndoles a todos que se acomodaran.
Y ahí están, sentados en los puestos reservados a los novios. Los testigos, Fabián, y Rita Ceballos, jueza de menores, profesora preferida de Pedro en la facultad, y futura mejor amiga para toda la vida de la pareja y la familia. Y los amigos, y los afectos.
-Bueno vamos a comenzar…
Pedro y Guille están de pie. Muy formales. Ambos con los brazos a los lados del cuerpo, sin hacer contacto, con la vista al frente: sin tocarse, sin mirarse.
Totalmente fuera de  protocolo y posiblemente arriesgándolo todo, Pedro no puede evitarlo. Se inclina apenas y acercándose peligrosamente al oído, le susurra: “Si vas a salir corriendo, por lo que recuerdo, este es el momento. Fijate que Beto se quedó parado al lado de la puerta, por las dudas”. Y Guille disimula el tarascón que le pegaría en la yugular, “¡qué seguro está el pendejo!”, pero mira de reojo a la puerta, donde efectivamente está Beto que le hace un gestito de: “Acá estoy, a disposición, ¿vamos?”… ¡estos pelotudos!
Porque, cada  uno a su modo, ya estuvieron ahí: Guille, en un pasado  donde ya no se reconoce, un trámite, sólo por “proteger” a su niñito, hoy hombre y fiel testigo de todo en su vida. Orgullo. Y Pedro, perdido en un recuerdo deshilachado, ajeno, frente a un hoy que sabe a única oportunidad. Un hoy sin temor, sin dolor, sin dudas, viviendo este momento casi perfecto con el amor de su vida, con un proyecto de vida. ¿Casi perfecto? ¿Por qué? La respuesta no se hizo esperar, porque en ese instante, su deseo (sin saber que lo deseaba), se volvió realidad. Porque allí, delante de sus amigos, delante de la ley, Guillermo Graziani lo tomó de la mano. Y Pedro no atinó al más mínimo movimiento, temor a romperse por el mero hecho de respirar. Sólo le apretó más fuerte la mano.
La ceremonia fue breve y cálida. Tal vez por “coleguismo”, la jueza se apartó, amena, un poquito del guión. A Pedro le pareció, y así lo recordará como un hecho, siempre que cuente esta historia, que la jueza había caído bajo el embrujo, ella también, de la irresistible mirada de Guillermo enamorado.
Seguro que hubo algunas risas, algunos comentarios, pero Pedro sólo registraba esa mano, que lo conectaba consigo mismo, con el futuro, con la promesa de atreverse a los sueños.
El mundo entero latía al ritmo de la mano de Guille. Y debe haber dicho “sí quiero”, porque por el rabillo del ojo vio a Guille sonreír, (juraría que hasta sonrojado; Guille siempre lo negaría); y la jueza dejó de hablar, sonrió y firmó, firmaron y hubo aplausos, pero no hubo beso: besarlo, a Guille, de pronto se había convertido en un acto estrictamente privado. Y Guille lo supo agradecer.
Y hubo abrazos, y hubo besos y Cuca lloraba, Gabriela lloraba, Sonia lloraba… hasta Isabel lloraba.
Y Guille buscó la mirada de Fabián, “el de sus dos casamientos” – Espero que esta vuelta la segunda sea la vencida, papá – y se abrazaron.
-¡Quién te  ha visto y quién te ve, Graziani!
-Y vos hijo, no te rindás, no te rindás por nada menos que esto, eh? – le dice a Fabián señalándole a Pedro.
-Y vos – retruca Fabián divertido – decime qué le hiciste a mi papá, viejo, y dónde lo metiste!
-Viejos son los trapos, hijo.
-Viejo pero mío – dice acercándose Pedro –El trapo, reclamo mi trapo – y le saca una pelusa imaginaria al cuello de la camisa de Guillermo.
Fabián se sonríe. Guille mira a Pedro que también se sonríe.
-Ah, ya veo… muy bonito, a partir de ahora va a ser siempre así… - “Eso espero”, nunca confesaría que pensó. Y Guille también se sonríe.
