Capitulo Anterior:
Quinta parte: la fuga y la esperanza de encontrarse de nuevo-
La
sensación más bonita, fuera de aquella habitación que se había vuelto mi casa
en los últimos meses, fue sentir de nuevo el frío acariciar mi rostro.
Me
ofrezco al viento con alegría. Porque, para mí, el viento significa mi reconquistada
libertad.
Ansiedad
y espera, temblar ante la posibilidad de encontrarse nuevamente bajo la mirada
devastadora de Guille.
Porque ya
decidí, estoy seguro de esto: todos los malos pensamientos que tuve, todas las
dudas, son fruto de una equivocación.
Guille
no se olvidó de mí; no lo habría podido hacer nunca, por el mismo motivo por el
que yo nunca podría haber olvidado a Guille.
Porque él
lo amaba y lograba percibir sus pensamientos más íntimos, él lo amaba... estaba
tan seguro de esto como estaba seguro de vivir.
La
enfermedad lo había dejado débil, pero ahora todo terminó; su corazón concuerda
con su mente: es tiempo de actuar. Tenía sólo que descubrir cómo acercarse a
Guille sin ponerlo en peligro; hecho esto, el resto sería un paseo.
Por otra
parte él no había decidido lo de fingir su muerte; Guille lo entendería, aprobaría,
y seguro no lo creería responsable de lo que había ocurrido.
La fuga
había sido un juego de chicos, había fingido un extremo agotamiento y pidió un
somnífero para poder dormir; había fingido tan bien que lo habían dejado solo
sin problemas, convencidos de no tener nada que temer.
Él tuvo
que poner solamente almohadas bajo las mantas y cerrar la puerta; tomó en
"préstamo" uno de los uniformes que había en un armario pequeño
dejado imprudentemente abierto y luego salió por la puerta principal.
Con
mucha tranquilidad, para no suscitar sospechas, se había alejado del pequeño
hospital donde lo habían curado y se dirigió hacia el último escondite que
había utilizado estando prófugo, una pequeña casucha abandonada donde había
encontrado un refugio seguro, situado en la periferia de la ciudad.
Nadie lo
conocía; nadie tenía un motivo para buscarlo.
No
Guille, que lo creía muerto, no la fiscalía, que estaba encargada de protegerlo,
no su enemigos que estaban seguros de haberse salvados.
Salvo
por el polvo, que inundaba cada rincón, todas las cosas estaban en el mismo
sitio; ningún desgraciado había entrado allí para ampararse del frío.
También
los documentos falsos que Guille le dio, para usar en caso de necesidad, se
encontraban en el mismo escondite.
Luis de la Vega; ahora él es Luis de la
Vega, periodista, originario de Cordoba.
La
fotografía, un poco maltrecha, puede llevar a engaño; con estos documentos
puede moverse por la ciudad sin problemas.
Más lo
piensa y mejor se siente, eufórico, con un objetivo preciso de alcanzar.
Guille..
solo Guille cuenta.
Bien..
no ve la hora que caiga la noche para ir a recobrar las llaves de su vida - del
estudio, de su coche, de su casa - ducharse, vestirse decentemente, cortarse el
pelo.
Más bien
...no, el pelo mejor dejarlo largo.
Sin
barba y con el pelo largo nadie lo podría reconocer.
Por dos
días no osa salir, indudablemente Miller está sobre sus huellas, luego decidió
que ya era momento de entrar en acción; tampoco el temor de ser reconocido
logra hacerlo desistir de sus propósitos.
Guille
no entendería si esperara más tiempo para ponerse en contacto con él y él no
quiere provocar su furia, no ahora que está mucho más cerca del objetivo que se
ha propuesto.
En
primer lugar iría al estudio, si fuera afortunado podría encontrarlo ahí, estudiando
algún caso complicado, sonríe de solo imaginar la escena, él entraría y, sin
decir nada, lo abrazaría fuertemente.
¡Dios, cuánto deseo siente de hacerlo!
No puede
llamar por teléfono; una cosa que ha aprendido, las llamadas son peligrosas, es
seguro que Miller espera que dé un paso falso para encontrarlo.
La
noche, tibia, lo acoge benévola.
No hay
nadie por ahí, nadie que vigile el estudio; todas las luces están apagadas y
las ventanas bien cerradas.
Pedro
recobra los duplicados de las llaves que Cuca, a escondidas de Guille, tiene
ocultas en la maceta de flores cerca de la puerta de entrada, para utilizar en
caso de necesidad, y se dispone a entrar. Nada que hacer, apenas entra la
alarma antirrobos empieza a sonar; no lo había previsto, han cambiado el código
para desactivarla, no puede entrar y tiene que correr fuera para no ser
descubierto.
Se
dirige hacia su casa; también el departamento parece vacío.
Las
luces apagadas lo animan a forzar la ventana del baño, es defectuosa y se abre
con facilidad, sin hacer ruido; esta vez el código de la alarma no ha sido
cambiado, lo desactiva enseguida antes de cerrar la ventana a sus espaldas.
La casa
parece abandonada hace bastantes días, también aquí un velo de polvo cubre los
muebles.
Cuántos
recuerdos.. pasar junto al muro contra el que se ha apoyado, sangrante, hace
evocar imágenes dolorosas... pero pasan enseguida.
