sábado, 14 de diciembre de 2013

Si no sobrevive (2da parte) by Lupillar

Gracias Ilgora
***** 

Franco no habló en todo el recorrido. Lo había visto, a Guillermo con Pedro, y tampoco él era  estúpido para ver lo que Pedro aun sigue causando en Guille. Esas miradas llenas de deseo mezcladas con adoración, jamás se las había visto al abogado: sólo cuando estaba perdido en la figura de Pedro,  y eso ya era demasiado doloroso.
Él, Franco, adora a Guillermo con todo y sus defectos, que son muchos: adora su fuerza, su profundidad de alma, su voz suave y rasposa que acaricia sutilmente el aire, pero aborrece esos momentos en donde se evade, su cuerpo está, pero su mente está a miles de kilómetros…
Hasta hace un año, sentía que se ubicaba en los recuerdos dolorosos que se mezclaban con culpabilidad y con el dolor de no poder disfrutar de aquel amor, pero ahora, es distinto.
Desde el regreso de Pedro Beggio tuvo que afrontar a un Guillermo enloquecido por recuperarlo. Ahí estuvo, esperando y con la certeza que regresaría a sus brazos, y así fue. No supo que pasó en aquel momento entre ellos dos, pero tampoco le interesaba saber más.
Pero hoy, en esos cinco minutos en que observó a Guille preocuparse por un Beggio borracho y detenerse en la mirada que le mando el joven y que le quito el aire al abogado, se supo perdido. A pesar de estar profundamente enamorado de Graziani, no era estúpido al detallar el hermoso gesto que brotó del rostro del joven. Y eso lo devastó, porque juraría que Guillermo Graziani, en ese instante, se contuvo de arrodillarse frente a su objeto de adoración.
Se sentía perdido, estaba perdido.
-          ¿Querés hablar?
-          ¿De qué?, ¿Qué casi le besas los pies a Beggio?
-          Franco…
-          Nada de Franco, mira Graziani…
-          No me digas Graziani, sabes que detesto que te dirijas a mí con mi apellido, hacelo como todo el mundo.
Franco acelera, se acerca a un estacionamiento y frena, está descompuesto, se escucha su respiración y enfrenta a Guillermo.
-          ¡Cómo todo el puto mundo! Cómo Guillermo…?  o Guille! ¿No es asi?, me tengo que bancar tus recelos, porque hay cosas en las  que me siento vetado para vos, no?.
-          Suficiente Franco, es suficiente.- Guillermo lo mira al límite, lo mira a punto de él reaccionar también ante el ataque del profesor.
-          Suficiente nada...hoy te vi con él, como lo mirabas, como si estuvieras sediento… él ya no es tuyo Guillermo. ¡EL YA NO ES TUYO! LA PUTA MADRE. SOY YO EL QUE ESTA ACA, SOY YO EL QUE HA ESTADO DESDE QUE ÉL MURIO!

