jueves, 9 de enero de 2014

El encuentro by Lupillar

I
Le agobian las multitudes. Aborrece las fechas cercanas a la navidad, no por la fecha en sí, es por el alboroto de la gente que todo lo deja para último momento. Van a despedir a uno de su familia donde sea, al aeropuerto o a la parada de buses y se llevan el batallón completo de cinco o diez pendejos haciendo estorbo. Los centros comerciales, ni hablar, los restaurantes no están en mejores condiciones, nada le gusta. Y este verano tan cruel donde no encuentra sosiego… menos mal el aire funciona en la sala.

Mira a su alrededor, que demorado que es. Lleva casi una hora esperándolo y no aparece Fabián. Qué solo se siente en medio de esa multitud, se recrimina por dejarse llevar por su hijo y comprar es paquete de viaje. Detesta viajar, pero la ilusión del jovencito lo doblegó.

Esperar cuatro horas para abordar el avión…que aburrido y tedioso va a ser esto. Saca un libro y se dispone a leerlo… ¡sus gafas! Las busca, se le caen y alguien se las recoge, lo mira y se encuentra con un par de ojos inmensos y una sonrisa dibujada en una boca….que boca.

El “gracias” le sale rasposo, se aclara la garganta y recibe un “de nada” acompañado de esa sonrisa. Trata de leer, de concentrarse… ¿Cómo lo puede hacer con ese espécimen al lado? Lo mira de reojo, lo más disimulado que puede. Ve sus piernas, sus rodillas exactamente, forradas en un jean azul claro, es delgado pero no en el límite, enfundado en una camisa índigo. Sus brazos trabajados sutilmente, su piel blanca, su cuello largo, barba bien cuidada… ¡Mierda, Lo está mirando demasiado! Retoma el libro, lee el primer maldito párrafo…no recuerda que dice y un ligero aroma le inunda la nariz, lo sigue…el perfume del espécimen hermoso.

¡Maldición! Suspira. La única que le queda: pasarse a otra banca, pero no quiere. Ni él se entiende. Suspira de nuevo. Y lo sorprende esa voz: ¿aburrido? Traga saliva, se quita las gafas y lo mira. –Detesto las multitudes- se le sale. ¡¿Oh dios porque se le salió esa pendejada?! Se patea mentalmente, pero el hombre sonríe de nuevo y ahora le ve los hoyuelos. Guille traga nuevamente. – a mí me encantan- contesta el hombre y guille sin darse cuenta le responde con una sonrisa. 

Pasan los minutos, la charla fluye, Guillermo ha guardado el libro y las gafas, y el joven ha quitado la maleta poniéndola debajo de sus piernas. Sus cuerpos girados completamente en pos del otro. Guillermo le pregunta el nombre –Pedro Beggio- “¡bello, Hermoso!” piensa el mayor y Pedro pregunta con quien viaja. –Con mi hijito que debe estar por ahí olvidado de mi- Pedro sonríe, él viaja solo, hace poco termino con la novia de tres años. Cosa que no lamenta en lo mínimo Guillermo, pero no lo expresa.

Regresa Fabián con unos sándwich y gaseosas. Guillermo los presenta. Hacen empatía inmediatamente.

- ¿porque te demoraste tanto Fabián?, yo acá aburridísimo
- eh gracias por lo que me corresponde…- reclama Pedro falsamente ofendido.
Guillermo lo mira y se ríen, conectan indudablemente. 

- estaba buscando que nos dejaran en sillas seguidas pero quedamos separados-
- dejalo así hijito

Pasan las horas sin darse cuenta: hablan de todo, critican , se ríen, hablan de política, hasta de física y astronomía. a la hora acordada llaman a los pasajeros del vuelo, los tres se levantan, se miran. Viajan en el mismo. no se habían preguntado eso.

- ¿Qué silla te toco Fabián? -Pregunta Guillermo.
- A 25
- Que mierda. A 12 , seria preguntarle a mi vecino si desea cambiar.- 
- Entonces te aburrió hablar conmigo…soy tu vecino. B 12

Guillermo no lo puedo evitar; se le ilumina el rostro, mira a su hijo y éste entiende el mensaje.