-Pedro – interrumpe Rita, la testigo, mostrándole su celular- Nos acaban de llamar. Nos pueden recibir ahora. Momento perfecto.
-¿Esto ya se terminó, no?- pregunta Pedro, sin esperar a recibir la respuesta.- Guille, me voy un momento con Rita, ¿sí? Nos vemos en la cantina.
- Pedro, qué…
-El día perfecto, mi amor, el día perfecto…- Y se va con Rita.
-¿Seducido y abandonado? - Escucha Guille a sus espaldas – No hace media hora que te casaste y ya se fue con una mina – agrega Marcos socarrón.
-¿Vos querés que yo te rompa el culo a patadas, Marcos? – Guille, sin gracia.
Pero Marcos está demasiado divertido para ofenderse - ¿A mí también?
¿Era para pegarle una trompada? Sí. Pero hoy no. Guille casi se sonrió y estuvo lento para esquivar el abrazo y la palmada en el hombro. –¡Graziani! ¡Casado! ¡Te cedo el puesto de arquero en el equipo! – exclamó Marcos con calidez. ¿Acaso no había estado siempre casado, desde que lo conoció?  Y fue como si Marcos le leyera  el pensamiento, porque le retrucó: - Sí, Graziani, digo, “cazado”, que no es lo mismo, “cazado”, por primera vez. Y Guille ni pensó en la segunda trompada.
…………………..
Ya en la cantina, eran un grupo pequeño y animado. Hasta Juan había sido invitado. No fue idea de Guille. “Dale Guille, mejor tener cerca a la gente que nos quiere, no te parece, así, si te querés rajar, te da más vergüenza…“, le había dicho Pedro – “Un almendrado más, un almendrado menos”.
¿Dónde estaba Pedro?
Antes de que fuera el comentario, apareció: pleno, radiante ¡cómo una novia! pensó risueño Guille. Apenas desalineado, casi  corriendo, pasó al lado de todo el mundo, sonrió, saludó, agarró a Guille del brazo y lo arrastró mascullando una disculpa.
-Siempre pensé que iba a ser Guille el primero en arrepentirse – deslizó Marcos, y casi pierde el pie,  del pisotón que le pegó Isabel.
¿Al baño? ¿Y a este qué le pasa? –Pedro, querido, ya estamos casados, somos legales… es un poco tarde para baños públicos- le decía Guille tratando de pararlo, de  sosegarlo un poco, pero Pedro era un hombre con una misión.
El pasillo de los baños era largo y angosto, y Guille recordó otro baño… hacía mil años. Se recordaba abrazando, protegiendo, a un chico confundido, bellísimamente frágil, que no quería volver a casa. Y él, Guillermo, dividido, quebrado, entre la ternura infinita de abrazarlo y el dolor definitivo de perderlo.
Entraron y Pedro cerró la puerta del baño de hombres. Miró a Guillermo, lo miró a los ojos, lo “midió” y lo besó, entregándose todo, y tomando todo de él. Y Guille se dejó. Apenas se separaron para tomar aliento…
-Amorcito, ¿esto va a ser siempre así? ¡nos hubiéramos casado antes! – pero ya se venía “eso” que Pedro tenía para decir. Tomó a Guille por los hombros, “para que no se le escape” y arrancó: - Rita nos dio su regalo, Guille – sin poder contener su sonrisa – El juez firmó, Guille, el juez firmó – quedándose sin aire – Nos dieron la guarda Graziani, entendés, nos dieron a los chicos – y con las dos manos acarició la cara de Guillermo, reteniendo con sus manos y su mirada, ese momento perfecto. Porque Guillermo lo miraba al centro del alma y sin querer articular palabra le decía: “Estamos requetelocos”; “Ahora sí que la cagué”; “sos tan hermosos que duele”; “cómo fue que me elegiste a mí”; “claro que voy a darte esa familia hermosa que tanto querés, mi amor”… y sólo dijo:
-Uy, mirá vos… tan pronto?
-Sí, viste que suerte, no lo puedo creer, esta Rita. Pero es así, es verdad, es perfecto – Pedro no podía parar. “Y esto es sólo el comienzo” pensó Guille.
