Despertar (7ma parte) by Paula

Pedro sostenía la taza de te entre sus manos, no podía creer lo que había escuchado… la voz de Guille, firme y tranquila, lo devolvió a la realidad.

-“A ver si entendí bien, anoche Camila tuvo una crisis respiratoria en la cárcel, la llevaron al hospital y esta madrugada irrumpieron 4 hombres armados y se la llevaron aparentemente secuestrada… no se sabe con qué fin.”

José asintió con la cabeza. Se lo notaba muy cansado.

-“Como ya les expliqué Camila era un eslabón más en la causa por narcotráfico que vengo investigando con un equipo especial hace casi 2 años. Esta investigación era totalmente confidencial, porque tal como sospechábamos había involucrados, jueces, fiscales y mucha gente importante que completa toda una red de lavado de dinero y narcotráfico.”

A pesar de que ya había escuchado, la explicación, recién en ese momento, pareció que a Pedro se le descorría un velo de los ojos. Lentamente dejó la taza, a la que parecía haberse aferrado como un ancla, arriba de la mesa.

-“La muerte de Orestes. Vos sabías que yo no lo maté, no?”- preguntó de repente, con una furia contenida. “Vos lo sabías, no?” – elevó el tono de voz y se paró –“Vos sos una mierda, porque lo sabías y no dijiste nada, y estuve prófugo por algo que sabías que yo no había hecho!!!”- Pedro casi gritaba en ese momento.

Guille se levantó rápidamente y lo abrazó –“Calmate Pedro, calmate, vos sabés que no te hace bien esto, calmate.”- nunca había apartado su mirada de los ojos de José que finalmente avergonzado había agachado la cabeza.

-“Me gustaría escuchar tu explicación a todo esto José”- le dijo Guille fríamente,  mientras se sentaba con Pedro en el sillón, todavía abrazados.

-“La razón ya la saben, no podía comprometer una investigación de casi 2 años, intentando ayudar al que en ese momento era un desconocido. Perdoname Pedro, perdónenme los dos, se lo que sufrieron y no se lo merecían.”

Antes que pudieran responderle sonó el teléfono de Guillermo, que finalmente soltó a Pedro y se alejó un poco para poder hablar más tranquilo.

Pedro no había vuelto a mirar a José, estaba empeñado en estudiar la alfombra que cubría el piso.

Pasaron unos minutos y un silencio muy incómodo se había adueñado de la situación.

Cuando parecía que José iba a iniciar un nuevo pedido de disculpas, Guille que había terminado de hablar por teléfono, muy agitado se interpuso, -“Eran los narcos, no se como consiguieron mi teléfono, tienen a Camila y quieren que yo les entregue un sobre a cambio de su liberación”-

-“Un sobre? Qué sobre?- respondieron casi en simultáneo los otros dos hombres.

-“Parece que Moravia, le dio a Camila un sobre antes de morir para que lo guardara. Debe tener alguna información muy importante para ellos. Lo quieren, si no se lo entregamos la van a matar.”

-“Pedro, vos te acordás de algún sobre que haya tenido Camila?”- preguntó José con preocupación.

-“No, realmente, no… en ese tiempo, antes de la muerte de Orestes, estaba preocupado por otras cosas.”- la mirada furtiva que le dirigió Pedro, hizo sonreír a Guillermo a pesar de los problemas.

-“En el departamento no había nada?”- era el turno de Pedro de averiguar.

-“No, lo revisamos todo, después de…”- no necesitó más aclaración, cruzaron miradas de entendimiento entre los tres. José continuó –“Cualquier cosa relacionada con Moravia nos hubiera llamado la atención, no había ningún sobre.”

-“Qué mierda vamos a hacer entonces? Tienen a Camila… algo tenemos que hacer.”- continuó Pedro.

-“Guillermo, qué te dijeron, que iban a hacer, cómo se iban a comunicar?”- indagó José.

-¨Me dijeron que iban a volver a llamar para combinar lugar y horario del intercambio, tenemos que averiguar algo más de ese sobre si queremos salvar a Camila.”

Por unos largos minutos nadie habló.

-“Pero, que boludo soy!”- saltó Pedro de la nada – “la caja de seguridad que teníamos en el banco con Camila, ahí debe estar el sobre, si era tan importante, lo debe haber guardado allí.”