Parece que
no ha pasado casi nada, el muro ha sido limpiado, ninguna mancha de sangre,
ninguna señal a tierra.
Sus
cosas, en cambio, ya no están en su sitio habitual; tarda un poco de tiempo
pero finalmente las encuentra guardadas en tres valijas escondidos en el lavadero.
Qué hija de puta, eliminó cada huella de
mi presencia en esta casa.
Examina
sus cosas y pone, en una vieja bolsa olvidada, alguna ropa informal.
Campera,
sweaters, jeans; todas cosas que el viejo Pedro raramente puso pero que el
nuevo Luis adoptará cuál estilo de vida.
La ducha
caliente lo restablece; queda largo rato ahì, los ojos cerrados, una sonrisa estampada..
de expectativa... los recuerdos lo envuelven como una capa caliente.
Envuelto
por una bata, se tumba sobre la cama.. llamar o no llamar..
Llamar.. llamar al estudio
decididamente..
Contesta
la voz de una mujer, desconocida en lo inmediato; luego se da cuenta, es Sonia,
la amiga de Gaby.
-¿Puedo hablar con el doctor Graziani,
por favor?
-No, el doctor no está, salió hace poco.
¿Salió?
¿A esta hora?
-¿Vuelve más tarde?
-No. No lo sé. Puede hablar con otro
abogado o dejarme dicho a mí, si desea.
-No. Gracias. Tengo que hablar
urgentemente con él por el caso Salustiani.
-¿Del caso Salustiani, dice? ¿Intentó llamarlo
al celular?
Ha
reconocido el caso, ahora aparece más maleable.
-No.Probé pero no atiende. El hecho es
que tengo que hablar personalmente con él. ¿No puede decirme adónde fue así lo
alcanzo?
No
contesta enseguida, quizás esté valorando si contestar o no, luego realmente
por la referencia hecha al caso "Salustiani", decide fiarse.
- Salió a cenar afuera con un colega de la
universidad, si quiere puede alcanzarlo al restaurante.
¡Bingo!
Ahora me va a decir todo. Sonia no tiene escrúpulos en contar todo si decide
hacerlo.
En poco
tiempo conozco todos los movimientos de Guille; ahora el fin de esta larga
espera me parece muy cercano.
Lo
siento en la piel.. me siento ebrio, como si hubiera bebido una botella de un buen
Cabernet, ligero, seguro de mí y de mi futuro..
Habrá
seguro un motivo si fue a cenar con él.. ciertamente … estoy seguro de esto.
Se seca
el pelo, se viste con cuidado para no ser reconocido, toma el dinero que tiene
escondido en la caja fuerte, un sombrero y está listo.
Se va
fuera del departamento llevándose un trozo de su pasado y borrando cada huella
de su paso; su futuro ya no está en aquella casa, está dónde está Guille.
Ya ha
aprendido la lección.
Se
dirige hacia un hotel de las afueras, uno de aquellos muy discretos dónde no te
hacen muchas preguntas, basta sólo con pagar; ahora tiene los documentos para
moverse con tranquilidad y no tiene miedo de nada.
-¿Baño en habitación?
-Ciertamente.
-Bien, lo acompaño. Está un poco alejada
con respecto al edificio pero es muy tranquila.
-Está bien así. Acabo de volver un largo
viaje y no tengo ganas de ver a mucha gente.
Toma
posesión de la habitación, sin lujos y sin manchas, sale casi de inmediato
dirigiéndose hacia el restaurante dónde debería encontrar a Guille.
Lo ve
enseguida, está solo, parece cansado y enfadado; he aquí su Graziani, el amor
de su vida, todo suyo.
Está a
punto de ir a él cuando ve llegar a un hombre de su edad, de cabello claro,
bien vestido, que se sienta a su mesa.
La
conversación entre los dos empieza y apenas continúa; Pedro se sonríe a sí mismo,
la cena no es un peligro para él.
Se
sienta a una mesa algo lejana y lo observa, absorto, bebiendo de sus labios; está
tan capturado de su figura y de su gesticular que sólo después de mucho tiempo
se percata que el diálogo entre los dos se ha vuelto más amigable, casi
cariñoso.
No hay
ninguna duda, Nazarre se siente atraído por Guille; ¿quién no lo estaría estando
en su lugar?
Se le
nota la misma atención que tuvo Matías, en su tiempo, por Guille; las mismas
actitudes del cuerpo, el mismo modo de acercarse a él, de mirarlo fijo a los
ojos.
Cuántas veces negué estar celoso de
Guille, por Juan, Matías para luego revolverme el estómago en la espera, ahora
nada impediría Guille a..
No lo
quiero pensar; no quiero recaer en los errores del pasado.
Es
verdad: los celos existen o no existen; yo ya no quiero ser celoso sin motivo,
la vida es tan breve y tan frágil..
Guille
ríe una carcajada llena.. está riendo con Nazarre..
No estoy
preparado para esto, cierro los ojos para no ver, para no sentir aquella
punzada al pecho que me ha aturdido, pero mi mirada vuelve enseguida a.. a sus
gestos.. a sus modos de ser.
¿Cómo podés no darte cuenta que estoy
allí, tan cerca de poder tocarte, y no lo adviertas?
