Horses by Ellen

-          No sé qué mierda hago acá, para que se me ocurre acompañarte

-          Porque te gusta verme cabalgar

-          No, querido…

-          Ah no? – los ojos fijos en los de Guillermo, la sonrisa burlona, el aliento que le roza la cara

-          Me gusta verte, punto – lo besa en la mejilla

-          Entonces veni conmigo

-          No, yo no….

-          Dale…no seas cagon – lo arrastra agarrado de la muñeca

-          Estamos haciendo el ridículo

-          Por eso, subite, es manso

-          Estoy grande para esto

-          Cállate y monta. Sentate bien, apreta las rodillas y afloja los pies- lo ayuda a acomodarse y repite – apreta las rod…

-          Ya entendí Pedro, ya entendí

Cabalgan un poco al paso, un poco al trote, charlan, Guillermo finalmente se relaja y se deja llevar, el caballo, el atardecer, la risa de Pedro construyen una tarde perfecta.

-          Te preparo el baño Guille?- pregunta mientras llena la bañera – cuando se te enfríe el cuerpo te va a doler todo

Lo agarra de las muñecas y lo retiene – si no queres que me enfríe, precioso – lo besa en la boca quedate conmigo.

-          Voy a preparar algo de comer…. –intenta zafarse pero no puede, responde el beso lo suficiente para que le suelte las manos – y vuelvo

-          Trae un vino

Cenan frugalmente en la habitación – estas bien?

-          Duele un poco…

-          Te hago unos masajes, queres? Acóstate

-          Qué es eso?

-          Un antiinflamatorio

-          Tiene un olor horrible

-          Uy…que quejoso, espera – busca un aceite de manzanilla – este te gusta? – se sienta a horcajadas y masajea suavemente el cuello, los hombros – mejor?

-          Seguí

Continua por la espalda, los omoplatos, las costillas, la cintura, se agacha y le susurra al oído – sigo?. Un gemido le responde que si y recorre con las manos la espalda baja, los muslos, las piernas – Graziani…- no hay respuesta – Guille…estas dormido? – Silencio - la puta madre.

Duda si despertarlo o no, tal vez sí este muy cansado después de todo, se ducha rápido y, frustrado, se acuesta. Está a punto de dormirse, en ese momento en que no se distinguen bien los sueños de la realidad, cuando su piel se eriza instintivamente al sentir la mano que recorre su pierna hasta llegar a su sexo, el aliento caliente en su nuca lo envuelve hasta hacerle perder la noción del tiempo y el espacio, las manos que lo recorren reclaman cada célula de su cuerpo sin aceptar un no por respuesta, siente las piernas que entrelazan las suyas, la erección de Guillermo contra él, los brazos que lo inmovilizan, intenta moverse en un esfuerzo vano, y sonríe cuando le susurra al oído – atrapado.