-“Vos tenés acceso a esa caja de seguridad?”-

-“”Sí, sí, por supuesto, la caja estaba abierta a nombre de los dos, la llave debe estar entre mis cosas acá en casa. Esperen que voy al dormitorio a buscarla.” – dijo Pedro mientras se levantaba e iba hacia el cuarto.

Guillermo lo siguió con la mirada, pero no lo acompañó. Cuando Pedro entró al dormitorio, volvió a mirar a José, -“Qué tan peligroso va a ser todo esto?”

-“Muy peligroso, estos tipos están jugados y no les importa nada.”

-“Bueno, qué vamos a hacer para atraparlos?”

-“Vamos?... no, vos no vas a hacer nada.”- se apresuró a aclarar José.

-“Así, que yo no voy a hacer nada querido? Estás muy equivocado, cómo te vas a comunicar con estos tipos vos? A ver contame?”- lo apuró Guille.

-“Es muy peligroso que te involucres.”-

-“Pero ya estoy involucrado, viejito. O no te diste cuenta.”

-“Vamos a esperar a ver si encontramos ese sobre y después hablamos sobre esto, por favor.”- le rogò Josè.

Guille asintió con la cabeza.

Pedro, mientras tanto, buscaba en el dormitorio la llave, pensaba en Camila, en Guillermo, en como se había complicado toda su vida. “En algún momento podremos ser felices y estar en paz? El destino parece que se puso en contra nuestro… por fin apareciste! maldita llave.”

Ya con la llave en la mano, se dio media vuelta y ya iba a volver con los otros dos hombres cuando recordó algo que le hizo correr un escalofrío por la espalda.  En esa corta caminata entre la habitación y el living, tomó una decisión.

Se acercó adonde estaban conversando los otros dos y les mostró la llave que tenía en su mano.

-“Vamos al banco?”-

-“Sí, por supuesto, vamos ya, a ver si el bendito sobre está ahí.”

Pedro los miró a ambos y con firmeza les dijo, -“Solo lo voy a hacer con una condición…”

Se cruzó con la mirada sorprendida de Guille, pero toda su atención estaba puesta en el fiscal.

-“Qué condición?”- preguntó José, intuyendo que era él el que tenía que aceptarla.

-“Que el que va a ir a hacer el intercambio por Camila, voy a ser yo. No quiero que vaya  Guille, voy a ir yo.”

-“Pedro, vos estás loco?” – Guille, se desesperó. –“Vos no estás en condiciones de hacer eso.”

-“Quiero tu palabra.”- siguió Pedro, sin mirar a Guillermo, manteniendo su mirada puesta en José.

-“Pedro, no creo que sea bue….”

-“Quiero tu palabra, Guille no va a ir, voy a ir yo. No tenés tiempo de conseguir una orden judicial para que abran la caja fuerte, para que tu investigación no se vaya al carajo. Me necesitás a mí y yo quiero tu palabra.”

-“No me parece buena idea, pero tenés mi palabra.”- respondió José

-“Uds. dos están locos o son pelotudos?”- se exasperó Guillermo.

-“Guille, por favor, necesito hacer esto yo.”- le suplicó Pedro.

-“Vos no estás bien de salud Pedro, estás loco si pensás que voy a dejarte hacerlo.”

-“Dejarme hacerlo Graziani? Desde cuándo te tengo que pedir permiso?”

-“Vos no me tenés que pedir permiso, pero te estás comportando como un pelotudo y lo sabés.”

-“Ah, sí? Mirá vos, me comporto como un pelotudo?”

Guillermo no podía comprender como Pedro podía ser tan necio, estaba furioso, y como cada vez que le pasaba eso, no supo medir sus palabras.

-“Cómo es el tema? querés jugar al héroe romántico con tu mujer? No confiás en que yo vaya a entregar el sobre para salvarla?”-

-“Es mi EX mujer, Graziani, y si quiero hacer esto por ella cuál es tu problema?. Dejame de joder con tu sobreprotección.” – retrucó Pedro también con ira.

-“Te recuerdo que esa hija de puta te pegó dos tiros por si te habías olvidado… querés seguir jugándote por ella, por mí te podés ir a la mierda Pedro.” Guillermo se dio media vuelta y se fue a la habitación.