Veo a Nazarre
levantarse y alejarse de la mesa; éste es el momento justo para acercarme a
Guille y darme a conocer.
Mientras
me levanto lo veo tomar una servilleta, sobre la que Nazarre ha tomado nota de
algo, y guardarla en el bolsillo interior de su saco.
Me
siento de repente.
¿Por qué? ¿Qué está escrito allí sobre
aquella servilleta?
Ahora
quedarme allí parece una agonía; asisto impotente al espectáculo del mejor
Graziani, aquel fabulador, irónico, que se deja acercar sin problemas.. tocar
sin problemas…
Con él,
después de regresar del Delta a la ciudad, no había vuelto a ser así nunca más;
no me permitió tocarlo, abrazarlo, sentir su cercanía.
Cuántas
veces quise buscar el contacto físico, para sentirme ser apoyado por su
presencia y por su amor, pero siempre lo ha evitado. ¿Cuántas veces traté de
tomar, entre las mías, su mano y él se apartó? ¿Cuántas veces mendigué una
caricia sobre el pelo, apoyando mi frente en su pecho, y él solo miró alrededor
indiferente y continuó hablando? ¿Cuántas veces necesité escuchar al menos su
voz y él no contestó el teléfono?
Lo veo
ir afuera sin tener la fuerza para llamarlo.
Las
dudas vuelven a atormentarme, ya no puedo negarmelo a mí mismo; los celos
devoran mis entrañas. No puedo controlarlo, no lo logro, no puedo evitar pensar
en qué cosas estarán haciendo en aquel preciso instante.
Mil
imágenes, cada una más angustiante que la anterior, se hacinan en mi mente ya
perdida en un abismo de incertidumbre sin fin.
Pago la
cuenta y voy fuera.
¿De qué
sirve pasar por el estudio, por su casa, por la universidad si tus ojos ya han
visto como ha cambiado la vida de Guille?
Vuelvo
atrás, lentamente, perdido tras un pensamiento fijo: ¿cómo puedo vivir ahora? "Como puedo vivir si otro ha tomado mi
sitio"
Tengo
sólo ganas de cerrarme en un lugar oscuro, de cerrar los ojos y de perder el
contacto con la realidad, con esta realidad que hoy me excluye y me ha vuelto
un paria.
Vuelvo
al refugio, desesperado; los días transcurren lentos, no tengo ni siquiera
ganas de comer y no lo hago, al final, más por el innato sentido de
supervivencia, que está en todos nosotros, que por una real decisión de volver
a hablar, recomienzo a salir, a comer, a mirar alrededor.
Empiezo
nuevamente a dudar de mí mismo porque, si tengo que examinar todo lo que he
visto, instante por instante, no puedo decir ciertamente que Guille se haya
comportado menos que correctamente con Nazarre.
Llego a esta
conclusión y me regaño ásperamente por haber caído tan fácilmente en la trampa
del celos.
Inútilmente
he gastado tiempo, tengo que hacer culpa y cargo por ello, por mi carácter
sombrío, tal como me tengo que hacer cargo del hecho que Guille, todo esto, no
lo perdonará fácilmente cuando lo sepa.
Decido
ir, de nuevo, al estudio; esperaré que todos se vayan afuera y llamaré a su
puerta.
Hoy es viernes,
indudablemente todos saldrán antes, Cuca antes que nadie; me será fácil no
dejarme ver por nadie.
Aire de
hogar, por fin, y lo respiro de lleno con mis pulmones; me quedo esperando
largo rato, pero no lo veo entrar.
Me doy
cuenta que está en la universidad.
Tengo
que ir pronto, allí no me conoce a nadie, puedo entrar fácilmente y buscarlo
sin problemas, antes de que salga.
Estoy de
nuevo eufórico, seguro de mí mismo, hasta estoy seguro que Guille reirá de mis
dudas y de mi celos puesto que me habrá visto.
-¿Perdon, puede indicarme el aula donde
da clases el Dr. Graziani?
El
estudiante me mira pensativo, luego su mirada se ilumina.
-Mirá que está yéndose con el Prof.
Nazarre, si te apurás todavía los podés alcanzar en la entrada de la Facultad.
Corro,
apenas registro que Guille está con Nazarre; tengo que apurarme, debo..
Lo veo,
de lejos, subir en un auto junto a Nazarre; paro un taxi y lo sigo.
Bajo y
lo veo entrar en un edificio; me acerco y pregunto al encargado si vive Nazarre
allí.
Efectivamente,
en un piso del edificio vive Nazarre.
El
descubrimiento me deja sin aliento, pero sólo por un instante porque, esta vez,
he decidido, no me muevo.
Observo desde
enfrente, me meto en un rincón reparado y observo porque, ciertamente, saldrá
pronto.
No
quiero tampoco pensar por qué ha ido a su casa, me lo dirá él porque ha ido a
aquel piso.
Esta vez
lo espero por todo el tiempo que sea necesario. Porque lo quiero y el me
quiere; fin de la historia.
Las
horas pasan lentamente, cada instante se ha clavado en mi alma quemando debajo
de la piel como granos de sal. Siento la respiración entrecortarse, los ojos
quemar, los miembros entumecerse, el frío penetrar en los huesos pero no puedo
moverme no quiero moverme.