- ¿Viajas solo entonces Pedro?-pegunta Fabián
- Si, lo tenía planeado con mi novia, pero terminamos, así que ya ves…estoy solo- pedro le manda una mirada a Guille de niño regañado y este casi no se contiene de comérselo a besos.
- Pa, si vamos para los mismos sitios…qué opinas que nos acompañe…

Guillermo los mira, haciendo el máximo esfuerzo de parecer un hombre controlado, serio, pero por dentro agradece a su hijito quien expone sus pensamientos.

- Hijito…me parece una excelente idea.

Pedro lo mira iluminado, sin ocultar su felicidad.

En el avión se acomodan en sus sillas respectivas. Que buen viaje va a ser, se dice Guillermo y como si le leyera los pensamientos Pedro lo mira sonriéndole cómplice.

- Qué bueno fue encontrarte Guillermo- 
y éste colgado a esos ojos atina a contestar:
- Qué bueno fue encontrarte Pedro.

II

Un viaje como pocos donde disfrutar no estaba en sus planes. La playa, la brisa, el mar, la multitud. Quien lo iba a decir, el Doctor Guillermo Graziani bajo la sombra de un parasol viendo un atardecer: la magia que proyecta esa paleta de colores sobre el mar, la música de fondo y el olor de la sal mezclado con la humedad. Tranquilo, así se siente; en paz. Lejos del estudio y su mundo caótico, lejos de Ana, lejos de Miguel y de su ponzoña venenosa.

Los ve a lo lejos: a su hijo coquetear con un par de muchachitas y a él…Pedro Beggio, un desconocido con el que se tropezó en el aeropuerto, con el que hizo amistad prácticamente al segundo de saludarse, al que invitaron a su viaje….quien lo iba a creer, él tan desconfiado del género humano; solo con ver esos ojazos y se brinda en bandeja de plata. 

Ve a Pedro bordear el mar, meditabundo, con los ojos fijos en el horizonte: ¿en que pensas precioso? Se pregunta Guillermo y en pleno instante éste se gira y retoma su camino hacia él. Lo observa andar, con las manos en los bolsillos, inconsciente de sus movimientos gráciles, inconsciente de las miradas que se gana a su paso y un destello de celos y posesividad se despiertan en Guillermo, una alerta que Pedro es solo de él pero que acalla inmediatamente. Se dice a sí mismo: demasiado pronto para despertar ciertos sentimientos, sentimientos nuevos que se están volviendo inmanejables y que toman una velocidad que lo aterra.

Es fin de año. Una noche llena de luz con sus calles adornadas de faroles dándole un toque de magia y antigüedad a la ciudad acompañado a los lejos con el sonido incesante del golpeteo de las olas. La búsqueda para el sitio de la celebración los lleva a uno de los más bellos restaurantes de la zona, adornado por balcones de la época de la colonia, lleno de un ambiente de añoranza y romanticismo que brinda a sus clientes una hermosa vista al puerto.

Distribuidos los comensales en diferentes mesas que se han dispuesto hasta la calle misma, cerrada para el trasporte vehicular creen no encontrar espacio pero gracias al derroche de simpatía de Pedro logran ubicar una mesa en el segundo nivel y con una de las mejores vistas, llamado “el balcón del rey”.

Fabián no deja de tirar sus lances de coqueteo; está anonadado con las féminas del lugar, pareciera que se quisiera quedar a vivir el resto de su vida en la ciudad. Guillermo sonríe, lo comprende, pero con la ligera diferencia que al terminar sus días de vacaciones sabe que llegara a su fin la compañía de Pedro y solo le quedaran esos recuerdos de charlas eternas desde temas trascendentes a los más superfluos donde ambos se distendían, charlas donde abrieron mutuamente el corazón, donde conocieron de sus gustos, de sus fobias, de sus manías.