Guillermo abre sus ojos, descolocado completamente; eso no lo esperaba, aquel arranque de furia y aquellas palabras que resuenan en su mente.
-          ÉL, PEDRO BEGGIO NO ESTA MUERTO! si nos distanciamos es por las circunstancias, y si a vos no te parece, si esta vida que iniciamos juntos no es suficiente, pues dejémosla.
-          Sos un experto en evasivas Guillermo, decime ¿qué hago yo acá con todo este amor que te tengo, si vos no me miras como lo miras a él, qué hago si te beso, te acaricio y vos pensás en él?... no me creas un estúpido…
Franco baja su mirada y se le quiebra la voz, Guillermo cierra los ojos y suspira, lo mira nuevamente y sabe que, de una vez por todas ÉSTA no es vida ni para él ni para sí mismo.
-          Perdoname Franco, perdoname, yo te quiero inmensamente, te respeto, y …
-          No soy el amor de tu vida, ¿no es así?- Franco lo mira con sus ojos anegados en lágrimas, con dolor infinito y eso le parte el alma a Guillermo.
-          Franco, yo..
-          Nada Guillermo, sé que lo intentaste pero no puedo hacer nada frente a un fantasma y menos si ese fantasma está vivo y también se muere por vos.
Franco deja a Guillermo en su casa. Entra. Como siempre, deja el saco y se saca la corbata, va a la cocina y toma un vaso para servirse un whisky, se sienta en la sala cuando escucha a su hijo entrar.
-          Hola! ¿no estabas con Franco?- se sienta a su lado.
-          Estaba, comimos, discutimos y me trajo.
-          ¿Cómo, así qué discutieron?- Guillermo toma un trago de licor y mira a su hijito.
-          Nos encontramos a Pedro en el restaurant….
-          Ah, qué mierda pa! ¿pero acaso Pedro te dijo algo o qué?
-          Sabes que no, Pedro es un señor, solo que…me volví un pelotudo cuando lo vi, no pude evitar portarme como un hijo de puta con Franco. Se me fueron los ojos detrás de Pedro….perdoname...yo….- avergonzado por mostrarse tan abierto con Fabián le sonríe nerviosamente.
-          No te preocupes, no soy un chico y te entiendo, y… qué te dijo Franco?
-          Que él no puede pelear contra un fantasma que ahora está más vivo que nunca.
-          Y…
-          ¿Y? …
-          Sí, qué más te dijo?- Fabián lo mira de lleno a sus ojos y hace que baje su mirada.
-          Que Pedro, se moría por mi…
Fabián, lo mira con incredulidad, como si lo anteriormente dicho fuera más que obvio.
-          ¿Y eso te sorprende?, estás hecho un pelotudo, eh?
-          Eh eh eh respétame que yo te trato bien…¿por qué pelotudo?- Guillermo lo mira francamente sorprendido, sin entender lo que quiere decirle su hijo.
-          Es obvio papá que Pedro se muere por vos, las veces que los vi discutir cuando él volvió, se le nota en la mirada, trata con vos de aparentar pero le puede…¿no te habías dado cuenta?- Fabián mira inquisitivamente a su padre, se sonríe, se pone de pie y ríe abiertamente.
-          Me extraña viejo, estás perdiendo tus dotes..
Guillermo se toma el resto de licor a fondo blanco. No entiende en qué momento se perdió, tanto que todo el mundo lo notaba y él como un boludo ni se había dado cuenta… definitivamente esto no se toleraba un día más, que le vieran la cara y menos Pedro.
-          ¿Y la nena?
-          Ya la traigo, sólo vengo a dejar estos libros y salgo por ella.
-          Qué no se te olvide la ropa, no sea que mañana sábado tengamos que salir a comprar como la última vez.
-          Si, ya, ya. Con ese abuelo para que más.
-          Ándate rápido que ya es de noche y no es bueno que la traigas tan tarde.
-          Sí señor….- Fabián se acerca y abraza a su padre. –ya nos vemos-

Esos ojos, oh dios!, esos ojos… Cada vez que tenía a Guillermo cerca, era como si un magnetismo impulsara a su cuerpo…  llevaba cuatro años lejos de un contacto cercano, no se atrevía siquiera a inspirar fuerte a su lado, porque su olor se le nublaba la mente… todo. Cuatro años… los últimos tres con la rabia instalada, los celos arremolinándose y la tristeza invadiéndole, al darse cuenta que él ya no estaba solo, que rápidamente lo había olvidado…
Pero el último año, cuando trató de regresar a su vida anterior, había sido el más doloroso… Guillermo había tratado de acercarse, pero él no podía siquiera aceptarlo, no con la presencia del tal Franco de por medio. Había tenido la esperanza que Guillermo lo buscara después de aquel diálogo en ese cafetín, pero no: sólo unas frases, unas palabras y eran suficientes para que Pedro viera en Guillermo una falta de interés definitiva. Decidió no seguir buscándolo; aquello, era suficiente para demostrarle que, en realidad, ese amor solo existía en su corazón, y en el de nadie más.
No fueron los únicos encuentros. Pedro retornó a su vida de abogado, su foja limpia, y se hizo nuevamente a un nombre, a pulso. La gente confiaba en él. Su trabajo le daba la mano para sostenerse, económica y emocionalmente; pero por alguna razón, cósmica, de karma o del destino, se encontraban frecuentemente con Guillermo: en la fiscalía, en algún estudio u oficina… o por Alberto que estaba haciendo algunas pasantías y buscaba apoyo en Pedro. Pero eso sinceramente ya le estaba pasando factura.
Cada vez era más dolorosa la cercanía del otro abogado y cada vez era más difícil hacer notar falsamente su indiferencia. En ocasiones, cuando pasaba por los tribunales y escuchaba su voz en alguna audiencia trataba de verlo a hurtadillas, desde alguna esquina o desde alguna escalera, siempre tan dueño de sí mismo… Jamás sobreactuaba: él brillaba con luz propia. Su personalidad fuerte, recia, acompañada de su voz seductora, atraía al o a la que pasara. Guillermo no tenía necesidad de artilugios: su inteligencia lo hacía dueño de un magnetismo que muchos adoraban y otros envidiaban y que él irremediablemente, amaba.