Lo he
pensado, temido, hasta soñado pero nada me ha preparado para esta verdad...
Abatido
contra el muro.. me quedo allí a esperar algo que ya no existe más.. que ya no
volvería por mí.. porque el amor, aquel de Guille, ya no es para mí.
Esta vez
no puedo tener dudas, no puedo decirme a mí mismo que hubo un malentendido,
situaciones o circunstancias, esta vez todo es objetivamente y horriblemente
irrefutable.
Todas
estas horas pasadas a la intemperie me lo confirman; la noche que me ha acogido
en sus fríos brazos me lo susurra en los oídos.
El dolor
comprime sobre cada poro de mi piel, estalla como lava viva desde mi corazón y,
en su pasar, quema todo lo que encuentra: pensamientos, recuerdos.. deseos.
Mis
ojos, ciegos, miran sin ver, con la esperanza de haberse equivocado; ¡pero no
se han equivocado!
Quedan
las lágrimas … pero se han secado.. también ellas incrédulas por este final tan
inesperado.
Aposté
todo, seguro de vencer, y perdí.
Guille
prometió que siempre estaría para mí, siempre.. siempre.. el siempre había
durado pocos meses, un puñado de días...
Pocos
meses para borrar mi rostro, mis labios, mi cuerpo, mi amor.. mi pasión.
Lo había reemplazado tan velozmente..
tan velozmente.. así.. ¿Cómo pudo?
El alba
todavía me encuentra abatido, en la otra parte de la calle, frente a aquel
portón que ha dejado pasar a todos, menos a él.
Él
todavía está adentro. De repente el portón de entrada se reabre y lo veo salir,
con la misma ropa del día anterior, acompañado por Nazarre.
Me doy
cuenta que, a pesar del vórtice de pensamientos, me quedé allí con la esperanza
que de ver salir solo, sin Nazarre y en cambio..
“Lo lleva con el coche tal como lo hacía yo.."
Que
pensamiento estúpido-estúpido.. ¿y qué importa si lo lleva en el coche si ha
hecho mucho más que esto por él?
Siento
el sabor ácido de la hiel en la boca..
Nazarre
ha tomado mi sitio en su vida, en su cerebro, en su corazón.. en su cama..
Miro
para arriba buscando, desesperadamente, reunir las fuerzas para levantarme e irme
lejos.
De
alejarme de aquel lugar de muerte; me doy cuenta de que me mataron dos veces y
justo lo hicieron las personas que dijeron de quererme más que a su vida;
Camila y Guille.. más bien no, Guille nunca dijo esto.. él no es para nada
cursi.. por qué decirlo si no se ama.
El amor
existe o no existe... como el celos, existen o no existen; él había amado y
había sido destruido por los mordiscos de los celos, Guille no había sido nunca
celoso y no lo había amado nunca.. verdaderamente..
Parece
que me lleva una vida.. pero logro levantarme.. y con paso inestable me alejo.
Me
tambaleo, casi como si estuviera borracho, sin tener la fuerza de hacer nada
mas si no poner un pie delante del otro para alejarme de las ruinas que quedan
de mi vida.
-¿Señor, se siente bien?
Una
señora se acerca a mi, preocupada.. no la siento casi.. no soy capaz de sentir
nada.
La mente
anestesiada; sólo sé que tengo que ir lejos, lejos de estos lugares sin
esperanza.
Seguir
mi instinto de supervivencia si quiero seguir respirando.
¿Pero dónde?.. ¿dónde?... ¿dónde?...
-continúa-
Gracias Paula por la colaboración en la traducción
Lingua Originale
Dopo lo
sparo – quinta parte: la fuga e la speranza di ritrovarsi -
La
sensazione più bella, provata fuori da quella stanza divenuta la mia casa negli
ultimi mesi, è stata sentire nuovamente il freddo accarezzare il mio volto.
Mi offro
al vento con gioia. Perché, per me, il vento significa riconquistata libertà.
Trepidazione
ed attesa di poter tremare di nuovo incontrando lo sguardo devastatore di
Guille.
Perché
l’ho deciso, ne sono sicuro: tutti i cattivi pensieri avuti, tutti i dubbi,
sono frutto di un equivoco.
Guille
non si è dimenticato di me; non lo avrebbe mai potuto fare per lo stesso motivo
per il quale io non avrei mai potuto dimenticare Guille.
Perché
lui lo amava… riusciva a percepire i suoi pensieri più intimi… lui lo amava...
ne era sicuro tanto quanto era sicuro di vivere.
La
malattia l’aveva reso debole, ma adesso tutto era finito; il suo cuore
concordava con la sua mente: era tempo di agire.
Doveva
solo scoprire come avvicinarsi a Guille senza metterlo in pericolo; fatto
questo, il resto sarebbe stato una passeggiata.
D’altra
parte non aveva deciso lui di fingersi morto; Guille lo avrebbe capito,
accettato, di certo non lo avrebbe ritenuto responsabile di quanto era
accaduto.
La fuga
era stata un gioco da ragazzi, aveva finto una estrema spossatezza ed aveva
chiesto un sonnifero per poter dormire; aveva finto così bene che lo avevano
lasciato da solo senza problemi, convinti di non avere nulla da temere.