-Tenemos tanto que hacer: arreglar los cuartos, comprar los muebles, ropa…
-Bueno, Pedro, ya vamos a tener tiempo de planificar todo…
-Guille, ¡podemos pasar a buscar a los chicos el viernes!
Y Guille lo miró con un signo de interrogación que parecía que se le iba a desarmar la cara.
Pedro lo miró preocupado - ¿Te parece demasiado tiempo? ¿Creés que podamos hacer algo para adelantarlo?
Guillermo tomó valor y habló: -¿“Viernes del 2020”?- carita de Pedro. –Ya les dije que sí, ¿está bien no? El viernes, este viernes. Tenemos 4 días… - carita de pedir permiso, tardía…
-Bueno, creía que habitualmente nos daban nueve meses – le responde Guille, tratando de caretear una sonrisa, pero con la tensión subiéndole, no desde el estómago, sino desde la mismísima punta de los dedos de los pies… y ascendiendo. ¿O era simplemente pánico?
Pero hoy a Pedro nada lo desanima. Toma las manos de Guille entre sus manos, (saben que me encanta) y le dice:
-Tranquilo mi amor, yo me encargo de todo, de todo, sabés, enfrente hay una librería: tengo como un millón de libros que comprar y leer y…
-Pedro –firme y tierno a la vez – querido, empezá por el principio, mi amor. Y el principio son nuestros amigos, tus invitados, porque si fuera por mí, ya sabés… -se la va a perder Graziani- que en este momento deben estar esperando vernos salir del baño, agitados, despeinados, con la camisa  a fuera…
-Diez minutos más y podemos darles el gusto – deliciosamente, irremediable, Pedro.
-¡Pedro! ¿Vos me querés hacer explotar? Porque, primero, vas a tener que limpiar la sangre de los azulejos del baño, justo hoy, que están tan lindo, y segundo, la vas a andar de viudito por ahí – pero en ese momento Guillermo se detuvo porque se imaginó a su chiquitín con su carita de viudo y TODOS los hombres tratando de consolarlo… no, no, no,  no… –Mirá que me hacés decir pavadas- se rectificó- Por favor, dale vamos, que alguien debe estar queriendo levantarse a tus primas.
-Guille, no tengo primas…
Pero Guille ya lo estaba abrazando y caminando a su lado lo empujaba fuera del baño. Y no habían recorrido medio pasillo cuando Pedro le dijo:
- ¿Te acordás?
-Claro que me acuerdo.
Pedro se detuvo: - Pero hoy sí que me quiero ir a casa, ¿me llevás a casa? – Pedro lo decía, simplemente radiante.
Guillermo asintió y sonrió. Y Pedro reclinó la cabeza hundiéndose en el pecho de Guillermo, evocando ese momento perfecto que lo hacía tan feliz. Susurró: -Guille…
-¿Mmhh?
-Yo en ese momento ya sabía, pero tenía miedo, no me animé…
-Yo también sabía, precioso, pero no lo podía creer, y tuve miedo… hoy te mato si no querés volver a casa…
Guillermo lo envolvió aún más en sus brazos, esperó a que levantara la cabeza, lo mirara, y le hizo gesto de seguir. Casi en la puerta del salón, Pedro preguntó, otra vez:
-Te parece Guille, ¿les contamos ahora a todos?
-No amorcito, soy de la vieja escuela. Mejor esperemos pasar el primer trimestre antes de decir nada, ¿sí?
La puerta del salón se abrió y los amigos estallaron en aplausos. Guillermo sólo quería esfumarse en el aire, pero el chico caminaba aferrado a él. Sería cuestión de acostumbrarse. Pedro  en su  abrazo le hizo recordar el par de pasajes en el bolsillo interno del saco. Había muchas cosas de su futuro que Guille no sabía (y ni se atrevía a imaginar). Lo que sí tenía claro Guille, era que, en el futuro inmediato, la glamorosa y salvaje luna de miel no clandestina en Colonia, quedaba oficial e indefinidamente, postergada.