Borracho era poco. Estaba entre perder la razón y la semi-inconciencia; sólo atinaba a escuchar a Magnolia hablarle.
-          Che! Qué pesado estás!, ¡y qué borracho por dios!. !¿Acaso te regalaron la taberna completa?!
-          Hola!!! Primita linda!!! Hip!
-          Ahora si soy linda eh?
-          Hermosha! Hip
-          Increíble, lidiar con mi hermano y ahora con vos.
Magnolia hace lo que puede con el cuerpo de Pedro: lo recuesta en la cama y lo tapa con varias frazadas. El frío es recalcitrante y no quiere despertar al otro día a un Pedro morado de frio; lo acaricia y lo besa en la frente.
-          Dormite “ojitos”, que mañana será el gran día de la resaca.

Guillermo no es ni será “hombre de centro comercial”. Detesta el gentío, detesta el murmullo que se apodera del espacio, su claustrofobia le brota por la piel, pero siente a su nieta moverse feliz entre sus brazos y se olvida del mundo entero; está allí por ella y los juegos para nenes es un mundo de paz a pesar de sus gritos y de su euforia, es la inocencia que lo llena y lo hace sentir bien.
-          Papá, ¿le podés traer una botella de agua a la nena?.
-          Dale hijito, voy por ella.
A los pocos metros, llega a la “plaza de comidas”, y entra a una heladería. Y es allí, cuando a sus oídos llega un gritito de mujer, que llama su atención, y se voltea, curioso… Claro, es una chica en brazos de un hombre que la tiene en vilo dándole vueltas, el amor, los jóvenes… ojalá fuera así en la vida real, ojala persistiera siempre. Pero, algo en la pareja, en el hombre, llama poderosamente su atención; es Pedro, con lentes oscuros y una mujer en brazos que ríe embelezada, y lo acaricia, lo abraza nuevamente, le roza los cabellos y le besa la mejilla y él, anonadado, pleno, sólo tiene ojos para ella.
Una fuerza sin contención se apodera de Guillermo, una rabia descomunal nace de su vientre y siente un pinchazo en la boca del estómago, se le nubla por un segundo la vista, cierra los ojos, aprieta la mandíbula y vuelve a abrirlos. Allí siguen en un juego de roces, se reúnen con otro hombre, parecido a Pedro quien también abraza a la chica, y se van, dándole la espalda… y como si la sola presencia de Pedro lo impulsara, Guillermo los sigue: dos, tres, cuatro locales y allí parecen encontrar lo que buscan; los dos hombres jóvenes hablan amenamente, se sientan junto a los probadores, sale la chica mostrando lo medido y ve a Pedro en un espontáneo arrebato, tomarla de la cintura y darle un beso en la mejilla. Es lo último: no puede más de rabia y un agudo pitido presiona sus oídos.
Le vibra el celular.
-          Alo.-  Tiene la garganta reseca
-          ¿Papá, Dónde estás? Hace más de media hora te fuiste, te pasó algo?
-          Fabián, perdoname yo eh….me encontré con un abogado, ya voy para allá.
Se había olvidado de su hijo, de su nieta, sólo tenía mente y ojos para Pedro y para esta rabia, para estos celos que lo carcomían, para la furia de saber que esas miradas y esa risa no estaba dirigidas a él, sino a esa mujer. Volvió a los juegos: el sábado en la tarde ya estaba hecho mierda. Y solo una conclusión saco de aquello: estaba aún más enamorado de Pedro que hace algunos años y que ese amor lo tenía en la sangre, en los huesos, en el alma. Felicitaciones Graziani. Se había superado a sí mismo en pelotudez.
Mal, muy mal fin de semana, con un humor de perros, con la rabia zumbándole y él aguantando. Fabián lo conoce muy bien; se percató que algo en el centro comercial había ocurrido pero es mejor no preguntar y sí esquivar.
Al lunes en la mañana, ya en el estudio, Guillermo recoge unos papeles para una audiencia y va acompañado por Beto.
-          Guille…
-          Mmm
-          ¿Qué pasa? ¿Por qué ese genio?
-          Nada.
Y nada que hacer, si no quiere hablar, como casi siempre, pues, no habla. De lo único que está seguro Beto es que tiene que ver con Pedro: esa rabia, esa ira, esa tristeza en los ojos de Guille solo se la ha visto cuando algo está relacionado con Pedro y ruega por hoy no encontrárselo en tribunales.