Lui
aveva dovuto soltanto mettere dei cuscini sotto le coperte ed accostare la
porta; prendere in “prestito” dei
vestiti custoditi in un armadietto lasciato imprudentemente aperto e poi uscire
dalla porta principale.
Con
molta tranquillità, per non suscitare sospetti, si era allontanato dal piccolo
ospedale ove era stato curato e si era diretto verso il suo ultimo nascondiglio
utilizzato da profugo, un piccolo retrobottega abbandonato ove aveva trovato
rifugio sicuro, situato nella periferia della città.
Nessuno
ne era a conoscenza; nessuno aveva avuto un motivo per cercarlo.
Non
Guille, che lo credeva morto, non la fiscalia, che era occupata nel
proteggerlo, non i suoi nemici che erano sicuri di averla fatta franca.
Fatto
salvo per la polvere, che invadeva ogni angolo, tutte le cose sono allo stesso
posto; nessun disperato era entrato lì per rifugiarsi dal freddo.
Anche i
documenti falsi che Guille gli aveva dato, da usare in caso di necessità, si
trovano nel medesimo nascondiglio.
Luis de la Vega; adesso lui è Luis de la
Vega, giornalista, originario di Cordoba.
La
fotografia, un poco malridotta, può trarre in inganno; con questi documenti è
in grado di muoversi per la città senza problemi.
Più ci
pensa e più si sente bene, euforico, con un obiettivo preciso da raggiungere.
Guille.. solo Guille conta.
Bene..
non vede l’ora che cali la notte per andare a recuperare le chiavi della sua
vita - dello studio, della sua auto, di casa sua - farsi una doccia calda, vestirsi
decentemente, tagliarsi i capelli.
Anzi no…
i capelli meglio lasciarli lunghi. Senza barba e con i capelli lunghi nessuno
l’avrebbe riconosciuto.
Per due
giorni non aveva osato uscire, sicuramente Miller era sulle sue tracce, poi ha
deciso che era il momento di entrare in azione; nemmeno il timore di essere
riconosciuto riesce a farlo recedere dai suoi propositi.
Guille
non avrebbe capito se avesse aspettato più tempo per mettersi in contatto con
lui e lui non vuole suscitare le sue furie, non adesso è tanto vicino allo
scopo che si è prefisso.
Per
prima cosa sarebbe andato allo studio… se fosse stato fortunato avrebbe potuto
trovarlo li, a studiare qualche caso rognoso… sorride nell’immaginare la scena
… sarebbe entrato e, senza dire nulla, lo avrebbe abbracciato stretto.
Dio
quanto ne sente bisogno!
Non può
telefonare, una cosa l’ha imparata; le telefonate sono pericolose, di certo
Miller non aspetta altro che faccia un passo falso per ritrovarlo.
La
notte, tiepida, lo accoglie benevola.
Non c’è
nessuno in giro, nessuno che vigili lo studio; tutte le luci sono chiuse e le
finestre ben serrate. Pedro recupera le doppie chiavi che Cuca, all’insaputa di
Guille, ha nascosto nel vaso di fiori vicino al cancello d’ingresso, da
utilizzare in caso di bisogno, e si accinge ad entrare.
Niente
da fare, anzi l’allarme inizia a suonare; non lo aveva previsto, hanno cambiato
il codice dell’antifurto, non può entrare e, anzi, deve correre via per non
essere scoperto.
Si
dirige verso casa sua; anche l’appartamento sembra vuoto.
Le luci
spente lo incoraggiano a forzare la finestra del bagno, è difettosa e si apre
con facilità, senza fare rumore; questa volta il codice dell’allarme non è
stato cambiato, lo disattiva immediatamente prima di richiudere la finestra
alle sue spalle.
La casa
sembra abbandonata da parecchi giorni, anche qui un velo di polvere ricopre i
mobili.
Quanti
ricordi.. passare accanto al muro contro il quale si è accasciato, sanguinante,
fa riaffiorare immagini dolorose… che però passano subito.
Sembra
quasi non sia successo nulla, il muro è pulito, nessuna macchia di sangue,
nessun segno a terra.
Le sue
cose, però, non sono più al solito posto; impiega un poco di tempo ma poi le
trova chiuse in tre valigie nascoste nel ripostiglio.
Che figlia di puttana, ha eliminato ogni
traccia della mia presenza in questa casa.
Esamina
le sue cose e mette, in un vecchio borsone dimenticato, dei vestiti informali.
Tute,
maglioni, jeans; tutta roba che il vecchio Pedro metteva di rado ma che il
nuovo Luis adotterà quale stile di vita.
La
doccia calda lo ritempra; vi rimane a lungo, gli occhi chiusi, un sorriso
accennato … di aspettativa... i ricordi lo avvolgono come un caldo mantello.
Avvolto
dall’accappatoio, si stende sul letto.. chiamare
o non chiamare..
Chiamare.. si chiamare allo studio…
decisamente..
Risponde
la voce di una donna, sconosciuta nell’immediatezza; è Sonia, l’amica di Gaby.
-Posso parlare con l’avv. Graziani, per
favore?
-No, l’avvocato non c’è, è appena
uscito.
Uscito?
A quest’ora? Di già?
-Ritorna più tardi?