45 comentarios:

  1. Estupendo, dulce, tierno. Éste es, por nosotras, un verdadero desenlace digno de la historia de amor de Pedro y Guillermo. Una historia de amor que nos ha hecho, de nuevo, enamorar del amor. Gracias Ilgora.

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    1. Muy bellas tus palabras, Antonia: es así: volvernos a enamorar del amor!!

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  2. ayyyy ilgora como amo tus fics,esta cap sencillamente extraordinario,los nervios de guille y la ternura de pedro a flor de piel,enamorada de esta pareja y de la flia que armaste,felicitaciones mariana ch.

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  3. Eapectacular, emocionante, me hiciste llorar

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  4. hermoso Ilgora! justo para hoy...lastima la luna de miel....estos niños siempre interrumpiendo....

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  5. Ilgora! qué decirte que ya no haya dicho!! Es es el final más perfecto que podría haberse escrito para Pedro y Guille!! sería excelente que los autores y Suar lo lean y se den cuenta que SÍ SE PUEDE! Gracias por tanta perfección y por regalarnos este final tan hermoso y perfecto para esta historia de amor diferente de la que todos nos enamoramos!! GRACIASSSSSSSS!!!

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  6. Amis querida, sabes que lloró como una pelotuda cuando leo tus relatos...pero, es un llanto feliz, un llanto de alegria por saber que en este mundo magico Pedro y Guille son tan felices! Logras bajar todas mis defensas grazianescas, que son muchas, con tu pluma llena de amor! Y te agradezco por esas imagenes entrañables: las manos y los actos privados de los que maravillo cuando leo. Leerte y Amarte...que bien te queda amiga!

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    1. ¡Muchas gracias Lilita! Apenas una cariñosa respuesta a este sitio maravilloso que creaste!

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  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  8. Momentos Ilgorianos perfectos: delicia del diálogo de Cuca con Guille. "“Ya no te revoleo más, la monedita, ya no revoleo más, la monedita, ya no más…”, "No lo escuchó, ni lo olió, simplemente sabía que estaba ahí", "Pedro sólo registraba esa mano, que lo conectaba consigo mismo, con el futuro, con la promesa de atreverse a los sueños" "El mundo entero latía al ritmo de la mano de Guille", "pero no hubo beso: besarlo, a Guille, de pronto se había convertido en un acto estrictamente privado. Y Guille lo supo agradecer", "-Viejo pero mío – dice acercándose Pedro –El trapo, reclamo mi trapo – y le saca una pelusa imaginaria al cuello de la camisa de Guillermo", "Se recordaba abrazando, protegiendo, a un chico confundido, bellísimamente frágil, que no quería volver a casa. Y él, Guillermo, dividido, quebrado, entre la ternura infinita de abrazarlo y el dolor definitivo de perderlo", "Porque Guillermo lo miraba al centro del alma y sin querer articular palabra le decía: “Estamos requetelocos”; “Ahora sí que la cagué”; “sos tan hermosos que duele”; “cómo fue que me elegiste a mí”; “claro que voy a darte esa familia hermosa que tanto querés, mi amor”… y sólo dijo:
    -Uy, mirá vos… tan pronto?", " Pedro se detuvo: - Pero hoy sí que me quiero ir a casa, ¿me llevás a casa? – Pedro lo decía, simplemente radiante", " -Yo en ese momento ya sabía, pero tenía miedo, no me animé…
    -Yo también sabía, precioso, pero no lo podía creer, y tuve miedo… hoy te mato si no querés volver a casa…". Y asomando ya Brisa y Dieguito. Ilgora haciendo magia con las palabras y la ternura. Guille y Pedro entrañables en tu pluma para siempre. Ya está, me guardo estas fotos, en mi alma. Nadie me las sacará. Gracias Ilgora siempre.

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  9. Precioso!!!...... nada mas

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  10. por favor que lindo!!! Gracias Ilgora!!!- Gladys

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    1. A vos Gladys ya todos los que le leen estos deseos transformados en historias... :)

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  11. Hoy me hacian falta Brisa y Diego.... y justo aparecen en sus vidas el dia q se casan!!!!! Gracias Lau

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  12. Me encantó!! es el final que merecen estos hermosos personajes! Muchas Gracias Ilgora!

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  13. Simplemente HERMOSO, Ilgora! Qué capacidad tenés para transmitir taantas emociones, para lograr que seamos espectadoras de lujo de tus relatos.
    Me quedo con esta frase, en boca de Cuca: "Desde el primer día que te asomaste a esos ojazos marrones, estabas perdido. Yo te ví. Y tuviste el valor de arriesgarte… y acá estamos, mi amor. Sos el Guille de siempre… y encima, ahora, feliz" ... Sin palabras!
    Gracias por tu generosidad en compartir estas historias!

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  14. Si no fuera porque estan mi marido y mi hija revolotenado estaria llorando como loca, tengo un nudo en la garganta de aguantarme, gracias por este cap hoy, justo hoy, te juro que lo necesitaba , estas historias me llenan el alma y me conectan a mi realidad, esa a la no le importa que pasa en la pantalla , porque aca, aca viven Guille y Pedro como siempre lo soñamos. Por favor continuen con las historias, que aca nadie , ni Suar ni autores pueden con este amor!! Silvana.

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  15. Ilgora, ya estaba extrañando estas historias! Me quedo con ese momento màgico en el que Guille le da la mano durante la ceremonia, se me achicharrò la garganta. Y ni hablar del tema que con tanto amor tratàs, el de la adopciòn. Si fuera porque no nos conocemos, dirìa que acà contaste parte de mi historia. Gracias por darnos estos momentos perfectos... San

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    1. Y a vos, me conmmueve tu comentario...vamos pr más... San!