Idas y venidas en las oficinas. Beto ve a Pedro, tal vez con unos clientes y sigilosamente se va acercando. Sólo espera que le dé dos minutos para saber si su visita es rápida o piensa quedarse y así saber qué hacer con Guille. Gajes del oficio. Pero, en un segundo cambia el movimiento: Uno del grupo se pone a gritar y manotear. Pedro se interpone, protegiendo a una mujer y recibe un puñetazo que lo deja sentado en el piso.

-          ¡Hijo de puta!- es el grito de Guillermo que sin darse cuenta Alberto estaba detrás de él.
Y Sale disparado para sumarse a la trifulca. Llega y empuja a todo el que le impida llegar donde Pedro que aún está en el suelo. Lo ayuda a levantarse. El muchacho no es consiente quien está a su lado colaborándole, se suelta, reacciona y devuelve el golpe al instigador, Guillermo se hace a un lado, le hace señales a Beto que no interfiera y sonríe viendo dos o tres movimientos más hasta que llega la guardia a detenerlos.
-          ¡Ya van a ver hijos de puta, los voy a matar!, ¡Esa zorra me robo todo, la voy a matar! Y a usted doctorcito de mierda lo voy a hundir!....
-          ¡Claro que sí señor, Y esto se le suma a otra demanda!.- vocifera Pedro antes de llevarse las manos al rostro y tratar de detener la sangre.
Guillermo lo incorpora y lo lleva al fondo del pasillo, al baño. Se acerca y le mira detenidamente el ojo izquierdo: de un morado no pasa. Pedro se saca el gabán y se humedece la cara, mientras Guille le alcanza una servilleta de papel, para secarlo.
-          Dejame ver Pedro- quien gira el rostro con los ojos cerrados esperando el escrutinio de Guillermo- el hijo de puta no logró romperte el tabique, pero será mejor que ya te pongas hielo.
-          …si…
Guillermo se pierde en la sensación de la piel del rostro de Pedro, se acerca, lo acaricia y el joven responde dejándose llevar con los ojos aun cerrados y aflorando una sonrisa.
-          Estoy bien, Guille, estoy bien.
“Guille”…, hace cuánto no escuchaba ese “Guille” en ese tono y en esa voz… su caricia le recorre la frente, la mejilla y llega a los labios, los delinea absorto en su figura y en su suavidad hasta que Pedro abre esos ojazos mirándolo directo, profundo, con amor pero con muchísimo miedo.
-          Precioso…
Pedro está perdido, está en algún lugar donde no existe espacio ni tiempo, solo existe la sensación de seguridad plena y amor por éste hombre, se deja llevar, y permite a Guillermo avanzar, permite sentir nuevamente su boca en un roce sutil, en un movimiento contenido que se profundiza y cae, cae en brazos de Guillermo como un polo a tierra, se olvida siquiera de respirar solo atina a sentir y se abandona.
Guillermo se desconecta de la realidad, toma entre sus manos aquel rostro y profundiza en el beso, acaricia su cabello, muerde sus labios hasta que el aire mismo le es esquivo, se aleja unos centímetros y aprovecha repasar con la mirada a Pedro fundido dentro de sus brazos, con los ojos cerrados, agitado,  totalmente abandonado a sus caricias.
Su respiración es irregular, toma aire y roza nuevamente esa boca.
-          Guille…guille….
-          Acá estoy precioso.
Pedro abre los ojos, dilatados, cristalinos. Respira hondamente y parpadea tratando de regresar a la realidad, Guillermo lo observa maravillado, es hermosísimo.
No logra controlar su respiración, su agitado corazón. Se retira un tramo más de Guillermo y dirige su mirada al suelo, Guille lo sigue, buscándolo, ansioso no perder su contacto pero el celular de Pedro suena y retumba en las paredes del baño y brutalmente los trae al minuto real.
Busca el maldito aparato que suena incesantemente, da con él en su gabán y responde automáticamente.
-          Alo
-          ¿Ojitos?
-          Hola More- sonríe
-          Ya paso a recogerte, estoy a dos cuadras.
-          Ok, te espero.
Cuelga y mira a Guillermo con timidez, pero no ve su rostro relajado, lo ve con una marcada mala cara, con el ceño fruncido.
-          Me tengo que ir. Chau.
Pedro recoge sus cosas y huye del baño, Guillermo shockeado, temeroso de retenerlo, solo atina a dar la media vuelta y seguirlo hasta la puerta principal, donde Pedro espera.
-          ¿A quién esperas?.
-          A que me recojan.
-          ¿pero quién?.- Pedro lo mira con una mezcla de altivez, suficiencia y burla.
-          Estás mal Graziani, muy mal.
Llega un vehículo, con una mujer joven, la misma del centro comercial. Pedro baja las escalas sonriendo y se sube sin mirar atrás, el auto arranca dejando a un Guillermo rebosante de celos y de furia. Cuando escucha una voz conocida a su espalda. Franco.
-          Graziani, ahora sé porque no te gusta te diga así.
Guillermo gira, otro enfrentamiento. Esta vida es una putasa con él definitivamente.
Continuará....