-No. Non lo so. Può parlare con un altro
avvocato o lasciare detto a me, se desidera.
-No. Grazie. Devo parlare urgentemente
con lui della causa Sallustiani.
-Della causa Sallustiani, dice? Le
lascio il numero di cellulare?
Ha
riconosciuto la pratica, adesso appare più malleabile.
-No. Ho provato ma non si prende la
linea. Il fatto è che devo parlare personalmente con lui. Non può dirmi dov’è
andato così lo raggiungo?
Non
risponde immediatamente, forse sta valutando se rispondere o no, poi, di certo
per il riferimento fatto alla pratica “Sallustiani”, decide di fidarsi.
-E’ andato a cena fuori con un collega
di università, se vuole può raggiungerlo al ristorante.
Bingo!
Adesso mi dirà tutto. Sonia non si fa scrupolo di raccontare tutto se decide di
farlo.
In breve
conosco tutti i movimenti di Guille; adesso la fine di questa lunga attesa mi
sembra molto vicina.
Non sto
nella pelle.. mi sento ebro, come se avessi bevuto una bottiglia di buon
Cabernet, leggero, sicuro di me e del mio futuro..
Ci sarà,
di certo, un motivo se è andato a cenare con lui.. di certo … ne sono sicuro.
Si asciuga
i capelli, si veste con cura per non essere riconosciuto, prende i soldi che ha
nascosto in cassaforte, un cappello ed è pronto.
Va via
dall’appartamento portandosi un pezzo del suo passato e cancellando ogni
impronta del suo passaggio; il suo futuro non è più in quella casa ma dove è
Guille.
Ormai ha
imparato la lezione.
Si
dirige verso un albergo di periferia, uno di quelli molto discreti dove non ti
fanno molte domande, basta solo pagare; adesso ha i documenti per muoversi con
tranquillità e non ha paura di nulla.
-Bagno in camera?
-Si, certo.
-Bene, l’accompagno. E’ un poco
decentrata rispetto al fabbricato però è molto tranquilla.
-Va bene così. Sono appena tornato da un
lungo viaggio e non ho voglia di vedere molta gente.
Prende
possesso della stanza, senza lode e senza infamia, ne esce quasi di immediato
dirigendosi verso il ristorante dove dovrebbe trovare Guille.
Lo vede
subito, è solo, sembra stanco e seccato; ecco il suo Graziani, l’amore della
sua vita, il suo tutto.
Sta per
andare da lui quando vede arrivare un uomo della sua età, chiaro di capelli,
ben vestito, che si siede alla sua tavola.
Il
colloquio tra i due inizia e prosegue a stento; Pedro sorride di se stesso, la
cena non è un pericolo per lui.
Si siede
ad un tavolo poco lontano e lo osserva, assorto, bevendo dalle sue labbra; è
così catturato alla sua figura e dal suo gesticolare che solo dopo molto tempo
si accorge che il dialogo tra i due è diventato più amichevole, quasi
affettuoso.
Non v’è
alcun dubbio, Lazarre è attratto da Guille; chi non lo sarebbe?
Noto la
stessa attenzione che Mathias aveva, a suo tempo, per Guille; gli stessi
atteggiamenti del corpo, il medesimo modo di avvicinarsi a lui, di guardarlo
fisso negli occhi.
Quante volte ho negato di essere geloso
di Guille – Juan, Mathias – per poi macerarmi lo stomaco nell’attesa, adesso
nulla impedirebbe Guille a..
Non ci
voglio pensare; non voglio ricadere negli errori del passato.
E’ vero:
la gelosia c’è oppure non c’è; io non voglio più essere geloso senza motivo, la
vita è così breve e così labile..
Guille
ride… una risata piena.. sta ridendo con Lazarre..
A questo
non sono preparato, distogo gli occhi per non vedere, per non sentire quella
fitta al petto che mi ha appena stordito, ma lo sguardo ritorna a lui
immediatamente.. ai suoi gesti.. ai suoi modi di essere.
Come può
non rendersi conto che sono lì, così vicino da poterlo toccare, e non
avvertirlo?
Vedo
Lazarre alzarsi ed allontanarsi dal tavolo; questo è il momento giusto per
avvicinarmi a Guille e farmi riconoscere.
Mentre
mi alzo lo vedo prendere un tovagliolo, è quello sul quale Lazarre ha appuntato
qualcosa, e conservarlo nella tasca interna della giacca.
Mi
risiedo di schianto.
Perché?
Cosa c’è scritto su quel tovagliolo?
Adesso
rimanere lì pare un’agonia; assisto impotente allo spettacolo del miglior
Graziani, quello affabulatore, ironico, che si lascia avvicinare senza
problemi…toccare senza problemi..
Con lui,
dopo il rientro in città dal Delta, non è mai stato così; non mi ha mai
permesso di toccarlo, abbracciarlo, sentire la sua vicinanza.
Quante
volte ho cercato il contatto fisico, quasi a voler essere rassicurato della sua
presenza e del suo amore, ma lui l’ha sempre evitato. Quante volte ho cercato di prendere, tra le
mie, la sua mano e lui si è scostato? Quante volte ho elemosinato una carezza
sui capelli, appoggiando la mia fronte sul suo petto, e lui si è guardato
intorno indifferente continuando a parlare. Quante volte ho avuto un bisogno
disperato di sentire almeno la sua voce e lui non ha risposto al telefono.