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  16. Como sé que Janis Grace me lo permite, citaré también los momentos ilogrianos perfectos para mí:
    "¿Casi perfecto? ¿Por qué? La respuesta no se hizo esperar, porque en ese instante, su deseo (sin saber que lo deseaba), se volvió realidad. Porque allí, delante de sus amigos, delante de la ley, Guillermo Graziani lo tomó de la mano. Y Pedro no atinó al más mínimo movimiento, temor a romperse por el mero hecho de respirar"

    "Te acordás?
    -Claro que me acuerdo.
    Pedro se detuvo: - Pero hoy sí que me quiero ir a casa, ¿me llevás a casa? – Pedro lo decía, simplemente radiante."

    Y sí, simplemente radiante. Como la pluma de Ilgora. Abrazo

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    1. Toda esta historia empezó con Guille toméndole la mano y ese increíble pasillo de la despedida de soltero... precisamente... :)

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  17. Es muy lindo llorar pero de alegría!!! Un relato delicioso donde no nos privaste de nada Ilgora: recordamos la escena del baño luego de la despedida de soltero, tuvimos reacciones de "Graziani auténtico, le abrimos las puertas de bienvenida a Brisa y a Dieguito...y "esa mano, que lo conectaba consigo mismo, con el futuro, con la promesa de atreverse a los sueños" fue la síntesis de ese lazo tan fuerte que los une y que es tan hermoso e indestructible. Gracias por esta preciosura y por esa energía positiva tan potente que irradiás a través de todos tus relatos!!! María Elena

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  18. Ay Ilgora què bello relato, como todo lo que escribìs. Què lindo como dice Elena, llorar de alegrìa. Què emociòn tan grande ver el momento que todas soñamos, el momento del casamiento. Què lindo cuando Guille le toma la mano, què bello cuando Pedro hunde su cabeza en su pecho recordando esa escena inolvidable de la novela. Todo es emociòn, y culmina con la noticia de la llegada de Brisa y Dieguito. Todo sencillamente perfecto.

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    1. Muchas gracias, Marcela! Es leyendo los comentarios cuando más disfruto del texto!

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  19. Los muchachos dando el "SI" jajaja!! Genial Ilgora!!! El sueño dorado! ( Guillermina Pedris)

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  20. ay, Ilgora... Uno se queda sin palabras para elogiarte, ya... 'Pedro sólo registraba esa mano, que lo conectaba consigo mismo, con el futuro, con la promesa de atreverse a los sueños.' Imagen BELLÍSIMA, intensa, profunda, conmovedora... Precioso, Ilgora... sé q ya te lo he dicho antes, pero te lo repito: te pintes del color q te pintes, blue, red, yellow... me encanta cómo escribís, y lo q tranmiten tus palabras!!! Carina

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  21. La pluma infinita de Ilgora, las fotos de Graciela... ¿qué más se puede pedir a la vida? Un momento perfecto más en la antología de Momentos Ilgora. Los estaba releyendo y pensé que si les doy a cada uno un color, me armo un arcoiris amoroso. Y eso es lo que vine a buscar a la trinchera. Amor del bueno. De ese que me contás, del que te deja sin aliento al leerte, Ilgora, encantadora de historias...

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  22. Ilgora, como me gusta la ternura que le imponés a tus historias. La escena entre Cuca y Guille es maravillosa... y tu Guille, ese que no le puede negar nada a Pedro, está tan bien caracterizado. Me encanta que haya llegado el momento de buscar a Brisa y a Diego!!! Gracias por alegrarnos la trinchera con tus historias, abrazo,

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    1. Es que este Guille, "que ha vivido tanto", siente que le debe todo su hoy a Pedro, que el destino puede transformarse a fuerza de amor... (y no sabe que Pedro, Pedro siente excatamente lo mismo... no se lo contemos todavía) :)

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    2. ..."pero Pedro sólo registraba esa mano, que lo conectaba consigo mismo, con el futuro, con la promesa de atreverse a los sueños"...He releído tu historia cientos de veces, y siempre, a esta altura, ya estoy llorosa...No hago muchos comentarios, pero leo todo lo que escribís y me parece precioso! Muchas gracias. Marlene

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    3. Gracias por tu precioso comentario, Marlene!!!

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