12 comentarios:

  1. Ay, ay entre ese Franco y las "mujercitas", de Pedro a Guille me lo tienen de malabarista. Muy buen relato!!

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  2. Que placer leer lo que has escrito !! Me quedo esperando mas ... Me encantan los celos de Guille ... Y como se aman ... Es terriblemente adictivo esto .... Ya quiero ver como sigue esto . Graciela CT

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  3. Lupillar, que buenìsima segunda parte! se me fue acelerando el corazòn a medida que avanzaban las lìneas... y siiii, se aman, y eso nos lo hacès sentir. Gracias! San

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  4. Lupillar, me tenés absorta con tu historia. La iba leyendo y a la vez me impacientaba pensando lo que seguía. Tiene un ritmo impresionante. Me matan estos dos tan enamorados y a la vez tan locos de celos. Y ese momento en el baño creo que todos volvimos a enamorarnos, una vez más de ellos. Qué ternura. Preciosa tu historia y espero el continuará ... y muy pronto. Un abrazo y felicitaciones

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  5. Me encantò Lucero. Adoro que Guille estè celoso, era hora, siempre era Pedro el de los celos. Y tambien me gusta la intervenciòn de Franco, me parece que es bueno verlo sin la bronca que me despierta en la novela. Ya de a poco se van acercando. Espero con ansias el momento en que vuelvan a estar uno en brazos del otro.

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  6. Definitivamente, esta segunda parte la disfruté mucho más que la primera, porque debo confesar que la presencia del "otro" no me dejaba respirar.
    Guille es tan cabeza dura, pobrecito, que pierde el norte con Pedro y las cosas se le van de las manos. Y el Chiquitín, con todo lo que yo lo quiero, salir corriendo y dejarlo así a Guille, después de ese beso que por poco no incendia los tribunales...
    ¡Espero con ganas la tercera parte, Lucero!

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  7. " ¡Hijo de puta!- es el grito de Guillermo que sin darse cuenta Alberto estaba detrás de él." Y yo salí disparada también... ¡Tan Graziani! Me encantó esta segunda parte, son ellos dos en estado puro, y los dos tan cabezaduras como siempre... NO los hagás sufrir mucho, Lucero, que sufrimos nosotros también!!!! Esperando la tercera...

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  8. A no no no me encanto!!! Felicitaciones!! "Hijo de Puta"(ahi puteamos todas!!jaja) un autentico Graziani!!!! ya quiero leer la 3er parte!
    Abrazos!

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  9. Me encanto, esa vuelta que le encontrastes y este esquivarse y buscarse , la adrenalina de encontrarse y no decirse y sentir que te quemas por dentro, muy muy ellos, por favor que continue pronto. Cariños. Silvana.

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  10. AME TU HISTORIA, POR FAVOR, CONTINUA QUE ME TENES EN VILO!

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  11. Ay Lupillar! Cómo sigue esta historia? Quiero YA la tercera parte!!!!
    Confieso que cuando aparece Franco, quiero leer más rápido para que termine esa parte, pero enseguida aparece algo o alguien que recuerda que Guille está completamente enamorado de Pedro, no lo dice pero no necesita decirlo, lo dicen sus ojos, su cuerpo, su manera de actuar. Igual que Pedro. Me intriga la mujer que lo acompaña, poco se sabe hasta ahora, espero que no sea un impedimento para que estén juntos! Acá me quedo, esperando la continuación. Gracias por esta nueva historia!

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  12. pienso tal vez en que soy densa en las historias, porque me gusta adentrarme en las sensaciones, en los sentimientos, pero creo que guille y pedro se merecen eso y mucho mas. nuevamente muchas gracias por sus comentarios, hace mucho no escribía y se pierde la fluidez pero esta historia tan hermosa de estos dos hombres hace que retome ese gusto innato y que fluyan las ideas.

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