Lo vedo
andare via senza avere la forza di chiamarlo.
I dubbi
ritornano a tormentarmi, non posso più negarlo a me stesso; la gelosia divora
le mie visceri.
Non
posso controllarlo, non ci riesco, non posso evitare di pensare a cosa stanno facendo
in quel preciso istante.
Mille
immagini, ciascuna più angosciante della precedente, si affastellano nella mia
mente ormai persa in un abisso di incertezza senza fine.
Pago il
conto e vado via, a che serve passare dallo studio, dalla sua casa, dall’università…
se i tuoi occhi hanno già visto com’è cambiata la vita di Guille?
Ritorno
indietro, lentamente, perso dietro un pensiero fisso: come posso vivere adesso?
“come posso vivere… se un altro ha preso
il mio posto”
Ho solo
voglia di chiudermi in un luogo oscuro, di serrare gli occhi e di perdere il
contatto con la realtà, con questa realtà che oggi mi esclude e mi ha reso un
paria.
Ritorno
al rifugio disperato; i giorni trascorrono lenti, non ho voglia neppure di
mangiare e non lo faccio, alla fine, più per l’innato senso di sopravvivenza,
che è in tutti noi, che per una reale decisione di riprendere a vivere,
ricomincio ad uscire, mangiare, guardarmi attorno…
Ricomincio
a dubitare di me stesso… perché, se devo esaminare tutto quello che ho visto,
attimo per attimo, non posso certamente dire che Guille si sia comportato meno
che correttamente con Lazarre.
Arrivare
a pensare questo e rimproverarmi aspramente per essere caduto così facilmente
nella trappola della gelosia è un tutt’uno.
Ho perso
inutilmente tempo, me ne devo fare carico, per il mio carattere ombroso così
come mi devo far carico del fatto che Guille, tutto questo, non lo perdonerà
facilmente quando lo saprà.
Decido
di andare, nuovamente, allo studio; aspetterò che tutti vadano via e busserò
alla sua porta.
Oggi è
venerdì, sicuramente tutti andranno via prima, Cuca per prima; mi sarà facile
non farmi vedere da nessuno.
Aria di
casa, finalmente, e la respiro a pieni polmoni; attendo a lungo ma non lo vedo
entrare.
Comprendo
che è all’università.
Devo
fare presto, lì non mi conosce nessuno, posso facilmente entrare e cercarlo
senza problemi prima che vada via.
Sono di
nuovo euforico, sicuro di me stesso, sono persino sicuro che Guille riderà dei
miei dubbi e della mia gelosia una volta che mi avrà visto.
-Scusi, può indicarmi l’aula dove tiene
lezioni il dr. Graziani?
Lo
studente mi guarda pensieroso, poi il suo sguardo si illumina.
-Guardi che sta andando via con il prof.
Lazarre, se si affretta li può ancora raggiungere all’ingresso della Facoltà.
Corro, a
stento registro che Guille è con Lazarre; devo fare in fretta, devo..
Lo vedo,
da lontano, salire su un’auto insieme a Lazarre; fermo un taxi e lo seguo.
Scendo e
lo vedo entrare in un palazzo; mi avvicino e leggo i nomi sul citofono.
In un appartamento
del palazzo abita Lazarre.
La
scoperta mi lascia senza fiato, ma solo per un attimo perché, questa volta, ho
deciso, non mi muovo.
Lo
aspetto qui di fronte, mi metto in un angolo riparato e lo aspetto perché, di
certo, uscirà presto.
Non
voglio neppure pensare perché è andato a casa sua, me lo dirà lui perché è
andato in quell’appartamento.
Questa
volta lo aspetto per tutto il tempo che sarà necessario.
Perché
lo amo e lui mi ama; fine della storia.
Le ore
sono passate lente, ogni istante si è conficcato nella mia anima bruciando
sottopelle come grani di sale.
Sento il
respiro venirmi meno, gli occhi bruciare, gli arti intorpidirsi, il freddo
penetrare nelle ossa… ma non posso muovermi… non voglio muovermi.
L’ho
pensato, temuto, persino sognato ma nulla mi ha preparato a questa verità...
Accasciato
contro il muro.. rimango lì ad attendere qualcosa che già non esiste più.. che non sarebbe più ritornata per me.. perché
l’amore, quello di Guille, non è più per me.
Questa
volta non posso avere dubbi, non posso dire a me stesso di avere frainteso
situazioni o circostanze, questa volta tutto è oggettivamente ed orribilmente
inconfutabile.
Tutte
queste ore passate all’adiaccio me lo confermano; la notte che mi ha accolto
nelle sue fredde braccia me lo sussurra nelle orecchie.
Il
dolore preme su ogni poro della pelle, scorga come lava viva dal mio cuore e,
nel passare, brucia tutto ciò che incontra: pensieri, ricordi.. desideri.
I miei
occhi, ciechi, guardano senza vedere nella speranza di essersi sbagliati; ma
non si sono sbagliati!
Rimangono
le lacrime… ma si sono seccate… anche loro incredule per questa fine così
inaspettata.
Ho
appostato tutto, sicuro di vincere, ed ho perso.