Con la carta del lugar en la mano no saben que escoger, Pedro se acerca y roza con su brazo el de Guillermo, éste aprieta la mandíbula por la tensión generada, no respira, lo tiene demasiado cerca, no escucha lo que dice, solo atina a sentirlo en cada centímetro de aire y de piel… ¿Qué te parece?- pregunta Pedro, Guillermo perdido lo mira, a los ojos y luego a la boca. Y pedro se pierde también en el aroma de Guillermo y se desconecta de la realidad cuando se da cuenta hacia donde se dirigen esos ojos profundos, se le hace agua la boca y los labios le hormiguean. Solo piensa en besar, besar a Guillermo....

La comida se hace tensa, un hilo invisible ha unido a Guillermo y Pedro y evaden mirarse a los ojos utilizando a Fabián en la conversación. Pedro siente el martilleo del corazón en su pecho, un nerviosismo se instala en el centro de su cuerpo y una ansiedad de no sabe qué lo carcome. Guillermo piensa que ha sido muy evidente y se arrepiente porque ve en Pedro una distancia impuesta. Llega el brindis por el año nuevo, pirotecnia, abrazos que en este momento ellos no se encuentran en capacidad de dar.

Y pasan los minutos, pesados, con el aire retenido en el pecho, Pedro se levanta para disfrutar del balcón, toma aire y ansía despejar esa necesidad de rozarlo, de acercarse y se hace más agudo el miedo a mirarse en esos ojos cuando siente a Fabián abandonar la mesa por que el baile comenzó.

-no te quise incomodar- Guillermo quiere subsanar el malestar, no desea terminar de mala manera la noche y ve en Pedro una sonrisa de niño tímido, que se toca el pelo, se muerde los labios y lo mira a los ojos – es que me sorprendió…no estoy…- Guillermo se derrite ante cada gesto pero es mejor preservar su racionalidad quitándole importancia al evento: -deja así, no te preocupes- se acerca al balcón y pierde su mirada en la maravillosa vista.

Pedro no logra y no quiere dejar el tema así, se siente inconforme con la postura tomada por Guillermo, se acerca buscándolo y nuevamente se llena de su calidez, de su olor, el deseo de encontrar su mirada lo hace llamarlo.

-Guillermo- escuchar su nombre de aquella manera lo trastorna. Lo mira y se fija en esos ojos inmensos que juraría están más grandes que de costumbre, esos ojos que lo devoran recorriendo su rostro, se queda quieto esperando cualquier movimiento de Pedro, lo ve acercarse suavemente sin dejarlo de mirar, hasta que esos labios le tocan los suyos y se abandona a la sensación de esa boca carnosa que lo besa tímido en un comienzo para volverse urgente y exigente. 

Guillermo nervioso como nunca antes responde al beso, sublime, delicioso, turgente, provocativo, sensual. Acaricia ese rostro precioso que se retira de a poco, se miran, se miden sin abandonar el espacio personal del otro, sin dejarse de tocar.

- Feliz año precioso- pronuncia Guillermo cerca de besarlo nuevamente
- Feliz año Guille…- Pronuncia Pedro antes de cerrar los ojos en clara invitación a ese otro beso que termina por derretir el corazón de Guillermo.

al fondo en la barra se escucha al bartender cantar con el alma....
http://www.youtube.com/watch?v=gOCNU1zPNR4


III

De regreso a Buenos Aires a ambos les sobran las preguntas y les faltan las respuestas. Les falta espacio para seguir tocándose, les falta tiempo para seguir compartiendo momentos, pero les sobra miedo ante lo que sienten, su magnitud y la grandeza que perciben ante lo que ya ven inevitable.

Pareciera que el destino los quiere unir. Pedro toma aquellas vacaciones no solo para alejarse de esa novia ahora casi inexistente, también porque renuncio a su trabajo por cuestiones morales.

Ahora en su casa Guillermo divaga perdido en recuerdos de esos días, de aquella playa, de aquel restaurante, de aquella noche y de su ofrecimiento para que trabaje con él. No desconfía de Pedro, jamás. Desconfía de él y de su capacidad para establecer límites.