El portazo retumbó en toda la casa.

-“Por qué no le contaste la verdad?”- le preguntó José levantando las cejas.

-“Esa es la verdad, quiero hacer algo por Camila.”

-“No me mientas, hay algo más… Guille está tan pasado con este tema que no se dio cuenta que le estabas mintiendo, pero yo sí. Si querés hacer el trato contame qué pasa o va Guillermo a hacer el intercambio.”

Pedro suspiró profundo, pareció dudar un momento, pero contestó –“Cuando encontré a Orestes antes de morir  me dijo algo y lo acabo de recordar cuando buscaba la llave.”

-“Qué te dijo Moravia?”

-“Quieren matar a Graziani... Dos veces me lo dijo. Me acabo de dar cuenta que los que querían matar a Graziani son los narcos y yo no puedo permitir eso.”

-“Entonces vamos de vuelta, por qué no le contaste la verdad?”-

-“Para  que mierda le voy a contar la verdad, si está empecinado en sobreprotegerme. Se llega a enterar de la verdad y me va a encerrar aquí de por vida. Mejor que crea que lo hago por Camila.”- una sonrisa triste acompañó la respuesta de Pedro.

-“Creo que Guillermo merece saber la verdad.”- concluyó José- “pero vamos a buscar ese sobre y a terminar con todo este asunto. Quiero que sepas que es muy peligroso lo que vas a hacer con esta gente.”

El sobre estaba en el banco, toda la información que contenía era fundamental para desbaratar la organización. Estaban listos para hacer el intercambio, solo tenían que esperar el llamado de la banda.

Otra vez un día de silencios y de no mirarse. Un día más, alejados y distantes, a Pedro se le rompía el corazón, pero prefería mantenerse así, porque si se acercaba a Guille, no iba a poder mantener mucho tiempo la farsa.

Los narcos finalmente llamaron y Pedro se preparó para ir a su encuentro. Un mini localizador y un micrófono escondido eran sus únicas armas.

Lo iban a seguir a la distancia. Tenía que sacar toda la información posible, que Camila estuviera a salvo y después iba a entrar en acción el grupo especial que tenía José a cargo.

-----------------------------------------------------------------------------------------

Guillermo y José se apuraron a subir al auto.

Pedro ya había partido con dos de los agentes de José unos 5 minutos antes.

El localizador funcionaba a la perfección, les avisó otro agente por radio.

Guillermo era una pila de nervios, de ansiedad, de enojo.

Por el rabillo del ojo, vio que José lo estaba observando.

-“Y ahora qué pasa?” – preguntó fastidiado.

-“Cuando esto termine, vas a tener que pedirle disculpas a Pedro.”

-“Ah, sí? Mirá vos! Le voy a tener que pedir disculpas porque salió corriendo a salvar a su mujercita?”- Guille ya no tenía paciencia para estas cosas, Pedro estaba arriesgándose por esa hija de puta  y él era el malo de la película?

-“No, le vas a tener que pedir disculpas porque lo está haciendo por vos, los narcos te quieren matar a vos y él decidió ir en tu lugar para que no te pase nada.”

Guille se lo quedó mirando con ojos asombrados y no atinó a responder. Dejar a Graziani mudo, un gran triunfo.

------------------------------------------------------------------------------

Cuando llegó a la dirección que le habían indicado, en un lugar alejado del Gran Buenos Aires, se encontró con una casa grande, rodeado de un murallón alto.

Apenas pasó la reja de la entrada, sintió como lo encañonaban con un arma dos tipos grandotes.

Se dejó llevar hasta el interior de la casa, lo empujaron dentro de una habitación.

Escuchó una risa conocida detrás suyo que le heló la sangre.

-“Qué pasó Pedro, el puto de Guillermo no se animó a venir y te mandó a vos?”- preguntó esa voz que reconocería en cualquier lado.

-Qué lástima, porque quería sacármelo de encima de una vez por todas, pero bueno, como es un cagón voy a tener que matarte a vos de una buena vez y finalmente destruirlo para siempre.”

Pedro se dio vuelta con lentitud y nuevamente se encontró cara a cara con Camila.

CONTINUARA…