Guille
aveva promesso che ci sarebbe sempre stato per me, sempre.. sempre.. il sempre
era durato pochi mesi, una manciata di giorni...
Pochi
mesi per cancellare il mio volto, le mie labbra, il mio corpo, il mio amore..
la mia passione.
Lo aveva
sostituito così velocemente.. così velocemente.. così..
Come aveva potuto?
L’alba
mi trova ancora accasciato, dall’altra parte della strada, di fronte a quel
portone che ha lasciato passare tutti meno lui.
Lui è
ancora dentro…
All’improvviso
il portone di ingresso si riapre e lo vedo uscire, con gli stessi vestiti del
giorno prima, accompagnato da Lazarre.
Mi rendo
conto che, malgrado il turbinio di pensieri, sono rimasto lì nella speranza che
di veder uscire solo Lazarre, ed invece…
“Lo accompagna con la macchina così come
facevo io..”
“Che pensiero stupido… stupido.. e che
importa che lo accompagni con l’auto se ha fatto molto più di questo per lui?”
Sento il
sapore acido del fiele nella bocca..
Lazarre
ha preso il mio posto nella sua vita, nel suo cervello, nel suo cuore.. nel suo
letto..
Guardo
in alto cercando, disperatamente, di riunire le forze per alzarmi ed andare
via.
Di
allontanarmi da quel luogo di morte; comprendo di essere stato ucciso due volte
e proprio dalle persone che dicevano di amarmi più della loro vita; Camilla e
Guille.. anzi no, Guille non ha mai detto questo.. non è mica uno sdolcinato
lui.. perché dirlo se non si prova amore.
L’amore
c’è o non c’è.. come la gelosia, c’è o non c’è; lui aveva amato ed era stato
distrutto dai morsi della gelosia, Guille non era stato mai geloso e non lo
aveva mai amato.. veramente..
Mi
sembra di impiegarci una vita.. ma riesco ad alzarmi.. e con passo malfermo mi
allontano.
Barcollo,
quasi fossi ubriaco, senza avere la forza di fare null’altro se non mettere un
piede davanti all’altro per allontanarmi dalle rovine che rimangono della mia
vita.
-Signore,
si sente bene?
Una
signora si accosta a me, preoccupata..
non la sento quasi.. non sono in grado di sentire nulla.
La mente
anestetizzata… so solo che devo andare via, via da questi luoghi senza
speranza.
Seguire
il mio istinto di sopravvivenza se voglio continuare a respirare.
Ma
dove?.. dove?… dove?…
-continua-
Antonia querida: la primera vez que leí la historia, recuerdo la sensación exacta hasta llegar a este capitulo. Una historia que me llegó para redondear una idea clara de lo que estaba sucediendo, pero bajo la segura y plena esperanza que "esto también va a pasar" que dejará de ocurrir, que el amor va a triunfar...Amo esta historia y la forma en que elegiste contarla, porque el amor a veces tiene espinas como las rosas de mejor aroma.
ResponderEliminarLA verdad ANTONIA ESTE CAPITULO ES DEMASIADO TRISTE.. ..ME DEJO SUPER ANGUSTIADA ,ESPERO DE CORAZON QUE PEDRO TENGA EL FINAL QUE SE MERECE...PORQUE U AMOR PURO Y JUGADO COMO EL QUE EL SIENTE POR GUILLERMO NO MERECE MENOS...GRACIAS Y A LA ESPECTATIVA..majo
ResponderEliminarESCRIBIS BELLAMENTE!! T SIGO LEYENDO!! GRACIAS!!
ResponderEliminarVeo que nos toca seguir sufriendo.....ahhhhhhhh Antonia!!! pronto pronto la continuación!!!!
ResponderEliminarAgonía simplemente Agonía Antonia. Este capítulo directamente es un desgarro. Tremendo. Debo confesarte que me angustió mucho. Igual impresionante su manera de contarlo, porque iba devorando los párrafos esperando que algo bueno apareciera para Pedro. Por favor te ruego, suplico casi, que el sexto capítulo nos aguarde con un final feliz. Abrazo grande y felicitaciones.
ResponderEliminartendremos la vision de Guille de todo este tiempo?
ResponderEliminarNo se puede seguir sufriendo asi, pobre Pedro.... Necesito el 6to ya!!! Hermoso Antonia!
ResponderEliminarQué excelente capítulo, Antonia! Cómo expresaste la incertidumbre de Pedro,su pérdida de la esperanza, sus momentos de negación.. me gustó mucho el cambio de punto de vista, estas escenas ya vistas en la novela original pero ahora recreadas desde la mirada de Pedro como testigo.. muy buen recurso estilístico. Te felicito! abrazo
ResponderEliminarse sigo leyendo, tu juego imaginario facinante!!! espero tu final , sin ansiedad porque cada una de tus entregas me roza el alma y puedo ver en mi mente lo que tu cuentas . gracias Antonia!!!!!
ResponderEliminarQuè buen capìtulo Antonia, tristìsimo, pero muy bello. Esperemos que Pedro pronto deje de sufrir, porque yo sufro a la par de èl.
ResponderEliminar¡Ay Anntonia! Ni fuerzas para comentar este precioso capítulo!! Voy corriendo al final!!! :)
ResponderEliminar