Pedro de una manera muy correcta le manda su currículo, no quiere que las cosas vividas desvíen la seriedad de este asunto y para Guillermo es más que claro que por encima de la atracción física esta la compatibilidad intelectual a la que llegaron, la lucidez, la madurez y la rapidez mental que demuestra Pedro en él le causa una gran y sincera admiración, el resto…bueno…el resto llego casi al mismo tiempo.

Recuerda esos ojos, inmensos, increíblemente dulces y limpios, se sorprende que nunca conoció una mirada como la de ese hombre que le trastorna, una inocencia innata, una ternura palpable en cada cosa que hace o dice, sin hacerlo débil pero si muy bello, una joya única, que desprende una magia que lo enreda y lo va llevando por un camino absolutamente desconocido para él.

Nervioso, Pedro tiene esa capacidad sin darse cuenta: de ponerlo nervioso; frente al espejo se mira, se analiza; él está muy viejo para esto, tiene un hijo grande, tiene un quilombo de vida y ahora solo piensa en él, todo de él y hoy que se encontraran en el estudio no ha podido calmar esa angustia que se le ha instalado en la boca del estómago, ese hormigueo en la piel, esa ansiedad de verlo combinado con un temor como nunca lo había llegado a sentir.

Mira nuevamente su reflejo: es la cuarta camisa que se mide y se reprocha así mismo el parecer un adolescente pero es algo inmanejable, suspira, se cambia nuevamente y ya cansado de tanta vuelta toma valor y sale de casa.

Cuando lo ve allí presentándose ante todos, con ese traje de ejecutivo, con esa seguridad que da el conocimiento y la práctica se borran todas sus dudas, no recuerda ningún reproche que se hizo, ninguna duda del porque este hombre apareció en su vida, solo sabe que él está para recibirlo con los brazos abiertos y que todo vale por ver esa sonrisa majestuosa que lo anula por completo.

Pedro no ha dormido bien desde que conoció a Guillermo, siente que no es un desconocido en su vida y todas sus actitudes, sus palabras, sus gestos se han ido adueñando de sus pensamientos. ¿Cómo lo llamaría él a ese sentimiento? ¿Conexión? Tal vez, no lo sabe realmente, es más, no le importa, nada de lo que digan hará menos importante “eso” que tiene con Guillermo.

Y allí: frente a ese hombre arrogante, autoritario, exigente se da cuenta que está donde debe estar, ha olvidado sus noches de insomnio, su cansancio, se ha olvidado de darle nombre o de darle algo de racionalidad a este sentimiento, solo sabe que está allí para verse en esos ojos profundos y perderse definitivamente en ese aire magnético al que cayó en el mismo instante que lo conoció.

Detrás de esa puerta; en el despacho de Guillermo, Pedro siente el aire cambiar, una complicidad los embarga, las sonrisas sutiles, las miradas suaves y ardientes. De pronto Guillermo desliza un papel sobre la mesa, se lo entrega, se pone de pie y se acerca a su silla, le toma el rostro y lo besa profundo, para luego susurrarle –para mí ya es tarde chiquitín- Pedro perdido lo ve alejarse, lee la nota…entiende…se pone de pie, guarda el trozo de papel en su saco y lo sigue para encontrárselo sirviéndose un café.

Guillermo lo mira y Pedro con todo su cuerpo lo roza con la excusa de acompañarlo en su café. –También para mi guille, demasiado tarde- le dice suavecito, solo para que él lo escuche y se acarician las manos, se sienten el aire, se besan con las miradas. Ya la decisión se tomó, ya no hay reversa, ya de nada vale arrepentirse. Nunca lo harán.


No me tientes, 
que si nos tentamos
no nos podremos
olvidar
Mario Benedetti

20 comentarios:

  1. Lucero !!! Sos genia!!! Amo esta historia y espero ansiosa su continuacion! Te quiero! Cande

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  2. "Se besan con las miradas" ....que frase....el texto en sí me parece precioso, antes y ahora, mágico.Pero esa frase "se besan con las miradas" es perfecta, eso lo que hacían, por eso nos enloquecía la forma en que se miraban, simplemente perfecta la historia. Para nosotros, tambien es demasiado tarde, ya no nos podremos olvidar de ellos. Muchísimas gracias por la historia, la amé.

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  3. Hermosa historia!! me encanto como se conocieron!! Te felicito!

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  4. Lucero, qué maravilla lo tuyo. Hermosa la historia, tu forma de narrarlos, el encuentro entre Pedro y Guille irradia amor y sensualidad. Muy atrapante la historia y muy bella. Me encantó y espero la próxima. Abrazo grande.

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  5. lucero que lindooooooo !! Me encanto es un balsamo verdaderamente leer lo que escribis . Graciela CT

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  6. Hermosa, un suspiro al terminar de leerla!! Sensacion de felicidad en el alma. Gracias Lucero!! Cariño enorme!!

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  7. Que belleza esta historia Lucero, ya te lo habia dicho y te lo repirto, me encanto. Y que bueno que quede aqui en el blog, para poder leerla y releerla siempre. Mimi

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  8. Ay, no me digas que no van a estar juntos?? Ay noooo!! Y esto termina aca o tiene continuación??
    Soy muy ansiosa, Lupillar quiero que me respondas!! Gracias!

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  9. Lucero! Hermosa historia! Encuentro perfecto, lleno de amor, sinceridad, intimidad ... Pedro y Guille felices,siempre emociona leerlos así!
    Muchas gracias x compartirla!!

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  10. Lucero! tantas veces te lo he dicho... soy tu fans Nro 1. Adoro tus escritos, sos tan amorosa con ellos!!!. Le das paz y mucha alegría a mi alma. Y antes de dormirme, lo último que busco en cada día, son las imágenes de tus hermosos relatos para despertarme pensando en ellos. Segui escribiendo princesa, que lo hacés maravillosamente bien. Un abrazo guilledrista! ( Guillermina Pedris / Sandrix) ;-)

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  11. Lucero, escribìs historias tan hermoosas, y esta es una bella bella. Me encanta que se hayan "tentado", no podìa no pasar! Gracias! San

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  12. Me encanto que unieran las tres partes y lo publicaran en el blig. Hermosa historia!!!! Y para todos nosotros tambien ya es muy tarde... ya nos tentamos y no podemos olvidarnos de Guille y Pedro.... x favor continuacion a esta maravilla... Gladys

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  13. Maravillosa la idea de publicarla en el blog. Ya te lo dije cuando la leì anteriormente, sos maravillosa escribiendo Lucero, amo todos tus relatos. Me llenan el alma. Queremos continuaciòn!!!

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  14. Lucero,amiga! Que belleza! Me la había perdido... Me encantan estos Pedro y Guille que se"reconocen" en cuanto se ven...

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  15. Hermosa historia, la releo una y otra vez...hay continuacion no?? Por favor!!!!!!!!

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  16. No importa dònde,cuàndo ni còmo...."No podia No pasar"...Me encantò còmo naciò "ESTO"...tu historia llena de dulzura,amor y sensualidad.Mis partes favoritas: "Guillermo perdido lo mira, a los ojos y luego a la boca.Y Pedro se pierde también en el aroma de Guillermo y se desconecta de la realidad cuando se da cuenta hacia donde se dirigen esos ojos profundos, se le hace agua la boca y los labios le hormiguean. Solo piensa en besar, besar a Guillermo"....Morì.-

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  17. Lucero, cada vez que hay una historia tuya brinco de alegría!!! Sos mi preferida ;-) Guillermina

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  18. LUCEROOOOOOOOOOOO LA CONTINUACION POR FAVORRRRRRRRRRR,SOS INCREIBLE MI QUERIDISIMA AMIGUITA...NO PODES ESCRIBIR TAN LINDO TAN SENTIDO TA TAN TANNNNNNNN.majo

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